Por: Michelle Caballero
El brote del virus COVID-19, ha dejado en el mundo un desafío importante y sin precedentes para las economías y sociedades. La economía global enfrenta su mayor crisis financiera desde el 2008-2009, y mientras contener la epidemia y proteger a las personas es la máxima prioridad, los gobiernos deben encontrar soluciones rápidas y efectivas para hacer frente al impacto económico y social.
Esto ha dejado nuevas soluciones en un mundo que cambia rápidamente y nuevas oportunidades que pueden enriquecer nuestras vidas, al mismo tiempo que alimentan olas disruptivas de cambio en todos los sectores. La innovación y la transformación plantean preguntas fundamentales sobre lo que es ser humano; la crisis global que vivimos nos hace entender que el mundo esta listo para más, y que es hora de crear nuevos modelos económicos, sociales e institucionales que busquen una mejor vida para todos.
La educación tiene un papel vital que cumplir en todo esto, ya que el desarrollo del conocimiento, las habilidades, las actitudes y los valores, permiten a las personas contribuir y beneficiarse de un futuro inclusivo y sostenible. Aprender a formar objetivos claros y decididos, trabajar con diferentes perspectivas, encontrar oportunidades sin explotar e identificar múltiples soluciones a grandes problemas, es esencial en este tiempo.
La educación debe apuntar a hacer más que preparar a los jóvenes para el mundo del trabajo, necesita equipar a los estudiantes con las habilidades que necesitan para convertirse en ciudadanos activos, responsables y comprometidos para navegar por un mundo complejo e incierto. Esto incluye oportunidades de “reskilling”, la certificación de habilidades con base a la demanda productiva de la nueva economía. Es muy importante para la reactivación económica equipar a quienes han perdido o perderán sus empleos con las habilidades que necesitan para poder reinsertarse en el mercado laboral.
Según la información emitida por el Dane, en junio de 2020, la tasa de desempleo en el total de las 13 ciudades y áreas metropolitanas fue 24,9%, lo que representó un aumento de 14,2 puntos porcentuales frente al mismo mes del año pasado (10,7%). La tasa global de participación se ubicó en 60,3%, lo que significó una reducción de 5,8 puntos porcentuales frente a junio del 2019 (66,1%). Entre tanto, la tasa de ocupación fue 45,3%, lo que representó una disminución de 13,7 puntos porcentuales respecto al mismo mes del 2019 (59,0%). Inevitablemente debemos aprender a convivir con el virus y adaptarnos a nuestra nueva normalidad, ya que a este paso morirán más personas de hambre que del Coronavirus.
Los estudiantes que están mejor preparados son agentes de cambio y pueden tener un impacto positivo en su entorno, influir en el futuro, comprender las intenciones, acciones y sentimientos de los demás, y pueden anticipar las consecuencias a corto y largo plazo de lo que hacen. El concepto de competencia implica más que solo la adquisición de conocimientos y habilidades implica la movilización de conocimientos, habilidades, actitudes y valores para satisfacer demandas complejas. Los sistemas económicos de todos los países se enfrentan a demandas que deben ser atendidas de forma inmediata con nuevas competencias y habilidades que deben generarse desde el sistema educativo y surge también la necesidad de generar acciones de políticas publicas.
Hoy más que nunca las habilidades socioemocionales son fundamentales para lograr el éxito, pues estas determinan que tan bien nos ajustamos a nuestro entorno y que tanto alcanzamos en la vida; por esto el desarrollo de estas no solo es importante para nuestro bienestar, sino también para la sociedad. La posibilidad que tenemos como ciudadanos para adaptarnos, ser hábiles, respetarnos, trabajar en equipo, y nuestra responsabilidad social, se están convirtiendo cada vez más en el sello distintivo de una sociedad que funciona.
*Miembro Dirección de Asuntos Públicos
Felicitaciones DRA Michelle.
EXCELENTE