Mar 18, 2020 | Columnas de Opinión, Construcción de Paz, Juanita Peñuela Cadavid
Por: Diana Zerda y Juanita Peñuela
“¡Profe!” gritan dos niñas corriendo hacia mí. “Profe, mire que en el salón se están insultando, y mire que….”, dicen mientras vamos caminando al salón en el cambio de clase. Al llegar me encuentro con dos estudiantes que están gritándose. Uno de ellos ha perdido su lápiz y no tiene nada más para escribir en clase. El otro es acusado de haberlo tomado, pero dice que no es verdad, y ahí se forma la gritería, mientras los demás solo miran o toman partido de uno u otro bando.
Cada uno de estos conflictos tiene varias capas por pequeños y sencillos que parezcan. Para solucionarlo no solo se necesita que aparezca el lápiz, también se necesita dar unos minutos de clase para entender por qué se enfrentan, cuáles son los valores e intereses que están en juego, y las razones que hacen que cada uno de los dos esté tomando esta posición. En ocasiones hay instituciones que manejan estudiantes mediadores* que ayudan a tratar las situaciones, mientras que la mayoría de veces el profesor a cargo de la clase es quien debe mediar en las situaciones que estén pasando en ese momento; es decir, apagar los incendios.
Pero, ¿qué debe tener en cuenta todo profesor (y directivo) para entender este tipo de conflictos dentro del salón de clases? ¿Qué factores están coincidiendo en ese instante en cada uno de los estudiantes y cómo provoca esto que estallen diferentes situaciones? Sabemos que cada uno de nuestros estudiantes es “un universo en sí mismo”, por lo tanto, proponemos adoptar una perspectiva ecológica como la de Bronferbrenner que permite pensarse este universo como algo más complejo, inmerso en otros sistemas que lo condicionan con reglas y/o valores morales, pero también otras particularidades para las cuales la empatía y la escucha son las puertas principales que permiten conocerlos.
El modelo de ecológico de Urie Bronferbrenner
El Modelo Ecológico de Bronferbrenner (MEB)** parte de la distinción de cuatro sistemas que componen el contexto en el cual se desenvuelven e interactúan las personas. En esta oportunidad hablaremos de los individuos que hacen parte de la comunidad educativa y volveremos al caso presentado anteriormente. Según el Ministerio de Educación Nacional de Colombia la comunidad educativa está compuesta por estudiantes, padres de familia, educadores, administradores escolares, directivos docentes y egresados de la institución educativa. De ahí que el MEB permite entender cómo es la interacción de cada uno de estos actores cuando están influenciados por el entorno inmediato en el que se desenvuelven y también por sus ambientes de procedencia, lo que quiere decir que ambientes como el entorno familiar, la nacionalidad, las características del barrio y demás son esenciales a la hora de entender cómo se relacionan unos con otros dentro y fuera de la escuela.
Además, este modelo permite entender la relación interdependiente entre los ambientes *** en los que se desenvuelven los individuos que componen la comunidad educativa para poder comprender mejor las distintas capas que componen los conflictos dentro del aula. Entonces, cuando los actores de dos o más ambientes a los que pertenece el estudiante -por ejemplo colegio, familiares y/o acudientes- dialogan entre sí, están generando espacios de retroalimentación entre ambos contextos que permiten un flujo de información más completo, permitiendo una mejor comprensión en la actuación de los estudiantes; en particular cuando sus entornos más inmediatos están permeados por realidades complejas como desplazamiento forzado o migración.
Por eso, cuando los estudiantes tienen conflictos dentro del aula como el descrito con anterioridad, el profesor no solo debe parar su clase para determinar, en este caso, dónde está el lápiz. También debe hacer y hacerse preguntas como ¿quién lo tomó?, ¿por qué lo tomó?, ¿es una acción recurrente en ese estudiante?, ¿son compatibles las medidas que adopta el colegio en estos casos con las que se tomarían en su casa?, ¿existe algún antecedente familiar o contextual que impulse al estudiante a tomar sin permiso un objeto que no le pertenece?
Como lo mencionamos, no se trata únicamente de encontrar el lápiz, sino de poder entender de dónde viene la decisión que llevó a que el estudiante decidiera tomarlo, y entre todos construir soluciones que incluyan las dinámicas personales que cada estudiante tiene a partir de sus ambientes más cercanos (familia, barrio, nacionalidad) y conjugarlos con un contexto en común: el colegio y las normas que lo regulan. Este entendimiento es posible lograrlo cuando los profesores y directivos docentes tienen presente los ambientes de origen de sus estudiantes, los cambios en los mismos y la forma como cada uno los percibe. De esta manera, la comunidad educativa puede aproximarse a conflictos en el aula como el descrito al principio desde una perspectiva sistémica; realizando las preguntas correctas y permitiendo afrontar la situación de tal manera que se genere un espacio propicio para la construcción de entornos que permitan el desarrollo de habilidades socioemocionales cruciales para la solución de conflictos en el aula como la empatía.
