Feb 7, 2020 | Andrés Felipe Fuentes Velásquez, Columnas de Opinión, Emprendimiento
Por: Andrés Felipe Fuentes Velásquez*
@MarcaAF
Al iniciar un año siempre hacemos propósitos personales, familiares académicos y profesionales, por eso en esta ocasión los quiero invitar para que piensen sobre la posibilidad de desarrollar una idea de negocio o en otras palabras de emprender y así cumplir esos propósitos de año nuevo.
Piensen en que emprender es una oportunidad fantástica para llenar los vacíos que muchas veces tiene la vida y responder a las necesidades de nuestra sociedad. Todas las personas pueden emprender sin importar la edad, el estrato social o la profesión u oficio a la cual se dediquen. Es solo una cuestión de decisión.
Un denominador común en todos los emprendimientos exitosos, sin temor a equivocarme, es LA PASIÓN. Esta premisa la confirma el empresario colombiano Alexander Torrenegra, cuando afirma que, «emprende en lo que eres súper apasionado» y la complementa el neurólogo Español, Francisco Mora, quien plantea majestuosamente que, «sin pasión no se aprende»; estas expresiones definen la diferencia entre triunfar o fracasar en este exigente ecosistema productivo.
Por esta razón, es recomendable para los emprendedores, que incluyan en su léxico del día a día, estos 11 conceptos que serán una guía en la planeación, ejecución, verificación y ajustes de la propuesta de valor que presentarán al mercado, recuerden que como dice Sylvia Ramírez, coach de felicidad, emprender no es Disneylandia, pero cuando recibes los frutos no te cambias por nada ni por nadie, por eso atendamos con detenimiento estos consejos que quiero dejarles basados en mi experiencia profesional:
- Trabajo en equipo de forma multidisciplinar.
- Vocación de servicio.
- Toma de decisiones oportunas.
- Resiliencia.
- Creatividad.
- Innovación constante.
- Disciplina.
- Constancia.
- Capacidad de Soñar y proyectarse a corto, mediano y largo plazo.
- Optimización de los recursos humanos y tecnológicos.
- Conocimiento financiero.
Una vez interiorizadas y puestas en práctica en el diario vivir, se debe pensar, definir y escribir la idea de negocio, solo así, podremos empezar a hacerla realidad. Definido esto, se podrá aplicar a los diferentes beneficios que tiene y ofrece el sector público y privado, ya que sin recursos es aún más complicado el tema, por eso sugiero observar los siguentes canales de financiación.
Uno de los mayores referentes que tenemos en el país es el programa ofrecido por el Servicio Nacional de Aprendizaje SENA, quien implementó un proceso denominado: Ruta de Emprendimiento, a través del Fondo Emprender, que cuenta con tres fases a saber: i) entrenamiento y elaboración del plan de negocio; ii) implementación del plan y; iii) evolución y seguimiento por parte de un comité de expertos en el tema; todo esto con el fin de que se haga entrega del capital semilla que oscila entre 49 y 149 millones de pesos, de acuerdo a las características del negocio y las bases en su consolidación y proyección.
Otros referentes para aplicar y apalancar nuestros emprendimientos los encontramos con Wayra Colombia, que le apuesta a las startups, INNPULSA, que cuenta con recursos para fortalecer los emprendimientos en funcionamiento, Ventures, Destapa Futuro, Fondo Naranja, también son programas que ofrecen grandes beneficios a quienes le apuestan al emprendimiento. Lo cierto de todo esto es que existen millones de recursos económicos, programas de formación y capacitación de emprendimiento y lo único que hace falta es tomar la iniciativa y aplicar al que más se ajuste a nuestras necesidades y sueños.
