Inteligencias artificial: creación y futuro

Inteligencias artificial: creación y futuro

Por: Carlos Ramírez

Tenemos suerte de vivir en esta era. Nunca en la historia de la humanidad el intercambio de conocimientos ha sido tan efectivo, constante y creciente. El ciudadano promedio de hoy está a tan solo clics de obtener más información de la que disponía la realeza hace 300 años.

Avances que presentan nuevos retos para la civilización, tanto para hacer frente al calentamiento global, como para proyectar los alcances del ingenio humano.

Conocer los orígenes y funcionamiento de esto último es clave, en medio de una sociedad “altamente dependiente de la ciencia y la tecnología, y la vez ignorante del funcionamiento de estas mismas”, como diría Carl Sagan.

Para resolver parte del enigma, Martin Ford en Architects of Intelligence (2018) habla con una serie de expertos y se aventura a imaginar una parte del futuro que parece inevitable: humanos + inteligencia artificial.

La IA desarrolla sus bases por medio de redes neuronales, un tipo de software que emula el cerebro humano y sus neuronas. Sin embargo, no aprende solo. Necesita entrenamiento desarrollado por fases. La primera etapa es conocida como Supervised Learning, donde la IA es expuesta a diversas descripciones de un objeto. 

Si queremos que identifique un perro, muy seguramente tras cierta práctica lo distinguirá. Sin embargo, si bien puede llegar a identificar la forma, no entiende su contexto. En el fondo, no hay aprendizaje.

Más o menos lo que nos pasa cuando pagamos a alguien para que nos haga un trabajo universitario.

Para que la máquina aprenda, la fase dos (Grounded Language Learning) hace su incursión. Se trata de un aprendizaje profundo donde las descripciones en texto son acompañadas de imágenes, videos y objetos en el mundo real. 

El resultado de esta parte del proceso da como resultado asistentes virtuales como Siri o Alexa, así como maestros de ajedrez que harían sonrojar al mismísimo Kasparov.

Sin embargo, su aprendizaje y campo de acción se limita a una tarea y contexto específico. A diferencia de los humanos, no puede extrapolar el aprendizaje estratégico adquirido jugando dominó al campo militar o deportivo.

Para hacerlo, la IA necesita desarrollar algún tipo de sentido común o tener la capacidad de desarrollar injerencias sobre una situación. Esta sería la fase tres: the Artificial General Intelligence o AGI. La vemos materializada en los carros auto- dirigidos. Combinados con deep learning y una estructura de conocimientos subyacente, estos vehículos son capaces de identificar una variedad cada vez más amplia de obstáculos y situaciones, sorteándolas de forma cada vez más precisa, minimizando progresivamente la necesidad de intervención humana.

No es difícil pensar en las aplicaciones positivas de estos avances en campos como la aeronáutica o la selección de personal.

Sin embargo, tal y como nos mostró Cambridge Analytica, aplicando esta tecnología para leer a un ser humano y usar sus propios sesgos cognitivos en su contra, puede conllevar a que este decida tanto por productos de dudosa calidad como por políticos con tendencias racistas y radicales.

Sumado a esto, es inevitable pensar en la potencial pérdida masiva de empleos que vendrá en los próximos años. Willrobotstakemyjob.com nos puede dar una idea de este panorama. Basta con poner nuestra profesión en la página y esta calculará la probabilidad que una máquina tome nuestro empleo en las próximas dos décadas. Desde empleos con una probabilidad baja de reemplazo (marketers 1.4%, periodistas 11%), hasta otros con tasas incluso sorprendentemente altas de automatización (programadores 48%, contadores 94%). Si pensamos que por tener un título ya no hay necesidad de aprender todo el tiempo, sin duda nacimos en el siglo equivocado.

Tales dilemas ocasionados por la IA tienden a moverse en una zona gris. Solo imaginemos el punto donde la inteligencia artificial tome el control de nuestras computadoras y casas inteligentes, decidiendo por nosotros las acciones a ejecutar. La información que recogería sería tan precisa que con anticipación puede pedir que lleguen a la puerta de nuestra casa toda clase de productos que no pedimos, pero que no sabíamos que necesitamos. Si lo vemos desde el punto de vista del mercadeo, sería un servicio indispensable para los new adopters. Para el resto de la población, la experiencia puede tener diversos contrastes. 

