Mar 26, 2020 | Columnas de Opinión, Gestión de Territorios, María Juliana Jaimes, Sebastián Zapata Callejas
Por: María Juliana Jaimes y Sebastián Zapata.
Con la rápida propagación del COVID-19, en un mundo globalizado como el de hoy, queda más que claro que nuestra civilización está enfrentando una de las crisis más agudas en los años recientes. Está crisis epidemiológica no diferencia raza, nacionalidad o condición socioeconómica.
Como es apenas natural, Colombia ya ha sido tocado por la epidemia, aun no en proporciones tan agudas como las padecidas en países como China, España o Italia, pero ya contamos por decenas los contagios -siempre inexactos por aquello del subregistro-; lo que ha obligado al Gobierno Nacional y a los mandatarios locales a tomar diversas medidas, que se han ido acelerando con el pasar de los días.
A pesar de algunos episodios cuestionables como las salidas en falsos de algunos integrantes del gobierno nacional y de varios gobernantes territoriales, es cierto que se ha actuado en términos generales bastante bien. Muestra de ello es que la OPS- Organización Panamericana de la Salud-, ha destacado que Colombia ha ido tomado las medidas preventivas de manera oportuna. Tal vez la visión y la toma de decisiones adelantadas por el presidente Iván Duque y mandatarios locales como la alcaldesa de Bogotá o el gobernador de Cundinamarca, dan una gran esperanza para el devenir a corto plazo de nuestro país.
Y este último elemento, la esperanza, es lo que más necesitan hoy casi cincuenta millones de personas de nuestra nación. Una esperanza de que todo va a salir bien y que por ahora llene de compromiso, responsabilidad y solidaridad de cada uno de nuestros hogares. Bien lo han repetido nuestros gobernantes, el enfrentar un desafío de tal magnitud como esta epidemia que hoy nos ataca debe unirnos más como Estado y sacar lo mejor de nosotros, por eso pese a que los tomadores de decisiones han cumplido con su parte, solo es con el autocuidado de cada colombiano que vamos a pasar en un periodo más corto que largo el sombrío episodio del COVID-19.
Por eso queremos destacar que ya son varias las empresas privadas, como Arturo Calle, Crepes & Waffles, Cine Colombia, Mario Hernandez, Panamericana, entre muchas otras, que han antepuesto la integridad de sus trabajadores ante las ganancias económica. También son múltiples los gestos de solidaridad de cientos de ciudadanos de a pie, de organizaciones y del sector político que han donado todo tipo de recursos a aquellos que viven del día a día- más allá que el gobierno ha anunciado ya varias ayudas-. Lo mismo, han hecho diversos grupos de interés, universidades públicas y privadas, medios de comunicación y deportistas, todos ellos pusieron en asunto del virus en la agenda y están aportando su grano de arena para superar la crisis.
En este orden de ideas, no queda más que decir que vendrán semanas complejas por la curva de crecimiento del virus y luego de que superemos está, llegarán los coletazos sociales y económicos propios de las poscrisis, pero por ahora solo podemos hacer un llamado a que sigamos remando hacia el mismo rumbo como país, como ese país pujante que somos y que ha tenido una resiliencia incomparable. Debemos seguir este sendero de trabajo mancomunado del sector público, sector privado, tercer sector, sociedad civil y ciudadanos del común.
Finalmente, a cada persona que lea está columna lo invitamos a ser ejemplo y un líder en esta situación; hagamos pedagogía juntos, seamos positivos, resaltemos lo bueno y aprendamos a seguir las recomendaciones dadas para evitar la propagación del COVID-19-: lavado de manos constante, respetar la cuarentena, no acaparar los alimentos, pero sobre todo ayudarnos entre todos, porque de esta salimos juntos.
*Un reconocimiento especial para aquellos que están en la primera línea de la crisis como todo nuestro personal médico, enfermeras y todo el sector salud, nuestra Fuerza Pública, sector financiero, nuestros campesinos que no dejan desfallecer la cadena de alimentos, el personal de vigilancia y aseo, el sector educativo y todos aquellos que son claves para que los demás podamos cumplir con el aislamiento.
*Miembros Dirección Gestión de Paz
Ene 19, 2020 | Columnas de Opinión, Gestión de Territorios, Sebastián Zapata Callejas
Por: Sebastián Zapata*
@sebastianzc
Como es de amplio conocimiento esté 2020 contó con la particularidad de comenzar con la posesión y entrada en tareas de más de mil alcaldes municipales y distritales, un extenso número de concejales, centenas de diputados y de más de treinta gobernadores. Los cuales fueron electos en franca lid- en su mayoría- en octubre pasado.
Este nuevo cuatrienio de mandatos territoriales, sin lugar a duda, comienza con varias peculiaridades, caso la sensación positiva de contar con muchos nuevos liderazgos y la reducción de algunas estructuras políticas cuestionables.
