Análisis del estudio Innovation Cities™ Index 2019: Global

Por: Christian Andrés Sarmiento*
@ingchristian

En diciembre de 2019 se publicó el estudio que realiza «2thinknow Global Innovation Agency» en donde se determinan las 500 ciudades más innovadoras del mundo que hacen parte de 110 países[1].

Son 162 indicadores KPI del programa City Benchmarking Data™ que tienen en cuenta los analistas de 2thinknow para recopilar información cualitativa y cuantitativa sobre las ciudades, y luego proporcionan puntajes de referencia relativos en comparación con el conjunto de 525 ciudades de referencia (a partir del 2016).

Las 10 ciudades Innovadores del Mundo

En el primer puesto se encuentra la ciudad de New York, pasando de la posición 4 en el 2018 y ganándole a la ciudad de Tokyo, la cual pasa al puesto No 2.

En la siguiente tabla se observan las 10 principales ciudades que lideran esta lista de Ciudades Innovadoras del Mundo en el 2019, en donde podemos ver color verde las ciudades que ganaron posiciones y en color naranja aquellas que perdieron posiciones respecto al año 2018.

Las ciudades Innovadores de Latinoamérica y el Caribe

El 80% de la población de Latinoamérica y el Caribe vive en ciudades, de las cuales hay 210 ciudades con una población superior a 300,000 habitantes que generan 4 billones de dólares del PIB en la región. Se agregan 3 millones de personas a la fuerza laboral urbana por año.

Indiscutiblemente la región de América Latina y el Caribe, que se compone de 46 países, de los cuales 21 de ellos cuentan con 39 ciudades Innovadoras según el estudio, sigue siendo la región que menos ciudades tiene, representando tan solo el 7.8% de las ciudades analizadas en el estudio Innovation Cities Index 2019.

Tan solo 3 (tres) ciudades de América Latina se encuentran entre las 100 ciudades más innovadoras del mundo, lideradas por São Paulo, Buenos Aires y Ciudad de México, sin embargo, ésta última sufrió un descenso de 14 posiciones en el Ranking, mientras que São Paulo y Buenos Aires mejoraron su Ranking en 12 y 13 posiciones respectivamente.


Los países de América Latina que tienen más de una ciudad clasificada como Innovadora son 6, liderados por Brasil, Colombia y México.

Las ciudades innovadoras de Colombia

En Colombia existen 1.222 municipios, de los cuales hay 31 ciudades en 22 departamentos con más de 250 mil habitantes que representan el 52.9% de la población del país y generan el 93.6% del PIB (Producto Interno Bruto).

Los nuevos gobernantes tienen el reto y compromiso de desarrollar iniciativas que conviertan a sus ciudades en Smart Cities en los próximos 4 años, para garantizar la sostenibilidad de las ciudades, la retención del talento producido por sus habitantes y la productividad y competitividad de la región.

Durante varios años consecutivos se ha visto a Colombia en este estudio, en el cual se encuentran 4 ciudades principales, Bogotá, Medellín, Cali y Cartagena, las cuales en el 2019 mejoraron sus posiciones con respecto al año anterior de manera muy positiva, sin embargo, Cali y Cartagena siguen estando entre las últimas ciudades encontradas como Innovadoras, aunque Bogotá y Medellín se encuentran entre las 200 principales ciudades.

De acuerdo con el último informe del DANE[1], Colombia cuenta una población de 48.258.494 de habitantes y, éstas 4 ciudades representan el 29.1% de la población total de Colombia con 14.034.182 de ciudadanos generando en sus departamentos el 54% del PIB.

Los planes de gobierno de los alcaldes electos de las principales ciudades del país, incluidas las 4 ciudades innovadoras de Colombia tienen dentro de sus programas iniciativas para continuar con la carrera de convertir a sus ciudades en Ciudades Inteligentes, por ejemplo, la alcaldesa electa de Bogotá D.C., capital de Colombia, Claudia López[2] describe una serie de prioridades en Movilidad, Salud, Seguridad y Ciudadanía Digital, ésta última bajo un modelo de Laboratorios Ciudadanos y en todas desarrollará un modelo de Innovación abierta con emprendedores y universidades, fortaleciendo el desarrollo de proyectos usando Big Data y Blockchain e impulsando el desarrollo de una política de Datos Abiertos, todo esto en pro de mejorar la calidad de vida de los ciudadanos de Bogotá.

