Campañas políticas en pandemia

Campañas políticas en pandemia

Por: Laura Herrera

En menos de un año estaremos ante un escenario electoral en el que, posiblemente, el Covid-19 seguirá presente lo que obligará a las campañas políticas a adecuarse a la nueva realidad.  ¿Cómo serán las campañas en medio de una pandemia? A continuación, algunas claves para tener en cuenta.

Aún más digitales: las grandes reuniones y manifestaciones políticas, el volanteo, e incluso los recorridos políticos, pueden poner en riesgo la salud de los ciudadanos y los equipos de campaña. Las redes sociales, las reuniones digitales y la presencia en la web serán mas que nunca fundamentales para hacer campaña. Twitter, Instagram, Facebook y TikTok serán los canales principales para comunicar mensajes, generar controversias, ganar respaldos y movilizar al electorado.

Protección de datos: el envío masivo de mails, así como las estrategias a través de mensajes de texto o listas de difusión mediante servicios de mensajería instantánea como WhatsApp o Telegram, entre otros, serán de gran apoyo para comunicar hechos políticos, sin embargo, estas estrategias deben tener como eje central la protección y autorización del tratamiento de datos de las personas con las que se interactúa.

La inclusión en bases de datos debe contar con la autorización previa de la persona para que permita el envío de información y el tratamiento de sus datos. Lo mismo ocurre con las listas de difusión y chats grupales por servicios de mensajería instantánea, no hay nada más molesto que recibir montañas de información de figuras políticas que invaden la privacidad en el chat. Antes de enviar información los líderes deben pedir autorización para no correr el riesgo de infringir las políticas de protección de datos y tampoco para que su estrategia tenga efectos contraproducentes como el hastío o una crisis por una posible una denuncia pública ante el incumplimiento.

Medios de comunicación: los medios tradicionales: radio, prensa y, sobre todo, televisión, serán fundamentales para la difusión de noticias sobre determinados candidatos. Serán los medios de nuevo los protagonistas pues a partir de sus publicaciones se darán a conocer los candidatos y, por supuesto, instalarán la agenda a debatir.

Símbolos: la identidad crea comunidad. El uso de símbolos, imágenes, emoticones o canciones que le permitan a los votantes identificarse, unirse y demostrar su apoyo será fundamental. Esta seguirá siendo, con mucha más fuerza, la manera de generar sentimientos de pertenencia, unanimidad y de generar efecto contagio por la presión de pertenecer a determinado grupo.

Vuelven los afiches: el afiche volverá a recobrar su relevancia ya que las grandes manifestaciones en masa serán muy difíciles de realizar. Un edificio o un barrio con afiches en las ventanas volverá a ser una poderosa fuente de demostración de respaldo hacía los candidatos y de los mismos candidatos hacía sus rivales. El reto está en establecer procesos sencillos para hacer llegar el material a la puerta de la casa de la gente por ejemplo a través de solicitud de los kits de publicidad en las páginas web o en redes sociales.

Polémica: la producción de información en redes sociales es cada vez mayor y, dadas las circunstancias, los candidatos competirán por visibilidad. La polémica será la manera de diferenciarse en medio del océano de información, sin embargo, correremos el riesgo de vernos inmersos en campañas con altos niveles de agresividad y pesimismo que son perjudiciales para el clima electoral generando apatías o dificultando los procesos de construcción de consenso posteriores. 

De otro lado, el humor y  contenidos de aspectos personales de los candidatos también serán tácticas que impulsarán las campañas. En estos casos no hay que perder de vista el contenido y la reputación de la figura pública: existe una diferencia abismal entre ser osado y hacer el oso por unos likes. Una vez se instala la idea de ligereza en la imagen de un líder político es muy difícil dar vuelta atrás.

Autenticidad: en definitiva, es fundamental que un candidato tenga propia voz, más allá de su equipo digital, es él quien tiene que dirigir su comunicación y, sobre todo, poder transmitir la mayor autenticidad posible. El electorado quiere lideres reales, no frases de cajón. 

Análisis de datos: nunca antes la comunicación tuvo la oportunidad de mapear de manera más fácil, inmediata y a menor costo la opinión e interacción con los candidatos. Un estudio demostró que a través de una variable de Twitter se pudo medir en tiempo real el respaldo hacía Claudia López y Carlos Fernando Galán dando especio a predicciones más rápidas y económicas que las encuestas. El futuro de la comunicación política está en quienes sepan recolectar y analizar los datos para saber que hacía dónde se debe apuntas y qué se debe ajustar rápidamente sobre la marcha.