Quiero concluir esta breve reflexión, reiterando la invitación para que le apostemos al emprendimiento en el 2020 y dejemos a un lado las excusas que nos alejan de nuestros sueños. Si bien somos estudiantes, profesionales, amas de casa, asalariados o estamos inactivos en el mercado laboral, lo bueno del emprendimiento es que todos cabemos en él. En mi caso, le aposte al emprendimiento periodístico y decidí crear mi propio programa informativo el cual difundo a tráves de redes sociales y el cual denominé: El Radar Informativo. Si son apasionados por el deporte los invito a seguirme en redes sociales.
Por si les queda otra duda, sobre los beneficios del emprendimiento, acá les dejo esta reflexión, es una solución para enfrentar el problema de desempleo en el país. Según cifras del DANE, para el mes de noviembre de 2019, la desocupación laboral llegó al 9.3%, si bien es de un solo dígito, resulta preocupante para el desarrollo económico del país.
*Columnista invitado y Miembro de número de la Dirección de Emprendimiento.
Feb 6, 2020 | Columnas de Opinión, Emprendimiento, José Orlando Morera
Por: José Orlando Morera
Desde que entró en furor la era del conocimiento y en plena revolución 4.0, que consiste en la digitalización de los procesos industriales por medio de la interacción de la inteligencia artificial con las máquinas y la optimización de recursos enfocada en la creación de efectivas metodologías comerciales, se han generado disrupción en operaciones de TI, modelos de negocio, y mercados.
Las nuevas tecnologías han incursionado de manera disruptiva más allá de ser fenómeno o tendencia, logrando cambiar la vida de millones de personas a través de desarrollo como el blockchain como se publicó en un reciente artículo del tanque de Pensamiento Al Centro, así como la robótica, la realidad digital, la big data y la inteligencia artificial.
En ese sentido, la industria 4.0 seguirá siendo protagonista en la introducción de las tecnologías digitales en las empresas, particularmente MiPymes, para lograr interconexión entre los procesos, lo cual establece una serie de retos, como adaptarse a las necesidades y expectativas de demanda, servir al cliente de una forma más personalizada, aportar un servicio posventa uno a uno con el cliente, diseñar, producir y vender productos en menos tiempo, añadir servicios a los productos físicos, crear series de producción más cortas y rentables, entre otros aspectos.
Los proveedores de nube de hiperescala a nivel de infraestructura como servicio (IaaS), plataforma como servicio (PaaS) y software como servicio (SaaS), como Google, Microsoft, Amazon y Salesforce están empezando a integrar estas capacidades en sus ofertas o a ponerlas a disposición como una plataforma para ser utilizadas por terceros, traduciéndose en una mayor oferta de servicios y productos a través de distintas plataformas; en todo este mundo de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC), la conectividad es y seguirá siendo la infraestructura fundamental de los individuos, las empresas y las sociedades.
Es imperativo dejar claro que el avance tecnológico es una realidad imparable, que implica cambios a los cuales tiene que estar dispuestos tanto emprendedores como empresarios y gobierno, todos articulados en un ecosistema en el cual cada participe apalanca y genera tracción para que la economía crezca. Según Internet World Stats, a junio de 2018, el 55,1 % de la población mundial tenía acceso a internet, es decir, 4.200 millones de los 7.600 millones de personas en todo el mundo.
Por supuesto, la universalización y masificación de las TIC han desempeñado un papel clave para dinamizar la sociedad del conocimiento y han permitido la apropiación de la tecnología en distintos sectores, como educación, hogar, salud, movilidad, transporte, bancarización, entretenimiento, justicia, trámites, servicios públicos, entre otros, a través de la innovación y el emprendimiento, contribuyendo a generar oportunidades para miles de ciudadanos y empresas.
En 2019, algunas tendencias que se consolidaron fueron: inteligencia artificial (IA), internet industrial de las cosas (IIoT), sistemas ciberfísicos (CPS), robótica colaborativa (Cobot), Big Data (macrodatos), impresión 3D, realidad virtual y realidad aumentada, desarrollo de nuevas aplicaciones con mayor énfasis en la salud y blockchain. Esto soportado en la electrónica como estructura fundamental del desarrollo de las tecnologías de la información y las comunicaciones. Así mismo la electrónica seguirá soportando el desarrollo del control de procesos industriales, sistemas electrónicos de potencia, instrumentación y control, diseño y análisis de instrumentación electrónica, microcontroladores y microprocesadores, así como apoyo en el diseño de software para su control, entre otros.