Colombia tiene mucho por desarrollar aún, para ello los Acuerdos Público Privados serán claves para que la innovación y la experiencia del sector privado contribuya al desarrollo de las ciudades de la mano con la voluntad política que lideren y ejecuten los nuevos gobernantes del país.

*Columnista invitado del Tanque de Pensamiento Al Centro.

Christian Andrés es profesional en Ingeniería de Sistemas, Especialista en Administración de Negocios y Magíster en Dirección Estratégica en Tecnologías de la Información. Es experto en tecnología, innovación y desarrollo de negocios en la industria 4.0, ha sido emprendedor, docente universitario y conferencista, así mismo se ha desempeñado dirigiendo proyectos de impacto nacional en las industrias de las Telecomunicaciones y Software; actualmente trabaja en la compañía Carvajal tecnología y Servicios en el diseño e implementación de las estrategias para diseñar soluciones de Smart Cities en Colombia


[1] https://www.dane.gov.co/

[2] https://www.claudia-lopez.com/pages/mis-propuestas


[1] https://www.innovation-cities.com/162-standard-indicators/6365/?mc_cid=0de94c8257&mc_eid=0ea30161b6

"Mad Men"

Por: Carlos Andrés Ramírez*

Parecen distantes los días donde el universo de personalidades y referentes se reducía a lo que la televisión, la prensa y la radio mostraban. Esos tiempos, mejores para unos peores para otros, ofrecían una estabilidad de la cual casi no queda rastro.

En el mundo moderno, muchos han puesto su privacidad al servicio de los likes y las interacciones, produciendo contenido suficientemente llamativo, no necesariamente de calidad. Quienes hoy en día son personajes anónimos caminando en una acera a medio día pueden ser el día de mañana nuestros referentes, así como pueden pasar en cuestión de minutos del anonimato al desprestigio. Desde futbolistas hablando de economía hasta curas católicos hablando de sexualidad.

De entrada puede parecer un escenario perturbador, pero en realidad lo que la tecnología permitió con esto es mostrar cómo es el ser humano en lo más profundo de su ser. Un animal en búsqueda de la eternidad, la divinidad y la trascendencia. La única especie conocida capaz de moldear el mundo y crear toda clase de fantasías, si su público lo permite.

No tenemos idea de lo que queremos, hasta cuando alguien más no lo muestra. Esto aplica en todas las dimensiones de la naturaleza humana y el marketing lo sabe muy bien. En un periodo muy corto, esta rama ha alcanzado niveles de sofisticación muy altos, procurando hacerse de toda clase de herramientas para entender mejor el inconsciente colectivo y ofrecer a la gente, básicamente, lo que quiere.

Quienes sean ajenos a esta les sorprenderá como en un poco más de 50 años los profesionales del marketing evolucionaron de las encuestas y los Focus Group, al Neuromarketing y finalmente a la inteligencia artificial para entendernos mejor que nosotros mismos. Con esto último, se han ahorrado incluso la molestia de preguntarnos para pasar directamente a entregarnos un producto terminado.

La máxima sofisticación son los productos humanos precisamente, por medio de los cuales se mueven otros productos y servicios, algunos más inútiles que otros, cuya vida útil muchas veces tiene los días contados como bien sucede con cientos de aspirantes a influencers, víctimas ante la imposibilidad de mantener a tope, por suficiente tiempo, los niveles de dopamina de su audiencia y de los algoritmos, si su naturaleza también fuese biológica, desde luego.

Son precisamente estos últimos quienes de a pocos están dictando el rumbo de la civilización, detectan tendencias, mueven masas y deciden que está o no de moda. A medida que los programadores los sofistican, parecen ir por su cuenta y necesitar cada vez menos de sus creadores. Llegado el momento, vale la pena preguntarnos si la especie humana no luchará ya contra la opresión, sino contra la intrascendencia. Incluso en el campo creativo podemos llegar a ser sustituidos por una máquina que, como bien indica Yuval Noah Harari en su libro 21 lecciones para el siglo XXI, musicalmente no necesitará superar a Tchaikovski. Bastará con que lo haga mejor que Britney Spears.

