María Ángela Sálazar: semblanza de una mujer que es como un árbol de mucha sombra.

María Ángela Sálazar: semblanza de una mujer que es como un árbol de mucha sombra.

Por: Carlos Orlas

Primero fue la mujer luchadora y sonriente, la Mamá grande, la Mamá negra en el poema de Jaime Jaramillo Escobar. Luego fue el ser sensble y crítico, vibrando con una obra de La Barca de los Locos, Más y Menos, en la Universidad Eafit en la fase preparatoria de la Comisión de la Verdad. Desde allí, con esa potencia hermanadora del teatro, quedamos de amigos.

Dentro de la Comisión, esta mujer tenía el magnetismo que hace que uno la quiera abrazar, es la memoria de su capacidad para dar y recibir afecto. Inspira mucho la sencillez de su ser anónimo, colectivo y cotidiano.

“Usted sí sabe quién soy yo”

Era afrocolombiana, de Tadó (Chocó), fue miembro de la Junta de Acción Comunal del

Barrio Obrero y del Comité de la Mujer desde 1996 hasta 2006. Su trabajo se concentró principalmente en mejorar los derechos de los trabajadores de las bananeras en Urabá, que incluye alfabetizar a los trabajadores niños y niñas de la ciudad.  Cofundadora de la Casa de la Mujer en Apartadó, formada en 1996.

 

También fue cofundadora de la Asociación de Mujeres de Apartadó en el año 2000 y de la Red de Mujeres de Urabá en 2001. Ha sido representante nacional en la Iniciativa de Mujeres por la Paz (IMP) desde 2001, cofundadora de la Red de Mujeres Públicas en 2005 y en 2006 se posesionó como coordinadora y vocera voluntaria de la Mesa Departamental de Víctimas del Conflicto Armado de Antioquia, en donde se encargó específicamente del trabajo con víctimas en la región del Urabá.

 

También se desempeñó como Coordinadora Política de Antioquia para IMP y voluntaria del Programa de Desarrollo y Paz Córdoba–Urabá–Darién. Ha trabajado por la búsqueda de la paz y la justicia, documentando directamente 550 casos, principalmente de mujeres víctimas de las Autodefensas en Urabá, Córdoba y Chocó. En la Comisión era como un cernidor: integraba lo afro, lo campesino, la mujer rural desde abajo, desde su historicidad concreta, desde su lucha por la dignidad comuntaria.

Esta mujer es el poema

Y así termina el poema de Jaime Jaramillo (1985) con el que le quiero cantar a la Negra Ángela que nos sonríe como un ángel desde el cielo:

Mamá negra era un trozo de cosa dura, untada de risa por fuera.

Mi taita dijo que cuando muriera

iba a hacer una canoa con ella.

Es el poema porque su palabra es una alquimia del verbo, su gesto  amplio como su cuerpo, como su amor, como su gracia. Se nos fue un pilar de la Comisión, un envión a lo periférico de la verdad, lo que está al margen y oculto en medio de lo que Aníbal Quijano llama la colonialidad del poder: la mujer negra, indígena y campesina con su ancestralidad y sus repertorios de resistencias a la dominación capitalista y patriarcal.

Ángela decía con palabra y gesto que la verdad es un hueso al que hay que meterle carne, y esa analogía dice mucho sobre el propósito de su misión en la Comisión: untarla de pueblo y camino y barro y tierra. Si la asociamos a una imagen ella es una tambora dándole ritmo y pálpito al canto negro, mestizo y campesino.

 A la comisionada, que en paz descance, la encontré en Bogotá en marzo, antes del aislamiento por Covid-19, en un encuentro de comisionadas en otros procesos de paz de varios países. Y pensé intuitivamente en su tierra, en que recorría la ciudad tan fresca y encantadora como lo debió ser en su barrio de calles empolvadas, donde murió junto a su gente. Me sorprendió ver el nivel de argumentación que alcanzó en la Comisión, aprendiendo y enseñando, aplicando el ver, oír y sentir del Viaje a Pie de Fernando Gonzáles por la Colombia profunda y sus comunidades. Su sencillez le hacía a uno sentir que la verdad era eso: escuchar a las comunidades con amor, con pasión, con fruición  y responsabilidad histórica.

 La imagen de ella la sigue pintando Escobar (1985) en estos versos del poema Mamá Negra:

Su pescuezo largo para dar gritos de colores con las guacamayas,

para hablar alto entre las vecinas,

para ahogar la pena,

y para besar a su negro, que era alto hasta el techo.

