El nuevo acuerdo de la OPEP+ y la ilusión de un mundo nuevo después del COVID-19

El nuevo acuerdo de la OPEP+ y la ilusión de un mundo nuevo después del COVID-19

Por: Jaifa Mezher Arango

Después de varios días de negociación, y de varios meses sufriendo por el desplome de los precios del barril de petróleo, el sábado 11 de Abril se firmó la nueva alianza de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que concluyó con un acuerdo de recortar 9.7 millones de barriles por día empezando en mayo. Pero, ¿Qué significa este acuerdo para el mercado mundial del petróleo?

Aquí me gustaría recordar algo que ya he mencionado antes. El precio del barril del petróleo es puesto por su mercado mundial, por el movimiento de oferta y demanda. Por esto, este mercado puede ser muy volátil y existe muy poco margen de maniobra que pueda protegerlo de esa volatilidad. (Explico un poco más sobre esto en una Nota al final)

Estos precios, que desde comienzos de 2019 venían cayendo como consecuencia de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, se vieron afectados aún más por una caída de la demanda de petróleo como consecuencia de los cierres por cuarentena causados por el COVID-19, y se terminaron de ir al piso en marzo gracias a la lucha de poderes entre los dos productores de petróleo más grandes del mundo: Rusia y Arabia Saudita.

Este fue el mix de una tormenta perfecta: había un aumento en la producción de petróleo en un mundo sin demanda. Es decir, el precio, que entre marzo y principios de abril llego a estar por debajo de los $20USD el barril, y que en cualquier otro momento hubieran sido muy atractivos para los compradores, se enfrento a un mundo en donde no había quien comprara petróleo ni si quiera para guardarlo, ya que hasta los puntos de almacenamiento estaban, y aún estan llegando a su limite.

Por eso, este acuerdo al que ha llegado la OPEP es importante porque significa un esfuerzo ampliado y coordinado por reducir la producción de petróleo con el fin de disminuir su oferta y con esto, buscar estabilizar el precio del barril e incluso intentar subirlo. Aquí digo que el esfuerzo es “ampliado” ya que vincula a países que actualmente son miembros de la OPEP, y a otros países como Rusia, Kazajistán o México, que no lo son, hecho por el cual el acuerdo se llama OPEP+. Así mismo, el esfuerzo es “coordinado” ya que es el resultado los acercamientos diplomáticos de Arabia Saudita, líder natural de la OPEP, y del Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Esto último es importante porque Estados Unidos no es miembro de la OPEP y los productores de petróleo en este país no son empresas nacionales (como es el caso de los miembros de OPEP), sino que son empresas privadas que se estan viendo gravemente afectadas por el desplome del precio del barril.

Hoy por hoy el efecto de las negociaciones no se ha visto reflejado en el precio del barril. Existe la ilusión de que el efecto se vea desde mayo que comienza a regir el acuerdo, o antes si la OPEP interviene para pedir la interrupción de la producción por el desplome a precio negativo del barril del petróleo. Por esto, de que el acuerdo funcione o no, depende de la voluntad de los países productores y de que cumplan con el corte de la producción acordado. Y ¿qué mayor incentivo para cortar producción que los precios negativos del barril? Mientras los países están en cuarentena, y mientras las economías estén cerradas, no va a haber demanda de petróleo. Y sobre este tema ¿Qué mayor incentivo para cortar la producción que no tener quien te compre?

Para quienes se preguntan cómo funciona este acuerdo, de mayo a junio los países han acordado la reducción de un 23% de la producción, con base en los niveles de producción de 2018 y de julio a diciembre del 2020, un 18% de reducción que significan 7.7 millones de barriles al día. Después de diciembre de este año, se espera una reducción de 5.8 millones de barriles al día hasta Abril del 2022, mientras se recupera la demanda…si es que regresa.

¿Qué lección nos deja esta crisis? Para un país como Colombia en donde diferentes Gobiernos han venido discutiendo sobre la importancia de diversificar la economía y desligar el ingreso nacional de la explotación de hidrocarburos, esta crisis es una oportunidad de empezar a pensar cómo lograr esto. Ahora más que nunca, y hacia futuro, una gran lección es no tener todos los huevos en una misma canasta.

¿Qué podemos esperar a futuro?

