¡Inclusión social y financiera, compromiso de todos!

¡Inclusión social y financiera, compromiso de todos!

Por: Norma Rodas

En el marco de una charla en noviembre 2020, de Erick Parrado, del Banco Interamericano de Desarrollo, donde sustenta que “… en la búsqueda del crecimiento inclusivo y sostenible, la inclusión financiera se transforma en una obligación…”; deja una interesante reflexión que invita a considerar acerca de los elementos de una verdadera inclusión social y financiera en nuestro país. El Banco Mundial brinda ocho importantes lineamientos para lograrlo: fomento a la diversidad de instituciones financieras, facilitar el uso de tecnologías innovadoras, ampliar actividades bancarias usando canales de bajos costos, optimización de recursos limitados, identificación y vigilancia de riesgos de lavado de activos y financiación de terrorismo, incentivar el uso de productos financieros de bajo costo y la protección al consumidor sobre divulgación, trato justo y recursos. Todo guiado a la facilitación que el Estado debe proporcionar y garantizar en el cumplimiento de su misión de inclusión financiera.

Colombia, no ha sido la excepción en implementar medidas y procesos que fomentan esta inclusión financiera, que tiene una relación directa con el desarrollo económico; y que ha avanzado en tiempo récord en cuanto a la bancarización presentando cifras impactantes; de acuerdo al registro histórico, en el 2013, 21.6 millones de personas estaban bancarizadas, siendo menos de la mitad de la población total de ese año; en contraste, en el 2020, el 83.3 % de la población esta bancarizada, alrededor de 41’899.000 personas. La aceleración indiscriminada que la pandemia trajo se ve reflejada en el programa de subsidios que el gobierno otorgo denominado “Ingreso Solidario” de los que se cuentan llegaron de forma directa a 2.6 millones de hogares colombianos y aproximadamente un millón de personas abrieron nuevas cuentas digitales usando teléfonos celulares; un logro admirable en un corto tiempo que sin duda fueron un alivio para sus beneficiarios. Sin embargo, la bancarización por sí sola, no logra un crecimiento social y económico sostenible a largo plazo. Igualmente, se debe tener en cuenta que, aunque se abren cuentas nuevas; desafortunadamente no hay recursos para ingresarle a estas cuentas una vez se saca el subsidio, y que el intercambio electrónico en medios de pago en esta población es más restrictivo debido a la falta de accesibilidad, costos y educación financiera de los negocios incipientes y las personas.

Estudios han demostrado que, los subsidios son una herramienta de estímulo económico a corto plazo. De acuerdo con el concepto de expertos, satisfacen una necesidad del momento y el dinero depositado en las cuentas tiene la característica de desaparecer del sistema en un periodo corto de días; es decir, su trazabilidad se pierde porque el dinero es retirado en efectivo debido al bajo monto del subsidio y a la falta de un ecosistema transaccional en las comunidades beneficiarias.

De otro lado, y de acuerdo con World Inequality Data Base, la inequidad en Colombia muestra que el 10% de la población obtiene el 50% de los ingresos totales del país y que según el DANE (2019) el índice de pobreza es del 27%; adicionalmente a esta cifra, un 7.2 % de la población se encuentra en pobreza extrema; sumando el 34.2% del total de la población colombiana calificada en situación de pobreza. Por tanto, es necesario apuntarle a un crecimiento económico y social sostenible usando las diferentes herramientas de inclusión social y financiera, con la participación y el compromiso del individuo, empresa privada, Estado y organismos internacionales en un modelo a largo plazo basado en el desarrollo e integración de comunidades sostenibles. 

Estos programas deben ir dirigidos a la población base de la pirámide; en Colombia se consideran el estrato 1,2 y 3 que constituye el 80% de la población, unas 36’400.000 personas; cuya vulnerabilidad ha sido evidenciada con profundidad durante la pandemia siendo la más afectada por desempleo, falta de acceso a servicios educativos, sociales y financieros, discriminación de género, estatus migratorio, madres cabeza de hogar, informalidad, entre muchos otros factores. 