Su pescuezo flexible para mover la cabeza en los bailes,

para reír en las bodas.

Y para lucir la sombrilla y para lucir el habla.

¡Que falta nos haces con esa sonrisa tan basta! También recuerdo esa forma de abrazar tan sanadora, reconociendo siempre en las comunidades su potencia creadora y su capacidad de sembrar paz. Eres ya una estrella que nos mira y nos cuida desde el cielo. Una estrella no, una constelación, ese tejido primordial para enseñarnos a hacer y decir verdad. 

Colombia te extraña, te celebra y te canta en la memoria donde sí que te supiste incrustar. Te amamos Ángela Aire, Ángela Tierra, Ángela Serpiente, India, Negra, Mulata. Tu vida es tu obra y por eso estas letras a manera de homenaje que perdure en los rincones de cada territorio que pisaste y en ese intrincado terreno de la memoria colectiva.

*Miembro Dirección de Construcción de Paz

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Proyectos energéticos: Estrategia de reactivación económica

Por: Javier León

Bien lo resaltaba el profesor Carlos Gustavo Cano[i] en clase de Análisis de Entorno Económico, cuando mencionaba los Tres ejes a saber: “la contraciclicidad, la anticipación y la comunicación.”

  • Contraciclidad: Es necesario ir un paso adelante de la corriente, con el objeto de mitigar impactos por variaciones del ciclo económico.
  • Anticipación: No actuar a tiempo y reaccionar tardíamente constituyen las más graves amenazas contra la economía y de la sociedad.
  • Comunicación: Es vital mantener un flujo de información directo y transparente con todos los involucrados, partiendo de un ejercicio pedagógico que permita controlar las expectativas y mantenerlas en la realidad.

Basado en estos conceptos que permanecen en mí y en posteriores discusiones sobre esta enseñanza, plasmo en esta columna algunas ideas de cómo las inversiones en proyectos energéticos potencializan la reactivación económica del país. Unas a corto plazo, de acuerdo con las inyecciones financieras que sean necesarias en cada uno de los eslabones de la cadena de valor; y otras a mediano plazo que respalden las necesidades energéticas, fiscales y sociales hacia una transición energética, basada en el beneficio económico y ambiental. Es cierto, no existe un solo camino, se debe lograr un modelo integral, como ya hemos abordado en pasadas columnas.

De acuerdo al objetivo propuesto, de aumentar la cobertura eléctrica, es justo trabajar analizando la demanda, con el fin de comprender su distribución geográfica y cantidad, a la vez de implementar talleres de eficiencia energética. Luego, se hace necesario estructurar las inversiones requeridas con la meta puesta en suplir esa demanda proyectada. Por tanto, en el diseño de fuentes de generación deberán prevalecer las propuestas que minimicen el impacto al medio ambiente, haciéndose prioritario abanderar energías renovables, la construcción de parques eólicos y solares.

Con la intención de ejecutar estas inversiones, es fundamental la atracción de capital financiero, doméstico e internacional, estructurando proyectos, de acuerdo a los requisitos de la banca internacional de desarrollo y a iniciativas que giran alrededor del Tratado de Paris, del cual Colombia hace parte. Indudablemente en el mundo hay una gran cantidad de dinero esperando a ser utilizado para mitigar el impacto del cambio climático, hace falta atraerlo y volverlo útil en el desarrollo de esta nación.

Por otro lado, para poder aumentar y mantener la producción de petróleo y gas, es relevante trabajar a corto plazo, logrando eficiencia operativa y financiera en la cadena de valor de exploración, producción, transporte, refinación y comercialización, teniendo a Ecopetrol como ente ejecutor y a la Agencia Nacional de Hidrocarburos – ANH como ente rector.

Es importante trabajar, en paralelo, en nuevos descubrimientos, en búsqueda de aumentar la vida media de las reservas y por igual, no descuidar o perder los niveles de producción en campos maduros.

Con la mirada puesta en atraer mayor cantidad de inversionistas, es requisito ofrecer rentabilidad sobre sus capitales empleados, reducir los costos de operación, transporte y energía, así como mejorar los tiempos invertidos en los procesos de consulta previa para la consecución de licencias sociales y ambientales.

Se debe continuar trabajando en los yacimientos no convencionales (YNC), dando inicio a las pruebas piloto de Fracking; en simultánea es vital complementar el estudio presentado por el Comité de Expertos, con el objeto de lograr un análisis de exploración, explotación y abandono, el cual derive en un completo compendio y entendimiento de los riesgos. Hay que señalar que, en algunos puntos del estudio mencionado, se exponen dificultades y opciones de mejora, las cuales no son exclusivas de los YNC, sino que corresponden a la industria en general, por lo que esta tecnología no debería ser castigada.

