Por: Juan Manuel Borráez Rojas
El Gobierno del presidente, Iván Duque, se encuentra haciendo su mejor esfuerzo por que el virus Covid 19 afecte en la menor medida de lo posible la salud de los colombianos, así como en el futuro, su situación económica. De eso no me cabe la menor duda. Y aunque no nos encontramos aún, en el momento en que la llamada curva de contagios se ha empezado a aplanar, considero que empieza a haber una naciente unidad política en Colombia dispuesta a poner un paréntesis en sus luchas políticas e ideológicas, para estar todos en el mismo lado, de tal manera en que las medidas que surjan sean las óptimas y las más coordinadas entre los diferentes líderes.
El sábado 21 de marzo, quienes ocupan los dos cargos más importantes del país, el presidente de la República, Iván Duque, y la alcaldesa de Bogotá, Claudia López, dieron una rueda de prensa conjunta como muestra de que las medidas decretadas tanto por el Gobierno Nacional, así como por los diferentes gobiernos locales, serán ordendas y coordinadas conjuntamente.
Éste importante gesto de unidad estuvo precedido por una serie de desencuentros, que en un principio mostraron una profunda desorganización entre los niveles nacional y local, lo cual minó, a mi juicio, el liderazgo del presidente Duque.
En un principio la alcaldesa de Bogotá, había decretado un simulacro de aislamiento para el puente festivo del 21 al 23 de marzo, no obstante desde el Ministerio del Interior se expidió un decreto para que toda decisión sobre la crisis del Covid 19 estuviera centralizada en el Gobierno Nacional.
Adicionalmente, el martes 17 de marzo, el gobernador de Boyacá, Ramiro Barragán, decretó el cierre de fronteras de su departamento. Al paso salieron, tanto la vicepresidenta de la República, Marta Lucía Ramírez, quien manifestó que “no es necesario cerrar fronteras ni decretar toques de queda“, como la ministra del Interior, Alicia Arango, en el mismo sentido.
Finalmente, el simulacro de aislamiento propuesto por la alcaldesa López se realizó y ha extendido al martes 24 de marzo para que se encuentre con la medida de aislamiento decretada por el presidente Duque, desde el 25 de marzo al 13 de abril del 2020.
Ante estos hechos, es preciso detenerse en la manera como se ha manejado la relación entre el gobierno y los mandatarios locales, así como con la ciudadanía en general, ante una situación inédita a nivel global, frente a la que prácticamente ningún gobierno ni ciudadano tenía preparación o sospecha alguna.
La semana pasada, en los colombianos lo que parece reinar es la incertidumbre, generada en primer lugar por el solo hecho de la presencia del virus en el país, pero también por un gobierno cuya información no fue clara, precisa y, muchas veces, no parecía oportuna. Se sumó a esto, la preocupante descoordinación entre el nivel nacional y el local, en cuanto a las medidas y al flujo de información. Fue preocupante que muchos ciudadanos, ante la falta de información clara sobre las medidas hicieron caso a información no verificada de las redes sociales y muchos incumplieron medidas decretadas por los mandatarios. Es claro que cuando lo que comunican los gobiernos no es preciso, las fake news llenan ese espacio.
Hoy parece que con las medidas adoptadas y la claridad con la que fueron comunicadas, así como el gesto de unidad entre dos mandatarios, el presidente Duque retoma el papel que le corresponde: el de capitán del barco que debe afrontar esta nueva y dificil tormenta.
Sin embargo considero que el Primer Mandatario de los colombianos no debe descuidarse y, por el contrario, debe continuar sembrando credibilidad y confianza en su liderazgo, ya que en caso de que esto no suceda se creará un terreno fértil para vacíos de información que serán ocupados por las noticias falsas, lo que a la larga puede terminar generando, incluso, problemas de seguridad pública.
La comunicación estatal en tiempos críticos es especialmente importante, porque se debe orientar a los ciudadanos, de tal manera que lo que hagan, o dejen de hacer, sea por convicción y confianza en su gobierno, más no solo por la fuerza de un decreto. Es momento para la unidad entorno a la institucionalidad, de tomar medidas, que por drásticas que sean, busquen disminuir notablemente la propagación del virus. Es momento de la cooperación entre los líderes, de recuperar la credibilidad del ciudadano en quienes ha elegido. Estamos frente a un momento que también amerita grandeza en la oposición. Y para el gobierno, es hora de una comunicación de crisis asertiva, integral, empática, pero clara y firme al mismo tiempo. Lo que se decida y como se comunique, puede tener trascendentales consecuencias para los colombianos.
*Miembro Dirección Seguridad y Justicia