No necesariamente esto será malo. Puede que libere a miles de tareas inútiles para dedicar más tiempo a contemplar el cielo o mirar a los ojos de una mujer bonita. Puede que también, como ha sucedido con WhatsApp y el correo electrónico, nos condene a una vida de eterna conexión laboral, donde nos veamos obligados a contestar un correo urgente de un cliente mientras cuelga nuestra humanidad de un precipicio, tratando de llegar a la cima del Monte Everest. Sea cual sea el escenario, la historia nos dice que la humanidad no se detiene, solo que ese destino es radicalmente diferente siempre y cuando no olvidemos que, como bien dijo Don Draper en Mad Men: “las personas deseamos que nos digan lo que tenemos que hacer, por lo que escucharemos a cualquiera”, incluso, si ese cualquiera solo sea una supercomputadora de pequeños bombillos vibrantes, desprovista de consciencia, escondida en algún lugar de California.

*Miembro de número de la Dirección de Emprendimiento.

Carlos es Administrador de Empresas de la Universidad de la Sabana y Máster en Neuromarketing de la Universidad Internacional de la Rioja. Su experiencia y área de conocimiento abarcan mercadeo, innovación y desarrollo de nuevas tecnologías. También se ha desempeñado como blogger, youtuber y docente. Miembro activo de CEPI.

Un nuevo año, nuevas oportunidades

Por: Sebastián Zapata*

@sebastianzc

Como es de amplio conocimiento esté 2020 contó con la particularidad de comenzar con la posesión y entrada en tareas de más de mil alcaldes municipales y distritales, un extenso número de concejales, centenas de diputados y de más de treinta gobernadores. Los cuales fueron electos en franca lid- en su mayoría- en octubre pasado. 

Este nuevo cuatrienio de mandatos territoriales, sin lugar a duda, comienza con varias peculiaridades, caso la sensación positiva de contar con muchos nuevos liderazgos y la reducción de algunas estructuras políticas cuestionables. 

Pero a su vez, también inician estos mandatos con la incertidumbre de que algunos liderazgos emergentes y/o alternativos, especialmente algunos de ciudades capitales, tengan la posibilidad de caer en mandatos populistas y de pocos resultados. Durante la contienda electoral y los meses póstumos a la misma, algunos candidatos electos se han destacado por ser poco coherentes y concretos. 

Claramente también hay una incertidumbre que cobija el devenir de algunos departamentos, gracias a que varios gobernadores elegidos recibieron apoyos de grupos políticos ampliamente ilegítimos y cuestionados.

Sin embargo, este par de preocupaciones contrastan con las grandes oportunidades con que pueden contar los nuevos mandatarios en los años venideros. Es necesario, por ejemplo, que en casos puntuales como Atlántico y Barranquilla se continúe con las amplias transformaciones territoriales que tantos frutos positivos han traído; en una ciudad como Montería se siga por la senda de una capital organizada; que en Medellín no se detenga la consolidación de una urbe inteligente con grandes nichos turísticos y un sistema de transporte integral de talla mundial; que en departamentos como Cundinamarca y Valle del Cauca no se pare de apostarle al desarrollo territorial; entre algunos casos que vale la pena mencionar. 

Ahora, es de precisar que el rol de los ciudadanos, los medios informativos y los entes de control deberá ser más activo que nunca, porque, por ejemplo, en una ciudad como Bogotá está en juego la correcta y eficiente ejecución de varios billones de pesos que deben ejecutarse para desarrollar varias mega obras que demanda con urgencia la capital; Cali tiene una gran deuda con la seguridad de sus ciudadanos; Cartagena necesita de una vez por todas contar con una estabilidad administrativa; departamentos como Chocó, La Guajira y Córdoba necesitan prevenir de manera real la corrupción y malas prácticas en la gerencia pública; solo por mencionar algunos desafíos. 

