Por: David Luna
dluna@mit.edu

Arrancó diciembre y con él todas las tradiciones colombianas para la fecha. Entre ellos los aguinaldos. En el país está bastante difícil el ambiente político. Por eso, yo quiero compartirles en esta navidad cinco de los principios en los que me he basado para el ejercicio del servicio público durante más de 20 años. Voy a proponerlos a modo de aguinaldos para que quienes están liderando procesos políticos los apliquen en estas fechas decembrinas. Ahora, si sienten que con ellos hacen un mejor país, se los pueden quedar el resto del año o mejor aún, la totalidad de sus carreras políticas. Aquí van:

El primero me lo enseñó Luis Carlos Galán, la política es el arte de servir a los demás y no la actividad para servirse a uno mismo. Quien ejerza el servicio público debe entender que el único poder que tiene en sus manos es el de impactar positiva o negativamente la vida de algún colombiano con cada decisión. Un líder político serio sirve a la gente más nunca pone a la gente a su servicio para cumplir sus objetivos.

El segundo, construir sobre lo construido. Ese se lo debo al Senador Mockus. Tenemos que ser capaces de reconocer los aciertos de los antecesores o contradictores políticos. Debemos recoger las buenas ideas, los buenos propósitos, las buenas prácticas, para poder evolucionar, porque si uno lo desconoce es como volver a empezar de cero. No hay algo que afecte más a un país que la falta de continuidad de las políticas del gobierno. Por ejemplo, sin Martha Pinto, María del Rosario Guerra ni Diego Molano MinTIC no sería la máquina que es hoy, y claro, con los aportes de la Ministra Constain avanzaremos aún más hacía una Colombia digital.

El tercero me lo enseñaron en mi casa y es que los recursos públicos son sagrados. Cuando le conté a mi abuelo que yo quería ser servidor público, él me dijo lo siguiente: “Puede que sus bolsillos no estén llenos de dinero, pero su vida siempre estará llena de una gran satisfacción”. Gran parte de la financiación del Estado se hace a partir del recaudo de los impuestos. Ese dinero es sagrado por una única razón, esos recursos significan el trabajo y los sacrificios de los colombianos. La gente se deja de dar gusto por pagar impuestos. Ese dinero se cuida y se respeta.

El cuarto, lo aprendí tan pronto me convertí en edil: el único jefe es el ciudadano. El político se debe única y exclusivamente a la gente. Los colombianos son quienes eligen a sus gobernantes. De ahí la obligación de rendir cuentas y de estar en permanente contacto con ellos para responderles. Finalmente, es el jefe quien evalúa la gestión y de él dependerá, como en cualquier trabajo, si lo renuevan a uno en su cargo o no.

Y finalmente, el quinto, hacer oposición más no llevar la contraria. Cuando uno hace oposición lo que busca es hacer control y equilibrar la balanza, nunca se hace como forma de catapultarse en como figura política. Este ejercicio no es solo sentarse a decir que nada sirve, que ninguna iniciativa funciona, que todos los programas son malos, a difundir mentiras y campañas falsas. Con esto no se construye nada, al contrario, solo destruye. Crea pesimismo en los colombianos y no lleva a un verdadero desarrollo. Llevar la contraria es el camino fácil, hacer oposición requiere de responsabilidad. Otro ejemplo, a Petro le reconozco su lucha por la protección animal y si tenemos que unir esfuerzos para esto, ¿por qué no hacerlo?

Estos son mis cinco principios. Con los que he podido aportar a mi país. Los comparto con ustedes para ver si al menos, a manera de aguinaldo, algunos líderes se toman en serio el ejercicio político y nos regalan en 2019 un ambiente propicio para construir un mejor país. Feliz Navidad y que sea un gran año nuevo.

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