Gracias, Amazon del futuro…

Por otro lado, la posibilidad de aumentar la precisión en los diagnósticos médicos sería tal que podríamos anticipar el progreso de toda clase de enfermedades gracias a la tecnología integrada a nuestros cuerpos. Los smartwatch de hoy son un adelanto. Una gran ayuda para los médicos y las aseguradoras. Respecto a estas últimas, si nuestros registros históricos muestran que no hemos hecho suficiente ejercicio o que nuestros niveles de grasas saturadas exceden los límites gracias a una mala alimentación, estas empresas pueden valerse de estos datos para no hacer valer los seguros de vida o poner toda clase de trabas para el cubrimiento de ciertos tratamientos.

En ese caso, vale la pena ver en qué medida la legislación puede anticiparse y proteger al consumidor, con la esperanza de que el lobby corporativo no permee los estatutos primero. Situaciones que a nivel político se ven lejanas, pero que a nivel emprendedor se sienten inevitables en el futuro cercano.

El tiempo definirá los alcances reales de la tecnología. Por un lado, podremos optimizar toda clase de tareas ladronas de tiempo, descargando el peso de esas micro-decisiones en la IA. Contaríamos con ciudades inteligentes, reguladoras del caos actual y del estrés de los habitantes de las grandes capitales. Por otro lado, podemos ser presa, aún más, de las adicciones digitales que consumen nuestros espacios reales, así como ser objeto de una híper-vigilancia voluntaria al servicio de toda clase de intereses. Cosa que ya vemos cuando, tras hablar con unos amigos sobre viajes, nos llega una publicidad de AirBNB y Despegar, con sus ofertas en vuelos de media noche.

Esta navidad podremos pensar en esto, cuando el 24 de diciembre alcemos nuestras miradas mientras estamos compartiendo con nuestras pantallas inertes y las personas que nos rodean en casa. Las mismas que conocen cada secreto, anhelo, sueño, frustración, vicio, virtud y pensamiento.

Y sí, me refiero a las pantallas.

 

*Miembro Dirección de Emprendimiento

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El nuevo chip de la educación

El nuevo chip de la educación

Por: Carlos Ramírez

 

A finales de abril de 2020, Liliana María Guaca, escribía para Al Centro una columna donde presentaba dos claves para el desarrollo en la educación en el país. Primero, educar constantemente a los docentes para que transmitan conocimiento actual a sus alumnos. Segundo, acercar la educación a la población por medio del gobierno y no solo esperar que esta se movilice hacia las enseñanzas.

Posteriormente en junio otras perspectivas llegarían a complementar y ampliar los horizontes entorno a la educación y el mundo digital.

Jairo Gómez, Director de Bienestar Escolar de Al Centro, presentaba en su video-columna los retos a afrontar de cara al regreso presencial de las clases en cientos de colegios privados desde el primero de Agosto, haciendo énfasis en la transformación metodológica de la enseñanza.

Por otro lado, Diego Tovar, presentó varios puntos interesantes sobre las transformaciones empresariales en medio de la pandemia. De las múltiples buenas ideas planteadas, rescato el cambio de la mentalidad victimizadora a la de responsabilidad personal por nuestro propio futuro,  la inequidad como reto primordial que debe superar la civilización y las nubes de Clowdworking, propias de la sociedad 5.0.

Durante el mismo mes, Carlos Avilán, mostró una radiografía reveladora respecto a la situación de conectividad a nivel nacional y global. Para mencionar algunas cifras, cerca de 23.8 millones de colombianos no tienen conexión a internet en el país y aproximadamente 3.700 millones de personas en todo el mundo carecen de acceso a este servicio, que para muchos de nosotros es equiparable en prioridad al agua, la comida o la electricidad.

Ya para Julio, el director de Tecnologías de la Información para Al Centro, Juan José Ramírez, hacía un repaso por las iniciativas del gobierno en términos de cobertura de internet y sus avances, así como el camino pendiente a recorrer para realmente lograr una transformación de impacto por medio de las herramientas digitales.

Todas estas ideas parecen encontrarse en un lugar común y es la necesidad de revolucionar el sistema educativo pensando no solo en cubrir las necesidades esenciales, como enseñar a leer, resolver ecuaciones matemáticas o aprender inglés, sino en ofrecer herramientas para que nuestros ciudadanos compitan, y desde muy jóvenes, a escala global.

