La reforma tributaria y la negociación de Duque

La reforma tributaria y la negociación de Duque

Por: Freddy Osorio

Duque negocia con los colombianos, como Fox News negocia con quienes no tienen armas en Estados Unidos. La estrategia consiste en que nosotros, individualmente, cambiemos qué consideramos aceptable y qué no. La estrategia consiste en proponer la idea más radical, y luego nosotros decidimos qué es aceptable y qué no.

La “ventana de Overton” es un término fue acuñado por Joseph Lehman (en honor a Joseph P. Overton). Es una forma de definir cuál es la ventana de lo que se considera el alcance aceptable de la intervención del gobierno en los asuntos públicos para una sociedad en un espacio de tiempo y contexto específico. En ese sentido, los activistas de armas y lobbistas de armas del NRA en FOX News proponen ideas radicales (permitir todo tipo de armas de asalto sin restricción de edad), para que luego el público negocie, individualmente, cuál es el punto medio aceptable (disminuir las restricciones y requisitos para comprar armas de asalto).

¿Qué tiene que ver esto con la reforma tributaria? Fácil: Duque nos trata como Fox News trata a quienes no tienen opiniones fuertes sobre las armas: nos pone a negociar individualmente qué estamos dispuestos a sacrificar. Es una estrategia barata y transparente. Por eso mismo, este es el momento en que los partidos políticos, como colectividades, están llamados a establecer una línea roja entre qué es aceptable y qué no lo es.

Todos los partidos políticos tienen razones para oponerse al anuncio de que se harán anuncios sobre el texto futuro de una reforma tributaria. Por ejemplo, tras los anuncios del Ministro de Hacienda que no hay caja y si no se aprueba una reforma tributaria, no podrán girar recursos a “jóvenes en acción”. Los colombianos y los partidos deberían ponerse de acuerdo que, condicionar los auxilios económicos a los jóvenes, -los más golpeados por la pandemia, pues pasaron de un 16,0% de desempleo antes de la pandemia a un 21,6%)- no deberían ser condicionados a aprobar una reforma tributaria. Condicionar esto es un argumento extorsivo e inmoral.

Otro punto en que todos los sectores políticos y sociales deberían poner una raya son las pensiones. Hay que darle fin al argumento de sacar dinero de las pensiones, en un país donde solo el 37% de los colombianos alcanza a pensionarse. Hay que decirle al gobierno que las pensiones, y los pensionados, no son una fuente de ingreso. Condicionar las pensiones a la aprobación de una tributaria es un argumento extorsivo e inmoral.

El gobierno dijo que, si no se aprueba la tributaria, no habrá educación universal. Los partidos de izquierda, que han abanderado la lucha por la educación gratuita, deberían poner una raya y pedirle al gobierno que la educación es un derecho, y no una ficha para negociar. Condicionar esto es un argumento extorsivo e inmoral.

El gobierno anunció que en la tributaria deberá modificar algunos de los beneficios que se habían dado en las tributarias anteriores. Los partidos de centro derecha, que han abanderado los subsidios a las empresas, deberían poner una raya y pedirle al gobierno que los subsidios otorgados no se pueden cambiar año a año. Eso da inseguridad jurídica y fiscal. Condicionar esto es un argumento extorsivo e inmoral.

Es el momento de una acción plenamente colectiva. Todos los colombianos, y todos los partidos políticos, debemos rechazar esta estrategia de negociación, donde cada año el gobierno le pregunta a los colombianos y al congreso “¿hasta dónde están dispuestos a ir? ¿Hasta dónde puedo meterle IVA a la canasta familiar o debilitar el poder adquisitivo de las personas?”. Nos obligan a negociar, mientras el gobierno Duque sigue invirtiendo grandes cantidades de recursos en publicidad (20 mil millones de pesos el año pasado, según la FLIP) Obligarnos a negociar en nuestras cabezas qué estamos dispuestos a sacrificar para una temporada más de “Prevención y Acción” es un argumento extorsivo e inmoral.

