Por: Héctor Jaime Mayorga
Desde “Al Centro En Mi Barrio” queremos presentar una serie de crónicas de la situación que se vive en la escala local de Bogotá durante esta etapa de aislamiento preventivo obligatorio, con el fin de relatar diversos aspectos de las dinámicas que se pueden observar y que en gran medida se vieron paralizadas por los hechos que estamos viviendo, y sobre los cuales tenemos la obligación tomar las medidas necesarias para salvaguardar lo más preciado que tenemos, nuestras vidas.
En esta primera crónica presentamos un recorrido por algunos sectores del municipio de Soacha; tal vez pensando en voz alta, acerca de la situación que estarán pasando todas aquellas familias que viven de la economía informal y cuyas actividades se vieron paralizadas hace un par de semanas.
En Colombia el 47.3%1 de la población ocupada desarrolla una actividad económica informal, es decir que 5.6 millones de personas en nuestro país se levantan cada día a trabajar desarrollando labores que muchas veces están fuera de los esquemas de la economía formal, y a través de las cuales muchos colombianos de acuerdo a sus necesidades se auto emplean o se la “rebuscan” de una u otra forma, teniendo como premisa máxima buscar una fuente de ingreso para poder subsistir.
Son las 6 de la mañana y despierto como todos los días, con una sensación difícil de explicar, hoy es sábado 28 de marzo de 2020 y después de varios días de encierro podré sentir el sol como hace unos días lo sentía…
Hace unos meses, a finales del 2019 llegó una noticia que pasó desapercibida para mí, en una ciudad de China (Wuhan) que hasta ese momento no tenía idea que existía, mencionaban que un total de 27 personas de una zona comercial tenían un tipo de neumonía de causa desconocida – una noticia más que rellenaba el noticiero de medio día – pensé.
Ahora digo: ¿Quién iba a pensar que esta simple noticia nos iba a cambiar la vida así?
90 días después, de la noticia y de 22 de haber llegado el COVID-19 a nuestro país, me encuentro alistándome como si fuera a tener la cita más importante de la vida, como cuando
tienes la cita con esa persona que será el amor de tu vida o la entrevista para el trabajo que tanto anhelas.
Son las 9 a.m. y ya estoy listo, pero según el pico y cedula que viene operando desde hace ya ocho días aquí en Soacha debo esperar hasta la 1 p.m. y solo podré salir hasta las 2:30 p.m., disponiendo de hora y media para hacer todas las diligencias que debo hacer.
Para los que me conocen la puntualidad es algo que no me caracteriza, pero en esta ocasión hago una excepción salgo acatando todas las recomendaciones exigidas: tapabocas, guantes de látex y mi cédula de ciudadanía, normalmente al salir de casa saludo a mis vecinos que están en la puerta o con quienes coincido en mí recorrido por la calle. Sin embargo, hoy parece que estuviera en otra ciudad, no me encuentro con nadie y me pregunto ¿qué estarán haciendo?
La primera tarea es ir al cajero para sacar dinero, para eso debo ir al centro de mi querida Soacha. Para llegar al centro, primero debo caminar y cruzar por varios sitios conocidos de amigos que me ayudan en mi diario vivir y después de tantos días de encierro, espero con ansia encontrarlos. El primero es Raúl (el de la tienda) con su tapabocas apenas lo reconozco por su característica gorra y con un gesto (de esos que sólo sabemos hacer en Colombia) me saluda y me cuenta que el día esta difícil y que más que vender le preocupa la salud de su familia, ya que tiene abierto todo el día y no sabe si el que llega está infectado o no, incluso que algunos lo regañan porque ha cambiado sus habituales saludos y forma de atender.
Siguiendo con mi recorrido encuentro un ambiente desolador por dos razones, la primera veo que todos los negocios están cerrados y además lo que más me preocupa es ver la cantidad de gente que está en las calles, unos buscando claramente abastecer sus alacenas y otros buscan rutas al trabajo, aquel trabajo que por sus características no puede hacerse desde casa.
En el supermercado encuentro un aviso gigante con los horarios de atención según el último digito de la cédula, lo que me dice que no puedo comprar cuando yo quiera, justo al lado queda el café internet de José, un viejo amigo, veo con sorpresa que está cerrado y me pregunto ¿qué estará haciendo el viejo José?. Él es ingeniero de sistemas y lleva más de 15 años con su negocio que está ubicado en su propia casa, aunque él no paga arriendo su familia si depende totalmente de los ingresos de José, ¿qué estarán haciendo para sobrevivir en estos días?