En concordancia con el crecimiento sostenible, que se propone el país, se requiere de tecnología que permita disminuir las emisiones de gases efecto invernadero, ajustada ésta a los estándares internacionales y que las refinerías entreguen productos que vayan de acuerdo a la nueva normatividad, siendo así más competitivos en el mercado. De hecho, algunos compradores ya están analizando no sólo el producto refinado o crudo que se vende, sino el proceso aprovechado para su obtención, lo cual está determinando alianzas y beneficios en contratos.

Ahora bien, existe un beneficio potencial sí se aprovecha el conocimiento de la comunidad, de cada zona de influencia de los proyectos, lo cual redunda en la detección temprana de posibles conflictos, aumentando así la legitimidad de las decisiones acordadas. Ello se logra basándose en un modelo de educación participativo, talleres personalizados y un seguimiento riguroso.[ii]

Esta reflexión se escribió asociando conceptos de la premisa “Producir Conservando y Conservar Produciendo”, la cual hace parte del Pacto por la Sostenibilidad del Plan Nacional de Desarrollo 2018-2022. En consecuencia, se concluye que para lograr los objetivos de una reactivación económica y, al tiempo, no desatender la finalidad propuesta de fortalecer la respuesta a la amenaza del cambio climático, se deben aumentar los estándares sociales, técnicos y ambientales, en garantía de un desarrollo energético integral.

Los proyectos de desarrollo integral energético hacen parte de las muchas estrategias que son obligación acelerar hacia una verdadera reactivación de la economía de una forma resiliente y sostenible. Debemos balancear los beneficios económicos de la industria minero energética con un crecimiento basado en energías renovables, siempre enfocando esfuerzos en eficiencia energética y disminución de la demanda.

 

[i] Profesor Carlos Gustavo Cano, Exministro de Agricultura, Excodirector del Banco de la República, Profesor de Maestría de Finanzas Corporativas en el CESA.

[ii] Bonilla, D., & León, J. (2018). Gestión Participativa de Recursos. PRM – Columbia SIPA, New York.

 

*Miembro Dirección de Transformación Energética

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Pronunciamiento sobre los hechos ocurridos el 09 y 10 de Septiembre

Pronunciamiento sobre los hechos ocurridos el 09 y 10 de Septiembre

#ElCentroExigeNoMásViolencia Frente a los hechos violentos ocurridos el 09 y 10 de Septiembre en Bogotá y otras ciudades del país. David Luna se pronuncia al respecto:

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El Covid-19, una oportunidad para ser felices y vivir en la ciudad de los sueños

Por: Ernesto Forero

En el presente artículo analizaremos cómo el Covid-19 ha obligado a los profesionales a cambiar la forma en que prestan sus servicios y cómo este cambio permitirá a las personas vivir en la ciudad de sus sueños. Así mismo, mencionaremos cómo esta posibilidad representa una oportunidad para las ciudades, la cual obliga a las administraciones locales a implementar estrategias para su materialización.  

Antes del Covid-19, la prestación de servicios tenía una importante dependencia en el contacto físico entre proveedores y clientes. Una reunión, un café, un trago, un estrechón de manos, una palmada en la espalda, una mirada a los ojos, eran indispensables para ofrecer y contratar los servicios de un profesional. No quiere decir que antes del Covid-19 no existiera algún tipo de virtualidad en la relación proveedor/cliente, claro que la había. Todos habíamos utilizado algún sistema de videoconferencias antes. Sin embargo, no existía el convencimiento real de la virtualidad como estrategia para un crecimiento comercial.

La virtualidad en la prestación de servicios antes de la pandemia se veía todavía lejana. Inminente sí, pero lejana. El Covid-19 desvirtuó esa lejanía, y lo que iba a ser, hoy ya es. En la actualidad, la mayoría de los profesionales (por no decir todos) están prestando sus servicios desde la distancia, reemplazando el contacto físico por el contacto virtual, superando así esa vieja dependencia en lo físico. Hoy las personas pueden prestar servicios y atacar mercados en ciudades distintas al de su residencia desde la comodidad de su estudio u oficina.