Amén de la investigación, la innovación y el desarrollo, para nadie es un secreto que el sector tecnológico se ha convertido en un interesante y rentable negocio que cada día consigue más adeptos, permitiendo que se consolidaran durante la última década las compañías tecnológicas como las más valiosas del mundo.
Cada día se aparecen nuevas startups, algunas de las cuales logran posicionarse en el mercado. Unas no tan conocidas que están siendo parte de una especie de revolución silenciosa en este negocio, por cuenta de la transformación digital por fuera de la cual nadie se quiere quedar.
Ahora bien, teniendo claro el contexto real de la relación desarrollo tecnológico – económico, vale la pena analizar a su vez el avance normativo en la materia, que resulta incipiente y obsoleto, con el riesgo de retroceso por la ideología ultraconservadora y proteccionista de los sectores tradicionales como en el caso del transporte defendiendo a ultranza la operación del modelo taxi, lejos de comparación con el uso de aplicaciones porque se trata básicamente de dos modelos de negocio diferentes.
Hoy más que guerras entre sectores que nos llevan al estancamiento o retroceder en lo ya avanzado, requerimos aunar esfuerzos para que las voces de los diferentes actores lleguen al congreso y al gobierno, de modo tal que se tracen los lineamientos que nos lleven al establecimiento de una política pública que promueva la creación, desarrollo y fortalecimiento de la industria en general que cobije el emprendimiento y desarrollo de las empresas de base tecnológica; los colombianos demandamos que se genere una dinámica institucional, normativa, económica, social y empresarial que nos permite liderar el proceso de cambio y modernización en la región como otrora en otras áreas.
No es posible que empresas e inversionistas extranjeros salgan espantados del país o decidan obviar nuestro país como destino de inversiones claves para la tracción de nuestra economía y terminemos perdiendo una oportunidad de oro para liderar la revolución industrial y tecnológica en América Latina, además del coletazo que trae consigo desempleo y la negación del derecho a acceder a diferentes servicios de una manera moderna, práctica y eficiente, es un derecho que no nos pueden arrebatar los sectores políticos y que más bien sí estos se pongan a disposición de los ciudadanos para lograr un marco regulatorio progresista y de avanzada.
Entiéndase por emprendimientos de base tecnológica aquellas empresas que se crean sobre la base de la investigación y el desarrollo, en ambientes universitarios o en empresas ya existentes. Este tipo de empresas se caracterizan por tener desarrollos tecnológicos propios, de la empresa o del emprendedor, con un conocimiento específico difícilmente replicable.
Las Empresas de Base Tecnológica e Innovadoras se definen como aquellas unidades productivas que generan valor a través de la aplicación sistémica de conocimientos tecnológicos y científicos, que diseñan, desarrollan, producen o comercializan nuevos productos o servicios. Como en la mayoría de las empresas, las de base tecnológica no son ajenos al riesgo de fracaso que implica el emprendimiento, ante lo cual el desarrollo normativo que se pueda lograr en la materia debe contemplar aspectos como:
- Asesoría, acompañamiento y capacitación gratuita, en áreas cruciales como finanzas, impuestos, marketing, administración y legislación laboral.
- Acceso a mecanismos de financiación con entidades públicas o privadas, inversionistas, incubadoras y otros modelos alternativos, con tasas preferenciales fuera del esquema de experiencia crediticia o reportes negativos en centrales de información.
- Conformación del equipo de gestores emprendedores quienes ayudan a fortalecer y aumentar el crecimiento de estas iniciativas y que por lo mismo requieren un tratamiento especial si se quiere preferencial en materia impositiva.