  • Un muy lento regreso a la dinámica económica, política y social en la que nos encontrábamos antes de la pandemia, y con esto mucha incertidumbre sobre el uso del petróleo en este nuevo mundo;
  • Nuevas necesidades económicas, que van a exigir una forma alternativa de actuar por parte de la OPEP. Sobretodo, se van a necesitar mecanismos que garanticen el cumplimiento del actual acuerdo alcanzado entre mayo y diciembre del 2020, y que se mantenga este acuerdo una vez se abran los mercados globales;
  • Planteamientos económicos y políticos que podrían incluso ser jalonados por un nuevo gigante en el orden internacional, China; y
  • Finalmente, para las fuentes tradicionales de energía como el petróleo, nuevos mercados no tradicionales que los reciban, o su decadencia.

NOTA: A mí me gustaría aprovechar esta nota y explicar algo que me ayuda a entender sobre los precios del barril del petróleo y es que hay un mercado físico y hay un mercado financiero del barril. El mercado físico es el que involucra la infraestructura de extracción y el transporte, por ejemplo. El mercado financiero es donde se comercializa la venta del barril a precios spot o a precios futuro. Es decir que se comercializa el petróleo a lo que se podría comprar hoy pagando de contado o a cómo se comercializa pagando por su valor en una segunda fecha, contra entrega del producto. El precio del barril a futuro fue el que cayo a USD$-40.

*Directora de Geopolítica del Sector Energético 

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COVID-19 se suma a los grandes retos de la reincorporación exguerrillera.

Todas las poblaciones alrededor del mundo están viviendo la emergencia generada por el Covid-19 y las personas excombatientes de las antiguas FARC-EP no son la excepción. De cara a esta coyuntura, líderes e integrantes de los equipos técnicos de los proyectos productivos de los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Icononzo en el Tolima, Pondores en la Guajira y Colinas en Guaviare1 consideran que la pandemia pone en riesgo la toma de decisiones colectivas de las cooperativas de los proyectos productivos, así como su comercialización. Para ellos y ellas, la emergencia también puede generar que estas iniciativas pasen a un segundo plano en la agenda de la cooperación internacional, dado que su mirada está girando hacia las necesidades en la atención de la salud.

La continuidad del funcionamiento de estos proyectos productivos es la piedra angular en el proceso de reincorporación económica de esta guerrilla, tal y como quedó establecido en el Acuerdo Final de Paz. Estas iniciativas han pasado diferentes etapas en la superación de barreras de formulación, financiación, acompañamiento técnico e incluso de administración.

Después de enfrentar estos retos y dificultades, en los ETCR se han logrado estructurar proyectos de carácter colectivo como tiendas comunitarias, cultivos de guayabas, sastrerías, crías de ganado vacuno y porcino, así como granjas agrícolas, entre otros. El informe más reciente del Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, destacó la aprobación de 1.255 proyectos productivos individuales y 52 proyectos productivos colectivos, estos últimos benefician a 2.544 exguerrilleros, incluidas 695 mujeres.

A raíz del COVID-19, los ETCR consultados, al igual que la mayoría, han tomado medidas para la seguridad y salud de los habitantes, incluyendo los integrantes de los proyectos productivos, como el distanciamiento social y la prohibición de reuniones con un número mayor a cinco personas. Al mismo tiempo, han adelantado una pedagogía entre sus habitantes frente a la higiene para la prevención de este virus. Respecto a las personas que no habitan los ETCR, han fijado una restricción de su ingreso. En los casos en que sea imprescindible que entren a estos espacios, se ha designado a un equipo de personas para que laven y desinfecten a los no residentes.

“Desde la junta de acción comunal que tenemos en nuestra comunidad, se han tomado medidas como la restricción de entrada de personal externo a la comunidad. Quienes sean miembros de la comunidad y tengan que cumplir tareas agropecuarias pueden entrar con un previo procedimiento de limpieza. Está prohibido el libre esparcimiento por la crisis sanitaria en cantinas, placa polideportiva, parque y demás zonas comunes. Frente al abastecimiento, nos unimos a la orientación del gobierno departamental en que las personas del campo van a San José a mercar únicamente los sábados”.
                                                 -Olga Flórez lideresa exguerrillera en el departamento del Guaviare.

Además del bienestar de los ETCR, lo que más preocupa a los excombatientes líderes e integrantes de los equipos técnicos de los proyectos productivos de los ETCR entrevistados son los retrasos que ha implicado la actual coyuntura en la toma de decisiones colectivas desde las cooperativas para los proyectos productivos, las labores de trabajo colectivo y la comercialización, en tanto eslabones de su cadena de valor han detenido o retrasado sus operaciones.

