¡Regulemos Ya!

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Por: Pablo Corredor

El buen momento para regular el cabildeo en Colombia

Hasta hoy, hemos fracasado intentado regular el lobby o cabildeo en innumerables veces. El primero en proponerlo en este siglo fue el entonces senador Germán Vargas Lleras, quien presentó seis veces un proyecto de ley en esta dirección. Vargas no ha sido el único, que durante su paso por el Congreso de la República ha tomado esta bandera, también es importante resaltar la labor que hizo en esta materia el entonces senador Carlos Fernando Galán entre los años 2014 y 2018.

Pese a los muchos intentos existentes, esto ha sido una tarea titánica y esquiva y siempre que ha surgido la discusión, se destapan sectores opositores, no se presenta una real voluntad política de los gobiernos de turno y existe sin duda una oposición férrea de ciertos intereses que bien se pueden ver en cabilderos y congresistas que ven importante mantener su relación existente sin que un tercero regule o supervise esta situación.

Como se puede ver, el escenario nunca ha sido el propicio para adelantar y conseguir la regulación del cabildeo en Colombia. Sin embargo, existen una serie de razones que nos permite considerar que la regulación de esta práctica puede estar hoy más cerca que antes.

En primer lugar, la razón más fuerte para considerar que la regulación del lobby en Colombia puede ser finalmente una realidad, es la inclusión y aceptación de Colombia como país miembro en la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE). Hoy, 17 de los 37 países miembro de esta organización cuentan con regulación del lobby, y existe un auge en estandarizar la práctica que a principios de siglo solo había sido regulada por los Estados Unidos.

La OCDE en el 2011 publicó los diez principios esenciales para brindarle mayor transparencia e integridad a la actividad del cabildeo en sus países miembro, y esta entidad se ha encargado de promocionar la regulación del cabildeo, como eje necesario para el desarrollo de una economía justa, equitativa y transparente. Este mensaje de regulación ha sido entendido y acatado por diferentes países que hoy cuentan con una ley que regula y desarrolla la actividad del lobby, entre ellos están el Reino Unido, Alemania, Francia y Canadá, entre otros.

Con el ingreso de Colombia a esta Organización, el País entra a medirse con grandes potencias, y será comparado y clasificado de acuerdo con las mejores prácticas que implemente.

Uno de los informes y clasificaciones más importantes que esta entidad genera, es la Evaluación de Integridad Pública. Este es un informe que se realiza en cada uno de sus países miembro, y concluye con una serie de recomendaciones y una evaluación. Uno de los indicadores más importantes en dicho informe es la efectividad de la regulación del lobby en el país, pues esto garantiza que las decisiones que tanto el ejecutivo como legislativo tomen sean transparentes, permitiendo que los ciudadanos participen en su elaboración y al final se satisfagan la mayor cantidad de intereses.

Hoy, Colombia al no contar con esta regulación, se expone a que, en la Evaluación de Integridad, se concluya que Colombia no cumple o no acata con las recomendaciones que este órgano ha realizado sobre la materia.

En segundo lugar, actualmente nuestro entorno internacional es propicio para que Colombia se decante por expedir la regulación del lobby. Hoy contamos con ejemplos de regulación, en México, Perú, Chile y Argentina, así como discusiones en esta dirección en Ecuador, Uruguay y Paraguay. Es el momento para que Colombia aprenda y estudie estos casos para por fin, expedir una regulación efectiva.

En tercer y último lugar, Colombia cuenta con el compromiso del gobierno nacional de regular esta actividad. Debemos recordar que en el Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022, el presidente Iván Duque, se comprometió en presentar e impulsar ante el Congreso una iniciativa dirigida a cumplir con esta tarea.

Si bien, en el año 2018, por intermedio de los senadores Rodrigo Lara y José David Name, el gobierno nacional presentó una iniciativa en esta dirección, esta no contó con el verdadero respaldo del ejecutivo, pues para ese momento los intereses y prioridades del gobierno eran otros. Sin embargo, esperemos que exista coherencia entre lo prometido, así como nuestra entrada a la OCDE.