El papel de la empatía, el dialogo y la escucha
Todos conocemos que la definición de empatía es ponerse en el lugar de la otra persona. ¿Qué quiere decir esto realmente? Brené Brown, trabajadora social e investigadora de las relaciones humanas y lo que genera conexión entre las personas nos dice que “empatizar es sentir con las personas (…), para poder conectarme contigo tengo que conectar con algo conmigo que conoce ese sentimiento que estás mostrando****. Este proceso pareciera ser fácil aunque la mayoría de las veces no somos conscientes de los pasos que generan esa empatía y permiten conectar mejor con la otra persona.
En ese sentido, la escucha, el diálogo y preguntas claves son dos herramientas que permiten una mejor interacción con las personas de la comunidad educativa. Además, hay que tener un conocimiento previo sobre el lugar o situación en que se encuentra el otro, o hacer las preguntas necesarias para comprender mejor sus sentimientos y lo que está enfrentando. También, las cuatro cualidades que debe tener una persona empática según Theresa Wiseman***** son:
- Reconocer la perspectiva de la otra persona como la verdad que ella tiene.
- Evitar juzgar.
- Reconocer la emoción que tiene la otra persona .
- Comunicárselo.
Ahora, retomando el ejemplo del inicio, la empatía en ese caso debería estar representada en el docente, quien debe pensar como niño/a, como los estudiantes, y desde allí intentar comprender el conflicto que surge. Sus preguntas, por lo tanto, en lo posible deben ser claras y con ánimos de esclarecer la situación. Su interlocución o mediación es propicia también para enfatizar a los demás estudiantes sobre la importancia de buscar alternativas distintas a los gritos, peleas o quejas para resolver conflictos que surgen en el aula, así como para promover la empatía en los chicos con el fin de fomentar el ejercicio de esta habilidad socioemocional cada vez que surja un nuevo conflicto.
Para terminar, sabemos que mediar las situaciones conflictivas es inherente al quehacer de los docentes y directivos en el día a día de la escuela. Si bien no hay una única solución para todas las circunstancias la escucha, la empatía y el diálogo constructivo son herramientas que permiten abordar la complejidad de los ambientes que confluyen en el salón de clase y generar ambientes educativos más comprensivos que a futuro den respuestas más adecuadas a cada situación particular. Por eso, invitamos a compartir estas herramientas con los mismos estudiantes, para replicar en la importancia de la escucha y la práctica de la empatía y que esto sirva también para prevenir conflictos más que para solucionarlos.
Artículos y material relacionado:
*La mediación escolar ha sido llevada a muchas partes del país con el programa Hermes de la cámara de comercio que forma a los estudiantes en habilidades para el manejo de los conflictos. Para más información visite el sitio web: https://www.centroarbitrajeconciliacion.com/Servicios/Convivencia-estudiantil/Que-es-el-programa-de-convivencia-escolar-HERMES
** Artículo “el modelo ecológico de Bronferbrenner: sistemas y críticas” por Marcel Gratacós. https://www.lifeder.com/modelo-ecologico-bronfenbrenner/
*** Por ambientes entendemos los contextos independientes que componen un sistema determinado. La familia, el barrio, nacionalidad y colegio son ejemplos de ambientes que componen microsistemas en los cuales un individuo se desarrolla. Cuando uno o más de estos ambientes interactúa, se generan nuevos flujos de información que se retroalimentan entre sí, construyendo sistemas más amplios.
****Video sobre el poder de la empatía por Brené Brown. https://www.youtube.com/watch?v=oMk-2OWyfvo&t=26s
***** Artículo “cuando la simpatía se disfraza de empatía” por Andrea Eberhard. https://www.cetep.cl/web/?p=10670
** Miembros Dirección Construcción de Paz
Feb 22, 2020 | Columnas de Opinión, Juanita Peñuela Cadavid
Por: Juanita Peñuela y Diana Zerda*
Dictar clases no es tan fácil como saber instruir un tema. Para cualquier profesor que haya pisado el salón de clases es una verdad que el manejo de grupo o gestión de aula es algo que se lleva una tajada grande del tiempo cada día y se interpone a los objetivos académicos de aprendizaje.
Claro está que los contextos varían así como lo hacen las dinámicas entre los grupos, y las condiciones generales que rodean a los estudiantes. Los conflictos se manifiestan de formas tan diversas e inesperadas que un profesor está de antemano prevenido a cualquier evento. Al fin y al cabo, como adulto responsable los menores de edad están a su cargo es él o ella quien debe responder por ellos.
