Claves para avanzar en el mejoramiento de la calidad educativa en las regiones.

Claves para avanzar en el mejoramiento de la calidad educativa en las regiones.

Por: Liliana María Guaca

Inicia el primer trimestre del año y los gobiernos locales se encuentran planeando sus estrategias para mejorar la educación en sus territorios. Dependiendo del nivel de desarrolllo económico y la importancia otorgada a este tema en las agendas públicas, será el lugar en el que se debe situar la discusión respecto a lo que se quiere avanzar.

A continuación, esbozaré algunas cuestiones que cualquier jefe de cartera en temas educativos, debería tener en cuenta antes de dirigir sus esfuerzos a materializar su plan sectorial de educación, que en algunos casos desafortunados, resulta desconectado de la visión del gobierno nacional o descontextualizado en la mirada que se debe tener entre lo local y la diversidad propia de nuestra nación.

1. Sobre el acceso y permanencia de los niños y niñas en las instituciones educativas

Las estrategias de búsqueda activa son fundamentales para que ningún niño o niña se pierda la oportunidad de entrar a estudiar. En un esfuerzo por garantizar este derecho Bogotá ha sido un referente en el desarrollo de este tipo de intervenciones al lograr bajar la deserción escolar del 3,6% al 1,6%, uno de los indicadores mas bajos en los últimos 20 años.

La clave aquí consiste en que el Gobierno vaya a los territorios y no viceversa; en este caso, unidades móviles y equipos en campo en brigadas puerta a puerta se acercaron a la ciudadanía para invitarla a hacer parte de este proyecto, donde niños y niñas así como adultos y jóvenes en extra edad fueron beneficiados, en lo que para algunos significó el regreso a clases después de haber desertado del sistema o para otros, el inicio de su proyecto educativo en las aulas.

La búsqueda activa aunque parezca dirigida a un tipo de población específica, se devela como una estrategia de inclusión de familias en condición de vulnerabilidad que encuentran un estado cercano a la ciudadanía, con un lenguaje incluyente y con acciones concretas que van en beneficio de la comunidad.

La permanencia también es un factor determinante en el logro de trayectorias educativas completas. Los estudios demuestran que los mayores niveles de deserción ocurren en el cambio entre niveles educativos. Es decir, entre la primera infancia y el primer año, entre quinto grado y el inicio de la básica secundaria y en la transición entre la educación básica y la media. En el sector rural, la deserción puede ser más alta y aún mayor para las niñas y adolescentes.

De forma general, las distancias geográficas, el nivel de ingresos de los padres, y su nivel de educación, son algunos de los factores preponderantes en la permanencia de los estudiantes en el sistema educativo. Adicionalmente, los asociados a los patrones culturales clásicos machistas, la asignación de roles de cuidado del hogar, crianza y labores domésticas, acrecéntan la brecha y determinan desde muy temprana edad una trayectoria educativa fallida.

Por esta razón, es clave pensar en estrategias diferenciadas con un enfoque que tenga en cuenta, servicios de alimentación escolar focalizados de acuerdo a los ingresos de las familias, transporte en aquellos casos, donde la distancia geográfica se convierte en una barrera, en textos y útiles escolares que fortalezcan el proceso de enseñanza en el aula.

Además, se hace necesario una fuerte estrategia de acompañamiento y acercamiento de las familias como actores fundamentales en el proceso formativo de sus hijos, un pacto con la escuela para trabajar de manera conjunta y armónica cuestiones fundamentales sobre el clima escolar y la incorporación de enfoques inclusivos que reconozcan, la diversidad, étnica, cultural, la atención a población con discapacidad y que fomente la igualdad de género desde la temprana edad. La familia es uno de los principales activos del sistema para fortalecimiento de sus comunidades educativas y no debe perderse de vista.