Los efectos negativos que genera esta práctica sin regulación son evidentes, solo hay que recordar la discusión generada en el Congreso con el famoso impuesto a las bebidas azucaradas, o para no ir tan lejos recordar la entrevista que el periodista Julio Sánchez Cristo hizo, el 5 de junio del presente año, al Ministro de Industria y Comercio, en donde se indagó sobre el posible lobby que la ANDI y otros sectores de la economía estaban realizando para influenciar el proyecto de ley 185 de 2019, conocido como “Pago en Plazos Justos”, con la intención de agregar un artículo en donde prevalecería el acuerdo entre privados antes que las disposiciones contempladas en esta iniciativa.

Por lo expuesto anteriormente desde mi postura quiero agradecer a la dirección de Asuntos Públicos y Buen Gobierno de AlCentro por ayudarme en poner este tema en el debate público e invitarlos a todos a entender que el momento de regular es YA. Sin embargo y para lograrlo se requiere más que argumentos y se necesita que de manera clara y contundente el gobierno nacional lo apoye para lograrlo.

*Miembro Dirección de Asuntos Públicos y Buen Gobierno

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Un consejo de seguridad potente.

Por: Juan Manuel Borráez

El 17 de junio de 2020, la Asamblea General de las Naciones Unidas realizó una jornada de elecciones, en donde se eligieron cinco nuevos miembros no permanentes del Consejo de Seguridad. Los deseados puestos fueron ganados por Irlanda y Noruega, mientras que Kenia y Yibuti competían por la representación africana, la cual fue destinada a Kenia. India no tenía rival alguno por la región Asia-Pacífico, al igual que México por Latinoamérica y el Caribe.

El Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas es el órgano más poderoso e influyente de la organización, el único que, en el marco del capítulo séptimo de la Carta de las Naciones Unidas, puede hacer efectivas por la fuerza sus decisiones y en el que de los quince miembros que lo componen, cinco lo hacen de manera permanente con derecho a vetar las decisiones y diez lo hacen de manera no permanente para periodos de dos años. 

Ser miembro del Consejo de Seguridad permite participar en la toma de decisiones en temas relacionados con la paz y seguridad internacionales, y más allá de la diferencia entre la membresía permanente y la no permanente, ningún miembro del Consejo es un actor de reparto, incluso hasta por los nueve votos necesarios para aprobar una resolución.

Quisiera resaltar la presencia de México. Más allá de toda consideración, es un actor regional y global de suma importancia, sin embargo, el Presidente Andrés Manuel López Obrador, ha procurado tener una línea aislacionista en los niveles, tanto personal, lo que le ha impedido relacionarse con otros mandatarios en reuniones de alto nivel, como de Estado, buscando extraer a México de debates globales y regionales en los que su presencia sería sumamente necesaria, insistiendo que la “mejor política exterior es la interior”.

Habrá que observar de qué lado se posiciona México en las disputas entre los Estados Unidos y la Federación Rusa, así como entre Estados Unidos y la R.P. China, si prefiere decantarse por su vecino y mayor socio a todo nivel, o por lo ideológico vinculándose más de cerca a rusos y chinos. Generan expectativas sus posiciones frente al tratamiento de la dictadura venezolana, tema de especial interés para la Latinoamérica, ya que sus consecuencias las han sufrido prácticamente todos los países de la región, en especial Colombia.

De igual manera, despierta interés la presencia de la India, el segundo país con mayor población del mundo y una potencia económica, militar y política en la región asiática, más cuando en las últimas semanas ha habido una serie de escaramuzas en su frontera con la R.P. China (Valle de Galwan), la cual se encuentra en constante disputa desde la Guerra Sino – India de 1962, terminando con un enfrentamiento directo el 15 de junio en donde fallecieron veinte militares de la India. Esperaría que se alineara con las potencias occidentales del Consejo de Seguridad, para servir de dique de contención al avance internacional chino.