Esta situación ha empezado a redibujar la relación entre las personas y la ciudad de su residencia. Antes del Covid-19, la mayoría de las personas escogían la ciudad de su residencia basados en un aspecto meramente profesional o laboral. Las personas decidían vivir en determinada ciudad porque allí estaban las oficinas de la empresa empleadora, de su clientela, o del negocio familiar. Salvo el caso de las poblaciones flotantes propias de las ciudades turísticas, la presencia física de una persona en una ciudad dependía de un elemento laboral o profesional.

Gracias a la virtualidad impuesta a la fuerza por la pandemia, las personas podrán escoger el lugar de residencia con base en criterios distintos al laboral o profesional. Ahora las personas podrán vivir en el lugar que los haga felices. Al haber eliminado el contacto físico como requisito sine qua non para ofrecer o prestar servicios profesionales, nada impide a una persona prestar sus servicios a un cliente ubicado en Manizales, encontrándose físicamente en La Guajira, en Santa Marta o en Barú. Su cotidianidad puede incluir actividades que lo llenen de felicidad. La conexión que existía entre las personas y las ciudades de residencia podrá estar hecha de un material distinto al profesional. Las personas podrán vivir en el lugar de sus sueños sin que ello implique renunciar a sus metas profesionales.

Es revolucionario. ¿No?

Esta nueva realidad representa una oportunidad muy interesante para todos los profesionales, naturalmente; pero también se presenta como una gran oportunidad para las ciudades, especialmente para aquellas que por sus condiciones naturales tienen vocación de ser consideradas como lugares de residencia permanente. Ciudades pequeñas y medianas con poca actividad industrial y/o comercial pueden resultar siendo destinos predilectos de ejecutivos y profesionales que antes del Covid-19 solo podían conformarse con visitarlas unas pocas semanas al año. Esta potencial fuga de profesionales (y sus familias) hacia ciudades pequeñas y medianas se presenta como una oportunidad para insertar en sus respectivas economías a un nuevo segmento de la población con buen nivel de ingresos y buena capacidad de gasto, que demandará bienes y servicios.   

Ni los Planes de Ordenamiento Territoriales ni los Planes de Desarrollo pre-Covid podrían haber previsto esta posibilidad. Pero una vez identificada, no pueden desconocerla. Es deber de todos los gobiernos regionales, e incluso del Gobierno Nacional, adelantar metodologías tendientes a identificar potencialidades como ciudades-residencia y diseñar estrategias para materializarlas.

Si bien esta oportunidad es nueva para nuestras ciudades, existen muchos ejemplos de estrategias implementadas por distintos gobiernos de diferentes partes del mundo para atraer nueva población a sus ciudades de las cuales podremos nutrirnos[1]. La invitación a los gobiernos es a ser creativos y aprovechar esta nueva oportunidad que se asoma.

*Director Temático de Magdalena

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En términos de homicidios, los árboles no permiten ver el bosque

Por: Freddy Osorio

En términos de homicidios, los árboles no nos dejan ver el bosque

 

La discusión en la que nos quieren meter el presidente y el Ministro de Defensa acerca de las masacres es inane. El primero insulta la inteligencia de los colombianos al comparar lo incomparable, mientras que el segundo usa una estrategia de tratar de navegar un campo minado semántico. En ambos casos no estamos enfocándonos en el problema: en el país nos estamos matando.

Fuente: Ministerio de Defensa, 2020

 

 

Más allá de los bandos, las diferencias, los egos de políticos que quieren mostrar que el país está mejorando, en Colombia han muerto al menos 1.021 personas en eventos donde han muerto 4 o más personas en los últimos 10 años, según el Ministerio de Defensa. El año pasado Medicina Legal reportó 11.630 homicidios. Según cifras de la policía, entre enero y julio del 2020, 6.395 personas fueron víctimas de homicidio. Nada de esto es banal.

El problema no era la cantidad de muertos que ponía el conflicto, sino más bien los muertos que ponemos los colombianos y ocultábamos con la excusa del conflicto.

El engaño estadístico y los debates ocultan que no hemos podido avanzar en la solución a los problemas estructurales relacionados con la lentitud del estado en prevenir las masacres anunciadas. En 28 años aún no hemos aprendido a actuar como estado frente a las advertencias hechas por la Defensoría.

Los observadores externos nos siguen pidiendo actuar ante patrones similares de violencia. Y mientras estamos en discusiones mediáticas, nos seguimos matando. Usar detalles para justificar los homicidios no nos permite ver que nos seguimos matando: los árboles no nos dejan ver el bosque.