Se debe aclarar que para salir triunfantes en estos retos territoriales se depende en gran medida de los éxitos del gobierno de Iván Duque -la correlación de lo local con lo nacional es innegable-. Por lo que se hace necesario que por fin se consoliden desde el Palacio de Nariño los cuatro elementos que todo poder ejecutivo debe desplegar: un gabinete adecuado- para eso es clave un verdadero remezón ministerial-; una agenda clara de gobierno; una real gobernabilidad- que se va a  materializar en gran parte por unas buenas relaciones con el legislativo-; y, una eficiente respuesta a las demandas ciudadanas. 

En últimas, este año para las personas que rigen las dinámicas de lo público en el país, trae consigo un sin número de desafíos, oportunidades y retos. Por ello es fundamental que todos estos funcionarios y servidores estén a la altura de sus cargos y respondan de manera adecuada a las necesidades y problemáticas de la Colombia contemporánea, solo así se podrán evitar que continúen los brotes de convulsión social que afectaron a la nación en días pasados, que si bien eras justificados por el inconformismo ciudadano, también fueron víctima de la apropiación inadecuada de políticos y ciertos grupos de presión que pretendían imponer una determinada agenda política.

*Miembro de número de la Dirección de Gestión de Territorios.

Blockchain: Pasaporte a la nueva revolución tecnológica

Por: Juan Falkonerth*

Ante los innumerables avances de la ciencia y la tecnología, la palabra “confianza” va cobrando un valor de incalculables proporciones, a tal punto, que podríamos considerarla como el eje de la transformación digital y social. Esto se explica tan solo con observar el creciente número de usuarios de plataformas digitales, los cuales demandan cada vez por procesos más eficientes y, sobre todo, transparentes. Esto precisamente es lo que brinda la tecnología blockchain

Esto es posible a través de la blockchain, ya que la base de datos que esta a cargo de varios usuarios, esta contenida en bloques de transacciones descentralizadas y enlazadas entre sí, registrando cada acción que se realice y auditándose por el mismo sistema a través de complejos algoritmos, como bien lo señala Álex Preukschat, en su libro “Blockchain: la revolución industrial de Internet”. 

La revolución de esta tecnología consiste entonces, en que varios operadores o usuarios de la base de datos que se auditan entre sí no requieran de un intermediario confiable para dicha labor. Este factor innovador elimina los reprocesos, hace más eficiente el sistema y sobre todo reduce los costos, según lo expresa Emiliano B. Ocariz, en su libro “Blockchain y Smart Contracts, la revolución de la confianza”. Saifedean Ammous, por su parte, revisa varias startups y nos propone tres usos generalizados de esta tecnología: pagos digitales, contratos y bases de datos y gestión de registros, desarrollados en su libro “El patrón bitcoin, la alternativa descentralizada a los bancos centrales”

Lo más fascinante de esto, es quizá, la descripción que hace William Mougayar, en su libro “La tecnología Blockchain en los negocios, perspectivas, práctica y aplicación en Internet”, en la cual, hace el símil de cuando un usuario “googlea” para acceder a la información de interés en la Internet y como en un ejercicio idéntico podría consultarse y verificarse un sin fin de datos como identidades, títulos académicos, registros y demás; ilustrando la magnitud de la transformación que representa la blockchain.

El docente de la Escuela de Economía de la Universidad Sergio Arboleda, Carlos Meneses, hace también un interesante planteamiento sobre la blockchain, afirmando que es una puesta en marcha de la teoría de equilibrio del reconocido profesor Nash, al señalar que “buenos” y “malos” no tienen incentivos para alterar la información y quedar por fuera del sistema ya que todos quieren beneficiarse de él y le apuestan por mantenerse. Esta se convierte entonces, en otra garantía del sistema compuesto por nodos. 