Infografías y videos cortos: los usuarios en redes sociales cada vez consumen más información mientras la atención que prestan al contenido disminuye. Las redes sociales dan prioridad al video y a las imágenes, por eso la recomendación es hacerlos cortos de no más de un minuto, con un mensaje claro sin rodeos y con buenos datos.

 

 

*Directora de Comunicación Política

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Reputación corporativa en pandemia:  ¿Influencers, voceros o Celebrity Masters?

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Campañas políticas en pandemia

La brecha digital en Colombia como una oportunidad

Por: Carlos Avilán 

Para las escuelas, las universidades que llevan a cabo cursos en línea, el personal que trabaja en casa e incluso para el personal de atención médica, el Internet es la respuesta a muchos problemas; entonces, ¿qué pasa con las millones de personas en el mundo que no tienen acceso a una conexión de internet?

El COVID-19 ha expuesto muchas desigualdades, entre estas la brecha digital, que no es solamente una de las más marcadas, sino también una de las más sorprendentes. Esta desigualdad es tan evidente que, incluso en los países desarrollados, el acceso a internet suele ser más bajo de lo que parece.

Por ejemplo, en Australia, la cifra de personas sin acceso a internet es del 13%; en Estados Unidos 21 millones de personas no tienen conexión de alta velocidad, lo que equivale a más del 6% de la población. En síntesis, incluso en los países más ricos del mundo, no todas las personas se pueden mantener conectadas mediante la web.

Si se revisan las cifras de la UNESCO, apenas un poco más de la mitad de la población (el 55%) tiene conexión a internet. Si comparamos los países desarrollados con los que no, el 87% está conectado en comparación con el 47% en los países en desarrollo, y solo 19% en los países menos desarrollados. En Colombia, 21,7 millones cuentan con acceso a una conexión, cerca del 43%. Este segmento se concentra principalmente en estratos 1 y 2.

En total, 3.700 millones de personas en el mundo no tienen acceso a internet, no solamente a causa de la falta de conexión, sino que también por los altos costos de los dispositivos tecnológicos. Las desventajas de esta desconexión es la falta de difusión de información de todo tipo y la exclusión del aprendizaje online (se estima que más de mil millones de niños en el mundo quedaron excluidos de sus clases en esta cuarentena). No importa que muchos profesores estén impartiendo sus clases diarias, muchos de estos niños simplemente no pueden participar.

En contraste, son muchas las ventajas que el mundo conectado ha traído a la población. Un estudio asegura que, por cada punto porcentual que aumentan los índices de conectividad, el PIB se incrementa entre 1,4% y 1,9%.

Trabajar en casa hoy en día es un imperativo. Sin embargo, como muestran las estadísticas, muy pocas personas pueden conectarse. Además, sin una conexión de banda ancha adecuada, las comunidades no pueden iniciar o administrar un negocio moderno, acceder a la telemedicina, tomar cursos en línea, transformar digitalmente su actividad agrícola o un investigar para realizar algún proyecto académico.

Las cifras para acceder a internet pasan de lo absurdo en algunos casos. Por ejemplo, en África subsahariana, un gigabyte de datos, suficiente para una actividad online en un día, cuesta casi un 40% del salario mensual promedio. Esto no solo es un problema de las naciones en desarrollo; por ejemplo, en Australia, casi un tercio de los hogares de menos recursos no tienen conexión a internet. En Colombia, el valor del internet es el segundo más caro de la región después de Brasil, con un costo promedio de US$9,22 y velocidad de descarga de 6,2 Mbps.

Colombia atraviesa diversas dificultades en el tema, siendo una de ellas el mal servicio de Internet. No obstante, en los últimos años se ha hecho un trabajo enorme para aumentar la conectividad (se ha multiplicado en los últimos cuatro años) y, aunque esta no sea la más rápida, puede ser la herramienta y la oportunidad necesaria para superar problemas, aprender, cultivar pasiones y mejorar salarios en las regiones más apartadas.

Son muchos los retos para asumir en esta materia, el Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones (Mintic) de este gobierno se ha propuesto llevar Internet fijo a más de 342.000 hogares de estratos 1 y 2, distribuidos en 404 municipios del país. Uno de los retos que ahora se debe asumir es en el buen uso que se les den a estas conexiones, para que, de manera concreta y real, se mejore la calidad de vida de las personas y no sea simplemente una cifra más.