La reconstrucción de un tejido social y económico se hace urgente en esta población que significa el 80% de habitantes en Colombia; es la oportunidad para formalizar empleos, crear emprendimientos que se convertirán en el largo plazo en empresas, incrementar los índices de empleabilidad, ampliar la base de personas que realizan aportes al sistema de  seguridad social, y dinamizar los ecosistemas ya existentes, integrando todos los actores en un compromiso social; teniendo como consecuencia una reactivación económica pertinente, con el objetivo de realizar una verdadera y sostenible inclusión social y financiera. 

Indudablemente existen factores de riesgo inherentes a esta estrategia de desarrollar e integrar comunidades sostenibles a partir de brindar oportunidades de sustento e ingresos; a través del trabajo, y la creación de microempresas, donde se formen economías colaborativas integradas por esas unidades económicas productivas bajo el compromiso comunitario de crecimiento, apoyadas por el mismo individuo, la empresa privada, El Estado y los organismos internacionales generando sinergias dentro de la comunidad y entre las comunidades, instaurando un desarrollo sostenible.

Existe un costo asociado a la incorporación de esta población base de la pirámide al sistema social y financiero formal, pero sin duda y a largo plazo, este costo es revertido en un impacto social positivo para el país y su crecimiento social y económico en forma exponencial. 

La inclusión social y financiera, es un compromiso que los actores del ecosistema del sector público y privado deben asumir de forma inmediata, quitarse los paradigmas del corto plazo, los resultados de inmediatez y los indicadores del hoy, para enfrentar un planeamiento cauteloso que involucra la identificación de necesidades del individuo, hasta la formalización real de personas y empresas al sistema, en una línea de tiempo amplia, con métricas de mejoramiento de calidad de vida, acceso a educación, salud, servicios sociales y financieros, además de un desarrollo económico sostenible de la comunidad. 

*Miembro Dirección de Emprendimiento

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¡Inclusión social y financiera, compromiso de todos!

No demos más vueltas: Paridad ¡YA!

Por: María Paula Forero

Cada vez más, y con más fuerza, en los pasillos del Congreso de la República se escucha un clamor: “Paridad ya”. Diferentes intentos de Proyectos de Ley de reforma política y  propuestas de nuevos códigos electorales han unido a mujeres y hombres congresistas, de diferentes partidos y posturas políticas, a aceptar que para que en el país haya una verdadera e incluyente democracia, es necesario que el 50% de las listas a cargos de elección popular sean conformadas por mujeres. 

En septiembre se lanzó oficialmente la campaña “Paridad ya”, una iniciativa liderada por Organización Artemisas, FESCOL, la Casa de la Mujer, la Red Nacional de Mujeres y apoyada por el Instituto Holandes para la Democracia y la Fundación Avina, un colectivo latinoamericano que busca a través de procesos colaborativos transformar diversos contextos sociales. Con la campaña “Paridad ya” se busca exigir que se incremente la participación y representación política de la mujer en Colombia, pues actualmente, a pesar de que representamos el 52% de la población, tan sólo somos el 12% en Alcaldías, 16% en Gobernaciones y el 19% en el Congreso (Registraduría Nacional del Estado Civil).

En octubre, a esta campaña se le sumó una de las tantas cruzadas que ha vivido la discusión por la paridad, en la Comisión Primera de la Cámara de Representantes se incluyó una disposición que buscaba implementar esta medida, además de alternancia con las listas cremallera. En ese entonces, el autor de este proyecto, José Daniel López, Representante a la Cámara por Bogotá, dijo en el periódico El Tiempo: “Ya no se trata de más mujeres candidatas, sino también de más mujeres electas”. Lastimosamente, en noviembre el proyecto no pasó en Cámara de Representantes y esta cruzada se hundió. 