El gobierno no ha presentado un balance sobre las últimas reformas tributarias. ¿Sirvieron? ¿Y las ineficiencias del sistema tributario que pide la comisión de expertos? Hoy, vuelven a anunciar que esta semana no radican el texto y nosotros seguimos negociando qué sacrificar. Todo son anuncios que se harán anuncios. Seguimos en un gobierno sin rumbo, que cada día acumula más poder, pero que aún no ha contestado la pregunta “¿el poder para qué?”.

*Miembro Fundador

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La reforma tributaria y la negociación de Duque

La brecha digital en Colombia como una oportunidad

Por: Carlos Avilán 

Para las escuelas, las universidades que llevan a cabo cursos en línea, el personal que trabaja en casa e incluso para el personal de atención médica, el Internet es la respuesta a muchos problemas; entonces, ¿qué pasa con las millones de personas en el mundo que no tienen acceso a una conexión de internet?

El COVID-19 ha expuesto muchas desigualdades, entre estas la brecha digital, que no es solamente una de las más marcadas, sino también una de las más sorprendentes. Esta desigualdad es tan evidente que, incluso en los países desarrollados, el acceso a internet suele ser más bajo de lo que parece.

Por ejemplo, en Australia, la cifra de personas sin acceso a internet es del 13%; en Estados Unidos 21 millones de personas no tienen conexión de alta velocidad, lo que equivale a más del 6% de la población. En síntesis, incluso en los países más ricos del mundo, no todas las personas se pueden mantener conectadas mediante la web.

Si se revisan las cifras de la UNESCO, apenas un poco más de la mitad de la población (el 55%) tiene conexión a internet. Si comparamos los países desarrollados con los que no, el 87% está conectado en comparación con el 47% en los países en desarrollo, y solo 19% en los países menos desarrollados. En Colombia, 21,7 millones cuentan con acceso a una conexión, cerca del 43%. Este segmento se concentra principalmente en estratos 1 y 2.

En total, 3.700 millones de personas en el mundo no tienen acceso a internet, no solamente a causa de la falta de conexión, sino que también por los altos costos de los dispositivos tecnológicos. Las desventajas de esta desconexión es la falta de difusión de información de todo tipo y la exclusión del aprendizaje online (se estima que más de mil millones de niños en el mundo quedaron excluidos de sus clases en esta cuarentena). No importa que muchos profesores estén impartiendo sus clases diarias, muchos de estos niños simplemente no pueden participar.

En contraste, son muchas las ventajas que el mundo conectado ha traído a la población. Un estudio asegura que, por cada punto porcentual que aumentan los índices de conectividad, el PIB se incrementa entre 1,4% y 1,9%.

Trabajar en casa hoy en día es un imperativo. Sin embargo, como muestran las estadísticas, muy pocas personas pueden conectarse. Además, sin una conexión de banda ancha adecuada, las comunidades no pueden iniciar o administrar un negocio moderno, acceder a la telemedicina, tomar cursos en línea, transformar digitalmente su actividad agrícola o un investigar para realizar algún proyecto académico.

Las cifras para acceder a internet pasan de lo absurdo en algunos casos. Por ejemplo, en África subsahariana, un gigabyte de datos, suficiente para una actividad online en un día, cuesta casi un 40% del salario mensual promedio. Esto no solo es un problema de las naciones en desarrollo; por ejemplo, en Australia, casi un tercio de los hogares de menos recursos no tienen conexión a internet. En Colombia, el valor del internet es el segundo más caro de la región después de Brasil, con un costo promedio de US$9,22 y velocidad de descarga de 6,2 Mbps.