- Desarrollo de mecanismos necesarios para llevar sus productos o servicios fuera de su país de origen y comercialización en el ámbito global.
*Columnista invitado y Miembro de Número de la Dirección de Emprendimiento.
Feb 5, 2020 | Columnas de Opinión, Gabriel Cifuentes, Seguridad y Justicia
Por: Gabriel Cifuentes*
@gabocifuentes
En días pasados un ciudadano dio de baja a tres delincuentes que trataron de atracarlo. El médico desenfundó un arma que portaba con salvoconducto y les disparó. Al día siguiente se entregó a las autoridades y admitió que había sido él, quien en ese puente de la calle 122 con avenida 9 en Bogotá, había activado el arma para defenderse. Si bien las investigaciones deben seguir su curso, en una versión preliminar, se conoce que hubo un forcejeo y que los atracadores atacaron al ciudadano con armas blancas.
En las redes sociales estallaron mensajes de apoyo para el médico. Mientras algunos lo llamaban héroe e invitaban a la ciudadanía a que siguiera su ejemplo, otros decían que los atracadores eran unos “buenos muertos”. La verdad es que en ningún país donde se aplique un Estado Social de Derecho la muerte es algo que se deba celebrar. Y no por ello estoy sugiriendo que el médico haya hecho mal en defender su vida y sus bienes; me refiero más bien al punto de degradación al que hemos llegado como para no ver que este ejemplo que nos ocupa, más que llamar a la celebración encierra una tragedia bajo todo punto de vista. Piénsese no más en la consciencia y el peso que debe sentir alguien que después de firmar su voto hipocrático se ve obligado a matar con su arma a tres sujetos. ¡Eso no debe ser fácil!
Los sucesos ocurridos la semana pasada deberían invitarnos a reflexionar en diferentes temas. Está, por supuesto, el debate de si se trató o no de una legítima defensa. A juzgar por los datos que se han dado a conocer ante la opinión pública, podría afirmarse que se cumplieron los presupuestos del artículo 32 del código penal, a saber: que el ataque a quien alega la legítima defensa haya sido actual, inminente y no haya sido provocado por él mismo. De igual manera, que la respuesta haya sido proporcional. Se puede deducir que el médico actuó en defensa de un ataque inminente y que la desproporción en el número de atacantes podría a su vez justificar la desproporción en el uso de la fuerza. En pocas semanas, entonces, este caso debería ser precluido por un juez de la República.
Pero los temas sobre los que verdaderamente habría que reflexionar son bien otros. El primero, sin duda, es la escalada de la delincuencia organizada y de la inseguridad ciudadana en la capital. Según las mismas cifras del Distrito, los homicidios, que venían presentando una reducción considerable, cerraron el 2019 al alza. Sólo el año pasado este delito aumentó en casi un 10%. Peor aún, en los últimos meses del año, la diferencia entre los homicidios ocurridos en noviembre y diciembre fue del 26%. Eso sin hablar de un aumento desproporcionado y preocupante de los hurtos a personas que ha venido aumentando a tasas cercanas al 20% en los últimos años. Particularmente afectados, los ciudadanos en las estaciones de Transmilenio y en los puentes peatonales.
El tema de la inseguridad ciudadana debe ser la prioridad numero 1 del Distrito. Ya se había advertido en este mismo espacio sobre la necesidad de innovar e implementar medidas de seguridad realmente eficientes. Está bien que la actual administración quiera prevenir el delito concentrando esfuerzos en la cultura ciudadana y el manejo de conflicto sociales, pero no nos podemos quedar en eso. Se exige integrar nuevas tecnologías, cámaras de reconocimiento biométrico, inteligencia artificial, policía predictiva y vigilancia aerostática en las localidades más afectadas. Eso sin contar, por supuesto, en la necesidad de aumentar el pie de fuerza, por ejemplo, eliminando la policía de tránsito; renovar el equipamiento tecnológico de los policías, aumentar la capacidad en las salas de comando y control y articular esfuerzos con las autoridades judiciales para prevenir la reincidencia y garantizar la efectiva judicialización. Confiamos que el secretario de seguridad actúe de manera contundente no sólo para prevenir el delito, sino también para reaccionar a tiempo cuando éste ocurre.