Sin parar a detenerme en los pormenores de José sigo mi recorrido hacia el cajero; allí veo a Huguito, el que se atrevió hace unos años – después de quedarse sin su trabajo de repartidor de periódico – a emprender y montar su almacén de pinturas SOPINTURAS. Con su negocio logró comprar apartamento, carro y una moto con la que sigue haciendo los domicilios, pero esta vez de su empresa; afortunadamente le ha ido tan bien que su empresa actualmente tiene dos empleados, los cuales hoy también están en sus casas, ¿y Huguito como pensara pagar el arriendo de su local y el salario de sus empleados? ¿Y cómo sostendrá su familia en estos momentos?
Por fin llego al cajero y veo en la esquina varios extranjeros tratando de hacer su agosto vendiendo tapabocas, que paradójicamente ellos no utilizan…Quería tomarme un tinto delicioso que venden en el marco del parque en un sitio que no tiene más de 3 meses de inaugurado y es de otro amigo, de Luis, un personaje que conozco desde que tenía escasos 6 años cuando la mamá vendía obleas en el parque, y de quien otro día contaré su grandiosa historia. Hoy en día y fruto de su esfuerzo logro lo inimaginable, montar un restaurante, frutería y cafetería de primer nivel en pleno parque de Soacha, el nuevo sitio para las reuniones importantes, donde se le invita a comer helado a la persona a la que uno está conquistando o a tomar tinto servido de una manera muy elegante, en una conversación de amigos hablando de política y cositas varias. Pero me veo que está cerrado y así mismo todos los locales del parque, únicamente abiertos están la droguería y la panadería. En este momento entro en pánico porque días atrás con un amigo conversaba y me preguntaba ¿cuánto había invertido Luis para montar el local de sus sueños en donde trabajaban cerca de 5 mujeres muy seguramente madres cabeza de familia que hoy ven su futuro incierto?
Llego al cajero y veo una fila enorme y empiezo a pensar si hago o no la fila ya que veo personas con tapabocas y otras sin él; por tantas noticias desconfió hasta de sí mi sombra tiene el virus o no, pero no tengo más remedio que hacer la fila de 30 min donde observo pasar a personal de la alcaldía con trajes especiales, quienes van a entregar mercados en la Comuna Cuatro que es uno de los sectores más vulnerables de mi ciudad. Ver esto me da la tranquilidad que al menos 2 mil de las familias vulnerables de Soacha tendrán un mercado, me pregunto hoy en mi municipio y en mi país, ¿Quién no es vulnerable? ¿Será que José, Luis o Hugo tienen que comer hoy?
Esperando en el cajero me veo con Lucho, un amigo que conocí haciendo política y quien trabajaba hasta hace unos meses como portero de un colegio, y que este año estaba a la
espera de la contratación de la alcaldía y por la pandemia, la contratación quedó en veremos y lleva 5 meses sin trabajo, ¿y quién le ayuda a Lucho?, y en ese momento llega Jhonny, que trabajaba en la alcaldía en la administración anterior como contratista y que actualmente también es desempleado y le cuenta a Lucho que hay una ayuda desde las caja de compensación a la que puede acceder, le preguntamos que si él (Jhonny) ya lo hizo pero nos dice que como contratista pagaba salud, pensión y ARL, y que no pagaba caja de compensación, por lo que no puede acceder a ese beneficio.
Con gran tristeza me devuelvo a la casa tratando de no encontrarme con nadie, y no por pensar en que pueda contagiarme de Covid-19 sino porque quiero evitar encontrarme con más historias de esas tan complejas como estas que agobiaron mi ser con un recorrido de solo 90 minutos.
Terminando de escribir este relato, el primero que desde la Dirección Al Centro En Mi Barrio publicamos, me dirijo a todos los que están leyendo este largo texto y traslado mis inquietudes a ustedes, para que desde su conocimiento juntos podamos responderlas:
¿Qué va a pasar con todas estas personas: emprendedores, pequeños empresarios, vendedores de tinto, contratistas de prestación de servicios o desempleados? Quienes sumados representan más del 40% de la población del país. ¿Cuántos Luis, José, Hugo o Jhonnys no conocen cada uno de ustedes? ¿Cómo los podemos ayudar en este momento a subsistir?
He estado pendiente de los decretos con fuerza de ley que ha expedido el Gobierno Nacional, pero hasta ahora veo que ellos con sus condiciones particulares no pueden acceder a las ayudas que hasta ahora se han formulado – ni subsidios, ni créditos ya que muchos no tienen acceso al sector financiero. Claramente una opción puede ser el no hacer nada (ya que como ellos estarán muchísimos colombianos), pero coyunturas como la actual deben motivarnos a sacar lo mejor de nosotros y formular soluciones efectivas para esta la población, pues somos conscientes que en los próximos meses la situación será compleja en todo el mundo y debemos ayudarnos.
*Miembro Dirección Gestión Territorial.