Por: David Luna
dluna@mit.edu
Lastimosamente a los colombianos la violencia se nos volvió paisaje, por eso lo gritos del pequeño hijo de María del Pilar Hurtado (Qepd) al lado de cuerpo de su madre fueron desgarradores. Nos destemplaron las venas. Nos hicieron llorar, nos hicieron sentir impotentes. Pero, no estoy seguro de si nos hicieron poner los pies del todo sobre la tierra: la discusión se centró en si María del Pilar Hurtado era líder social o no. Nunca entendí el debate, era un ser humano, era una madre que dejó desamparados cuatro hijos, era una esposa, era una hija, era una vida y la vida de cualquiera es intocable. ¿Cuál es la diferencia entre si era líder social o no? ¿Si era de izquierda o derecha? ¿Se convertía entonces en un hecho políticamente relevante? ¿La hacía buena o mala? Lo cierto es que a María del Pilar le tocó molerse a diario para sacar a sus niños adelante, que con valentía denunció a narcotraficantes, que hoy no está con su familia, y que a su madre la violencia le ha quitado tres de sus hijos. Tres. Las cosas para ella y su familia no cambiaron en nada a pesar de los bonitos discursos que hay montados en la izquierda y en la derecha.
Luego, en estos días se dieron dos tendencias diametralmente opuestas: #LeTemoALaIzquierdaTerrorista y #NoLeTengoMiedoAUribe, es decir, una foto más de lo mismo y de lo que todos ya sabemos: nos está consumiendo la polarización. Podría poner muchos más ejemplos, pero no vale la pena seguir llamando la atención sobre lo mismo si no se toman acciones, si no hay una propuesta.
Aquí hay una y depende de cada uno de nosotros: tenemos que ser capaces de no dejarnos meter en la pelea diaria de si cada cosa que pasa fue una idea de cada uno de los extremos. No caigamos en el juego de un puñado de líderes que descubrieron que ponernos a pelear es la manera de ganar popularidad. Que mamertos, que bandidos, que terroristas, que ricos, que pobres, que nada, no nos dejemos rotular. Claro que sí, tener diferencias es normal, es sano para la democracia, las ideologías son buenas para tener varias perspectivas sobre lo temas, pero estamos cruzando el límite hacía un terreno equivocado.
Nos estamos dejando enfrascar en un conflicto que sigue abriendo la grieta y que no soluciona absolutamente nada. Las cosas siguen igual, no creo que alguno sienta que después de insultarse con el otro logró cambiar al mundo. Debemos centrarnos en las decisiones, en la gestión, en los resultados. Del dicho al hecho hay mucho trecho, dice la sabiduría popular. La seguridad no es de derecha ni de izquierda, el transporte público no es de la izquierda o de la derecha, tampoco la salud, ni la educación, mucho menos la vida. Todo lo que acabo de mencionar es lo básico para vivir dignamente y no está pasando nada, no estamos evolucionando, ni creciendo por andar peleándonos. Busquemos el equilibrio entre las cosas y entremos en razón. Pongámosle sensatez, quitémosle pasión mesiánica al asunto, bajémosle al odio, traigamos soluciones concretas. Cada vez que veamos un tema, un rifirrafe de esto, recuerden que si seguimos el juego nos tendrán ahí de muñecos. Anulemos la polarización, dejemos las esquinas y llevemos todo al centro.