Pero, ¿de qué manera sortean los profesores los conflictos del salón de clases a diario? No hay una sola fórmula secreta, pero sí varias iniciativas y propuestas que queremos dar a conocer. Tenedor, cuchara y cuchillo Para ningún profesor es un secreto que muchas de las actitudes que sus estudiantes tienen en el aula provienen de sus experiencias en casa. Es por ello que los padres de familia juegan un rol fundamental en aspectos como la forma de resolver conflictos. Por eso, realizar talleres de padres en las Instituciones Educativas resulta una estrategia de gran importancia para el desarrollo diario de las actividades de los estudiantes.
Una manera creativa y útil para abordar este tema es mediante el uso del tenedor, la cuchara y el cuchillo como analogías de formas violentas y no violentas para tratar un conflicto. Así, el cuchillo y el tenedor representan instrumentos generadores de tensión y de mayor violencia que no reconocen en sí mismos ni en el otros emociones y posibilidades de transformar la situación hacia una solución funcional para todas las partes involucradas. La cuchara, por el contrario, tiene la facultad de unir, acompañar y crear nuevos caminos. Después de una breve explicación, cada padre y madre es confrontado con una pregunta: ¿con qué elemento se identifican a la hora de tratar conflictos con sus hijos? En una aula en el Urabá, sin pensarlo, la mayoría de padres se reconoció en el cuchillo, pues en sus palabras “es la mejor manera de cortar el conflicto/problema de raíz”. Tras esta breve escuela de padres, poco a poco se vislumbraron actitudes nuevas en algunos estudiantes de 3A. Empezaron a relacionarse de otra forma con sus compañeros debido a que la manera como sus padres se relacionaban con ellos se transformó.
Pequeñas victorias como esta son un recordatorio para los docentes que en regiones como el Urabá, están trabajando con distintos actores de su comunidad educativa en búsqueda de herramientas y estrategias relevantes dentro y fuera del aula en torno a la construcción de paz local. GuardianesOtro de los grandes desafíos que se viven diariamente en el aula es el de las relaciones interpersonales.
De nuevo, lo que los niños aprenden en casa, sumado a sus contextos y realidades más inmediatas necesariamente permea en la manera como se relacionan con sus pares en el colegio. Así, es posible que los profesores se vean enfrentados a situaciones en las que sus estudiantes de primaria repliquen acaloradas discusiones sobre, por ejemplo, quienes son más fuertes para combatir la nueva amenaza en la región del Urabá: si el Ejército o la Policía Nacional.
Rápidamente este tipo de situaciones se traducen en fricciones entre compañeros, diferencias que se agudizan con el pasar de los días. Situaciones como estas constituyen el escenario perfecto para probar nuevas estrategias que permitan a los niños transformar sus relaciones a partir de sus realidades individuales sin desconocer el contexto social y político en el que viven.
Así, nació el plan de aula “Guardianes” en una Institución Educativa del Urabá Antioqueño, pensado para trabajar a través de la disciplina positiva en habilidades de trabajo en equipo, gratitud y empatía. La rutina diaria cambió. Los días iniciaban en círculo, para que cada uno reconociera al otro y se reconociera como parte de un grupo. Cada estudiante traía al círculo su “Libro de los Guardianes” y un palito de paleta con el nombre de quien había sido asignado como su guardián, como símbolo de cuidado y protección. En su libro, escribían lo que sentían y por qué se sentían agradecidos, con su guardián y con algún otro compañero o compañera de clase. Además, todos los viernes hacían un intercambio de gratitud que quedaba plasmado en un mural al lado derecho del salón. Con el tiempo, los niños empezaron a adquirir pequeñas rutinas de organización del espacio con el fin de prepararlo para iniciar el día con gratitud.
Además, la relación entre guardianes se fortaleció, permitiendo que acaloradas situaciones como la descrita, no irrumpieran con la misma fuerza en las relaciones de los niños. Aprendieron a reconocer y a reconocerse como miembros importantes para la sana convivencia de su curso y a expresar lo que sentían hacia el otro en un lenguaje de empatía universal: el de la gratitud.
La colmena
El salón de clase tiene un fuerte potencial para transformar realidades, hablar y reflexionar en torno a temas como la resolución de conflictos desde la realidad de los estudiantes. Se trata de ser creativos con los recursos humanos, culturales y naturales disponibles, teniendo presente que son los estudiantes quienes tienen el potencial para guiar la actividad y generar alternativas de transformación.
Así como los cubiertos se convirtieron en una analogía para la resolución de conflictos, en esta experiencia fue el panal de abejas el elemento seleccionado por los profesores para reflexionar en torno a la resolución de conflictos y al fortalecimiento comunitario. Los chicos recibieron un octágono en el cual escribieron un conflicto que recientemente hubieran tenido con algún compañero o familiar y cómo lo resolvieron. Tras una breve reflexión, el otro lado del octágono escribieron cómo les habría gustado resolverlo. Los profesores les pidieron que tomaran los extremos de cada octágono, en los cuales había colgada un pedazo de lana, para que formaran una gran colmena que representara su comunidad. Sin embargo, algunos estudiantes recibieron una herramienta extra: unas tijeras.