Estamos frente a una gran oportunidad para dejar de enseñar cápsulas de conocimiento destinadas exclusivamente a pasar exámenes y subir en los rankings. Es vital evolucionar enseñando ideas contextualizadas que se puedan aplicar, y rápido, en el mundo real dando paso a la experimentación.

Es empezar a premiar los fracasos excelentes y quitarle peso a los éxitos mediocres. Los fallos constantes son la constante del mundo digital y eso lo puede ver cualquiera cuando, frente a su computador, escribe su primera línea de código: hello world.

Ante esto, las universidades tradicionales deben cambiar a velocidades que antes del COVID no hubieran considerado.

Ya no compiten entre sí en las capitales. Compiten con plataformas globales que por una fracción del costo de un semestre universitario enseñan conceptos prácticos y aplicables, que una persona puede dominar en cuestión de semanas. Además te dan certificado.

Colombia es un país tradicionalmente exportador de materias primas. 70% de nuestro PIB depende del petróleo. La industrialización a nivel del primer mundo está lejos de ser el camino más eficaz para hacer de un país pobre pero rico en recursos naturales, un país competitivo.

La respuesta real está en tener ciudadanos educados en herramientas digitales, cuyo mercado abarca el planeta entero ofreciendo soluciones tecnológicas de primer nivel. Un activo, si así se puede considerar, que solo requiere implantar por medio de la educación moderna la semilla que produzca la motivación necesaria para nunca parar de aprender.

Este cambio incluso puede repercutir en la eficiencia del tiempo para los profesores, quienes dejarán de estar de alguna forma presos de las clases sincrónicas, a poder dejar su conocimiento en video y adelantar sus investigaciones y proyectos en paralelo.

Esta no es una columna de indignación, es de esperanza. Esperanza para millones de colombianos en condición de pobreza, que por un costo mínimo y sin incurrir en desplazamientos costosos a las urbes pueden adquirir el conocimiento del mundo y competir a escala global.

Si hay algo bueno que la pandemia produjo en la civilización ha sido acelerar, en todo el mundo, los cambios proyectados en décadas antes de la emergencia.

La diferencia la marcarán entonces las naciones que menos se llenen de excusas y se muevan de forma ágil, pasando de hablar de tendencias, a liderarlas y materializarlas.

 

FUENTES

Guaca, M. (2020) Claves para avanzar en el mejoramiento de la calidad educativa en las regiones.

Recuperado de https://www.alcentro.co/claves-para-avanzar-en-el-mejoramiento-de-la-calidad-educativa-en-las-regiones/

Gómez, J. (2020) Volver a clases después de la pandemia. [Archivo de video]. Recuperado de https://www.alcentro.co/volver-a-clases-despues-de-la-pandemia/

Tovar, D. (2020) Transformación organizacional, retos e impactos después del COVID. Recuperado de https://www.alcentro.co/transformacion-organizacional-retos-e-impactos-despues-del-covid/

Avilan, C. (2020) La brecha digital en Colombia como una oportunidad. Recuperado de https://www.alcentro.co/la-brecha-digital-en-colombia-como-una-oportunidad/

Ramírez, J. (2020) Una nueva visión para la transformación digital. Recuperado de https://www.alcentro.co/una-nueva-vision-para-la-transformacion-digital/

*Miembro Dirección Emprendimiento

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Inteligencias artificial: creación y futuro

Esto es Marketing.

Por: Carlos Ramírez

Los cambios producidos por el COVID-19 han generado toda una serie de contrastes. Extremos entre industrias como la de los restaurantes que, solamente en Colombia, arroja pérdidas por 2,5 billones de pesos con un posible máximo de 7 billones a final de año, contrastan con la bonanza de las plataformas tecnológicas de domicilios, que incluso llevó a una de estas a adoptar el Movistar Arena como centro de operaciones ante la avalancha de pedidos.

La infraestructura para los eventos ahora al servicio del ruido blanco de las estibas.

El confinamiento y el temor a salir que se ha apoderado de muchos han favorecido el uso, casi abusivo, de las redes sociales. Para este año se estima un aumento del 66% en el consumo de estos medios.

De ahí una transformación adicional, pero ya no en términos de consumo. Muchos empiezan a escuchar la invitación no solo a ver una y otra vez el torrente infinito de fotos, sino que evolucionan y se convierten en creadores de contenido y prosumers. Gente que disfruta crear por el simple placer de hacerlo, favoreciendo o afectando en el proceso a las marcas si acompañan la publicación con una mención.