La llegada de dos grandes potencias regionales al Consejo de Seguridad, como la India y México, sumándose a Alemania, así como a la máxima potencia africana, Sudáfrica, quienes hoy fungen como miembros no permanentes, convertirá al Consejo en un escenario más, pero creo el más importante, en donde seguirán las disputas geopolíticas actuales. Solo para recordar, Xi Jinping, Donald Trump, Boris Johnson y Vladimir Putin, son los líderes de cuatro de los cinco miembros permanentes.

No debe dejarse a un lado la presencia de Noruega. El país nórdico, al no ser parte de la Unión Europea, cumplirá un papel de independencia que servirá de contrapeso a los diferentes actores enfrentados entre sí. Igualmente, su experiencia como mediador en diferentes conflictos armados (entre ellos el Proceso de Paz colombiano), le harán tener un peso importante durante los dos próximos años en el Consejo de Seguridad.

Las Naciones Unidas, y en particular el Consejo de Seguridad, nacieron para que no se repitieran las guerras entre estados. No obstante, al día de hoy los conflictos armados han tomado otra dimensión en las que confluyen actores estatales como no estatales, esto hace que sea más complicado dirimir responsabilidades y que las treguas sean muy complicadas de sostener. A este cambio que en los últimos años han tenido los conflictos, hoy es claro que han surgido otros importantes desafíos a la Paz y Seguridad internacionales que exigen un Consejo a la altura de estos.

En ese sentido, el Consejo de Seguridad deberá dar respuesta a situaciones como el cambio climático, el cual debido al grave deterioro del medio ambiente, incluso se ha convertido en una amenaza para la existencia de diferentes países. Asimismo, hoy observamos como el Covid 19 y las consecuencias económicas del mismo, han incrementado y profundizado las agitaciones sociales en muchos lugares, instalando a las crisis sanitarias como grandes riesgos para la seguridad internacional.

Para finalizar, la Comunidad Internacional deberá promover propuestas de reforma a los métodos de trabajo y de toma de decisión en el Consejo en especial al veto, para evitar que las disputas geopolíticas entre los diferentes miembros, inmovilicen el actuar del organismo cuando más se necesita, y así se puedan evitar violaciones a los DD.HH, así como poder actuar ante los nuevos desafíos globales.

*Miembro Dirección de Seguridad y Justicia

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¿Qué dice la OCDE sobre el futuro de la economía global?

Sebastián Trujillo, Director de Asuntos OCDE y Economía Internacional , realiza en esta video columna un panorama de la economía global post COVID-19 basándose en los últimos informes de esta organización internacional.

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La región metropolitana: innovación para la integración.

Por: Manuel González

El Congreso de la República aprobó mayoritariamente la semana pasada el Proyecto de Acto Legislativo que modifica el artículo 325 de la Constitución Política de Colombia, posibilitando la creación de una figura institucional nueva para la asociatividad territorial en el centro del país: la Región Metropolitana Bogotá-Cundinamarca.

Después de más de 25 años de esfuerzos, Bogotá, el departamento de Cundinamarca, y sus municipios empiezan finalmente a construir la institucionalidad, tan necesaria, para enfrentar con eficacia los desafíos comunes que afectan a toda la región: congestión, polución, inseguridad, ocupación desbordada del territorio, saturación del sistema de basuras, destrucción de la naturaleza, acceso desigual a educación y empleo,  encarecimiento de la vivienda y los servicios públicos, entre otros, son todos aspectos que deterioran la calidad de vida de los ciudadanos de Bogotá y Cundinamarca, y que no podrán resolverse si municipios y capital siguen operando de manera aislada.

Una quinta parte de los habitantes del país viven entre Bogotá (7.1 millones) y Cundinamarca (2.8 millones)[1], que juntas suman la población de Suecia o de Portugal. Además, son el motor económico de Colombia con casi un tercio de la economía nacional[2], nivel equiparable al de Ecuador o Puerto Rico. Bogotá es tan densa como Delhi o Jakarta[3] y está entre las cinco metrópolis de América Latina más atractivas para hacer negocios.[4] Según estimaciones del BID[5] y Naciones Unidas[6], Bogotá región ya hará parte del club de Megaciudades del mundo en la nueva década. De allí, la inminencia de adaptar sus instituciones, de modernizar los mecánismos de asociatividad, y de equipar a los gobiernos sub-nacionales con las capacidades necesarias para resolver los grandes retos que depara el futuro.