Referencias

https://theconversation.com/schools-are-moving-online-but-not-all-children-start-out-digitally-equal-134650

https://en.unesco.org/news/new-report-global-broadband-access-underscores-urgent-need-reach-half-world-still-unconnected

https://www.mintic.gov.co/portal/inicio/Sala-de-Prensa/MinTIC-en-los-Medios/100837:La-mitad-de-Colombia-no-tiene-internet

https://reliefweb.int/report/world/coronavirus-school-closures-mean-over-one-billion-children-and-youth-are-now-shut-out

https://mintic.gov.co/portal/inicio/Sala-de-Prensa/Noticias/125603:La-hoja-de-ruta-del-MinTIC-para-el-2020-conectividad-y-transformacion-digital

 

*Miembro Dirección de Tecnologías de la Información 

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Campañas políticas en pandemia

La guerra contra las drogas continúa: ¿Importamos las políticas incorrectas?

Por: Mauricio Trujillo

Hace dos semanas el CESED (Centro de Estudios Sobre Seguridad y Drogas de la Universidad de los Andes), junto con varios académicos enviaron una carta1 a la administración del presidente de los Estados Unidos Joe Biden pidiendo que se revoque la decisión de seguir apoyando la aspersión de cultivos ilícitos como herramienta de guerra contra las drogas. La carta señala que Biden está siguiendo los pasos de su antecesor al apoyar esta iniciativa, y justifica su petición en las pruebas científicas que demuestran que la aspersión con este químico es ineficiente para acabar de raíz el problema de las drogas y además tiene consecuencias que pueden acabar con el medio ambiente, más específicamente con una de las áreas más biodiversas en el mundo: la amazonía. 

 

Este debate ha estado en el centro de la discusión en Colombia por muchos años. Desde que comenzó el Plan Colombia durante la presidencia de Andrés Pastrana, la política de drogas ha estado asociada a la ayuda militar de los Estados Unidos y a la aspersión de los cultivos ilícitos con glifosato cómo una herramienta de guerra. Sin embargo, el uso de este químico ha sido cuestionado por científicos y académicos, ya que la guerra contra las drogas se ha concentrado en políticas reactivas y se ha demostrado que la aspersión no soluciona el problema de raíz. El CESED hace énfasis en que los cultivos asperjados con glifosato tienden a ser replantados con una probabilidad del 36% en comparación a la sustitución voluntaria con una tasa de sólo 0.2%. Adicionalmente, se ha demostrado que la aspersión aérea en muchos casos no resuelve el problema sino que lo desplaza hacia zonas en las que la aspersión no es permitida como los parques nacionales, lo que genera otra serie de externalidades ambientales. Desde el punto de vista económico, las aspersiones también son costosas e ineficientes. Las cifras son claras: asperjar una hectárea de coca reduce el área cultivada entre 0.02 y 0.065 hectáreas, y con este mecanismo hay que invertir cerca de $465 mil dólares para reducir la oferta de cocaína en un kilogramo2.

 

Pero la aspersión no sólo es inefectiva, sino que afecta al sector de la población más pobre y vulnerable. Quienes siembran coca suelen ser campesinos que no tienen alternativas para subsistir. El campesino se queda con cerca del 1% de las ganancias totales del tráfico de cocaína, mientras el otro 99% se queda en la distribución logística del producto por medio de los grandes cárteles y el microtráfico en las grandes ciudades3. Así y todo, la siembra de coca es más viable que otros cultivos, ya que los grupos ilegales y armados pagan mejor y el transporte es más fácil. La pasta de base de coca se vende por alrededor de 2 millones de pesos por kilo. Esta cifra sigue siendo baja para el campesino promedio, pues los costos del cultivo son altos debido al tiempo que este demora y la cantidad de productos que el cultivo necesita y que no son subsidiados ni por los grupos que trafican la droga ni por ninguna entidad. El cultivo de coca es más viable que otros como el tomate, sandía o cacao, en los cuáles los costos en tiempo y transporte son más altos debido al mal estado de las vías y las ganancias son menores4

 

Organizaciones de campesinos como COCCAM han manifestado que preferirían buscar alternativas al cultivo de coca si tuvieran otra oportunidad mejor para subsistir, pero que la poca presencia del Estado en estas áreas restringe sus posibilidades5. Acabar con el cultivo de un campesino es acabar con su sustento, lo cual genera un problema socio-económico que bien resalta la carta escrita por el CESED: si este problema no se soluciona de raíz con presencia del Estado y con otras alternativas, los campesinos no se van a quedar de manos cruzadas cuando acaben con sus cultivos, van a buscar otro pedazo de tierra para poder volver a sembrar. La aspersión puede llevar a los mismos campesinos a talar más bosque incluyendo zonas de parques naturales para plantar sus cultivos. 