2. Formación permanente, sistematización de la práctica pedagógica y sistema de estímulos docente:

En los planes sectoriales se hace mucho énfasis en los niños y niñas, pero la fórmula ganadora sólo puede darse al vincular a los docentes en la ecuación. Un docente feliz, trabaja con vocación en su institución educativa, innova, deja huella en sus estudiantes y transforma su comunidad. Por tal razón, sus ingresos, las oportunidades formativas y de calificación, así como espacios dignos para desempeñar su labor, son claves para el éxito del sector.

Las generaciones presentes y venideras deben ser formadas por docentes calificados que abanderen reformas respecto de los modelos educativos que implementan sus instituciones, que planteen iniciativas de paz y reconstrucción del tejido social de las comunidades que han sido golpeadas por el conflicto armado y que movilicen desde el ejercicio de la práctica pedagógica, un sistema de valores en sus estudiantes basado en la ética, la solidaridad y el desarrollo ambiental sostenible.

En ese sentido, la formación y el acceso permanente a oportunidades de posgrado, maestría y doctorado son esenciales para proponer desde la escuela discursos y prácticas novedosas, que contribuyan al desarrollo local y a la transformación cultural que requiere nuestra sociedad. Claramente, éstas investigaciones deben apuntar a la producción de nuevo conocimiento en la escuela, y no deben quedarse en debates epistemológicos que no atienden al contexto o a las necesidades de su comunidad. El docente se debe a su institución y el estado debe fortalecer y fomentar el desarrollo continuo de su talento humano.

Así mismo, los programas de formación Permanente de docentes – PFPD son una oportunidad valiosa para la actualización de contenidos, nuevas tendencias en la pedagogía y didáctica, así como en el desarrollo de metodologías de clase apropiadas a los desafíos del sigo XXI. La formación en competencias y habilidades socio emocionales están en la agenda educativa actual y por ende deben ser prioridades en los planes sectoriales.

Los estímulos al docente son necesarios para que la educación llegue a los lugares más apartados del país. En las zonas rurales los docentes no cuentan en algunos casos, con condiciones mínimas de permanencia (alojamiento cerca de sus estudiantes situados en cabildos indígenas, afrocolombianos, comunidades aisladas del desarrollo, o en conflicto armado permanente) por esta razón, las vacantes en estos sectores no logran ser cubiertas y los niños y niñas ven interrumpido su proceso formativo de manera constante. Por el contrario, en las ciudades capitales hay sobre oferta de docentes, toda una paradoja.

En ese sentido, proponer estrategias de fomento a la permanencia de docentes en zonas vulnerables, rurales dispersas, municipios en transición hacia La Paz -PDET a través de estímulos en el ingreso, vivienda en alianza con el Fondo Nacional de Ahorro, y estabilidad para el docente y su familia, podrían garantizar el acceso universal a la educación de los más excluidos, vulnerados y olvidados del país.

Además, del desarrollo de campañas de atención psicosocial dirigidas a los docentes que permitan mitigar los efectos del estrés laboral (siendo esta la principal causa de incapacidades en el sector) el “burnout”, y la falta de herramientas para el manejo de los conflictos en territorios de extrema violencia, son fundamentales, si queremos un avance tanto en el acceso, como en la calidad de la educación.

Estas son, tan solo algunas acciones que pueden fortalecer desde la base los planes sectoriales, desde una mirada proyectiva que articule las trayectorias educativas completas, con el desarrollo social y productivo de nuestras regiones

*Miembro Dirección Educación

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Nuestros pequeños Campeones

Por: Francy Pérez

Diariamente identificamos héroes que enfrentan y batallan con este virus que así como ha dejado desesperanza también ha dejado un mensaje para retomar la solidaridad hacia nuestros semejantes y concientizarnos de la fragilidad de nuestro mundo; estos héroes y heroínas del sector salud, o aquellos artistas que sacan los mejores frutos de la tierra que conocemos como campesinos, o también quienes realizan la recolección de todos nuestros residuos para tener un entorno limpio, o los mensajeros que sobre sus hombros llevan muchas frases de esperanza como también domiciliarios, periodistas y muchas personas más, que arriesgan su vida para poder nosotros estar un poco tranquilos en medio de esta pandemia, han recibido los reconocimientos que en verdad merecen.