Esta victoria legislativa es el primer gran paso hacia la construcción de una mejor gobernanza ­–colaborativa, eficiente e inclusiva– para la Región Capital. Es el resultado de un ambicioso proceso de concertación que iniciaron sus ponentes hace más de dos años, y cuyo éxito solo demuestra una sabia y buena manera de hacer políticas públicas:

  • Se propició un debate técnicamente bien informado. Los estudios sobre sistemas de ciudades del Banco Mundial y Planeación Nacional (DNP); los múltiples diagnósticos regionales de la Cámara de Comercio de Bogotá y la Secretaría Distrital de Planeación; la propuesta de una nueva asociatividad de ProBogotá Región; el análisis de interdependencia municipal del BID; y el estudio de huella urbana de la firma IDOM, entre muchos otros, pusieron a disposición de todos los interesados un diagnóstico riguroso de la Región Capital, y propiciaron una discusión sólida, veraz, basada en la evidencia y no en las pasiones.
  • Se planteó un diálogo con altura, innovador e inclusivo. En todos los debates parlamentarios y foros fuera del Congreso, los ponentes destacaron la prevalencia de los principios de autonomía municipal, equidad territorial, e interdependencia, lo que permitió enmarcar la negociación en un ámbito de entendimiento, donde todas las entidades territoriales y demás agentes involucrados, pudieran encontrar su lugar. Prueba de ello, la idea innovadora de pasar de un esquema de área metropolitana –exclusiva para Bogotá y sus vecinos inmediatos– a un modelo de región metropolitana más abierto –donde caben el departamento, sus municipios y la ciudad capital–.
  • Se supo leer el entorno y aprovechar la coyuntura positivamente. Eventos históricos, polémicos y hasta simbólicos reactivaron la urgencia de hablar nuevamente sobre la integración regional: la urbanización acelerada de la sabana, y en particular de Soacha que se consolida como la sexta ciudad más poblada del país[7]; los escándalos de corrupción sobre modificaciones ilegales a los planes de ordenamiento territorial[8] en la sabana; la adjudicación de importantes obras de infraestructura en transporte, como el Metro de Bogotá y el RegioTram de Occidente; y hasta la realización de sesiones conjuntas entre el Consejo de Bogotá y la Asamblea Departamental ambientaron el debate para que la ciudad-región regresara al centro de la agenda pública después de años de ausencia.
  • Se cambió el tono de la conversación. Las nuevas autoridades locales dejaron atrás la retórica inútil de arrogancia y anexión, y supieron remplazarlas por narrativas de confianza y colaboración. Atrás quedaron los discursos culposos enfocados en las asimetrías fiscales o en el acceso desigual a recursos tan vitales como el agua entre Bogotá y los municipios de Cundinamarca. Los nuevos protagonistas están logrando cambiar la lógica soberbia de la absorción, por una más solidaria de integración en su manera de entender el desarrollo de la Región Capital.
  • Se impone una visión de largo plazo. Hablar de región es mucho más visionario que hablar de urbe. Durante la celebración de los cinco años de ProBogotá Región, sus asistentes insistieron fervorosamente en la necesidad de pensar la ciudad con una visión de largo plazo a la que llamaron ‘Bogotá 2051’. Ese espíritu solo persiste si se obra pensando en metas grandes y audaces: por ejemplo, conectar a la Región Capital con el Mar Caribe haciendo navegable el Río Magdalena; o conectarla mejor con el mundo construyendo el segundo terminal del Aeropuerto El Dorado; proponiéndose descontaminar el Río Bogotá; recuperando los corredores ecológicos y cuidando el Páramo de Sumapaz; articulando la prosperidad económica de la sabana con el uso responsable de sus recursos naturales; formando la fuerza laboral mejor calificada del país; y redistribuyendo bienestar entre los territorios menos favorecidos.