También, surge la inquietud frente al lugar de los ETCR en la agenda pública. Debido al gran problema de salud pública, se teme que tanto los presupuestos y agendas de Gobierno como de la cooperación internacional se transformen, lo que podría generar grandes retrasos en la reincorporación económica y, por esta vía, en la puesta en marcha del acuerdo de paz.

“Consideramos que la actual emergencia sanitaria afectara la implementación de los acuerdos en su conjunto. En materia de recursos, indudablemente la cooperación internacional enfocara sus prioridades y esfuerzos en temas como salud, infraestructura hospitalaria, entre otros, pasando el apoyo de la implementación de los acuerdos y la construcción de paz en Colombia a un segundo o tercer lugar”.
Integrante equipo técnico de proyectos productivos ETCR de Pondores en la Guajira.

Si los ETCR dejan de ser un punto prioritario de la agenda pública, se corre el peligro que se ahonden los retos más titánicos de los proyectos productivos, que no se habían superado antes de la pandemia, siendo el de la propiedad de la tierra y la seguridad los más representativos.

La propiedad de la tierra es un desafío que no se escapa a la problemática del campo en Colombia: una muy deficiente titulación, sumada a la problemática jurídica de un número considerable de predios. Si bien se está en el camino de establecer los ETCR como centros poblados y se ha planteado la iniciativa aún embrionaria de priorizar los predios donde se desarrollan los proyectos productivos en el catastro multipropósito, se evidencia que algunas de estas tierras presentan líos jurídicos e incluso la gran mayoría no son propiedad de las mismas cooperativas.

En cuanto a la seguridad de excombatientes, incluyendo integrantes activos de estos proyectos productivos, el asesinato de más de 190 también causa temores e incertidumbre del desenlace de los proyectos, la reincorporación y el mismo acuerdo de paz, pues sin ser en este caso una verdad de perogrullo, sin vida no hay proyectos, sin proyectos no hay reincorporación y sin reincorporación no existe la paz.

Sin duda, los proyectos productivos han permitido contribuir con la reconciliación y reconstrucción del tejido social de la vida que caracteriza estos territorios, y como parte de la política pública de reincorporación, se busca que estas iniciativas le aporten al desarrollo territorial, que también puede abarcar la formación técnica y complementaria conectada con estos proyectos. Todo esto solo se puede lograr a partir de la vinculación activa de la comunidad campesina en los proyectos, lo que ha sido una premisa de las personas excombatientes desde la formulación y la implementación de las iniciativas productivas.

“Ha sido muy interesante la compenetración con la gente de la región. Especialmente en algunos momentos de la producción agraria, el campesinado ha estado vinculado. El apoyo ha sido muy grande y también el estímulo de la gente de asociarse a procesos cooperativos.”
                  Isabela Sanroque, Excomandante del Bloque Oriental de las FARC-EP.

Para proteger los logros ya alcanzados por los proyectos productivos y evitar que se profundicen los retos que existían previamente a la emergencia por el Covid-19, es imperativo que el Gobierno Nacional y la cooperación internacional, particularmente la segunda misión de verificación de las Naciones Unidas, construyan un nuevo plan que contemple la continuidad de estas iniciativas en medio de esta coyuntura sin precedentes en el país y el mundo.

1 Para el ETCR Jaime Pardo Leal ubicado en la vereda Las Colinas del municipio de San José de Guaviare participó Olga Flórez Cedeño, quien se desempeña como el punto focal de genero de Farc, es Tesorera de una de las cooperativas, responsable técnica del cultivo de guayabas, entre otros cargos que desempeña. Para el ETCR Antonio Nariño ubicado en Icononzo en el departamento del Tolima, participó Isabela Sanroque quien por temas de estudio se ha radicado en Bogotá. Y para el ETCR de Amaury Rodríguez ubicado en Pondores en la Guajira, participó un miembro de su equipo técnico de proyectos productivos. 

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Historias de mi barrio

Por: Héctor Jaime Mayorga

Desde “Al Centro En Mi Barrio” queremos presentar una serie de crónicas de la situación que se vive en la escala local de Bogotá durante esta etapa de aislamiento preventivo obligatorio, con el fin de relatar diversos aspectos de las dinámicas que se pueden observar y que en gran medida se vieron paralizadas por los hechos que estamos viviendo, y sobre los cuales tenemos la obligación tomar las medidas necesarias para salvaguardar lo más preciado que tenemos, nuestras vidas.

En esta primera crónica presentamos un recorrido por algunos sectores del municipio de Soacha; tal vez pensando en voz alta, acerca de la situación que estarán pasando todas aquellas familias que viven de la economía informal y cuyas actividades se vieron paralizadas hace un par de semanas.