Pero existen unos héroes anónimos, que han llevado de una manera ejemplar esta cuarentena, desarrollando su capacidad de entendimiento y madurez que les permite contener la esperanza de un futuro normal próximo. Sus cortas palabras hicieron que los miedos se volvieran inocentes fragmentos de poesías dramáticas, seres humanos que entendieron de forma inesperada e inmediata que existía a fuera de nuestro hogar, un enemigo silencioso e invisible y que debíamos permanecer aislados para que se aburriera y se fuera a otro mundo. Esos héroes y heroínas son Nuestros Niños!!!!. Su vida cambio, se transformó sin explicaciones, sin entender y sin comprender; de un día para otro pasaron de su colegio, sus parques, de la diversión; a estar en casa como si fuera un nuevo nivel de escondidas cambiando su rutina de vida.

Sus juegos y cotidianidad también cambiaron nuestra manera de vivir, nos enseñaron a retomar la imaginación para descubrir nuevos mundos y explorar sitios con animales amistosos, monstruos de goma, plastilina y pepitas de colores. Nos han enseñado a entender que con una simple caja podemos inventar una televisión, un sombrero de robot, jugar golosa, hacer pompas de jabón, jugar a carros, princesas, visitar países y reconocer su cultura a través de la imaginación y miles de cosas que teníamos muy guardadas en el baúl de los recuerdos y que hoy nos hacen ser tan niños como ellos y entrar en ese mundo fantástico.

Hoy aprovecho para unirme y celebrar su día, el día de los Niños; exaltando la labor de ellos que son maravillosamente increíbles. Algunos de estos ángeles están en condiciones adversas y es por ellos que debemos enfrentar la peor pandemia que tiene el mundo como es la indiferencia y el egoísmo; muchos niños han tenido que madurar en cuestión de semanas.

Durante el brote de COVID-19, la reducción de las actividades al aire libre y la poca interacción social se asocia a que uno de cada cinco niños sufra de depresión y ansiedad después de un mes de encierro, según el estudio realizado por la Universidad de Carolina del Norte y Huazhong en China. Según ésta investigación la ansiedad es el mayor síntoma que se presenta con un 22.6% seguido de indicios depresivos con un 18.9%; dejando un claro desafío para los profesionales de la salud en el comportamiento humano en la época post Pandemia.

Adicional a la restricción, hechos como no compartir espacios de socialización con sus pares, algunos de ellos con baja posibilidad de acceso al aire libre, testigos de violencia intrafamiliar, son factores que también inciden en generar efectos psicológicos secundarios a tratar.

Es la oportunidad para replantear como las políticas públicas de los «adultos» en aspectos sociales, económicos y educativos NO excluyan a nuestros niños y formular desde ahora estrategias de atención y tratamientos post-virus, dejando de un lado los discursos de igualdad y equidad y pasando a los hechos y las acciones.

Estamos enseñando a nuestras futuras generaciones a demarcar su nivel socioeconómico excluyente, conforme a su acceso a las instituciones de educación, atención en salud y alimentación, con conceptos de “afortunados y no afortunados” sin darles suficientes herramientas de discernimiento de un mundo donde debe existir equidad.

Hoy nos unimos entorno a ellos, unos verdaderos campeones que son la esperanza y el futuro de nuestro mundo, además invitarlos a hacer parte del cambio activo, desde la formación humana y la transformación en valores y ética a través de nuestros hijos, buscando oportunidades para todos sin distinción, reconociendo y que lo mejor de esta pandemia es compartir espacios con ellos y valorar sus pensamientos, sentimientos, acciones y hechos que le ponen el color a nuestra vida. Y con la total esperanza que ellos también saldrán del encierro.

 ¡Feliz día campeones!