Colombia atraviesa diversas dificultades en el tema, siendo una de ellas el mal servicio de Internet. No obstante, en los últimos años se ha hecho un trabajo enorme para aumentar la conectividad (se ha multiplicado en los últimos cuatro años) y, aunque esta no sea la más rápida, puede ser la herramienta y la oportunidad necesaria para superar problemas, aprender, cultivar pasiones y mejorar salarios en las regiones más apartadas.

Son muchos los retos para asumir en esta materia, el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (Mintic) de este gobierno se ha propuesto llevar Internet fijo a más de 342.000 hogares de estratos 1 y 2, distribuidos en 404 municipios del país. Uno de los retos que ahora se debe asumir es en el buen uso que se les den a estas conexiones, para que, de manera concreta y real, se mejore la calidad de vida de las personas y no sea simplemente una cifra más.

Referencias

https://theconversation.com/schools-are-moving-online-but-not-all-children-start-out-digitally-equal-134650

https://en.unesco.org/news/new-report-global-broadband-access-underscores-urgent-need-reach-half-world-still-unconnected

https://www.mintic.gov.co/portal/inicio/Sala-de-Prensa/MinTIC-en-los-Medios/100837:La-mitad-de-Colombia-no-tiene-internet

https://reliefweb.int/report/world/coronavirus-school-closures-mean-over-one-billion-children-and-youth-are-now-shut-out

https://mintic.gov.co/portal/inicio/Sala-de-Prensa/Noticias/125603:La-hoja-de-ruta-del-MinTIC-para-el-2020-conectividad-y-transformacion-digital

 

*Miembro Dirección de Tecnologías de la Información 

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La reforma tributaria y la negociación de Duque

La guerra contra las drogas continúa: ¿Importamos las políticas incorrectas?

Por: Mauricio Trujillo

Hace dos semanas el CESED (Centro de Estudios Sobre Seguridad y Drogas de la Universidad de los Andes), junto con varios académicos enviaron una carta1 a la administración del presidente de los Estados Unidos Joe Biden pidiendo que se revoque la decisión de seguir apoyando la aspersión de cultivos ilícitos como herramienta de guerra contra las drogas. La carta señala que Biden está siguiendo los pasos de su antecesor al apoyar esta iniciativa, y justifica su petición en las pruebas científicas que demuestran que la aspersión con este químico es ineficiente para acabar de raíz el problema de las drogas y además tiene consecuencias que pueden acabar con el medio ambiente, más específicamente con una de las áreas más biodiversas en el mundo: la amazonía. 

 

Este debate ha estado en el centro de la discusión en Colombia por muchos años. Desde que comenzó el Plan Colombia durante la presidencia de Andrés Pastrana, la política de drogas ha estado asociada a la ayuda militar de los Estados Unidos y a la aspersión de los cultivos ilícitos con glifosato cómo una herramienta de guerra. Sin embargo, el uso de este químico ha sido cuestionado por científicos y académicos, ya que la guerra contra las drogas se ha concentrado en políticas reactivas y se ha demostrado que la aspersión no soluciona el problema de raíz. El CESED hace énfasis en que los cultivos asperjados con glifosato tienden a ser replantados con una probabilidad del 36% en comparación a la sustitución voluntaria con una tasa de sólo 0.2%. Adicionalmente, se ha demostrado que la aspersión aérea en muchos casos no resuelve el problema sino que lo desplaza hacia zonas en las que la aspersión no es permitida como los parques nacionales, lo que genera otra serie de externalidades ambientales. Desde el punto de vista económico, las aspersiones también son costosas e ineficientes. Las cifras son claras: asperjar una hectárea de coca reduce el área cultivada entre 0.02 y 0.065 hectáreas, y con este mecanismo hay que invertir cerca de $465 mil dólares para reducir la oferta de cocaína en un kilogramo2.