Sin duda alguna, aún quedan varias preocupaciones válidas y preguntas sin resolver: ¿Quiénes serán los miembros de esa Región Metropolitana? ¿Cuánto poder tendrá el Gerente que administrará el nuevo esquema? ¿Qué mecánismo de gobernanza adoptará el Consejo Regional? ¿Cómo y quiénes financiarán los proyectos? Los debates que vienen para la promulgación de la Ley Orgánica serán álgidos y extensos. Sin embargo, esta reforma constitucional marca un hito histórico no solo por ser la primera en ser aprobada de manera virtual, sino porque alza las banderas de la descentralización y despeja el camino para seguir avanzando hacia la regionalización de Colombia.

*Disclaimer: Las opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan necesariamente la posición oficial de éste portal o de su empleador.

 

[1] DANE, Censo 2018

[2] DANE, PIB por departamento Base 2015.

[3] Metropolis Observatory and LSE Cities, 2018.

[4] Cámara de Comercio de Bogotá, Balance de la Economía de la Región Bogotá-Cundinamarca 2018

[5] Banco Interamericano de Desarrollo, Voces Emergentes: Percepciones sobre la Calidad de Vida Urbana en América Latina y el Caribe, 2016.

[6] Departamento de Asuntos Económicos y Sociales de las Naciones Unidas (UNDESA), World Urbanization Prospects 2018

[7] Probogotá Región, Seis prioridades para Bogotá Región, 2018

[8] Revista Semana, El Escándalo de los POT ‘mágicos’, 2017

*Director de Gobernanza Metropolitana

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Nuestras Masculinidades

Por: Jorge Luis Gil

Muchos aspectos de nuestras vidas se dan por sentados desde que nacemos. En el caso de los hombres, por ejemplo, se asume que debemos procesar nuestras emociones de forma discreta y privada, en otras palabras, minimizarlas. O que debemos asumir ciertos roles en la sociedad como protectores o defensores. Al no analizar crítica e introspectivamente esta situación, aceptamos construir un camino seguro pero ciego sobre el cual echamos a andar nuestras relaciones personales.

Pensar nuestra masculinidad es tocar las fibras más sensibles de nuestro ser social, pues solo con realizar este ejercicio mental ponemos en tela de juicio las estructuras “sólidas y fuertes” que nos brindan los privilegios que ganamos por el simple hecho de ser hombres. Es decir, al preguntarnos qué significa ser hombres ponemos en duda nuestra masculinidad.

El ejercicio crítico, entonces, se convierte en un acto arriesgado en el que nos veremos enfrentados a nuestro propio reflejo, empezando por la pregunta más simple pero también más compleja: ¿Qué es ser un hombre? Al intentar dar respuesta a este cuestionamiento, los prejuicios sobre la masculinidad empiezan a moldear unas características físicas y comportamentales que se asignan al deber ser de un hombre, tales como: un hombre tiene pene, tiene que ser fuerte, tiene que limitar al máximo la emotividad, tiene que ser valiente, tiene que ser heterosexual, tiene que ser el proveedor del hogar y, sobre todo tiene, que ser poderoso, en cualquier ámbito del contexto social. Estas características, en parte, es lo que se conoce como masculinidad hegemónica.

¿Qué pasa si un hombre no cumple con estás condiciones? ¿Deja de ser hombre?  ¿Se convierten en un mal hombre? La respuesta, por supuesto, es no, porque ser hombre es mucho más complejo que una lista de atributos físicos y de comportamiento. Ser hombre es una identidad, que si bien se construye subjetivamente, está ligada a la cultura, la política y la geografía de una sociedad en un tiempo específico. Así que para entender nuestras masculinidades y por ende nuestras hombrías debemos analizar el cómo aprendimos a ser hombres y en qué contexto.

Si bien la masculinidad hegemónica está presente en todos los aspectos de la vida social, hay atributos de la misma que son más evidentes en ciertos contextos sociales, por ejemplo, la figura de proveedor del hogar es mucho más importante y realizable en los sectores rurales que en los sectores urbanos. Si empezamos a reconocer los distintos contextos en los que vivimos, descubrimos que es imposible cumplir con las expectativas de la masculinidad hegemónica: no todos los hombres tienen pene, no todos los hombres son proveedores del hogar, no todos los hombres son heterosexuales y no todos los hombres ejercen poder para dominar a las mujeres.