Ningún otro compañero sabía que las tenían, pero su objetivo era claro: cortar las recién formadas relaciones. Hubo confusión. Quienes estaban formando la colmena se molestaron con quienes intentaron, en muchos casos con éxito, cortar la lana de sus octágonos. En algunas esquinas se escuchó una queja: “profe, están dañando mi unión” o, “profe ¡vea! Quítele las tijeras” Lo que no sabían era que todo hacía parte del mismo ejercicio y que ellos, quienes estaban cortando su colmena, eran sus conflictos, peleas y discusiones. Para estos estudiantes de noveno grado fue claro que su comunidad en la Zona Norte de Cartagena y las relaciones que se gestan en ella son más fuertes que un tercero con intención de desintegrarla. Así, con la poca lana que les quedó, volvieron a unir su colmena, transformando la “herida” en un insumo de unión.
Ceder, evadir, negociar o usar la fuerza
Al preguntarle a los niños cuáles son las formas en que se deben resolver los conflictos y los problemas la mayoría responderá que con el diálogo o hablando. Sin embargo, en el día a día las emociones ganan terreno haciendo que las peleas y agresiones sean las formas más usadas por los estudiantes. El uso de la fuerza perpetúa la violencia y aunque da una solución a las cosas, daña la relación entre las dos personas. Por eso, usar la reflexión que hace la cartilla “Secuencias Didácticas de Educación para la Paz” en el salón de clase permite tener una herramienta útil para darle a conocer a los estudiantes mejores maneras de resolver los conflictos que diariamente se presentan en sus vidas en su interacción con las demás personas.
Al trabajar esta herramienta con los grados sexto y séptimo los estudiantes reconocieron el valor de mantener las relaciones entre las demás personas que hacen parte de una comunidad. A través de ejemplos los estudiantes mencionaron las situaciones en las que consideraban que era necesario ceder, o evadir. Usamos situaciones de la vida cotidiana como el trato con los papás o los ciudadanos o compañeros del colegio.
Por ejemplo, consideraron que cuando un papá o una mamá les pide que lleguen a cierta hora a la casa es mejor ceder, pues es una precaución que ellos toman para cuidarlos. También nos cuestionamos sobre cuáles eran las formas más comunes en las que solíamos resolver los conflictos en el salón, y las consecuencias que esto traía para el ambiente de clase; el uso de agresiones físicas o verbales creaba rencores y pensamientos y actitudes negativas entre ellos. Ante la negativa de varios estudiantes que manifestaban no estar interesados en tener buenos lazos afectivos con otras personas del salón se usaron anécdotas sobre personas que se vuelven a encontrar más adelante y cómo cambian las circunstancias para ambos.
Algunos concluyeron que era necesario mantener los buenos tratos “pues no se sabe qué vaya a pasar más adelante”. Al finalizar la sesión se hicieron compromisos personales en los que los estudiantes escribían algo nuevo que hubieran aprendido y que quisieran poner en práctica en sus vidas diarias. No obstante, como profesor es necesario recordar constantemente estas formas de resolver conflictos a los estudiantes y crear consciencia sobre las consecuencias que trae usar una u otra forma para la vida en comunidad.
¿Resolver o transformar los conflictos en el aula?
Las experiencias educativas aquí expuestas son una pequeña radiografía de los cientos de iniciativas que profesores en todas las esquinas de Colombia están sacando adelante para formar a sus estudiantes en valores, un elemento esencial en materia de educación para la paz.
Hoy en Colombia la educación para la paz encuentra una ventana de oportunidad para constituirse como un elemento, no para resolver el conflicto, sino para transformarlo desde sus raíces estructurales. Transformar implica tener una mirada a largo plazo, primando el fortalecimiento de relaciones y la transformación de las mismas hacia espacios de reconocimiento de realidades propias y ajenas.
Esta perspectiva propuesta por John Paul Lederach permite abordar los conflictos desde sus causas más profundas, reconociendo la multiplicidad de actores que lo componen y generando espacios para que todos actúen hacia la construcción de paz iniciando por su entorno más inmediato. Pero, ¿cómo hacerlo en el aula de clases? Permitiendo que los estudiantes cuenten con espacios para reconocerse y reconocer al otro desde lo que los une y lo que los diferencia, así como apostándole a la formación docente en y para la educación para la paz.
Así, el aula tiene el potencial de convertirse en un espacio seguro, a partir del cual los estudiantes aprendan no solo a sumar y a restar, a leer y a escribir, también a construir relaciones y a reforzar las existentes a través de una pedagogía basada en valores para la paz que abarque distintos niveles de la sociedad colombiana.