 

Pero la aspersión no sólo es inefectiva, sino que afecta al sector de la población más pobre y vulnerable. Quienes siembran coca suelen ser campesinos que no tienen alternativas para subsistir. El campesino se queda con cerca del 1% de las ganancias totales del tráfico de cocaína, mientras el otro 99% se queda en la distribución logística del producto por medio de los grandes cárteles y el microtráfico en las grandes ciudades3. Así y todo, la siembra de coca es más viable que otros cultivos, ya que los grupos ilegales y armados pagan mejor y el transporte es más fácil. La pasta de base de coca se vende por alrededor de 2 millones de pesos por kilo. Esta cifra sigue siendo baja para el campesino promedio, pues los costos del cultivo son altos debido al tiempo que este demora y la cantidad de productos que el cultivo necesita y que no son subsidiados ni por los grupos que trafican la droga ni por ninguna entidad. El cultivo de coca es más viable que otros como el tomate, sandía o cacao, en los cuáles los costos en tiempo y transporte son más altos debido al mal estado de las vías y las ganancias son menores4

 

Organizaciones de campesinos como COCCAM han manifestado que preferirían buscar alternativas al cultivo de coca si tuvieran otra oportunidad mejor para subsistir, pero que la poca presencia del Estado en estas áreas restringe sus posibilidades5. Acabar con el cultivo de un campesino es acabar con su sustento, lo cual genera un problema socio-económico que bien resalta la carta escrita por el CESED: si este problema no se soluciona de raíz con presencia del Estado y con otras alternativas, los campesinos no se van a quedar de manos cruzadas cuando acaben con sus cultivos, van a buscar otro pedazo de tierra para poder volver a sembrar. La aspersión puede llevar a los mismos campesinos a talar más bosque incluyendo zonas de parques naturales para plantar sus cultivos. 

 

El uso del glifosato como sustancia ha sido cuestionado y restringido en otras partes del mundo debido a sus efectos ambientales y para la salud de las personas. Hace poco en Alemania decidieron ponerse la meta de prohibir todo uso de glifosato para 2023. Esto debido a que dicho herbicida ha estado ligado a la contaminación de las aguas, la erosión del suelo y la disminución de especies polinizadoras como las abejas y las mariposas6. Además de esto, Bayer-Monsanto ha pagado cerca de 10 billones de dólares para llegar a un acuerdo con cerca de 90,000 demandas que vinculan el uso del herbicida con problemas de salud como cáncer7.

 

Por último, la carta hace propuestas alternativas a la aspersión con glifosato como la sustitución voluntaria de cultivos que está funcionando desde la implementación del acuerdo de paz, ya que la misma es más costo-efectiva. Aunque las cifras siguen siendo disputadas, se estima que asperjar una hectárea cuesta 72 millones en contraste con 42 millones en el programa de sustitución voluntaria8. En el programa de sustitución, se le transfiere a cada familia cerca de 10 mil dólares. En la carta se hace énfasis en lo importante que es seguir lo pactado en el acuerdo de paz en relación con la política de drogas, pues este tiene un enfoque comprensivo de lo económico, lo social y lo ambiental. También señala que toda política de erradicación debe estar acompañada de programas sociales de desarrollo en las regiones más afectadas, y del acompañamiento a los campesinos para que puedan encontrar alternativas viables para subsistir. Este es un paso fundamental para acabar con las políticas prohibicionistas y dar paso a visiones más humanas y que solucionen el problema de raíz. La decisión de la administración de Biden de seguir apoyando las aspersiones aéreas con glifosato puede ser un retroceso en materia de política de drogas, pues se ha demostrado que esta misma no ha dado los resultados en costo-eficiencia que se esperaban y que hay alternativas ya probadas que tienen un enfoque más humano y ambiental, consecuente con las políticas que el mismo presidente está promoviendo en Estados Unidos. 

 

Esta decisión no sólo demuestra una doble moral hacia los países menos desarrollados, si no que es una continuación a lo que Estados Unidos ha entendido como guerra contra las drogas por mucho tiempo, ya que se ha tenido y se sigue teniendo un enfoque punible, prohibicionista, sin soluciones de raíz y poco beneficioso para el desarrollo sostenible e inclusivo del país. Esto importa más aún, cuando el país norteamericano ha tenido tanta incidencia histórica en las políticas implementadas en Colombia y en la región. 