Lo cierto de todo esto es, que la tecnología blockchain no se agota en sí misma y es mucho más que criptomonedas, como usualmente se le conoce o relaciona. Es una industria en crecimiento exponencial y aunque en Colombia su avance es aún incipiente, en América Latina los indicadores son alentadores. Según datos ofrecidos por la Cámara de Comercio de Bogotá, los países de la región que están a la vanguardia son México y Argentina. Para el caso nuestro se espera que el negocio pase de US$4,8 millones registrados en 2018 a US$92,7 millones en 2024. Del mismo informe se desprende que ya se ha puesto en práctica esta tecnología en procesos tales como votaciones electrónicas estudiantiles, registro de propiedad de tierras y registros académicos. 

Otro uso de avanzado de esta tecnogía lo encontramos en el país de la samba. En los estados de Bahía y Río Grande del Norte en Brasil, los agricultores quienes hasta hace poco no conocían los dispositivos electrónicos, pusieron en marcha la blockchain para agilizar los procesos de producción, distribución y de negocios, con tal éxito que ahora quieren implementarla para todo. Una muestra de la transformación digital en el campo.

La isla de Malta en Europa, aunque pequeña en extensión es grande en visión y por ese quiere ser la primera isla blockchain del mundo, por esta razón, adoptó un marco legislativo de avanzada que ya permite operar el bitcoin junto con un novedoso sistema transaccional, así mismo, extenderá proximámente estos procesos tecnológicos al sistema educativo, de transporte y hasta el político, para lo cual ya tiene en marcha varios planes pilotos. Ejemplos que resultan inspiradores.

Por eso, cuando se afirma que la puesta en escena de la blockchain puede desatar una revolución tecnológica de magnitudes similares a la registrada con la llegada del Internet, que cambió el mundo, no resulta traída de los cabellos y por el contrario invita a reflexionar sobre el fenómeno que ya esta cambiando el mundo a través de la “confianza” de los datos que navegan en la red y que puede resolver un sin fin de problemas de la humanidad. 

Aplicando esta tecnología a varios procesos gubernamentales se tendría un Estado más eficiente y transparente, contaríamos con un sector privado más competitivo y sobre todo, con una sociedad que pueda confiar más en la información de la red que se administra en estos eslabones. 

Mi invitación entonces, es para abrirle la puerta a la tecnonogía blockchain y ser un país de avanzada.

*Director de Emprendimiento del Tanque de Pensamiento Al Centro.

#UberSeVaPorque

Por: Sadi Contreras Fuset*
@Sadi_CF

Toda una polvareda levantó Uber con su anuncio de abandonar la prestación del servicio de transporte en Colombia, decisión que tiene una historia de confrontación entre esta empresa y diferentes Estados en el mundo.

La quinta generación móvil y el surgimiento de nuevas herramientas con aprendizaje automático han transformado el panorama de las Tecnologías de la Información y Comunicación (TIC) determinando el crecimiento de un país mucho más allá del ámbito de las simples “comunicaciones” para convertirse en la base fundamental de todos los sectores económicos y sociales.

Los Estados en general han venido reconociendo la necesidad de regular la prestación de servicios que explotan las plataformas con base en la manera disruptiva en que han ido instalándose en los mercados de consumo, teniendo en cuenta que son las empresas formales las que se enmarcan en la legalidad y sostienen las economías estatales. El esquema de colaborativas no puede ser óbice para que plataformas presten servicios por fuera de la legalidad, es necesario equilibrar las cargas, responsabilidades, obligaciones y tributos a todas las empresas virtuales o no virtuales para que compitan en igualdad de condiciones de cara al mercado, garantizando de esta manera los derechos al consumidor y al trabajador.

Disrupción en el mundo

El solo hecho de pensar en regular un modelo de negocio específico o un sector de la economía en particular sería el principio del fin en el ordenamiento jurídico y su aplicación por parte de los jueces. Las demás plataformas prestadoras de servicios (Ej: Rappi, Netflix, etc.) que tienen características comunes a la regulada (En este caso uber o sector transporte), se acogerían a la norma regulatoria que más le convenga para evadir las obligaciones que ésta genere. La mezcla de la normatividad vigente hoy con la nueva, dirigida a un solo sector, crearía un caos jurídico al tratar de impartir justicia para el juez de turno.