*Coordinadora Planeación y Seguimiento

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Desigualdad: Una vieja pandemia.

Por: Andrés Felipe Echeverri Arias

Estos días vertiginosos de Covid-19 han revelado imágenes devastadoras que de otra manera no habrían estado en la palestra. Entre ellas, salta a la vista la tensión por la que atraviesa el mundo entero y cuya puesta en escena es el ámbito local: el hambre, la necesidad de trabajar para garantizar el sustento diario, el aumento de las cifras de propagación y la débil respuesta estatal, que parecen no encontrar soluciones a corto plazo.

Los llamados ‘trapos rojos’ ejemplifican una de esas imágenes cubriendo puertas, ventanas y barrios populares de la capital. Un grito simbólico que clama solidaridad y exige pasar la página de la desigualdad, una ‘pandemia’ que por décadas se ha instalado en las calles en memoria de un sector de la sociedad que paradójicamente se visibiliza con la llegada de otros flagelos que aquejan la humanidad, como el nuevo coronavirus.

No sorprende que esta situación ocurra en el país de “la Colombia profunda”, calificativo con el que Humberto de La Calle describiera esas zonas de la geografía nacional, que por su distancia, abandono, violencia y desprotección del Estado, soportan toda suerte de infortunios, que solo hasta ahora vinieron a reconocerse en la ciudad.

“Entre cielo y tierra no hay ningún secreto” reza el adagio popular. La precariedad y desigualdad que campea con señorío en esas latitudes, no estaba en nuestras cuentas. Tampoco somos conscientes o se nos había olvidado, que la indiferencia que padecen quienes sobreviven en esas remotas coordenadas, está ahora frente a nuestras narices y cambiará sin clemencia la vida del vendedor del primer tinto de la mañana; del que ofrece chicles en la informalidad. La versión citadina del hambre se hace palpable y afecta por igual a aquellas personas que -en pleno siglo XXI- no figuran en las prioridades de las políticas públicas. Lo sucedido en nuestra urbe, demuestra que una pandemia se sobrepone a la otra y diagnostica una preocupante ‘normalización’ de las carencias y desigualdades.

 

Justo es decir que esta situación se ha profundizado. Que las capacidades de los sistemas de emergencia social, sanitaria, y prevención y atención de la coyuntura, han sido desbordadas. Y no podemos mentirnos: la virulencia y el paso de los días terminarán inmovilizando esta deuda social, trasladándola al cajón de la “normalidad”, el mismo en que desde hace tiempo estaba archivada la desigualdad.

Es el tiempo de reflexionar y hacer visible lo que la ‘normalidad’ ocultaba. Los llamados de auxilio de los ‘trapos rojos’ pueden ser el punto de inflexión para inspirar acciones

colectivas e individuales, en la construcción de un discurso social que mitigue la desigualdad que enfrentamos. Tal como lo indica el escritor alemán Eckarth Tolle: “si las estructuras de la mente humana se mantienen sin cambios, siempre vamos a terminar volviendo a crear el mismo mundo, los mismos males, las mismas disfunciones”.

Pero en la desigualdad no hay pueblo asintomático. Es un llamado a todas y todos para unirnos como sociedad, para repensar y descubrir la mejor versión del Estado Social de Derecho, con las dósis de resiliencia y empatía necesarias para superar esta crisis.

Sin duda, la crisis demanda atención y adaptabilidad de los gobiernos y ciudadanos. Es hora de pensar en lo que se debe mejorar. En políticas que proporcionen el tejido social que cierre definitivamente la brecha de la desigualdad. Propuestas inclusivas que consulten la diversidad de realidades de la sociedad, en especial las que permanecen ocultas bajo el manto de la ‘normalidad’ y que en buena hora salieron a la luz, gracias al grito silencioso de los ‘trapos rojos’. A ver si por fin escuchamos.

*Miembro Dirección Participación para la Gobernabilidad

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El COVID-19: Otro reto para la paz en Colombia

Por: Juan Manuel Borráez R. 