 

Referencias

 

  1. CESED (2021). Carta a Joe Biden y Kamala Harris. Recuperado de Carta de académicos al Presidente Joe Biden y a la Vicepresidenta Kamala Harris
  2. Mejía, Daniel, Pascual Restrepo y Sandra Rozo (2015). On the effects of enforcements of illegal markets, Evidence from quasi-experimental in Colombia. Policy Research Working Paper 7409, World Bank.
  3. Los narcos utilizan al campesino y le pagan 0,50 por gramo de coca
  4. La realidad detrás de la coca, la vida campesina en la cordillera de Nariño
  5. Coca, principal sustento económico de más de 230.000 familias campesinas | Economía
  6. Germany set to ban glyphosate from end of 2023 | DW | 04.09.2019
  7. Roundup Maker to Pay $10 Billion to Settle Cancer Suits (Junio 24, 2020). The New York Times. 
  8. Le dijimos a la Corte Constitucional que la eventual reanudación de la aspersión aérea de glifosato es inconstitucional

 

*Miembro Dirección de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible

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Magdalena tiene potencial para liderar el comercio agroalimentario en el Gran Caribe

Por: José Pacheco 

Después de la devastación producida por la Segunda Guerra Mundial, el concierto internacional se ha preocupado por diseñar mecanismos tendientes a garantizar y perpetuar en el tiempo la Seguridad Alimentaria, que según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), únicamente “se consigue cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana”.

En concordancia con estos presupuestos, los países del Primer y Tercer Mundo (Colombia incluido) han realizado un gran ejercicio legislativo encaminado al fortalecimiento del sector agrícola (y otros sectores conexos), con el cual han querido generar condiciones que propicien una transformación en la producción. Una transformación en la producción agrícola tendría el doble impacto de contribuir de manera importante a la consecución del objetivo de la Seguridad Alimentaria y de potenciar la industria agrícola como principal motor de las economías. 

No obstante, pese a la contundencia y pertinencia del objetivo anterior, en Colombia la realidad del campo y del campesinado indica que nos encontramos lejos de lograr la anhelada Seguridad Alimentaria y del posicionamiento de la producción agrícola como principal fuente de generación de ingreso. Prueba de ello es la poca participación de este sector en el total del Producto Interno Bruto, que, a diciembre de 2019 según el DANE, se ubicó en el 6,8% y, particularmente en el departamento del Magdalena, esta cifra llegó al 16, 2%.

Colombia debe incluir dentro de la agenda post COVID estrategias para reconducir los esfuerzos en aras de garantizar la Seguridad Alimentaria y la potencialización de la producción agrícola como fuente principal de ingresos. 

Una estrategia puntual para lograr este propósito, consiste en el desarrollo de un Comercio Agroalimentario Regional, el cual, según Oscar Fernández Guillen, Profesor Investigador de la Universidad de Los Andes, consiste en la consolidación de un sólido intercambio interregional de alimentos a través de la disminución  de  barreras comerciales entre países de la Región, con lo cual se facilita el acceso a ellos y se propiciaría una mayor disponibilidad de alimentos a  menores  precios. Este mecanismo puede resultar idóneo no sólo para garantizar el acceso a alimentos sanos y nutritivos, sino que también podría abrir la puerta a nuevas oportunidades de desarrollo económico, laboral e industrial.

En el marco de esta estrategia, el departamento del Magdalena, en particular, gracias a sus suelos aptos para el agro, unido a una disponibilidad “potencial” a importantes extensiones de tierra cultivable, tiene un gran potencial para consolidarse como el exportador número uno de productos agrícolas y agroindustriales a Centro América y el Caribe. 

