Nicolás Andrés Uribe*
@N_A_U_R
El Acuerdo General para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera, también conocido como el Acuerdo del Colon, firmado entre el Gobierno de Juan Manuel Santos y la antigua guerrilla de las FARC-EP, le abrió a Colombia la posibilidad de construir cimientos solidos hacia la edificación de una paz que pudiese ser completa, en donde las causas que han generado (durante toda esta historia republicana) y reproducido el conflicto armado en nuestro país, tuvieran un final.
Entre sus seis puntos el acuerdo contempla medidas para enfrentar las paupérrimas condiciones de vida y de subsistencia de la sociedad rural, la ampliación del régimen democrático y por tanto la reorganización del poder en Colombia, la sustitución de cultivos de uso ilícito, el desminado humanitario, el juzgamiento y sanción a los responsables de violaciones a los Derechos Humanos, la recuperación de la memoria y el esclarecimiento de la verdad, así como la búsqueda de personas desaparecidas en el marco del conflicto armado, sin olvidar por supuesto, la reincorporación de excombatientes y su entrega total de armas.
Es entonces que, solo unos puntos se ciernen entorno a la antigua guerrilla de las FARC-EP, solo unos acuerdos hablan de factores económicos, sociales y políticos que les permitan obtener una serie de derechos y garantías para su retorno y mantenimiento en la civilidad. El resto de puntos son acerca de lo que algunos denominarían las causas objetivas del conflicto, aquellas que de manera estructural han potenciado una sociedad inequitativa y excluyente, llevándonos así a asumir la violencia como una herramienta para dirimir los conflictos y de su uso en la lucha política por parte de diferentes actores.
Ese acuerdo y esa oportunidad de iniciar un camino hacia una paz que vincule a todos los grupos armados con un carácter político y reivindicatorio, que los impulse junto con el Estado a la eliminación de la violencia como eje transversal para la conquista política, es la que tenemos entre manos. Una que parece perderse entre la cantidad de excombatientes asesinados como reporta Naciones Unidas[1] (razón por la cual experiencias de procesos de paz en Colombia y en el mundo han fracasado). Una que también se extravía por la alarmante cifra de asesinatos a líderes y lideresas que representan diferentes causas sociales (que en la lista de la Revista Semana[2] son 21, pero con el de Luis Darío Rodríguez en Córdoba sumarian ya 22 en los 19 días que van del año). A lo anterior se añade la contundente evidencia de la reactivación de los grupos paramilitares en territorios como el Bajo Cauca Antioqueño[3] y Bojayá[4] (entre muchos otros), el nubloso desenlace de las circunscripciones especiales para la paz, el hundimiento de la reforma política y electoral, así como la reincorporación productiva en donde los proyectos han sido reducidos en términos presupuestales y, por tanto, en su alcance, eliminando su dimensión comunitaria y así su intensión de reconstrucción del tejido social.
El 21 de noviembre del año pasado, en el marco de un paro nacional indefinido[5] y dentro de un listado de exigencias que múltiples y muy variados sectores de la sociedad colombiana sienten como propias al ver vulnerados sus derechos por las medidas que el gobierno de Iván Duque viene llevando a cabo, aparece la implementación efectiva del acuerdo de paz. Preocupados por la reactivación de la guerra en nuestro país y por tanto de la generación de víctimas, muchos salieron a las calles a gritar y muchas también a cantar y bailar, quienes entienden que el país ha cambiado y no es momento de volver a la violencia.
Esa paz que también surgió, la que dio la posibilidad del reordenamiento del poder en el país se vio reflejada en las votaciones para elegir autoridades y representantes territoriales y locales, en donde fueron elegidos y elegidas personas que representan y abanderan la paz como una de sus principales apuestas, que representan lo diferente a lo tradicional y que le abren la posibilidad a la construcción de la paz territorial. Una evidencia de esto es Bogotá, en donde solo fueron reelegidos 72 ediles de los 184 que tiene toda la ciudad, y en donde estos 112 restantes que llegan a las Juntas Administradoras Locales representan partidos que participaron y participan en la agenda de paz.
Lo explícito del acuerdo y, lo implícito que este ha desencadenado, seguirá en la agenda del país durante el 2020. Ya se avizoran nuevas protestas como parte de este paro nacional y depende de una sociedad que recientemente se ha empoderado el lograr que el acuerdo mismo se materialice. El ascenso de las fuerzas alternativas, de la protesta, la movilización y la participación ciudadana ya es de por si, en un régimen que ha sido restringido, una conquista de la paz, fuerzas que se encargarán de empujar la materialización de una sociedad sin violencia, en donde unas chuzadas, más asesinatos, más amenazas y la represión solo la catalizarán. Es sin duda que el país vive un momento histórico determinado por el inicio de una época de cambio marcada por la paz que surgió y la que también tenemos entre manos.
*Columnista invitado del Tanque de Pensamiento Al Centro.
[1] Siendo el 2019 el más violento para los excombatientes y al cual se le suma un asesinato de un excombatiente este año: https://news.un.org/es/story/2019/12/1467341
[2] Como Semana reporta en este articulo por cada día un líder ha sido asesinado en lo que va del año: https://www.semana.com/nacion/articulo/asesinato-de-lideres-sociales-uno-por-dia-en-2020/648542
[3] El 17 de enero El Espectador registra una nueva incursión y masacre en Taraza: https://www.elespectador.com/noticias/judicial/denuncian-incursion-armada-y-nueva-masacre-en-taraza-bajo-cauca-articulo-900307
[4] El 31 de diciembre del 2019 Bojayá ve el regreso de los paramilitares: https://www.semana.com/nacion/articulo/bojaya-el-regreso-del-terror-por-cuenta-de-paramilitares-y-guerrillas-al-choco/647123
[5] En diferentes ciudades del país se vieron las masivas movilizaciones que El Tiempo describe: https://www.eltiempo.com/politica/gobierno/asi-se-vivio-el-paro-nacional-del-21-de-noviembre-en-colombia-436138