*Miembro Fundador

 

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Urgente hablar de odio

Por: Laura Herrera

Desde hace algunos años venimos percibiendo un ambiente de polarización cada vez más denso por la sobreabundancia comunicativa -muchas de las conversaciones privadas ahora son públicas- y por la democratización de la comunicación -ahora cualquiera puede emitir un mensaje. Según datos del Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones son cuatro los principales temas que más nos llevan a enfrentarnos: la política, el fútbol, la religión y la causa animalista.

Frente a los hechos políticos, paradójicamente, el suceso que abrió la puerta a una polarización mucho más intensa en redes sociales fue el proceso de paz y desde entonces la situación se ha venido agudizando. De acuerdo con la Misión de Observación Electoral (MOE), para las elecciones del 2018, el 10% de los mensajes compartidos en redes sociales fueron de intolerancia y el pico de más alto nivel de agresividad fue en la primera vuelta presidencial en la que se registraron más de 1.700.000 mensajes en este sentido. 

Con los últimos hechos políticos se profundizó la grieta. La polarización no para, y los discursos se radicalizan aún más. ¿Deberíamos preocuparnos? Sí y mucho. De la intolerancia al odio hay un par de pasos. El odio se está apoderando del discurso público siendo la raíz de la incitación, la división y un obstáculo cada vez más grande para el progreso de la agenda del país. 

El discurso de odio es cualquier forma de comunicación que sea un ataque o utilice un lenguaje ofensivo o discriminatorio contra una persona o un grupo de personas en razón de su raza, religión, nacionalidad, color, ascendencia, género, orientación política u otro factor de identidad. Lo más grave: el discurso de odio tiene efectos en secuencia: se empieza por la discriminación, violencia contra símbolos, violencia física y llega  incluso al genocidio. ¿Es exagerado? No, no lo es. A mediados del siglo XX Colombia vivió la época de La Violencia como resultado del discurso de odio y sectario que nos llevó a matarnos entre liberales y conservadores. El odio alimentó al Ku Klux Klan y fue el precursor de crímenes atroces como los de la Alemania Nazi, Ruanda, Bosnia y Camboya. 

El Tribunal de Nuremberg condenó a Julius Streicher quién denominó a los judíos como “parásitos, enemigos, malhechores y transmisores de enfermedades que deben ser destruidos en beneficio de la humanidad” incitando a los alemanes a perseguirlos. Streicher negó tener conocimiento  de las ejecuciones masivas de judíos, pero el Tribunal determinó que las incitaciones de Streicher al asesinato eran claramente “persecuciones por razones políticas y raciales en relación con crímenes de guerra”.  Steicher fue sentenciado a muerte.

El discurso de odio no es un juego y no debe, de ninguna manera, ser estrategia de comunicación política. La comunicación tiene un poder transformador que requiere responsabilidad cuando entra en la esfera pública. Hace unos días fuimos testigos del enfrentamiento entre dos HT #DespideAUnMamerto y #NoCompreAEmpresariosUribistas ¿Esto es inofensivo? No, es incitación a la discriminación, de hecho, de forma más frecuente se leen mensajes en los que la gente expresa que no podría ser amigo, pareja o tener relación con alguien con una posición política o idolología diferente y, hace unos días en medio de una caravana que rechazaba la medida de aseguramiento contra Uribe, un ciudadano, motivado por su intolerancia, amenazó al otro con hacer uso de su arma de fuego.

¿Estamos saturados del rifi rafe de la conversación digital? Sí, y es una buena noticia porque quiere decir que sabemos que algo anormal está ocurriendo. Al odio hay que hacerle frente. El silencio es cómplice, es una señal de indiferencia al fanatismo y a la intolerancia. A finales de 2019, la ONU lanzó una estrategia para frenar la nueva oleada de odio que está a la vuelta de la esquina y en ella recomendó tres cosas: i) combatir el discurso de odio con más discursos que le hagan frente; ii) inculcar en la nueva generación digital el rechazo por el discurso de odio; iii) investigar qué es lo que lo genera y; iv) entender que es responsabilidad de todos detenerlo.

Por eso mi deber como profesional de la comunicación política es invitarlos a poner este tema en la agenda pública, a darle la relevancia,a detenerlo. Nuestra historia se escribe sobre el enfrentamiento de bandos, hemos sido incapaces de salir de un círculo vicioso que tiene una gran cuota de responsabilidad en los fracasos que hemos tenido como Estado y como nación. Cuestiónense: ¿Y si la salida es otra? ¿Y si la respuesta es la forma en que nos comunicamos? Tal vez. Se los dejo a su reflexión.

 

 

 

*Directora de Comunicación Política

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