La regulación que se haga debe ser necesariamente una regulación estándar para todas las plataformas prestadoras de servicios y, a partir de ella, cada sector debería regular de manera específica los modelos de negocio en particular.

Al Gobierno anterior le llegó toda esta nueva ola de modelos para prestar servicios disruptivos y ni usuarios, ni reguladores, ni empresas formales, estábamos preparados para afrontar los cambios que en materia de servicios crecerían en consumo vertiginosamente. El primer paso para ejercer un control tributario lo dio el Ministro de las TIC de la época, David Luna, quien asumió dos posiciones estrictas frente al debate nacional del crecimiento de plataformas prestadoras de servicios:

  1. Deben cancelar el impuesto de I.V.A. (Reforma tributaria 2.016)
  2. Plataformas no se pueden bloquear ni suspender por neutralidad en la red, y porque son parte del desarrollo tecnológico en el mundo interconectado en beneficio de los ciudadanos.

En el plano internacional Ciudades como Barcelona y Londres, países como Alemania (en el 90%), Dinamarca, Hungría y Bulgaria, tienen prohibida la prestación del servicio de transporte por medio de la plataforma Uber. En Francia se sancionó nueva ley que introduce el impuesto de 3 por ciento sobre las ventas de GAFA (Google, Apple, Facebook, Amazon) y otras empresas multinacionales, generando la inmediata reacción del Presidente Trump por ser en su mayoría empresas que tributan en los EEUU. La Comisión Australiana de la Competencia y del Consumidor determinó que las principales plataformas digitales, como Facebook y Google, tienen efectos adversos en la competencia y hacia la protección de los consumidores, por lo que recomendó aplicar una serie de medidas para regularlas. El Senado de California aprobó un proyecto de ley que exige a las empresas de economía compartida, como Uber y Lyft, reclasificar a sus trabajadores como empleados, en lugar de considerarlos contratistas independientes.

Al final del año 2.019 en Estados Unidos un Tribunal de apelaciones del Distrito de Columbia respaldó a la FCC en anulación de la neutralidad de la red, pero advirtió que cada estado puede tener su regulación.

Posteriormente la Ocde propuso que las grandes empresas digitales, así como las que ofrecen servicios finales (Plataformas prestadoras de servicios como uber), paguen una parte de sus impuestos en los países donde estén sus usuarios, aunque no tengan presencia física en ellos.

Todo lo anterior sumado a las negativas de empresas como Uber de acompañar los procesos de diseño y aprobación de regulaciones en los diferentes países, hacen de la relación Estados – Plataformas prestadoras de servicios, una relación llena de sinsabores, nada colaborativa y con chispazos de insinuaciones que podrían rayar con el chantaje a los gobiernos, del retiro de inversiones prometidas o la no continuidad con la prestación del servicio de transporte en el país respectivo.

Al igual que Uber, empresas como Rappy, Beat, Netflix, google, etc. han comenzado a tener roces con los gobiernos en el mundo porque se evidencia cada vez más que el interés de las plataformas es vivir flotando en la informalidad e ilegalidad furtiva, más que en el marco de una regulación justa y en igualdad de condiciones con las demás empresas virtuales y no virtuales. Así mismo ha habido legisladores que por intereses electorales han evitado regular para un equivocado beneficio del sector tradicional. Ni lo uno ni lo otro le hace bien al país.

Regular

La solución inmediata y urgente es regular, y regular no como respuesta popular al grito ciudadano y empresarial, regular con objetividad y coherencia fáctica. Entender que se debe aprobar una normatividad estándar para todas las plataformas prestadoras de servicios y, a partir de esta, diseñar un esquema regulatorio para cada modelo de negocio o sector de la economía en particular.

El balón lo tiene el Gobierno como promotor de la política pública, pero más aún el Congreso de la República como vocero del ciudadano y órgano legislador que tiene la directa responsabilidad en sacarlo adelante. Es una tarea que no da margen de espera y requiere el acompañamiento de todos los sectores que entienden que el desarrollo y crecimiento de la nueva economía no se detiene.