Sin embargo, la discusión del nuevo Código Electoral dio a la Paridad un nuevo respiro con la proposición del artículo 84, el cual, palabras más, palabras menos, indica que las listas donde se elijan cinco o más curules para corporaciones de elección popular deben estar conformados por un mínimo del 50% de mujeres. 

Dicho artículo fue debatido en Cámara de Representantes, y fue aprobado hasta que el Representante a la Cámara Jorge Eliécer Salazar presentó una proposición que, afortunadamente, fue votada negativamente, en la que buscaba establecer un techo de participación política para las mujeres de mínimo el 30% y máximo el 50%. Al preguntarle a Salazar el porqué de su promulgación afirmó que las mujeres de la regiones no tenían el “nivel intelectual” necesario para cumplir el requisito del 50% en listas.

La expresión de Salazar no solo es discriminatoria, sino sumamente machista. No se trata de que las mujeres de las regiones no tengan las mismas capacidades o la misma formación que los hombres de estos territorios. Por el contrario, a lo largo de la historia, la falta de espacios y de oportunidades las ha relegado y les ha cerrado las puertas. Según el DANE, para el 2019, la tasa de desempleo de las mujeres que completaron la educación universitaria fue 12,4% y la de los hombres 9,4%. Es precisamente por esto que la paridad es necesaria y debe ser obligatoria para las próximas elecciones parlamentarias.

Dejemos de darle tanta vuelta al asunto, necesitamos acciones afirmativas que garanticen una efectiva participación y representación de la mujer en escenarios de toma de decisiones. La paridad del 50% en listas es un paso esencial para fortalecer nuestra democracia y crear instituciones modernas, más equitativas y con mayor justicia social.  

Si se gana esta primera batalla será más fácil entrar a la discusión de la alternancia en listas, pues hasta el momento la exigencia de una cuota no se ha visto traducida en la participación y representación efectiva de la mujer pues son muchas las que son asignadas como “relleno” en la lista.

Pero no nos adelantamos, vamos por partes, es la primera vez que la discusión por la Paridad llega a las últimas instancias del Congreso, no se puede desfallecer. Ahora es el turno de que el Senado de la República tome la decisión de aprobar el artículo 84 y con esto la batalla por la paridad este un paso más cerca.

 

*Miembro Fundadora

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¡Inclusión social y financiera, compromiso de todos!

Los docentes no son un producto terminado

Por: Julián Gutiérrez

Al momento de escribir estas líneas, faltan poco mas de 18 días para el final del año 2020. A diferencia de este año donde no había manera de pensar en la necesidad de responder a la emergencia de la pandemia de COVID-19, el campo de la educación en 2021 debe reconocer su efecto sobre el actual estado de cosas para pasar (en la medida que la metáfora lo permita) de una respuesta defensiva a una respuesta ofensiva frente a un virus y una enfermedad que han tenido un efecto devastador en el mundo.

En primer lugar, esta discusión implica pensar en el retorno de clases presenciales no como una posibilidad sino como una realidad. UNICEF señala no solo la necesidad de hacerlo sino el hecho que, de acuerdo con la evidencia, la reapertura de los colegios y escuelas no representa un riesgo de propagación significativo del virus, lo que sugiere que el primer argumento que se ha esgrimido para mantener los cierres, el contagio masivo en niños, niñas y adolescentes puede ser cuestionado. Por otro lado, como lo señala la profesora Sandra García de la Escuela de Gobierno de la Universidad de los Andes, el cierre de colegios y escuelas representa pérdidas en los aprendizajes de los estudiantes que a medida que pasa el tiempo se harán mas difíciles de cubrir y sobre todo en el caso de Colombia, se ven potenciadas por las brechas de acceso a recursos y calidad educativa entre los distintos sectores de la población, brechas de las que estábamos conscientes en la presencialidad y que se han mantenido en la virtualidad. 