Según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, el departamento del Magdalena es la cuarta entidad territorial con los mejores y más extensos suelos cultivables: de las 2,3 millones de hectáreas de la extensión total del departamento, cerca de 1,72 millones, es decir, un poco más del 51,4%, son tierras arables con potencial agropecuario. 

Estas condiciones naturales son favorecidas por factores logísticos determinantes para una consolidación del territorio como exportador de productos alimenticios: dos terminales portuarias multipropósito; una vía férrea que actualmente no es utilizada para el transporte de alimentos; un aeropuerto; cuatro zonas francas. 

El problema que hoy enfrenta el departamento es la poca diversidad en la producción agrícola. Al respecto, el IGAC ha calculado que el 65% de los suelos del Magdalena presentan un uso inadecuado, desaprovechando su potencial. La Encuesta Nacional Agropecuaria (2019) realizada por el DANE, evidenció que, del total del terreno arable del Magdalena, el 80.7% está destinado al ganado, la ganadería, o temas relacionados con ellos; solamente el 11.5% tiene uso agrícola; el 5.0% en bosques y el 2.8 restante se destina otros usos. 

El IGAC informó en el año 2016 que el desordenado desarrollo productivo del departamento había rebasado el 51% de suelos capaces de soportar la ganadería y la agricultura, para ocupar zonas que deberían ser dedicarse exclusivamente a la conservación ambiental. 

La inconveniente diversidad en la producción agrícola y la estéril dinámica agroindustrial descrita, debería ser el punto de partida para el planteamiento y desarrollo de una ambiciosa política pública regional y nacional post COVID que permita un mayor aprovechamiento de ese potencial agrícola que tiene el departamento del Magdalena. Y pueda, en virtud del desarrollo de un Comercio Agroalimentario Regional, contribuir para que el país y la región garanticen una Seguridad Alimentaria a sus poblaciones, sino que, al hacerlo, garantice igualmente el incremento de los ingresos de la población y de su calidad de vida.  

 

 

*Miembro Dirección Temática del Magdalena

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Ep. 23 Ordenamiento territorial en Colombia 24 años!! Lecciones y visiones

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Escuelas cerradas, riesgos latentes para niñas y jóvenes

Por: Liliana María Guaca

La conmemoración del día internacional de la mujer en Bogotá, estuvo atravesada por una multitudinaria marcha hacia la plaza de Bolívar de cientos de mujeres con un mensaje claro en contra del patriarcado; un sistema que históricamente ha generado brechas evidentes entre hombres y mujeres, afectando el goce y la realización plena de nuestros derechos.

Detrás de estas jóvenes que marchaban hay una serie de luchas contra el sistema, contra las prácticas machistas que están tan arraigadas en la cultura del país y que tienen un efecto directo en las trayectorias individuales, educativas y profesionales de las mujeres.

Esta lucha empieza en la escuela; el escenario en el que todos y todas encontramos una oportunidad para materializar nuestros sueños. No obstante, a diferencia de los niños, las niñas tienen un mayor riesgo de abandonar la escuela, de ver truncado su proceso de formación, o en no poder tan siquiera, acceder al sistema de educación pública. Durante la pandemia y frente a la situación propia de aislamiento y cierre de las escuelas, la profundización de las brechas de género aumentó significativamente.

Este es el punto de partida para tomar en cuenta varias recomendaciones de organismos como ONUmujeres y algunas ONGs reconocidas, que adelantan programas educativos en regiones donde las dificultades de las niñas para acceder al sistema y permanecer son todo un desafío. Y no solo nos referimos a aquellas categóricas regiones en donde la desigualdad está naturalizada como algunas zonas del Pacífico o la Amazonía, sino también en las zonas rurales y localidades de Bogotá con mayor nivel de vulnerabilidad socio- económica como Sumapaz, Usme o Ciudad Bolívar.