 

El uso del glifosato como sustancia ha sido cuestionado y restringido en otras partes del mundo debido a sus efectos ambientales y para la salud de las personas. Hace poco en Alemania decidieron ponerse la meta de prohibir todo uso de glifosato para 2023. Esto debido a que dicho herbicida ha estado ligado a la contaminación de las aguas, la erosión del suelo y la disminución de especies polinizadoras como las abejas y las mariposas6. Además de esto, Bayer-Monsanto ha pagado cerca de 10 billones de dólares para llegar a un acuerdo con cerca de 90,000 demandas que vinculan el uso del herbicida con problemas de salud como cáncer7.

 

Por último, la carta hace propuestas alternativas a la aspersión con glifosato como la sustitución voluntaria de cultivos que está funcionando desde la implementación del acuerdo de paz, ya que la misma es más costo-efectiva. Aunque las cifras siguen siendo disputadas, se estima que asperjar una hectárea cuesta 72 millones en contraste con 42 millones en el programa de sustitución voluntaria8. En el programa de sustitución, se le transfiere a cada familia cerca de 10 mil dólares. En la carta se hace énfasis en lo importante que es seguir lo pactado en el acuerdo de paz en relación con la política de drogas, pues este tiene un enfoque comprensivo de lo económico, lo social y lo ambiental. También señala que toda política de erradicación debe estar acompañada de programas sociales de desarrollo en las regiones más afectadas, y del acompañamiento a los campesinos para que puedan encontrar alternativas viables para subsistir. Este es un paso fundamental para acabar con las políticas prohibicionistas y dar paso a visiones más humanas y que solucionen el problema de raíz. La decisión de la administración de Biden de seguir apoyando las aspersiones aéreas con glifosato puede ser un retroceso en materia de política de drogas, pues se ha demostrado que esta misma no ha dado los resultados en costo-eficiencia que se esperaban y que hay alternativas ya probadas que tienen un enfoque más humano y ambiental, consecuente con las políticas que el mismo presidente está promoviendo en Estados Unidos. 

 

Esta decisión no sólo demuestra una doble moral hacia los países menos desarrollados, si no que es una continuación a lo que Estados Unidos ha entendido como guerra contra las drogas por mucho tiempo, ya que se ha tenido y se sigue teniendo un enfoque punible, prohibicionista, sin soluciones de raíz y poco beneficioso para el desarrollo sostenible e inclusivo del país. Esto importa más aún, cuando el país norteamericano ha tenido tanta incidencia histórica en las políticas implementadas en Colombia y en la región. 

 

Referencias

 

  1. CESED (2021). Carta a Joe Biden y Kamala Harris. Recuperado de Carta de académicos al Presidente Joe Biden y a la Vicepresidenta Kamala Harris
  2. Mejía, Daniel, Pascual Restrepo y Sandra Rozo (2015). On the effects of enforcements of illegal markets, Evidence from quasi-experimental in Colombia. Policy Research Working Paper 7409, World Bank.
  3. Los narcos utilizan al campesino y le pagan 0,50 por gramo de coca
  4. La realidad detrás de la coca, la vida campesina en la cordillera de Nariño
  5. Coca, principal sustento económico de más de 230.000 familias campesinas | Economía
  6. Germany set to ban glyphosate from end of 2023 | DW | 04.09.2019
  7. Roundup Maker to Pay $10 Billion to Settle Cancer Suits (Junio 24, 2020). The New York Times. 
  8. Le dijimos a la Corte Constitucional que la eventual reanudación de la aspersión aérea de glifosato es inconstitucional

 

*Miembro Dirección de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible

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Magdalena tiene potencial para liderar el comercio agroalimentario en el Gran Caribe

Por: José Pacheco 

Después de la devastación producida por la Segunda Guerra Mundial, el concierto internacional se ha preocupado por diseñar mecanismos tendientes a garantizar y perpetuar en el tiempo la Seguridad Alimentaria, que según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), únicamente “se consigue cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana”.