Además de estos argumentos basados en la evidencia, el caso colombiano nos está mostrando otro papel que estaba cumpliendo la escuela como garante de derechos. El cierre de escuelas y colegios ha comprometido la seguridad alimentaria de miles de niños, niñas y adolescentes, en el caso de estudiantes de programas de media especializada y preparación para el trabajo, ha afectado sus posibilidades de formación y eventualmente de ingresos y les ha quitado, a los niños y jóvenes víctimas de abuso en sus hogares, la posibilidad de acceder a un espacio seguro donde pudieran ser escuchados y atendidos. Aunque algunos de estos escenarios han sido resueltos con mayor o menor éxito por parte de las entidades territoriales (Como en el caso de Bogotá con el programa de bonos alimenticios), se puede concluir que, si la escuela es no solo un espacio de aprendizaje sino de garantía de derechos, este rol solo puede ser cumplido a cabalidad con una apertura de los espacios físicos que reconozca las necesidades de seguridad ante el virus y la capacidad de respuesta de las entidades territoriales, siendo crucial subrayar este último punto. Resultaría ingenuo pensar que todos los colegios oficiales en Colombia están en las mismas condiciones como para pensar en un plan de apertura unitalla por lo que hay una responsabilidad por parte de las secretarías de educación en cada ente territorial de identificar las necesidades de apertura, la capacidad de las instituciones educativas de resolver estas necesidades y realizar las tareas necesarias para garantizar dicha capacidad en los casos en los que esto no sea del todo posible. 

 

Partiendo entonces del punto de que la reapertura de los colegios no debe ser vista como una posibilidad sino como una certeza, tiene sentido en preguntarse por como podría ser el trabajo escolar en 2021. A fin de cuentas, los efectos de la nueva realidad en los colegios no se cuentan solo en el aula de clase sino en cada dimensión del funcionamiento de una institución educativa cualquiera y tomando eso en cuenta, vale la pena pensar en una nueva forma de abordar un tema al que no se le ha dado tanta atención como el desarrollo profesional de los docentes en ejercicio. Esta falta de atención se ha dado, en un primer lugar, por una creencia afincada en muchos docentes de que ya saben todo lo que tienen que saber y no es necesario “seguir yendo a capacitaciones”, sin embargo y como la pandemia misma lo ha demostrado con las habilidades que han adquirido vía el paso a la virtualidad, un docente nunca será un producto terminado y siempre debe estar pensando en ajustes y cambios a sus prácticas en respuesta a las distintas situaciones que va encontrando. 

Esta visión de las necesidades de formación de los docentes lleva a la segunda razón del abandono a la formación profesional situada pues ha hecho que esta sea vista como una tarea burocrática que quita tiempo y las mas de las veces queda relegada a sesiones de trabajo de poquísima recordación realizadas durante las semanas institucionales. En ese sentido, aunque se habla constantemente de añorar el regreso a la normalidad, quizá, en este caso, volver a la normalidad no sea tan deseable. Pensar en procesos de desarrollo profesional situado que tengan un componente virtual puede ser una manera de garantizar una mayor participación de los docentes y, pensando en el caso colombiano específico, puede ser una oportunidad para masificar el excelente trabajo que ha hecho el equipo de tutores del Programa Todos a Aprender a lo largo de los años. 

Pensando en una perspectiva de largo plazo, la situación actual es un momento que permite repensar lo que representa y significa la escuela en la sociedad. A pesar de las reformas que ha experimentado a lo largo de los años, la verdad es que sigue siendo una institución que en términos generales sigue funcionando bajo las lógicas de la primera revolución industrial. Este es un momento en el que puede aprovechar entonces para ponerse a tono con el mundo en el que vivimos y mejorar sus aportes a la construcción de sociedad.