Pensar nuestra masculinidad no solo tiene que reconocer la diversidad entre nosotros, sino que tiene que romper el molde hegemónico y echar abajo el común denominador machista que nos impide construir una sociedad con justicia social. Por más difícil que sea, el análisis crítico nos servirá como una herramienta para cuestionar la manera en que construimos y aprendemos nuestras masculinidades, así como para reconocer qué tipo de hombre somos y si nuestra masculinidad es tóxica o por el contrario contribuye a la construcción de una sociedad equitativa e igualitaria.

*Miembro Dirección de Género y Equidad

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La nueva estrategia de erradicación de cultivos ilícitos: una amenaza a la implementación de los Acuerdos de Paz

Por: Luis Felipe Ayala

Frente al debate que no parece terminar en cuanto a la forma como se debe abordar el tema de erradicación de cultivos ilícitos, principalmente en los territorios más afectados por el conflicto, el Gobierno Nacional insiste en el uso de la erradicación forzada como complemento al Programa Nacional Integral de Sustitución de cultivos ilícitos (PNIS) y presiona por retomar las aspersiones con glifosato. En contra parte, los campesinos han manifestado reiteradamente su descontento con la implementación del PNIS, el uso de la erradicación forzada y además, su preocupación ante la intención del Gobierno Nacional de volver a utilizar las aspersiones con herbicida, lo cual va en contravía de las sentencias de la Corte Constitucional en cuanto a este tema. Se convierte entonces en un tema preocupante, más aún cuando en plena crisis por la pandemia del COVID 19, se sigue realizando la implementación de PNIS con un fuerte componente en erradicación forzada, arrebatándole el sustento a muchos campesinos a quienes aún no se les cumple lo pactado.

El Gobierno Nacional ha manifestado su compromiso en el cumplimiento del Punto 4 del Acuerdo de Paz, principalmente con la implementación del PNIS, en el cual se busca ofrecer oportunidades de desarrollo socioeconómico alternativo a través de la erradicación voluntaria; también ha incentivado proyectos de otros productos a través de la presencia institucional del Estado mediante un mecanismo de construcción conjunta y participativa; sin embargo, en los territorios se han evidenciado confrontaciones entre las comunidades campesinas y la fuerza pública que lleva a cabo trabajos de erradicación forzada. Esto en gran parte debido a la falta de armonización entre los programas de erradicación forzada y de sustitución voluntaria. Parece que la estrategia del uso de ambas como complemento, con el objetivo de tener una mayor cantidad de áreas erradicadas, termina siendo contraproducente, especialmente frente al hecho de que se ha realizado erradicación forzada en zonas donde previamente se había acordado la erradicación manual. 

Un componente fundamental en el PNIS es la construcción comunitaria, participativa y concertada para la transformación integral del desarrollo. Sin embargo, es evidente la poca participación que están teniendo las comunidades y los campesinos en el momento que llega la fuerza pública, muchas veces con el ESMAD, a realizar los programas de erradicación forzada en sus territorios por ordenes ejecutivas. Si bien la participación directa de las comunidades afectadas por el conflicto es un principio defendido transversalmente en todo el Acuerdo de Paz, a este acontecimiento de baja participación se le suman varios casos de familias expulsadas del PNIS, 2.097 familias en estado de suspensión y, 2.806 familias que aún no han sido atendidas. Estas familias se encuentran en condiciones altamente vulnerables al ser este el único medio de sustento que tenían, además de por supuesto, presentar una vulneración de sus derechos fundamentales. Adicionalmente, los pocos espacios de interlocución directa entre comunidades y Gobierno Nacional agravan la situación, debido a que estos fueron llenados por varias organizaciones y Juntas de Acción Comunal, que además han tenido varios problemas de transparencia.