Pero a su vez, también inician estos mandatos con la incertidumbre de que algunos liderazgos emergentes y/o alternativos, especialmente algunos de ciudades capitales, tengan la posibilidad de caer en mandatos populistas y de pocos resultados. Durante la contienda electoral y los meses póstumos a la misma, algunos candidatos electos se han destacado por ser poco coherentes y concretos.
Claramente también hay una incertidumbre que cobija el devenir de algunos departamentos, gracias a que varios gobernadores elegidos recibieron apoyos de grupos políticos ampliamente ilegítimos y cuestionados.
Sin embargo, este par de preocupaciones contrastan con las grandes oportunidades con que pueden contar los nuevos mandatarios en los años venideros. Es necesario, por ejemplo, que en casos puntuales como Atlántico y Barranquilla se continúe con las amplias transformaciones territoriales que tantos frutos positivos han traído; en una ciudad como Montería se siga por la senda de una capital organizada; que en Medellín no se detenga la consolidación de una urbe inteligente con grandes nichos turísticos y un sistema de transporte integral de talla mundial; que en departamentos como Cundinamarca y Valle del Cauca no se pare de apostarle al desarrollo territorial; entre algunos casos que vale la pena mencionar.
Ahora, es de precisar que el rol de los ciudadanos, los medios informativos y los entes de control deberá ser más activo que nunca, porque, por ejemplo, en una ciudad como Bogotá está en juego la correcta y eficiente ejecución de varios billones de pesos que deben ejecutarse para desarrollar varias mega obras que demanda con urgencia la capital; Cali tiene una gran deuda con la seguridad de sus ciudadanos; Cartagena necesita de una vez por todas contar con una estabilidad administrativa; departamentos como Chocó, La Guajira y Córdoba necesitan prevenir de manera real la corrupción y malas prácticas en la gerencia pública; solo por mencionar algunos desafíos.
Se debe aclarar que para salir triunfantes en estos retos territoriales se depende en gran medida de los éxitos del gobierno de Iván Duque -la correlación de lo local con lo nacional es innegable-. Por lo que se hace necesario que por fin se consoliden desde el Palacio de Nariño los cuatro elementos que todo poder ejecutivo debe desplegar: un gabinete adecuado- para eso es clave un verdadero remezón ministerial-; una agenda clara de gobierno; una real gobernabilidad- que se va a materializar en gran parte por unas buenas relaciones con el legislativo-; y, una eficiente respuesta a las demandas ciudadanas.
En últimas, este año para las personas que rigen las dinámicas de lo público en el país, trae consigo un sin número de desafíos, oportunidades y retos. Por ello es fundamental que todos estos funcionarios y servidores estén a la altura de sus cargos y respondan de manera adecuada a las necesidades y problemáticas de la Colombia contemporánea, solo así se podrán evitar que continúen los brotes de convulsión social que afectaron a la nación en días pasados, que si bien eras justificados por el inconformismo ciudadano, también fueron víctima de la apropiación inadecuada de políticos y ciertos grupos de presión que pretendían imponer una determinada agenda política.
*Miembro de número de la Dirección de Gestión de Territorios.
Oct 10, 2019 | Columnas de Opinión, Gestión de Territorios, Sebastián Zapata Callejas
Por: Sebastián Zapata Callejas*
@sebastianzc
Hace más de 10 años comencé mi pregrado de Ciencia Política en la Universidad de Antioquia. Por aquellos días, tal vez la frase que más vueltas dio y ha dado en mi cabeza hasta el día de hoy fue la cita que hizo un profesor que presidía la inducción para nosotros -los nuevos alumnos- que aludía a un asunto simple pero fundamental: “las ideologías limitan el horizonte del saber”.
Después de una década y analizando diversas coyunturas que se pueden pensar desde la politología, las palabras de aquel docente me siguen pareciendo demasiado acertadas para un país de caudillos y de un populismo exacerbado como Colombia.
Tal vez el reciente episodio del llamado a indagatoria del expresidente Álvaro Uribe por parte de la Corte Suprema de Justicia -debido a una presunta manipulación de testigos-, es el mejor ejemplo de cómo los colombianos han dejado consumirse por las ideologías en el ámbito de la política.
Llama en sobre manera la atención cómo los sectores allegados al expresidente han convocado a sus simpatizantes masivamente a las calles en defensa del líder del Centro Democrático, a tal punto de que incluso funcionarios de gobierno se han pronunciado sin disimulo en defensa a ultranza del político antioqueño.
Por su parte, las figuras más sobresalientes de la izquierda declaran la culpabilidad de Uribe por diversos delitos y los ciudadanos anti-uribistas también salen a las calles gritando arengas señalando al exmandatario de asesino, narcotraficante y paramilitar. Todos coinciden en condenarlo culpable, sin tener el fuero para ello y anticipándose a la decisión judicial.
