Los recursos públicos son sagrados.

Los recursos públicos son sagrados.

Por: Santiago Ortega 

Bien se profesaba en la década de los 90s, cuando se comenzaba a acuñar el término de cultura ciudadana en las principales ciudades de Colombia. A primera vista la enseñanza logró  calar en varias cabezas. Hoy es común escucharlo en líderes políticos del país, sobre todo en tiempos de campaña, quieran o no cercanía con las raíces que lo originaron.  Sin embargo, no podemos olvidar que ha sido usado incluso por dirigentes electos que terminaron privados de la libertad por aparatosos escándalos de corrupción. Reflejo de una doble moral, la glorificación del camino del atajo y el apogeo de la codicia, que se refleja en nuestra sociedad. Ignorando que los ecosistemas saludables son aquellos en los que sus miembros cooperan entre sí, y nunca toman más de lo que necesitan. Algo que podríamos replicar de observar la naturaleza, especialmente en uno de los lugares más biodiversos del mundo.

La actual revolución tecnológica nos da esperanza de poder poner fin a la intratable  corrupción. Primero porque, al menos en teoría, es más difícil engañar a un millennial con su teléfono celular y acceso ilimitado a internet. El que con esta herramienta podrá verificar en tiempo real la veracidad de un hecho, sin importar la plétora de excusas que le den para encubrirla. Segundo, si a esto le agregamos las tecnologías de la cuarta revolución industrial al servicio de la ciudadanía, podríamos finalmente poner fin a esta tragedia. Con miras a salir del estancamiento en temas de corrupción evidente en nuestros puntajes del Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) de Transparencia Internacional, donde para 2020 obtuvimos 39 puntos sobre 100. Manteniéndonos en un puntaje similar durante toda la década y siendo penúltimo entre los 37 países de la OECD, solo superados por México. 

Herramientas con el uso de Inteligencia Artificial (IA) que puedan determinar el cumplimiento de promesas de campaña y planes de gobierno, el cruce de contratos firmados Vs financiadores de campañas y el uso de Blockchain para seguimientos de contratos, son solo algunas de las soluciones con las que desde ya podríamos contar en el arsenal para combatir la corrupción. Algunas de estas soluciones incluso han sido prototipadas por equipos como el Centro de Innovación Pública Digital del MinTic. Sin embargo, hace falta voluntad política e incentivos para poder implementarlos a gran escala. Quizás la presión de una ciudadanía informada que haga uso de la información pública, podría ayudar a consolidar este tipo de soluciones con base tecnológica.   

Aún contando con ventajas importantes para el seguimiento al uso de los recursos públicos gracias a la tecnología, al final puede ser insuficiente. Al igual que cualquier otra herramienta, solo es útil si existe el interés de alguien por usarla. No es desconocido que para la población en general los asuntos públicos son de muy bajo interés. Más del 50 % de los colombianos ni siquiera hace uso del voto, como principal mecanismo de participación. Este es un reto que requiere una transformación en la cultura ciudadana que incentive el interés en las decisiones que nos atañen a todos y que define en qué se gastan los presupuestos.

En Bogotá se han adelantado ejercicios para avanzar en este tema, como los presupuestos participativos. Espacios donde los ciudadanos de cada localidad pudieron priorizar los proyectos que más les interesaban para su comunidad y actualmente se encuentran a la espera de los siguientes pasos para lograr sus implementaciones. Muchos de estos espacios se realizaron de forma virtual y haciendo uso de herramientas tecnológicas, gracias a la transformación digital acelerada por la pandemia. Ahora la administración deberá garantizar que la participación sea tenida en cuenta en la ejecución de los programas.

Es probable que dentro de poco la tecnología nos permita pasar de la democracia representativa a una de participación directa. Y aunque para lograrlo habrá que sortear aún con barreras de acceso, tecnológicas y de interés políticos. Es necesario comenzar a trabajar en el cambio cultural que nos permita garantizar la democracia ante la revolución tecnológica o de cualquier otra índole. Lograr hilar el tejido social y fortalecer la participación ciudadana. Apalancarnos en el uso de la tecnología para aumentar los índices de transparencia. Y así, de forma cooperativa, garantizar que los recursos públicos sean usados únicamente para su santo deber.   

*Director de Cultura Ciudadana

*Miembro Dirección de Seguridad y Justicia

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