Oct 8, 2019 | Columnas de Opinión, Protección Animal, Yira Pérez
Por: Yira Pérez*
@Yperezq15
Miles de turistas arriban todos los días a Cartagena para conocer uno de los destinos más atractivos del mundo, por sus calles coloniales, cargadas de historia y heroísmo.
Pero más allá de los adornos mágicos que una ciudad como Cartagena puede tener, porque sin duda es fantástica, está el paseo en coche, una tradición cultural que muchos consideran como una actividad excepcional, donde pueden recorrer las calles y avenidas de la capital bolivarense, mientras un guía (cochero) les va contando cada aspecto de la independencia de la ciudad que se remonta a 1811, y un frágil caballo va halando con su cuerpo hasta 400 kilos de peso o más, a veces sin haber comido o bebido agua lo suficiente. Sin duda alguna, es maltrato y una violación clara a la ley 1774 del 2016 que estipula que “los animales recibirán protección contra el sufrimiento y el dolor, en especial, el causado directa o indirectamente por los humanos”.
En varias oportunidades se han registrado en noticias las innumerables veces que caballos han caído desplomados en las calles bajo el implacable sol, con notables signos de desnutrición y agotamiento, creando episodios que hablan por sí solos de la falta de políticas institucionales, desvirtuando esta tradición centenaria de Cartagena.
Cerca de 60 coches circulan por la zona colonial y luego de la ardua jornada, una parte de los animales empleados en el recreo del turismo cartagenero se mantiene en corrales improvisados, en un rincón casi desapercibido ubicado en la zona de Chambacú.
Hace un tiempo, un grupo de animalistas logró que la Procuraduría Delegada de Asuntos Ambientales ordenara la suspensión de la actividad de los coches, hasta cuando se garantizaran normas de protección, alimentación e higiene de los establos de los caballos. Así mismo, otra arista del debate es protagonizada por los cocheros, quienes en varias oportunidades han manifestado que la desprotección social afecta tanto a los animales como a los humanos, pero que la prohibición de esta actividad no es la solución, debido a que es el sustento económico de sus familias, y no cuentan con sueldo fijo ni prestaciones sociales.
La Administración distrital puso en vigencia un decreto para regular la actividad y proteger a los equinos de abusos y maltratos e incluso controlar el nuevo horario de servicio de los paseos en coche, que comienzan a las 5:00 de la tarde hasta las 11:00 de la noche, así como la capacitación durante jornadas de sensibilización a algunos tenedores y propietarios de los equinos.
Hago un llamado a las autoridades locales que, a pesar de los esfuerzos por implementar algunas medidas, aún existen vacíos en los lineamientos, por ejemplo, en la adecuación de las pesebreras donde mantienen a los caballos, la movilidad y control en el Centro Histórico. Urge diseñar e implementar una política de fondo, institucional, reglamentada y socializada debidamente que formalice esta actividad turística, pero que además garantice el bienestar y la calidad de vida de los caballos.
Como sociedad tenemos una responsabilidad con los seres vivos que no tienen voz, pero que sienten y sufren como cualquiera de nosotros.
Recuerda: la ley 1774 del 2016 estipula que “los animales recibirán protección contra el sufrimiento y el dolor, en especial, el causado directa o indirectamente por los humanos”.
- Directora de Protección Animal del Tanque de Pensamiento Al Centro.
Sep 1, 2019 | Columnas de Opinión, Protección Animal, Yira Pérez
Por: Yira Pérez*
@yperezq15
Asesinar a los toros en público está en total decadencia. Nadie pone en duda que las corridas de toros son una tradición con muchos años de historia, pero eso no es argumento suficiente para seguirlas. Son, sin duda, un espectáculo anacrónico para expresar unas ideas y creencias, que no corresponden a la modernidad, pero que atentan contra la vida.
Es un simple costumbrismo que ha perdurado desde el siglo XVIII y que nació en España.
¿Qué tiene de divertido acuchillar a toros en público y ver derramar su sangre? Es un acto morboso, que no está a la altura de los tiempos. Si tenemos en cuenta el proceso de tortura, el daño durante la corrida y la muerte final del toro, a muchos ya nos parece razón suficiente para que estas se prohíban.
Algunas personas que lo defienden dicen que el toreo muestra la trascendencia de la muerte y la lucha por la vida, pero la pregunta de fondo es sencilla: ¿Se dan cuenta, aquellos que apoyan esta fatal afición, que al quitar todos esos raciocinios estéticos lo que queda es un animal asesinado y torturado? ¿Dónde está el arte? Al final, es un ser indefenso utilizado para saciar el amarillismo de otros; el arte construye, este acto destruye la vida y causa dolor. Lo anterior no es una simple falacia, ya que, de acuerdo a la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal de España (Avatma), informes científicos demuestran que los toros sufren desorientación, estrés y miedo cuando salen a una plaza o son forzados a tomar parte en espectáculos como las corridas. Es decir, la ciencia también comprueba el nivel de dolor que sienten estos seres.
Colombia es un país de mayorías católicas y hasta la iglesia ha condenado reiteradamente, en varias oportunidades, celebrar eventos en los que hay tortura y muerte. En el año 1567 se promulgó una bula papal por Pío V en la que este tipo de espectáculos eran considerados infortunados y fuera de lugar, amenazando con excomulgar a los principales líderes si lo fomentaban. Hoy esas prácticas, reitero, significan un retrógrado pensamiento en pleno siglo XXI, que además va en contra de las creencias religiosas. Diría muy sabiamente el escritor español Isidro Gomá y Tomás «El toreo es el último escollo de una humanidad sin civilizar.» Y tanta razón tiene que hasta en el país donde se originó esta práctica se está prohibiendo, en el 2017 el Parlamento de las Islas Baleares de España aprobó una ley de protección animal que regula drásticamente las corridas de toros, prohibiendo herir y especialmente matar a los animales.
Por eso digo NO a las corridas de toros, al maltrato animal y a la violación de sus derechos. Aprovecho para hacerle un llamado al Congreso de la República de Colombia y agradecer a los congresistas, que hace unos días aprobaron en tercer debate un proyecto de ley que crea toda una política pública para la protección de los animales y entre sus artículos está la prohibición del uso del patrimonio público para promover estos actos, es decir, de aprobarse la ley por fin se erradicarán las corridas en la Plaza de Toros La Santamaría en Bogotá, y espero, en muchas otras ciudades del país donde aún abren espacio a esta barbaridad; al Gobierno Nacional para que vele por su protección y haga valer sus derechos, y a la Corte Constitucional para que escuche el sentir de las personas que repudian el maltrato animal. Tres sencillas razones para no apoyar las corridas de toros: 1. Porque son una forma cruel de maltrato animal. 2. Porque no solo se tortura el toro, también a los caballos de los picadores. 3. Porque es totalmente cruel criar animales con la única finalidad de torturarles y darles muerte.
*Directora de Protección Animal del Tanque de Pensamiento Al Centro