Asimismo, la historia del médico que dio de baja a los tres atracadores, es un indicador del miedo que siente la ciudadanía, así como del cansancio frente a la incapacidad de las autoridades de garantizar su seguridad. ¿Por qué un médico saldría armado si no es porque teme por su vida e integridad? ¿Qué previene ahora, que cualquier ciudadano salga armado para defenderse? ¿Qué seguridad tenemos que los ciudadanos que salgan armados tengan su salvoconducto, sepan operar las armas y actúen con base en los límites legales? ¿Es conveniente que los ciudadanos anden armados en la calle? ¿Qué tan lejos estamos de adoptar una lógica de autodefensa, o incluso, qué tan lejos estamos de salir a perseguir hampones y sentir que está justificada esa acción? ¿Cuánta confianza nos queda en las instituciones?
Es imposible juzgar a quienes temen por su vida y se arman para defenderla. Es casi que un impulso de supervivencia; es instinto. Pero el hecho de que se haya llegado a ese punto no sólo indica que como sociedad democrática estamos fallando en garantizar la vida, los bienes y la integridad de las personas, sino que, peor aún, estamos a un paso de que los ciudadanos sientan que es legítimo asesinar ante la ineficiencia de las autoridades. Lo que está sucediendo no sólo es grave, sino que va en contra vía de una noción de sociedad civilizada. Es hora de actuar con contundencia, pero desde la administración. La justicia a mano propia no se puede convertir en la solución.
Es muy pronto para hacer una valoración de lo que esta administración ha logrado, pero la ciudadanía confía en que se materialicen resultados y victorias tempranas. Es necesario pasar del discurso a la acción. Es una obligación del Distrito y un derecho de los capitalinos. Las soluciones integrales no dan espera, más de un millón de bogotanos depositaron la confianza en esta administración y exigen resultados de manera pronta y contundente.
Feb 3, 2020 | Columnas de Opinión, Contratación Pública Transparente, Juan Felipe Cáceres
Por: Juan Felipe Cáceres*
Si existe un tema que a los bogotanos y a las personas que habitan en Bogotá incumbe a través de la historia es el de la construcción de un sistema de transporte público eficiente, cuya principal característica sea la de cumplir con la demanda y las necesidades de los habitantes de la capital colombiana.
Recordemos que a pesar de que Bogotá cuenta con el Transmilenio, un sistema de transporte con autobuses de tránsito rápido, su infraestructura y alcance de servicio se quedó corto para la cantidad de población que habita en la principal ciudad del país, ya que cuando fue inaugurado en el año 2000 por el alcalde Enrique Peñalosa Londoño, existían alrededor de 1´500.000 habitantes menos que los que hay hoy en día. Han existido debates, cuestionamientos acerca del servicio de Transmilenio, intentos de revocatoria del Alcalde Mayor entre otras acciones por los cuales los bogotanos no están a gusto; sin embargo, el momento de creer en que los bogotanos tengan un nuevo sistema de transporte público que cubra toda la demanda de la población y mejore la calidad de vida de estos y de quienes habitan en la capital es AHORA.
El 2019 fue decisivo para determinar el futuro de la construcción de la Primera Línea del Metro de Bogotá (PLMB), ya que, a inicios de febrero, el futuro de esta estaba en manos de un Tribunal, quien confirmó la decisión de una jueza de la República de que el Distrito había cumplido con todos los requisitos que establece el artículo 2º de la ley 310 de 1996, la cual establece los parámetros y exigencias para la cofinanciación y ejecución para el proyecto Sistema de Transporte Público Metro.