Según un estudio reciente desarrollado por UNESCO, ONU Mujeres y la Fundación Plan, antes de la pandemia las principales causas de deserción escolar de las niñas en la educación regular están asociadas con la violencia basada en género, violencia sexual, brecha digital, embarazo adolescente/ infantil forzado y trabajo del cuidado al interior de la unidad familiar. 

Durante la pandemia el 36% de las niñas y adolescentes que abandonan sus estudios lo hicieron por estas dos 2 últimas causas. Adicionalmente, el estudio deja en evidencia una verdad incómoda: “las niñas que no asisten a la escuela tienen más probabilidades de ser obligadas a casarse o unirse a un hombre.”  

En este escenario, en donde aún el sistema educativo distrital y nacional no regresa presencialmente, se pone en evidencia el riesgo exponencial al que se ven enfrentadas las niñas y jóvenes al no contar con una escuela de puertas abiertas, que representa en muchos casos su único entorno protector y garante de derechos. Claramente, existen menos posibilidades de regreso a la escuela por parte de las niñas, se pueden presentar afectaciones graves a la salud física, mental, sexual y reproductiva y por supuesto, la disminución de su participación y recreación en espacios públicos y privados que son fundamentales para su proceso de empoderamiento.

Es clave entonces para los gobiernos locales y regionales entender en primer lugar, que la deserción escolar debe tener un enfoque de género, que no se reduce a identificar cuantos niños y niñas abandonan la escuela, sino entender que las causales, los impactos y las acciones de mitigación para frenarlo deben ser diferenciadas. Existen acciones estratégicas que permiten identificar los riesgos de deserción con enfoque de género en la escuela así:

  1. En numero de niños frente al de niñas matriculados, por edad y zona (barreras de acceso).
  2. Recopilación y análisis de datos desagregados por género sobre el comportamiento de la deserción (intraanual- interanual)
  3. Identificar riesgos de abandono asociado a cargas de trabajo doméstico o tareas de cuidado que impidan su asistencia a clase.
  4. Sensibilización del equipo docente sobre la identificación de posibles situaciones de violencia de género, de explotacion y/o abuso a las niñas que conforman su grupo a cargo y reportar frente a las autoridades educativas competentes.
  5. Desarrollo de acciones de articulación interinstitucional con el sector salud para mitigar el aumento de las tasas de embarazo adolescente durante los cierres escolares, que afecten la continuidad de los estudios.
  6. Frente al desarrollo de las clases virtuales la falta de acceso a dispositivos electrónicos o plataformas de aprendizaje, limita de igual forma las oportunidades de acceso al conocimiento, condición que debería tenerse en cuenta en el marco de estrategias gubernamentales de dotación de equipos.
  7. Las instituciones educativas deben garantizar dentro de sus currículos contenidos relacionados con el desarrollo de competencias en las niñas sobre el acceso y manejo de las plataformas virtuales en condiciones de seguridad, a fin de no aumentar aún más el riesgo de ser violentadas también a traves de estos medios.
  8. Desde el  mismo hogar desmantelar los estereotipos de género que hoy evidencian una mayor afectacción de las niñas sobre los niños frente a la deserción escolar.

Sino frenamos éstos condicionantes que determinan el futuro de nuestras niñas y adolescentes en el sistema educativo, estaremos condenados a repetir generación tras generación los círculos de la pobreza, en donde vemos mujeres que tuvieron que abandonar los estudios, como madres cabezas de familia, sin educación y con pocas oportunidades de salir adelante. Según Naciones Unidas se estima que, por cada 3 meses que continúe el confinamiento, habrá 15 millones de casos adicionales de violencia de género. Estamos a tiempo para tomar acción y evitar que estas desigualdades sigan minando el camino.

Es urgente y necesario la vuelta a la aulas, no solamente como el cumplimiento del mandato constitucional de garantizar el derecho fundamental a educacarse, sino poder hacerlo en igualdad de oportunidades. 

 

Que se abran las escuelas!

 

*Miembro Dirección de Educación 

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