Estos influencers, en especial cuando alcanzan la cifra milagrosa de 10 mil seguidores en plataformas como Instagram, son el blanco de una estrategia que busca promocionar sus productos por medio de ellos, creando un atajo en la mente del consumidor. Al no aparecer el sutil aviso de contenido patrocinado o de anuncio en los medios, se crea un discurso diferente con el consumidor.

Ya no es la empresa la que te vende, es un amigo el que te recomienda algo.

Las redes lo saben y es precisamente Facebook quien en cualquier momento en nuestro país nos permitirá comprar de forma inmediata un producto expuesto en una transmisión en vivo. Paralelo a lo anterior, la necesidad de tener un e-commerce puede pasar a un segundo plano si tenemos en cuenta los planes para incorporar catálogos y pasarela de pagos directamente en Instagram, con comisiones de pago que harán sonrojar a Shopify y sus similares.

El bajón en los costos de publicidad en redes sociales se ha convertido en un aliado quizás no muy conocido para todos. Las empresas que sepan leer el momento y tomen la iniciativa en campos donde otras juegan a la retirada en la red, verán recompensada su fe en la medida que se siga asimilando la nueva normalidad.

El negocio hoy también está en desarrollar marca personal, que potenciada con inversiones incluso pírricas en anuncios, puede crear progresivamente una comunidad entorno a los servicios o productos que uno quiera impulsar. Lo anterior se complementa desde luego con disciplina en la publicación, un amplio conocimiento en el tema que quiera tratar y un dominio avanzado de las plataformas de anuncios.

Traducido, toca estudiarlas. Marketing digital no es solo poner un anuncio bonito en tres simples pasos.

Dejando de lado la parte táctica, debemos pensar y entender cuál es la propuesta de valor y apostar, por ejemplo, por el marketing de contenidos. Después de todo, un nombre llamativo y un logo bonito están lejos de ser suficientes. No son pocos los casos donde la gente estanca su idea justo por esto último, si bien intuyo que en el fondo de su corazón saben que la inconformidad no está en el logo rojo con chispas blancas para una marca de comida Kosher. Esta sensación la produce la falta de una visión clara o la ausencia de energía suficiente para trabajar, invertir y materializarla.

Al apostar por contenidos, debemos entender que invertimos en una conversación con el cliente. En educarle sobre nuestra oferta y que, así como en el cortejo, no va a sentir el agradable pinchazo del enamoramiento si antes no sabe al menos el tono en el que le hablamos como marca.

Si pensar en el concepto le genera confusión, piense en su persona favorita: usted.

Los seres humanos compartimos sueños y los suyos, por más locos que parezcan, tienen una concepción similar en las mentes de muchos. Es gracias a eso que la civilización se construye. Después de todo, y citando al gurú del marketing Seth Godin, “lo que puede cambiarlo todo es el marketing que hacemos para nosotros, que dirigimos hacia nosotros, la historia que nos contamos. Esto es lo que te permitirá crear valor, lo que hará posible que te echen de menos cuando no estés”.

Apostemos entonces a eso último. A ser tan relevantes que se sienta el vacío cuando acaben nuestras transmisiones en vivo, nuestros carruseles de imágenes, nuestros videos en Youtube y, porque no, nuestras columnas.

FUENTES

Forbes (2020) Marketing de contenido: salvavidas para grandes marcas. Recuperado de https://forbes.co/2020/04/08/negocios/marketing-de-contenido-salvavidas-para-grandes-marcas/

Forbes (2020) Marketing en tiempos de covid. Recuperado de https://forbes.co/2020/05/01/red-forbes/marketing-en-tiempos-de-covid-19/

El Tiempo (2020) Carrera para evitar que perdidas en restaurantes alcancen $7 billones. Recuperado de https://www.eltiempo.com/economia/sectores/coronavirus-colombia-perdidas-en-restaurantes-pueden-llegar-a-7-billones-de-pesos-520152

Godin, S. (2019) Esto es Marketing. Editorial Planeta Colombiana.

 

*Miembro Dirección Emprendimiento

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Inteligencias artificial: creación y futuro

Formalización: El NIT no hace al empresario

Por: Carlos Ramírez

Un artículo publicado en 2018, por el diario El Espectador, mostraba tres grandes retos que el emprendimiento enfrentaba por esos días: falta de capacitación, gente poco comprometida con su empresa y percepción social del emprendimiento como un escampadero, más no como un estilo de vida serio.

