Por: Licelis Josefina Ortiz*
@Licelis

El Magdalena es uno de los departamentos más desiguales en cuanto al género. Magdalena y Santa Marta no pueden ser sanos y fuertes sin la erradicación de cualquier forma de violencia contra la mujer.

Cada día más mujeres nos movilizamos con el firme compromiso de dar frutos en este flagelo contra la violencia. Tenemos que redoblar esfuerzos para ganar esta lucha esencial que ofrecerá un mejor futuro a nuestras madres, hermanas e hijas.

Hoy reflexionamos sobre algunas acciones a desarrollar en el Magdalena. El Distrito Turístico Cultural e Histórico de Santa Marta entorno al tema de Igualdad de género es una de las principales prioridades de lograr para el cuidado y desarrollo del territorio, la desigualdad de género afecta a las niñas y las mujeres durante toda su vida.

Todos conocemos las profundas desigualdades vigentes en nuestros territorios. Una de esas apunta directamente a las desventajas en que se encuentran las mujeres con respecto a los hombres. Además de contar con menos educación, menos oportunidades laborales y de devengar menos, las mujeres tienen menos participación en las instancias decisorias, incluso en las comunitarias.

Esto representa una tarea a corregir si pretendemos que las mujeres tengan mayor injerencia en el cuidado del territorio en el que viven.  Son cada vez más las mujeres cabezas de familias, otro desafío a afrontar.

Aquí sin duda se requieren de intervenciones de las instituciones públicas para ayudar a que estas mujeres, organizadas, cuenten con medios para generar ingresos y desarrollo. Está probado que las organizaciones, cooperativas, o de base comunitaria generan efectos muy positivos en los entornos donde operan.

Las mujeres son cuidadoras y protectoras por naturaleza. Eso se evidencia en el cuidado de sus familias, sus hogares, sus huertas y el territorio en donde operan. Sus acciones, cuando son apoyadas, tienen mayores impactos y generan más confianza.

La participación de las mujeres se antoja crucial si pretendemos corregir muchos de los desequilibrios ambientales en zonas como la Sierra Nevada de Santa Marta. Tenemos que atrevernos a apoyar y vincular a las mujeres en los programas ambientales de cuidado de los bosques, la fauna, la flora y las cuencas. Estos espacios de participación y trabajo son también oportunidades para mejorar su situación laboral y ser más productiva a sus regiones de origen o de residencia.

Por supuesto que ello requiere de capacitación, organización y recursos para apoyar sus iniciativas productivas.  Ya han dado ejemplo otras regiones del Caribe en donde hombres y mujeres o las mujeres y sus organizaciones cuidan del medio ambiente y encuentran oportunidades para desarrollar proyectos productivos sostenibles y de impacto en el entorno.

*Columnista invitada al Tanque de Pensamiento Al Centro.

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