Esa normatividad que regule plataformas no puede obedecer a presiones o chantajes, ni de empresas formalmente constituidas ni de las APP. Tienen que ser resultante del consenso de todos y en virtud a la aceptación que el beneficiario protegido debe ser el consumidor final y el trabajador colombiano, una competencia leal en igualdad de condiciones y un servicio con calidad.

*Columnista invitado del Tanque de Pensamiento Al Centro.

Fin de siècle y su hastío a la veneración del dinero

Por: Ernesto Forero
@ErnestoForero

Arranca el año 2020 y con él arranca oficialmente la segunda década del siglo XXI[1]. Los fines y principios de siglo han sido tradicionalmente épocas de transición que han marcado un fin y un principio de grandes ciclos en la sociedad global que involucran aspectos éticos, económicos, morales, sociales, intelectuales, y/o científicos.

El presente inicio de siglo no es la excepción. No obstante, sacar conclusiones sobre el siglo en curso nunca ha sido tarea fácil para quienes se encuentran inmersos en la realidad del siglo mismo, pues tal ejercicio exige una necesaria perspectiva temporal. La escasa lejanía que ofrece la segunda década del siglo XXI permite entrever solo algunas características de la nueva escala de valores que se encuentra en formación, en un proceso de construcción y deconstrucción constante como el lienzo de Penélope.

El dinero fue sin duda el principal protagonista del siglo XX. El individualismo, tan defendido por la generación de las décadas de la posguerra (cuyas exigencias eran: haz lo que quieras, prohibido prohibir, lo privado es político, la imaginación al poder) sirvió como plataforma moral para la consolidación de la idea de realización personal a través de la búsqueda y acumulación desmedida de riqueza[2], y todo, bajo la égida del capitalismo como modelo económico.

Como reacción a lo anterior (no podemos olvidar nunca el ciclo pendular de la historia), en estas dos primeras décadas del siglo XXI se ha ido consolidando de manera más o menos clara un hastío social hacia esa veneración al dinero[3], el cual ha empezado a estremecer los cimientos de la estructura ética y moral que dejó el siglo anterior, generado un reacomodamiento en la escala de valores de la sociedad actual.

Por ejemplo, se ha empezado a cuestionar el modelo tradicional de Milton Friedman según el cual, el rol de las sociedades comerciales se limitaba a maximizar las ganancias de sus accionistas[4]. En oposición a esta premisa, hoy vemos una tendencia hacia un modelo de gestión de los negocios en virtud del cual los grandes grupos empresariales mundiales son controlados por organizaciones sin ánimo de lucro conocidas como fundaciones industriales[5], las cuales destinan gran parte de sus utilidades a la financiación de proyectos filantrópicos. El documental de Netflix “Bill Gates, bajo la lupa”, por ejemplo, muestra cómo el fundador de Microsoft y otros billonarios han resuelto abandonar sus vidas como empresarios para dedicarse a proyectos que impacten radicalmente la vida de la población menos favorecida[6], en una forma de “democratización” de la riqueza desde lo privado.

Colombia no es del todo ajeno a esta nueva tendencia, pues incluso desde la institucionalidad se ha implantado la necesidad de que la propiedad privada tenga una función social. La reciente creación de la categoría de Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo (BIC[7]) ha hecho explícito el interés institucional de hacer que los beneficios derivados de la explotación económica de las sociedades comerciales e industriales trasciendan la órbita exclusiva de sus accionistas, e irradie a la comunidad, el medio ambiente y a sus respectivos empleados y sus familias.

Otra muestra del reacomodamiento de valores de la sociedad actual es la creciente preocupación por la protección del medio ambiente. Mientras el siglo anterior consideraba el deterioro del medio ambiente como una mera externalidad, hoy es considerado como una conducta grave y antiética, digna de repudio. El premio nobel en economía William Nordhaus[8] explica en su libro que la reversión de la tendencia incremental de la temperatura de la tierra, o incluso su simple estancamiento, es posible si, y solo si, se cuenta con el concurso de la mayoría de países y de las personas. Por lo anterior, una actitud renuente[9] o despreocupada frente a esta realidad es considerada como una conducta antiética. El reproche ético se fundamenta en que estaríamos, de manera activa o pasiva, contribuyendo a que las generaciones venideras reciban un mundo peor del que nos fue entregado, siendo conscientes de que pudimos evitarlo y por decisión propia no lo hicimos.   