En concordancia con estos presupuestos, los países del Primer y Tercer Mundo (Colombia incluido) han realizado un gran ejercicio legislativo encaminado al fortalecimiento del sector agrícola (y otros sectores conexos), con el cual han querido generar condiciones que propicien una transformación en la producción. Una transformación en la producción agrícola tendría el doble impacto de contribuir de manera importante a la consecución del objetivo de la Seguridad Alimentaria y de potenciar la industria agrícola como principal motor de las economías. 

No obstante, pese a la contundencia y pertinencia del objetivo anterior, en Colombia la realidad del campo y del campesinado indica que nos encontramos lejos de lograr la anhelada Seguridad Alimentaria y del posicionamiento de la producción agrícola como principal fuente de generación de ingreso. Prueba de ello es la poca participación de este sector en el total del Producto Interno Bruto, que, a diciembre de 2019 según el DANE, se ubicó en el 6,8% y, particularmente en el departamento del Magdalena, esta cifra llegó al 16, 2%.

Colombia debe incluir dentro de la agenda post COVID estrategias para reconducir los esfuerzos en aras de garantizar la Seguridad Alimentaria y la potencialización de la producción agrícola como fuente principal de ingresos. 

Una estrategia puntual para lograr este propósito, consiste en el desarrollo de un Comercio Agroalimentario Regional, el cual, según Oscar Fernández Guillen, Profesor Investigador de la Universidad de Los Andes, consiste en la consolidación de un sólido intercambio interregional de alimentos a través de la disminución  de  barreras comerciales entre países de la Región, con lo cual se facilita el acceso a ellos y se propiciaría una mayor disponibilidad de alimentos a  menores  precios. Este mecanismo puede resultar idóneo no sólo para garantizar el acceso a alimentos sanos y nutritivos, sino que también podría abrir la puerta a nuevas oportunidades de desarrollo económico, laboral e industrial.

En el marco de esta estrategia, el departamento del Magdalena, en particular, gracias a sus suelos aptos para el agro, unido a una disponibilidad “potencial” a importantes extensiones de tierra cultivable, tiene un gran potencial para consolidarse como el exportador número uno de productos agrícolas y agroindustriales a Centro América y el Caribe. 

Según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, el departamento del Magdalena es la cuarta entidad territorial con los mejores y más extensos suelos cultivables: de las 2,3 millones de hectáreas de la extensión total del departamento, cerca de 1,72 millones, es decir, un poco más del 51,4%, son tierras arables con potencial agropecuario. 

Estas condiciones naturales son favorecidas por factores logísticos determinantes para una consolidación del territorio como exportador de productos alimenticios: dos terminales portuarias multipropósito; una vía férrea que actualmente no es utilizada para el transporte de alimentos; un aeropuerto; cuatro zonas francas. 

El problema que hoy enfrenta el departamento es la poca diversidad en la producción agrícola. Al respecto, el IGAC ha calculado que el 65% de los suelos del Magdalena presentan un uso inadecuado, desaprovechando su potencial. La Encuesta Nacional Agropecuaria (2019) realizada por el DANE, evidenció que, del total del terreno arable del Magdalena, el 80.7% está destinado al ganado, la ganadería, o temas relacionados con ellos; solamente el 11.5% tiene uso agrícola; el 5.0% en bosques y el 2.8 restante se destina otros usos. 

El IGAC informó en el año 2016 que el desordenado desarrollo productivo del departamento había rebasado el 51% de suelos capaces de soportar la ganadería y la agricultura, para ocupar zonas que deberían ser dedicarse exclusivamente a la conservación ambiental. 

La inconveniente diversidad en la producción agrícola y la estéril dinámica agroindustrial descrita, debería ser el punto de partida para el planteamiento y desarrollo de una ambiciosa política pública regional y nacional post COVID que permita un mayor aprovechamiento de ese potencial agrícola que tiene el departamento del Magdalena. Y pueda, en virtud del desarrollo de un Comercio Agroalimentario Regional, contribuir para que el país y la región garanticen una Seguridad Alimentaria a sus poblaciones, sino que, al hacerlo, garantice igualmente el incremento de los ingresos de la población y de su calidad de vida.  

 

 

*Miembro Dirección Temática del Magdalena

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Ep. 23 Ordenamiento territorial en Colombia 24 años!! Lecciones y visiones

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