Después de una larga cadena de demandas interpuestas por miembros políticos pertenecientes a la oposición que solicitaban la caducidad de las vigencias futuras por un supuesto incumplimiento del Distrito en la ejecución de estas, el Tribunal Administrativo de Cundinamarca fue quien determinó que todo se había cumplido a cabalidad, y posteriormente en septiembre el Consejo de Estado en última instancia dejó en firme el Acuerdo Distrital 691 de 2017, por medio del cual el Concejo autorizó operaciones para el proyecto de la PLMB en las vigencias futuras comprendidas entre los años 2018 y 2041.
En noviembre, ya se acercaba la noticia. Dos consorcios se encaminaron para seguir en la carrera de ganar la licitación para la construcción. La primera de ellas fue Consorcio Metro de Bogotá, conformada por las empresas FCC Concesiones de Infraestructura (España), Carso Infraestructura y Construcción (México) y Promotora de Desarrollo de América Latina (México) mientras que el otro consorcio llamado APCA Transmimetro estaba conformado por China Harbour Engineering y XiÁn Metro Company Limited, dos empresas de Capital público chino. Ambas empresas cuentan con un gran poderío económico y alta experiencia en proyectos de este tipo, con mega obras como ingeniería naval, construcción de ferrocarril, carreteras, puentes, construcciones de obras municipales entre otras.
Fue así como el día 17 de octubre, la PLMB se adjudicó para el consorcio conformado por las gigantes empresas chinas de capital público, en el cual la participación de CHEC será del 85% mientras que XiÁn Metro Company Limited tendrá a su cargo participación del 15%. El 27 de noviembre de 2019 se realizó la firma del contrato, una noticia histórica que sacudió los medios de comunicación nacionales e internacionales debido a su magnitud e importancia misma.
Los detractores del Metro quienes con constantes ataques intentaron tumbar el proyecto por diferentes medios y vías, son los mismos que estuvieron al mando de la ciudad durante 12 años y cuyo discurso político se basaba en prometer la realización del proyecto, sin siquiera ir más allá de unos estudios. Es por esto que Bogotá nunca había estado tan cerca de conseguir lo que por tantos años ha buscado para otorgarle una solución efectiva de transporte masivo a la ciudad, y así mejorar en un 100% la vida de millones de habitantes. Vivimos en una sociedad en la que, por discordias y odios fundados en pensamientos políticos de nuestros gobernantes, nos han privado de tener un sistema de transporte masivo acorde a las necesidades que como bogotanos tenemos y esperamos se suplan; la oportunidad que tiene la capital es única y debemos apoyar el proyecto para que su realización sea todo un éxito. El Metro es la mejor opción para satisfacer las necesidades y falencias que presentan los diferentes sistemas de transporte público de Bogotá, tales como TransMilenio, SITP y los buses urbanos. Estos a diario contaminan, son incómodos, su sistema de seguridad no es el adecuado para transportar tal cantidad de personas y en muchos casos los buses no cumplen con los requisitos mínimos para prestar el servicio.
La oportunidad que tiene la ciudad en este momento es de oro. Una ciudad que recibe con sus brazos abiertos a personas de todas las regiones del país, la capital de todos los colombianos y la ciudad que está 2.600 metros más cerca de las estrellas por fin puede tener un Sistema de Transporte Público que esté acorde con su número de habitantes, que sea apto para transportar cientos de miles de personas diarias de manera eficiente, segura y cómoda.
El Consorcio conformado por las empresas constructoras prometen estar a la altura de lo requerido para posiblemente la obra más importante en la historia de Santa Fe de Bogotá: tienen la experiencia, la capacidad de trabajo y sobre todo los recursos que están comprometidos para la consecución del éxito del proyecto y así mismo, de los fines estatales. En las manos de la alcaldesa entrante Claudia López y los funcionarios que hagan parte del Distrito está la debida ejecución, vigilancia y veeduría de las obras, pero también, en manos de todos los bogotanos y personas que habitan en la ciudad porque este es nuestro proyecto, el cual tiene como único fin de mejorar la vida de las personas habitantes de esta hermosa y gran ciudad. Demos un paso de un Metro.