El 22 de abril del 2020, el Representante a la Cámara del Partido Centro Democrático, Edward Rodríguez, publicó en su cuenta de Twitter (@edr_cd) un video en el cual hace la propuesta de usar fondos destinados para la implementación de los Acuerdos de Paz, en la lucha contra el virus del Covid 19 (https://www.semana.com/nacion/articulo/proponen-usar-fondos-del-proceso-de-paz-para-emergencia-de-coronavirus/665321).

Con seguridad se puede afirmar que la propuesta contará con adeptos y ciudadanos que estarán de acuerdo con ella. No obstante, el Representante Rodríguez olvida que es un deber constitucional y legal, adoptado por todas las ramas del poder público del Estado colombiano, la integral implementación del Proceso de Paz.

Pero más allá de cualquier obligación de carácter jurídico en relación con la implementación del Proceso de Paz, cabe recordarle al congresista que de la correcta y transparente ejecución de los recursos económicos de la paz, depende que muchas de las personas que residen en los diferentes territorios con Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET), afronten los efectos de la pandemia. La mejora en la infraestructura de salud pública en estas regiones, especialmente las más alejadas en nuestra geografía nacional, está íntimamente ligada a la implementación de los acuerdos.

Vale la pena profundizar en la importancia que tienen los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET´s). Como es sabido, son un mecanismo para que la Reforma Rural Integral llegue de forma prioritaria a los territorios (170 municipios en 19 departamentos) y buscan sentar las bases para la transformación estructural del campo creando condiciones de bienestar para la población rural. Esta transformación integral se encuentra programada a quince años.

Tomar los recursos de la implementación del Acuerdo de Paz, sin duda atrasaría este fundamental proceso para nuestro país, que implica también, como se ha manifestado previamente, la mejora en el acceso a los sistemas de salud y a infraestructura de este tipo, para las personas residentes en estos territorios, así como a mejores condiciones de vida en general.

Sin duda, el brote del Covid 19 es un muy significativo reto para Colombia, que requiere el absoluto interés de las autoridades, así como una redirección de parte del gasto público hacia su mitigación, pero es claro que la intención de un determinado sector de usar los recursos de la paz para el combate al virus, es una propuesta con el fin de obtener réditos políticos más que una verdadera intención humanitaria.

Si antes era clara, no solo obligatoria, la necesidad de implementar correctamente el Acuerdo de Paz, ahora en el marco de esta pandemia se justifica más que nunca, para que las comunidades que han sufrido de más de sesenta años de conflicto armado y abandono estatal, no sufran más de estos males, sumado al de los catastróficos efectos de una pandemia.

Cada vez que sale una propuesta de este tipo por parte del partido de gobierno, surge la duda si de esto tenía conocimiento el primer mandatario y se estaba “midiendo el aceite” de la opinión pública, o si por el contrario son propuestas individuales que en nada representan al presidente Duque. Espero que sea así, porque en la presentación del último informe de la ONU sobre la implementación del  Acuerdo de Paz, se “acoge con beneplácito que las FARC y el Gobierno “hayan tomado de manera rápida y colaborativa medidas preventivas” con la población de excombatientes, logrando inscribir al 98% en el sistema nacional de salud”. Además, a nivel internacional, se ha reconocido que las medidas tomadas por el gobierno de Colombia, respecto a la lucha contra la pandemia han sido acertadas y consensuadas con expertos en asuntos de salud pública y economía.

Desfinanciar la paz es condenar a quienes han sufrido la guerra, a volver a un pasado de pobreza, abandono, insalubridad, desnutrición, y a una situación tan de vida o muerte como la pandemia: la violencia.

Para finalizar, es importante manifestar que las propuestas populistas con como un camino corto pero a un final incierto, es decir, lucen atractivas y de fácil ejecución, pero cuando se llevan a cabo, su destino final es un abismo.