Uno de los lugares en los que se han registrado enfrentamientos entre la fuerza pública y los campesinos es la zona del Guayabero ubicado entre el Meta y Caquetá. Varios medios han registrado como estas disputas han generado varios heridos y parecen estar lejos de mostrar voluntad de diálogo con los campesinos que se oponen a los programas de erradicación forzada en la zona. Las Fuerzas Militares señalan, a través de un comunicado de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega, que la población puede estar siendo obligada por las disidencias de las FARC a oponerse a las labores de erradicación en la zona. Dicho comunicado muestra un desconocimiento o un desinterés para entender la situación en la que viven muchos campesinos en el país. La resiembra de coca se esta presentando, entre otros factores, porque esta sigue representando para muchas familias campesinas el principal medio de subsistencia. 

Por otro lado, la insistencia del Gobierno Nacional en retomar las aspersiones de glifosato como estrategia complementaria en la erradicación de cultivos ilícitos, pareciera ser no más que un capricho por revivir las épocas del Plan Colombia que inició con el ex presidente Pastrana y se intensificó durante los dos periodos del ex presidente Uribe. No obstante, es importante recordar que estas protecciones van en contra de la jurisprudencia constituida por la Corte Constitucional mediante fallos de tutela a favor de comunidades étnicas y campesinas afectadas directamente por el uso de aspersiones con glifosato. Al ser concebido como un producto tóxico que afecta directamente a los cultivos lícitos, de pancoger, a la salud, al medio ambiente y en general, al entorno de las comunidades, se debe realizar de manera obligatoria una consulta previa con las comunidades étnicas. 

Tal como se ha expuesto anteriormente, la estrategia que ha venido implementando el Gobierno Nacional en la lucha contra los cultivos ilícitos va en posición contraria a lo pactado en el Acuerdo de Paz, específicamente con el PNIS del Punto 4 del Acuerdo. Como bien se sabe, el gobierno se ha ufanado al mostrar como resultado un cumplimiento del 95% de la erradicación voluntaria según el ultimo informe de la UNODC, pero esta estadística no se compadece con la situación de inconformidad que están viviendo los campesinos. El PNIS además de ser un programa que tiene como objetivo erradicar cultivos ilícitos, también pretende brindarles la oportunidad a familias campesinas de pasar a la legalidad con productos lícitos mediante un enfoque alternativo y no punitivo o de criminalización a los cultivadores. A pesar de esto, la persistencia en usar la erradicación y presionar para reutilizar las aspersiones con glifosato muestra el nuevo enfoque que el gobierno actual le ha dado a la estrategia de erradicación de cultivos ilícitos, completamente opuesta al enfoque de participación directa y de salud publica que se establece en los Acuerdos de Paz.

De esta forma, cabe considerar que los problemas que se han venido presentando con la implementación del PNIS por parte del gobierno no pueden ser ocultados o disimulados con cifras que muestren las áreas erradicadas o sumas de dinero entregado a familias campesinas. La sustitución voluntaria establecida en los Acuerdos de Paz requiere de un mensaje político de respaldo por parte del gobierno nacional, donde se privilegien enfoques alternativos y de salud pública y no un enfoque punitivo o criminal. ¿Por qué la insistencia en perseguir al campesinado, el cual representa el último eslabón en el negocio del narcotráfico? ¿Es realmente efectivo atacar el cultivo de coca con una demanda internacional constante del estupefaciente? 

Es necesario que se reconozca al campesinado como población vulnerable bajo dinámicas de economías ilegales y no como un actor criminal. Mientras no se entienda que el PNIS y en general todo el Acuerdo de Paz requiere presencia estatal en los territorios asistiendo con más bienes y servicios públicos, junto con gobernanza comunitaria, la implementación de los Acuerdos de Paz seguirá en amenaza.

Por último, es importante aclarar que al mencionar la necesidad de ejercer presencia estatal, no se hace referencia a llevar fuerza pública para hacer cumplir los programas de erradicación forzada, sino llevar a estas regiones afectadas por el conflicto mejores condiciones de vida dentro del marco de la legalidad. De esta forma se logra disminuir la probabilidad de resiembra ilícita y reconstruir las comunidades con posibilidades reales de vida digna rural. 

*Miembro Dirección de Construcción de Paz

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