*Miembro Dirección de Educación

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Coronavirus: su impacto en la transformación de las empresas y de los colombianos

Por: Yesika Padilla y Sebastián González

Más de 5 millones de colombianos no tienen ingresos por la pandemia, de acuerdo con información del DANE, esta situación es aún más crítica en ciudades como: Sincelejo, Cúcuta y Cartagena, identificadas como las ciudades que tienen un mayor porcentaje de la población sin ingresos.

La supervivencia económica de los distintos negocios en esta nueva realidad está
estrechamente relacionada con la transformación digital que parece haber sido paciente hasta ahora. La automatización y la inteligencia artificial son el nuevo oro en la operación de todo tipo de empresas que una vez aceptan la nueva realidad tienen dos opciones adaptarse o perecer.

En Colombia hemos apelado a nuestra creatividad y son varios y destacados empresarios dedistintas latitudes quienes han dado ejemplo de resiliencia y demostrado como cada crisis supone una oportunidad. Algunos de los casos que queremos destacar por su creatividad y relevancia son:

Inorca, una compañía dedicada a la fabricación de sillas para teatros, esta vez, la compañía pudo aprovechar una gran lección de las crisis pasadas: diversificar. En materia de productos,
ya no solo produce sillas para carros, cines o auditorios; también, desde 2014, fabrica mobiliario para el sector salud: camas, camillas y sillas multipropósito, que durante la pandemia han crecido un 60% en ventas.

Almacenes Only es una marca de tiendas de ropa popular muy tradicional en Bogotá que se ha caracterizado en sus más de 60 años de historia por prestar un servicio muy cercano a susclientes, con una atención personalizada y utilizando las mismas formas de venta desde hace décadas, con la pandemia y ante el cierre de sus tiendas por la cuarentena, quedó en evidencia el riesgo que corrían al no poder comunicarse con sus clientes por depender únicamente del contacto personal.

El Only reaccionó rápidamente creando una línea de ventas a domicilio vía Whatsapp para poder seguir prestando sus servicios, lo hicieron de una forma muy artesanal y con unos recursos limitados, pero eso mismo es lo que queremos destacar, ese esfuerzo que va más allá del conocimiento y que se potencia en los momentos de máxima necesidad.

Crepes & Waffles es una empresa que desde los años 80 se ha posicionado como uno de los restaurantes con mayor demanda en Bogotá y ha expandido su operación a nivel nacional. Una de las principales características de su modelo de negocio es la atención personalizada dentro de sus restaurantes, realizada por madres cabeza de familia, esta situación sumada a la dificultad de preparación y presentación de sus platos nunca les hizo pensar a sus dueños que el negocio pudiera funcionar bajo el modelo de domicilios, pero con la llegada de la pandemia, les tocó rápidamente adaptarse a las necesidades de sus clientes y a las posibilidades que ofrecía el mercado.

Montaron un servicio propio de domicilios operado por madres cabeza de
familia, siendo esta la forma de garantizar la calidad de la entrega de sus productos, pero adicionalmente, decidieron dar sus primeros pasos en el camino de la transformación digital y firmaron alianzas estratégicas con las principales aplicaciones de delivery para poder ofrecer a sus clientes mayor facilidad al momento de realizar el proceso de compra, pago y entrega de los pedidos a través de internet.

Destacamos la iniciativa de estas tres empresas para adaptarse al cambio. Asimismo, consideramos que esta es una coyuntura que pueden y deben aprovechar todas las empresas para iniciar o profundizar la Transformación Digital. De hecho, una expresión de esa Transformación Digital es el Marketing Digital, que permite mercadear productos y servicios a través de la Web, y el denominado eCommerce o Comercio Electrónico, que permite y facilita la
venta por Internet usando pagos electrónicos.

Si entendemos estos cambios como una oportunidad para invertir, las empresas podrán dar un salto cualitativo que les puede ayudar a mejorar su productividad, por ende, ser más competitivos y generar más oportunidades laborales para los colombianos que viven en condiciones más vulnerables.

*Yesika Padilla – Directora de Economía Digital

*Sebastián González – Miembro de Número

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