*Miembro de número de la Dirección de Contratación Pública Transparente y Columnista invitado del Tanque de Pensamieno Alcentro.
Feb 2, 2020 | Columnas de Opinión, Economía Digital, Yesika Padilla
Por: Yesika Padilla
@YesikaPadilla
El término “Tecnologías 4.0” hace referencia a las tecnologías que hacen parte de la llamada 4ta Revolución industrial. La primera revolución fue hace mas de 200 años cuando la máquina de vapor sustituyó al trabajo manual y la tracción animal.
Esa tecnología, que ahora nos parece rudimentaria, dio paso a una transformación económica y social muy fuerte, pues permitió la creación de las primeras mega fábricas, que atrajeron a la gente de las poblaciones rurales a los núcleos industriales. La segunda revolución industrial ocurrió al comienzo del siglo XX y se caracterizó por la producción en masa de automóviles y el uso extensivo de la electricidad, que surgió como una forma de aprovechar la energía que se producía en las grandes hidroeléctricas al usarla en los centros de producción.
La tercera revolución industrial vino con el transistor y la capacidad de poder poner muchos transistores en un pequeño espacio, el microprocesador, lo que permitió crear la radio, la televisión y el computador; fue la revolución de la electrónica y es la que nos rige ahora. La cuarta revolución industrial surge con ese nombre por primera vez en la feria industrial de Hannover, Alemania, y fue acuñado por Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial. Más tarde, “Dominar la Cuarta Revolución Industrial” fue el tema de la Reunión Anual 2016 del Foro Económico Mundial en Davos-Klosters, Suiza. Las principales tecnologías de esta nueva revolución incluyen la robótica, inteligencia artificial, cadena de bloques o blockchain, nanotecnología, computación cuántica, biotecnología, internet de las cosas, impresión 3D y vehículos autónomos.
Todas estas nuevas tecnologías confluyen en la denominada ‘computación en la nube’, que permite acceder a los datos desde cualquier lugar del mundo e interactúan con los dispositivos móviles al alcance de millones de personas en el mundo. Como ejemplos tenemos mercados donde se puede tener un asistente virtual que ayude con las tareas domésticas y laborales, y, a la vez, ese mismo asistente puede ser su novia(o) virtual, y tener un robot en forma de perro que adquiera su personalidad de acuerdo a su dueño, lo que evidencia que la humanidad ha ido transformando la ficción en parte de su realidad. De otro lado, en el Foro Económico Mundial de 2016 se discute por primera vez la posible desaparición de miles de trabajos por la automatización, dado que las máquinas no sólo sustituirán empleados fabriles, sino que se están volviendo más inteligentes y también podrían reemplazar trabajos administrativos que hasta ahora eran impensables para las máquinas.
Así las cosas, esta revolución altera no solo la forma en la que se transforman las industrias, sino cómo sobreviviremos como personas, por eso se habla de que no es solo una revolución Industrial sino socioeconómica. En el campo de la educación, empezamos a repensar el concepto de profesionalismo, pues el hecho de ir a la universidad y obtener un título ya no va a ser garantía de conseguir un trabajo formal, calificado y bien remunerado. Ya vemos como gigantes de tecnología contratan talento humano empírico sin certificación de instituciones universitarias y que son muy buenos en, por ejemplo, programar. En cuanto a la realidad virtual y aumentada se empieza a tener la necesidad de experimentar cosas que en la vida real no se podría, como ir a conciertos de personas que ya no están con vida, vivenciar una película, o sentir en el mundo real las acciones que realiza en los videojuegos en su mundo virtual.