*Miembro Dirección Seguridad y Justicia.

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De mito a realidad mundial: Inclusión financiera en Colombia

Por: Norma Lucia Rodas

Las cifras de inclusión financiera recientes en Colombia presentadas por la Banca de Oportunidades publicada en la edición de La Republica del pasado 14 de enero de 2020, muestran inclusión financiera del 83% de la población; cifra alentadora comparada con los dígitos manejados por varios estudios promediadas en el año 2014, cuando se hablaba de una población bancarizada en nuestro país entre 55% y el 65 %.

La inclusión social y financiera no es una tendencia, es de hecho una necesidad de los países de reducir la brecha de desigualdad en sus habitantes; es un factor determinante que reduce la pobreza. El acceso a productos financieros como cuentas bancarias donde el individuo ahorra, paga y obtiene crédito hacen de la bancarización un factor multiplicador de bienestar poblacional; por ende, repercute positivamente en las cifras globales de crecimiento de los países con economías emergentes.

En el Decreto 222 del 14 de febrero 2020, del Ministerio de Hacienda, se considera que: “la inclusión financiera es determinante para el desarrollo económico del país, ya que cuando la población accede y usa productos y servicios financieros formales aumenta su capacidad de ahorro y de consumo, su potencial de inversión y adquiere mecanismos de protección frente a riesgos, aumentando sus oportunidades económicas y mejorando su bienestar”; constituyéndose entonces, la inclusión financiera como una prioridad para el desarrollo efectivo de los países. Colombia, en el compromiso de un desarrollo sostenible liderado por el Banco Mundial, comprendido dentro del tema de inclusión financiera, realiza programas para mantener crecimiento económico, terminar con la pobreza, ofrecer trabajos decentes, reducir la desigualdad y el hambre, incrementar la inversión en industria, innovación e infraestructura, con el fin de reducir la desigualdad.

Colombia bajo lineamientos del Banco mundial y el plan de desarrollo aprobado en el año 2014, autorizó la creación de organizaciones como SEDPE (Sociedad de Depósitos y Pagos Electrónicos); basados en soluciones tecnológicas que pretenden reducir los costos transaccionales bajo el uso de tecnologías innovadoras. La SEDPE se constituyó en un mecanismo eficiente de inclusión financiera bajo la regulación de la Superintendencia Financiera de Colombia en la cual se hicieron exenciones a las cuentas como el pago del 4 por mil, facilidad de apertura de cuenta vía electrónica o minimización de trámites, se permitio un monto máximo transaccional por mes de 3 SMLMV en las cuentas, que fue incrementado a 8 SMLMV con el último decreto 222 del 14 de febrero del 2020. El objetivo de la SEDPE sigue siendo a hoy, bancarizar la población que no tenía acceso a servicios financieros.

Muchos modelos de negocio han surgido basados en los resultados de los estudios realizados cuyo denominador común sigue siendo: la dificultad de acceso a estos servicios financieros debido a falta de educación financiera, ubicación geográfica remota, población afectada por la violencia, falta de ingresos y la creencia del individuo de asumir que el efectivo es sinónimo de bienestar. Al igual la desconfianza en las plataformas transaccionales juegan un papel importante en la decisión de convertirse en usuario de la SEDPE, bien sea por el factor generacional como la información compartida en estas plataformas.

Seis años han pasado y los retos tanto para el Estado, la SEDPE y el usuario siguen cobrando vigencia, aunque en distintas proporciones y en diferentes maneras. Sin duda, la población está más familiarizada con aplicaciones, información personal y financiera compartida, las opciones del mercado, la facilidad de

realizar transacciones en línea; accesibilidad a internet, integración del territorio colombiano, y el esfuerzo constante en realizar una educación financiera donde se identifiquen oportunidades de acceso al sistema financiero como la manera de mejora de calidad de vida y alternativas de mejores ingresos. Un ejemplo que cabe resaltar, son las madres cabezas de familia quienes al ser incorporadas al sistema financiero tienen un incremento sustancial de sus ingresos mejorando el estilo de vida de sus familias a través del ahorro y crédito, propiciando bienestar y crecimiento económico a su núcleo familiar y a comunidades enteras.