Estos resultados encontraron cierto eco en un estudio hecho por la Asociación de Emprendedores de Colombia ASEC, durante ese mismo año. Según el estudio, el 56% de los colombianos percibía a las universidades como fábricas de empleados más no de emprendedores, quienes al incursionar en un nuevo entorno creando su propia empresa, se encontraban desarmados y desinformados ante un ecosistema que jugaba con otras reglas.

Si bien en educación ha habido avances gracias a las plataformas digitales, puede que la sobreoferta de opciones de formación emprendedora no esté apuntando a resolver un problema elemental.

En 2019 casi 2.000 colombianos se acogieron a la ley de insolvencia. De estos, el 81% contaba con ingresos superiores a los cuatro millones de pesos, por lo que se descubrió que el problema no está en la generación de riqueza, sino en su administración. Administración que en algunos casos se ve afectada por la forma como algunos empresarios ven a sus emprendimientos, al considerarlos una especie de caja menor personal, desangrándolos en el proceso.

Pareciera entonces, que no basta con desarrollar habilidades financieras, operativas e incluso sociales con las que se espera que una persona salga adelante con su idea. Quizás tan importante como esto, es ayudarle a ver a nuestro candidato a emprendedor si realmente dimensiona las responsabilidades a las que aspira y si además cuenta con la disposición física y mental para sacar adelante su cometido, ojalá con márgenes de rentabilidad.

Ser emprendedor, después de todo, no es solo intercambiar tarjetas de presentación en una sesión de networking, independiente de la siempre agradable cerveza de WeWork.

El reto involucra un análisis que debe partir desde los motivos de la persona y hacerse, así como en la filosofía, preguntas elementales:

  • ¿Emprendo porque veo una oportunidad en el mercado, porque tengo una idea que además ya validé o simplemente emprendo porque me echaron del trabajo y tengo una platica?
  • ¿Emprendo sabiendo que, lejos de equilibrar mi vida familiar y profesional, estaré dedicando noches y fines de semana a mi proyecto?
  • ¿Emprendo porque tengo socios que realmente me complementan en recursos o conocimiento?
  • ¿Tengo claro cómo se van a distribuir las ganancias?
  • Si todo sale mal, ¿ya acordé con mis socios como nos vamos a pelear mientras aún somos amigos?
  • ¿Comparto una escala de valores similar con mis socios? ¿Tengo claro lo que cada uno espera de la empresa? ¿Sé que no me van a dejar trabajando solo?
  • ¿Puedo, más bien, emprender por mi cuenta?
  • ¿Conozco suficientemente bien el sector para saber cómo puedo romper las reglas y diferenciarme, o me limitaré simplemente a hacer las cosas bien?
  • ¿Soy emprendedor o empresario? ¿Me gusta concebir ideas, hacerlas crecer y quedarme para administrar su crecimiento, o me cansaré y preferiré retirarme para crear un nuevo proyecto?

Si las respuestas a lo anterior le dan claridad y decide seguir, lo siguiente sería validar su idea. Adelantarse y formalizarla es cosa fácil, pero si antes no la expone a su mercado para que le dé al menos una señal de cariño expresada en ventas, su proyecto ya legalizado estará navegando en aguas misteriosas.

Es entonces cuando realmente empezará a comprender los retos del emprendedor, el mismo que no necesita un NIT y aparecer como representante legal para graduarse.

El emprendimiento es un estilo de vida donde una persona, en medio de un mundo caótico, crea una especie de burbuja para que sus empleados y acreedores sientan que este es confiable.

La invitación queda servida entonces para alimentar ese proyecto que le trasnocha cuando acaba su jornada de trabajo. Para que este tenga futuro, debe considerar primero su entorno y su carácter como persona frente al reto que supone crear una empresa.

Si al final de esto no se ve emprendiendo, está perfecto. Después de todo, también es válido optar por ser un gran empleado.