En síntesis, ya estamos inmersos en la Cuarta Revolución Industrial con todas sus implicaciones, tanto positivas como negativas. En este escenario, Colombia tomó la delantera pues en el 2019 Medellín fue escogida como la sede del primer centro de la Cuarta Revolución Industrial de América Latina. Asimismo, entidades como el SENA ya empezaron a capacitar a miles de estudiantes en Internet de las Cosas aplicada a la industria. Al mismo tiempo, el Gobierno adoptó recientemente la plataforma X-Road, creada por Estonia, para proveer todo tipo de trámites a través de Internet y facilitarle la vida a los ciudadanos.
El reto es y será usar todas estas herramientas tecnológicas emergentes y disruptivas como palancas que nos permitan cerrar las brechas sociales y económicas de Colombia. En otras palabras, que la aplicación y el uso de todas estas herramientas nos beneficien a todos y promuevan la competitividad del País.
*Directora de Economía Digital de Alcentro.
Feb 1, 2020 | Carlos Avilan, Columnas de Opinión, Tecnologías de la Información
Carlos Avilan
@carlosavilanr
El 2019 fue el peor año, hasta ahora, en términos de emisiones de CO2, según una investigación del Global Carbon Project. Sin embargo, no todo está perdido: existe una tecnología que puede resolver parte de este problema y Colombia debe mirar hacia ella pues es uno de los países más vulnerables del mundo a los efectos de este fenómeno, una situación que se ha visto en el impacto cada vez mayor de las inundaciones y las sequías.
Los científicos predicen un futuro sombrío, de miseria, destrucción y catástrofe. Pero el debate sobre el clima sigue estando muy polarizado. El mundo está demasiado ocupado escogiendo ganadores y perdedores y enfrentando tecnologías entre sí. Estamos perdiendo de vista lo que hay que hacer: resolver nuestro problema de CO2.
Esta tecnología es la captura y almacenamiento de carbono (CAC), la cual evita que las emisiones de CO2 entren en la atmósfera y las almacena bajo tierra, de forma segura, en formaciones geológicas del subsuelo. La CAC puede desempeñar un papel clave en la reducción de las emisiones, así como el logro de los objetivos climáticos globales.
Lamentablemente, el argumento utilizado en contra de la implementación de la CAC es que se trata de una tecnología costosa y que no ha sido probada en la industria de los combustibles fósiles, pues la idea de que no es posible combatir el cambio climático sin la CAC es, para muchos, una verdad incómoda.
El Acuerdo de París sobre el clima, en el cual los países participantes han acordado reducir el calentamiento global muy por debajo de los 2˚C, no podrá alcanzar esta meta sin la implementación de la CAC. Así mismo, The International Energy Agency’s Sustainable Development Scenario (IEA), organización que esboza el camino para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas relacionados con la energía y el Acuerdo de París, pronostica que al menos el 7% de las reducciones de emisiones de CO2 deberán provenir de la CAC.
A pesar de la aceleración de la revolución de la energía verde, se espera que el mundo siga dependiendo de los combustibles fósiles para su demanda de energía primaria en las próximas décadas. Según la IEA, los combustibles fósiles satisfacen el 81% de la demanda de energía primaria actual. Así mismo, prevé que esta cifra descienda al 60%.
La captura y almacenamiento de carbono permitirá una transición para los trabajadores del sector energético. Se construirán nuevas industrias de bajas emisiones de carbono, reorientará la infraestructura existente y mantendrá a las industrias competitivas en un futuro de bajas emisiones de carbono.
A largo plazo, la CAC puede convertirse en la base de una nueva economía energética limpia y sostenible. En Colombia, la expectativa frente a la decisión del Ministerio de Minas de dar tránsito progresivo del país hacia la implementación de nuevas fuentes renovables no convencionales de energía eléctrica, principalmente basadas en el sol y en el viento, es altísima. Por ello, es el momento en que el Ministerio de Ambiente y el de Minas revisen conjuntamente la implementación de la CAC.
*Columnista invitado del Tanque de Pensamiento Al Centro.