Estos son solo dos ejemplos de los impactos que está teniendo en la sociedad, así como en la vida de quienes viven en ella, lo que hemos denominado la nueva escala de valores del siglo XXI, la cual se encuentra en una ebullición constructiva. Esta nueva estructura ética y moral tendrá por supuesto un impacto en el papel que el Estado estará llamado a jugar en el presente siglo, pues las personas elegirán como gobernantes, tarde o temprano, a quienes se identifiquen con su visión, necesidades y con sus nuevas convicciones.   

En un reciente artículo[10] de la revista The Economist se habla de un resurgimiento de las doctrinas “de izquierda” en los millennials, basado en incisivas críticas sobre lo que de una u otra manera ha salido mal en las sociedades occidentales (corrupción, quiebras de los sistemas financieros por escasa o nula regulación, conductas antiéticas, etc.). Este nuevo discurso exige del Estado soluciones y acciones concretas contra las inequidades y desigualdades de la sociedad actual, y a favor de la protección de los “nuevos” sujetos de derecho como el medio ambiente, los animales[11], las minorías, etc. En el discurso no se percibe un interés por que el Estado se apropie de los medios de producción, sino que exige de éste una intervención efectiva que pondere el interés de la comunidad frente a intereses particulares.

Esta nueva coyuntura ha llevado a personas de la talla de Minouche Shafik, Directora de Economía y Ciencia Política del London School of Economics, a plantear la necesidad de suscribir “un nuevo contrato social”[12]que tenga en consideración las nuevas preocupaciones de la ciudadanía. Incluso, el mismo Papa Francisco, un agudo observador de la realidad mundial, ha anunciado que planteará un nuevo modelo económico[13] que ha denominado “la Economía de Francisco” en honor a Francisco de Asís, cuyo contenido explicará en el mes de marzo de este año 2020 en el pueblo de Asís, en la región de Umbría, Italia. 

No podemos tener certeza de cuál será el desenlace de todo este interesante cóctel de situaciones, ni cuál será la escala de valores definitiva (si es que hay escalas de valores definitivas) que gobernará la vida de los moradores del siglo XXI. Lo que sí es seguro es que las capas tectónicas de la sociedad actual se están agitando, y debemos decidir si luchamos contra los cambios o los interiorizamos y procuramos que nuestra sociedad saque el mejor provecho de ellos. 

*Director Temático para el Departamento de Magdalena de Al Centro.


[1] De acuerdo con la Real Academia de la Lengua Española la segunda década arranca en 2021 https://twitter.com/RAEinforma/status/1204808284433264642. Para efectos de la presente columna la segunda década arranca en 2020.

[2] https://www.portafolio.co/economia/ha-terminado-la-era-de-la-acumulacion-de-riqueza-532430

[3] https://www.bbc.com/mundo/vert-fut-50334737 Por qué hablar de dinero es tabú en Suecia (y cuáles son las ventajas e inconvenientes de esta costumbre)

[4] Colin Mayer, “Prosperity, better business makes the grater good”. Oxford University Press.

[5] https://www.blogsocietario.com/post/fundaciones-industriales-un-giro-copernicano

[6] https://www.gatesfoundation.org/

[7] https://alcentro.co/columnas-de-opinion/las-bic-el-deber-ser-de-toda-empresa/

[8] William D, Nordhaus. The Climate Casino: Risk, Uncertainty, and Economics for a Warming World.

[9] https://alcentro.co/columnas-de-opinion/cop25-y-ahora-que/

[10] https://www.economist.com/leaders/2019/02/14/millennial-socialism

[11] https://alcentro.co/columnas-de-opinion/politica-animal/

[12] https://www.elespectador.com/desigualdad-global-hacia-un-nuevo-contrato-social-articulo-898908

[13] https://theworldin.economist.com/edition/2020/article/17495/pope-francis-hopes-anoint-new-economic-model