El Estado igualmente hoy enfrenta retos como la normatividad de soporte de las plataformas transaccionales y de servicios ajustables a una tendencia imparable de las nuevas generaciones que buscan la comodidad en su vida cotidiana. Igualmente, necesita tener los instrumentos necesarios para que el uso de tecnología impida prácticas de lavado de dinero o el llamado “pitufeo”; mal uso y robo de información, entre otras tantas amenazas legales, financieras y de mercado.

De otro lado la SEDPE enfrenta el desafío de generar confianza en el manejo y seguridad de la plataforma, el aplicativo como reemplazo de la oficina física, la diversidad al portafolio de productos y servicios accesibles al usuario y mantener un movimiento constante de sus cuentas en un ecosistema propicio. En todas las instancias se enfrenta un reto de transición generacional de quienes prefieren el uso del establecimiento físico, la aproximación personal con el cliente y el soporte tangible de los pagos realizados.

No cabe duda que la necesidad de disponer de productos y servicios financieros como pilar de mejora de la calidad de vida y el crecimiento económico del país han sentado a hablar a los diferentes actores protagonistas de este ecosistema, han trazado una hoja ruta interesante y prospectiva con el uso de tecnologías innovadoras y adaptivas, que en muchas ocasiones vienen de emprendimientos , centros de innovación, proyectándonos como un país clave de desarrollo aproximándonos a un ideal de hub tecnológico y financiero en Latinoamérica.

El ecosistema de la SEDPE, debe estar basado en un bienestar de generación de oportunidades constantes de crecimiento económico para los usuarios; con el soporte en una normatividad ajustable y dinámica que advierte cambios sin sacrificar la transparencia y buenas practicas. Por supuesto seguiremos viendo desafíos en cuanto a legislación financiera, soporte jurídico y el ajuste de todo un sistema interoperable a estas tecnologías innovadoras que más que resarcir una necesidad es una obligación con las tendencias mundiales que enfrentamos como país.

Existen varios retos para los actores involucrados en la inclusión financiera de nuestro país y es que la bancarización del individuo per se no es suficiente, es necesario que esa persona este activa en el sistema financiero, que use sus productos de manera regular y se comprometa con nuevos productos y servicios. La tasa de deserción de productos y servicios financieros es proporcional a la falta de educación financiera al usuario, a esto se le suman malas prácticas, economía informal, falta de normatividad adaptable a los retos que nos plantea la tendencia mundial.

*Miembro Dirección Emprendimiento 

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A propósito de la Justicia Social, la Felicidad y la Esperanza

Por: Manuel Eduardo Riaño

Hace menos de 13 años, el 26 de noviembre de 2007, la asamblea general de la ONU decidió declarar que el 20 de febrero de cada año se celebrara el Día Mundial de la Justicia Social. Esta misma asamblea decretó en el año 2012 que cada 20 de marzo se conmemorará el día Internacional de la Felicidad.

Con la conmemoración de la justicia social los Estados se comprometen a promover sistemas económicos basados en los principios de justicia, equidad, democracia, participación, transparencia e inclusión. Con la recordación de la segunda fecha, se hace consciencia de que la búsqueda de la felicidad es un objetivo humano fundamental, asociada al crecimiento económico que busque el bienestar de las personas. Además, para la ONU el desarrollo y la justicia social son indispensables para la consecución y el mantenimiento de la Paz en los países. Para este organismo, el desarrollo y la justicia social no pueden alcanzarse si no se respetan todos los derechos humanos y las libertades fundamentales.