En medio de este horizonte de polarización se imponen en la agenda nacional los personalismos. Por el lado del personalismo de derecha sobresale un caudillo que estuvo 8 años como presidente, mientras que de lado de la izquierda se observa un grupo de figuras que quieren fungir con argumentos irracionales como los mayores contrincantes y críticos de Uribe y del uribismo.
Este panorama es bastante complicado para un país como Colombia, si se tiene presente que ese tipo de confrontaciones políticas enmarcadas por el dogma y los juicios valor, hacen olvidar los verdaderos asuntos por los que deberían preocuparse los colombianos y sus autoridades. Recuérdese que por estos días la creación de empleo brilla por su ausencia, no se han podido incorporar de una manera adecuada a millones de migrantes que están llegando al país, se tiene un régimen dictatorial al otro lado de una de las fronteras, no se ha implementado de manera adecuada lo pactado en el proceso de paz con las FARC- EP, los grupos al margen de la ley y las disidencias de los colectivos subversivos crecen como la espuma, entre otros delicados temas.
En este orden, solo queda por traer a colación de nuevo esas palabras de aquel profesor cuando promulgaba que las ideologías limitan el horizonte del saber, esto porque, lastimosamente, pareciese que millones de colombianos están hoy más ideologizados que nunca, convirtiéndose en miopes en lo que atañe a esas cuestiones que van más allá de lo que promulgan o representan sus líderes o todo poderosos ideólogos.
- Miembro de número de la dirección de gestión de territorios.
Sep 15, 2019 | Columnas de Opinión, Sebastián Zapata Callejas
Por: Sebastián Zapata Calleja*
@sebastianzc
Lo que nació a finales del siglo XX como una solución a la disminución del uso del marfil y, por ende, como una medida para la preservación de algunos animales, más concretamente los elefantes, ha encaminado a la humanidad a uno de los flagelos contemporáneos más delicados que ha tenido como especie: la Edad del Plástico.
La Edad del Plástico, como de su nombre se puede inferir, se caracteriza por el uso excesivo por parte de los ciudadanos del planeta de tal material. Uso excesivo que, combinado con la poca contundencia en las medidas tomadas por los gobiernos, entes trasnacionales y multilaterales, ha llevado a que el plástico se convierta en un tema de primer orden en la opinión pública global.
Solo por mencionar algunas cifras, según estudios la problemática es tan preocupante que el 100% de los peces que se consumen en el continente europeo contienen residuos de micro plástico; en el océano hay más de 150 millones toneladas de desechos plásticos; para el 2050 van a existir más plásticos que peces en los océanos; cada persona en el planeta produce en promedio 40 kilos de residuos de plástico al año; y, en la actualidad hay más de 30000 tipos de plásticos de los cuales muchos de ellos no tienen posibilidad de reutilizarse.
Cabe resaltar que un punto de quiebre a la hora de abordar el asunto del plástico, es que existe una tipología del mismo mucho más dañina que el resto, son los plásticos de un solo uso. Estos son más problemáticos porque como su nombre lo indica, son los plásticos que se utilizan una sola ocasión, lo que aumenta per se el detrimento ambiental.
Tal vez es por esto que las mayorías de acciones gubernamentales como ciudadanas van orientadas a la contingencia del plástico de un solo uso. En Colombia, se han puesto en marcha algunas acciones, como es el impuesto de 40 pesos a las bolsas plásticas y el Proyecto de Ley 175 de 2018 que busca prohibir la fabricación, importación, venta y distribución de plásticos de un solo uso. Parecieran estas medidas ser un punto de partida incipiente, pero a la vez positivo para el país que más plástico arroja al mar caribe.
Sin embargo, las gestiones a nivel local, regional y mundial contra el consumo del plástico de un solo uso, y en general del plástico, son limitadas en proporción a la magnitud que representan los daños ambientales que trae consigo este compuesto para la humanidad. Dicha ausencia de acciones se justifica, según algunas interpretaciones, por el falso dilema que se propone entre la economía circular versus la implementación de medidas prohibicionistas.
En este punto, la solución pareciera ser de voluntad política. Basta poner en marcha, por un lado, modelos de economía circular en los escenarios que se prestan para ello– hay plásticos que como se sabe no se pueden reutilizar, mientras otro grupo si–. Por otro lado, deben tomarse medidas drásticas en materia de prohibición, que estén acompañadas de acciones de innovación y alternativas productivas para aquellos sectores y personas que se vean afectados por las prohibiciones.
Para cerrar, por qué no materializar por fin la implementación de un verdadero acuerdo trasnacional -en el que Colombia tome un papel protagónico- que tienda a realizar políticas concretas para revertir las consecuencias negativas que trae consigo la Edad del Plástico. Es hora de que los gobiernos tomen una real consciencia de los daños ambientales, sociales, económicos y de salud que trae consigo la utilización excesiva de tal material, los cuales son incuantificables.
*Columnista Invitado del Tanque de Pensamiento Al Centro