FUENTES:

https://www.elespectador.com/noticias/economia/cuales-son-los-retos-de-los-futuros-empresarios-en-colombia/

https://forbes.co/2020/06/17/red-forbes/ecosistema-de-emprendimiento-3-0/

https://www.portafolio.co/negocios/empresas/este-ano-1-800-colombianos-se-fueron-a-quiebra-536257

El libro negro del emprendedor, Fernando Trias de Bes

 

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"Mad Men"

Por: Carlos Andrés Ramírez*

Parecen distantes los días donde el universo de personalidades y referentes se reducía a lo que la televisión, la prensa y la radio mostraban. Esos tiempos, mejores para unos peores para otros, ofrecían una estabilidad de la cual casi no queda rastro.

En el mundo moderno, muchos han puesto su privacidad al servicio de los likes y las interacciones, produciendo contenido suficientemente llamativo, no necesariamente de calidad. Quienes hoy en día son personajes anónimos caminando en una acera a medio día pueden ser el día de mañana nuestros referentes, así como pueden pasar en cuestión de minutos del anonimato al desprestigio. Desde futbolistas hablando de economía hasta curas católicos hablando de sexualidad.

De entrada puede parecer un escenario perturbador, pero en realidad lo que la tecnología permitió con esto es mostrar cómo es el ser humano en lo más profundo de su ser. Un animal en búsqueda de la eternidad, la divinidad y la trascendencia. La única especie conocida capaz de moldear el mundo y crear toda clase de fantasías, si su público lo permite.

No tenemos idea de lo que queremos, hasta cuando alguien más no lo muestra. Esto aplica en todas las dimensiones de la naturaleza humana y el marketing lo sabe muy bien. En un periodo muy corto, esta rama ha alcanzado niveles de sofisticación muy altos, procurando hacerse de toda clase de herramientas para entender mejor el inconsciente colectivo y ofrecer a la gente, básicamente, lo que quiere.

Quienes sean ajenos a esta les sorprenderá como en un poco más de 50 años los profesionales del marketing evolucionaron de las encuestas y los Focus Group, al Neuromarketing y finalmente a la inteligencia artificial para entendernos mejor que nosotros mismos. Con esto último, se han ahorrado incluso la molestia de preguntarnos para pasar directamente a entregarnos un producto terminado.

La máxima sofisticación son los productos humanos precisamente, por medio de los cuales se mueven otros productos y servicios, algunos más inútiles que otros, cuya vida útil muchas veces tiene los días contados como bien sucede con cientos de aspirantes a influencers, víctimas ante la imposibilidad de mantener a tope, por suficiente tiempo, los niveles de dopamina de su audiencia y de los algoritmos, si su naturaleza también fuese biológica, desde luego.

Son precisamente estos últimos quienes de a pocos están dictando el rumbo de la civilización, detectan tendencias, mueven masas y deciden que está o no de moda. A medida que los programadores los sofistican, parecen ir por su cuenta y necesitar cada vez menos de sus creadores. Llegado el momento, vale la pena preguntarnos si la especie humana no luchará ya contra la opresión, sino contra la intrascendencia. Incluso en el campo creativo podemos llegar a ser sustituidos por una máquina que, como bien indica Yuval Noah Harari en su libro 21 lecciones para el siglo XXI, musicalmente no necesitará superar a Tchaikovski. Bastará con que lo haga mejor que Britney Spears.

No necesariamente esto será malo. Puede que libere a miles de tareas inútiles para dedicar más tiempo a contemplar el cielo o mirar a los ojos de una mujer bonita. Puede que también, como ha sucedido con WhatsApp y el correo electrónico, nos condene a una vida de eterna conexión laboral, donde nos veamos obligados a contestar un correo urgente de un cliente mientras cuelga nuestra humanidad de un precipicio, tratando de llegar a la cima del Monte Everest. Sea cual sea el escenario, la historia nos dice que la humanidad no se detiene, solo que ese destino es radicalmente diferente siempre y cuando no olvidemos que, como bien dijo Don Draper en Mad Men: “las personas deseamos que nos digan lo que tenemos que hacer, por lo que escucharemos a cualquiera”, incluso, si ese cualquiera solo sea una supercomputadora de pequeños bombillos vibrantes, desprovista de consciencia, escondida en algún lugar de California.

*Miembro de número de la Dirección de Emprendimiento.

Carlos es Administrador de Empresas de la Universidad de la Sabana y Máster en Neuromarketing de la Universidad Internacional de la Rioja. Su experiencia y área de conocimiento abarcan mercadeo, innovación y desarrollo de nuevas tecnologías. También se ha desempeñado como blogger, youtuber y docente. Miembro activo de CEPI.