A propósito del día mundial de la felicidad, el octavo reporte mundial de felicidad fue lanzado a finales del mes de marzo. Este reporte, realizado en 156 países, profundiza en cómo los entornos sociales, y naturales se combinan para impactar la felicidad. Además, establece que debemos dar más importancia a la felicidad y al bienestar para determinar cómo lograr el desarrollo social y económico. Desde el 2013, en el ranking anual de países, los cinco países nórdicos (Finlandia, Dinamarca, Noruega, Suecia e Islandia) han estado entre los diez primeros. Es más, estos países han ocupado los tres primeros lugares desde 2017. En general existe una clara tendencia a encontrar a los países nórdicos siempre en los primeros puestos mundiales en diferentes mediciones sobre el estado de la democracia, los derechos políticos, la falta de corrupción, la calidad de la educación, la confianza entre los ciudadanos, la seguridad, la cohesión social, la igualdad de género, la distribución equitativa de los ingresos, el índice de desarrollo humano o muchas otras mediciones globales. El resultado de su nivel de felicidad es una consecuencia lógica de estos factores y del verdadero desarrollo social que estos países han logrado para sus ciudadanos.

Estamos en plena situación de emergencia económica y de salud pública por lo que las celebraciones quedaron aplazadas, pero no así las reflexiones que nos surgen de estas dos fechas y este reporte coincidentes.

En medio de las compras de pánico y del aislamiento en la seguridad de casa, muchos se han preguntado por aquellos que no tienen donde resguardarse o no poseen recursos para aprovisionarse. Tal como lo expresa el secretario general de la ONU, António Guterres, uno de cada cinco trabajadores en el mundo todavía vive en pobreza moderada o extrema, las disparidades geográficas impiden el acceso al trabajo decente, muchos trabajadores enfrentan salarios estancados, prevalece la desigualdad de género y las personas no se benefician por igual del crecimiento económico. Estas desigualdades no solo debilitan la cohesión, la justicia social y

el bienestar humano, sino que impiden que los individuos desarrollen su potencial para ser más felices.

En Colombia la situación no difiere de ese diagnóstico general. La justicia social es un principio fundamental para la convivencia pacífica y próspera dentro los países. La persistencia de la inestabilidad bursátil y la emergencia de salud pública crea una mezcla propicia para agudizar la inseguridad financiera, la pobreza, la exclusión y la desigualdad, pero más que nada la incertidumbre en el seno de nuestra sociedad. La OMS estima en un escenario intermedio, con medidas adecuadas pero no radicales, que morirán este año cerca de medio millón de personas asociadas al virus. La OIT ha estimado por otro lado que alrededor de 25 millones de empleos se perderán debido a la pandemia. Esta situación debe no solo levantar alertas en los organismos de gobierno sino despertar nuestra solidaridad como comunidad.

Es un deber personal y comunal disminuir la indiferencia y el egoísmo que nos acompaña en nuestro día a día ante las realidades difíciles de muchas personas que nos rodean y nos sirven para que nuestra vida sea más fácil. Acá es donde cada quien desde su ser debe despertar su compasión y elevar la esperanza. Pero una esperanza no entendida como un deseo sino entendida como una acción sostenida para alcanzar un propósito. Acciones de personas que entiendan que el objetivo del liderazgo es la transformación y la evolución. Precisamente son estos líderes del país los que deben sacar su mejor versión. Más allá de los aprendizajes que nos deje la coyuntura, necesitamos que la esperanza de tener un país con personas felices sea un trabajo de política pública. Que la justicia social se vea en acciones de equidad, de participación, de transparencia y de inclusión. Que la esperanza para el desarrollo de Colombia incluya gobernantes que quieran hacer de su población más educada, más segura, más cohesionada.

La justicia social y el bienestar deben ser objetivos y aspiraciones universales en la vida de los seres humanos de todo el mundo. La justicia social y la felicidad están pues estrechamente relacionados. Simplemente sin justicia social no puede haber bienestar ni felicidad para nadie en este país. Una oportunidad hermosa para los liderazgos que florezcan de esta coyuntura.

*Miembro Dirección Emprendimiento

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