En Colombia el 47.3%1 de la población ocupada desarrolla una actividad económica informal, es decir que 5.6 millones de personas en nuestro país se levantan cada día a trabajar desarrollando labores que muchas veces están fuera de los esquemas de la economía formal, y a través de las cuales muchos colombianos de acuerdo a sus necesidades se auto emplean o se la “rebuscan” de una u otra forma, teniendo como premisa máxima buscar una fuente de ingreso para poder subsistir.

Son las 6 de la mañana y despierto como todos los días, con una sensación difícil de explicar, hoy es sábado 28 de marzo de 2020 y después de varios días de encierro podré sentir el sol como hace unos días lo sentía…

Hace unos meses, a finales del 2019 llegó una noticia que pasó desapercibida para mí, en una ciudad de China (Wuhan) que hasta ese momento no tenía idea que existía, mencionaban que un total de 27 personas de una zona comercial tenían un tipo de neumonía de causa desconocida – una noticia más que rellenaba el noticiero de medio día – pensé.

Ahora digo: ¿Quién iba a pensar que esta simple noticia nos iba a cambiar la vida así?

90 días después, de la noticia y de 22 de haber llegado el COVID-19 a nuestro país, me encuentro alistándome como si fuera a tener la cita más importante de la vida, como cuando

tienes la cita con esa persona que será el amor de tu vida o la entrevista para el trabajo que tanto anhelas.

Son las 9 a.m. y ya estoy listo, pero según el pico y cedula que viene operando desde hace ya ocho días aquí en Soacha debo esperar hasta la 1 p.m. y solo podré salir hasta las 2:30 p.m., disponiendo de hora y media para hacer todas las diligencias que debo hacer.

Para los que me conocen la puntualidad es algo que no me caracteriza, pero en esta ocasión hago una excepción salgo acatando todas las recomendaciones exigidas: tapabocas, guantes de látex y mi cédula de ciudadanía, normalmente al salir de casa saludo a mis vecinos que están en la puerta o con quienes coincido en mí recorrido por la calle. Sin embargo, hoy parece que estuviera en otra ciudad, no me encuentro con nadie y me pregunto ¿qué estarán haciendo?

La primera tarea es ir al cajero para sacar dinero, para eso debo ir al centro de mi querida Soacha. Para llegar al centro, primero debo caminar y cruzar por varios sitios conocidos de amigos que me ayudan en mi diario vivir y después de tantos días de encierro, espero con ansia encontrarlos. El primero es Raúl (el de la tienda) con su tapabocas apenas lo reconozco por su característica gorra y con un gesto (de esos que sólo sabemos hacer en Colombia) me saluda y me cuenta que el día esta difícil y que más que vender le preocupa la salud de su familia, ya que tiene abierto todo el día y no sabe si el que llega está infectado o no, incluso que algunos lo regañan porque ha cambiado sus habituales saludos y forma de atender.

Siguiendo con mi recorrido encuentro un ambiente desolador por dos razones, la primera veo que todos los negocios están cerrados y además lo que más me preocupa es ver la cantidad de gente que está en las calles, unos buscando claramente abastecer sus alacenas y otros buscan rutas al trabajo, aquel trabajo que por sus características no puede hacerse desde casa.

En el supermercado encuentro un aviso gigante con los horarios de atención según el último digito de la cédula, lo que me dice que no puedo comprar cuando yo quiera, justo al lado queda el café internet de José, un viejo amigo, veo con sorpresa que está cerrado y me pregunto ¿qué estará haciendo el viejo José?. Él es ingeniero de sistemas y lleva más de 15 años con su negocio que está ubicado en su propia casa, aunque él no paga arriendo su familia si depende totalmente de los ingresos de José, ¿qué estarán haciendo para sobrevivir en estos días?

Sin parar a detenerme en los pormenores de José sigo mi recorrido hacia el cajero; allí veo a Huguito, el que se atrevió hace unos años – después de quedarse sin su trabajo de repartidor de periódico – a emprender y montar su almacén de pinturas SOPINTURAS. Con su negocio logró comprar apartamento, carro y una moto con la que sigue haciendo los domicilios, pero esta vez de su empresa; afortunadamente le ha ido tan bien que su empresa actualmente tiene dos empleados, los cuales hoy también están en sus casas, ¿y Huguito como pensara pagar el arriendo de su local y el salario de sus empleados? ¿Y cómo sostendrá su familia en estos momentos?

Por fin llego al cajero y veo en la esquina varios extranjeros tratando de hacer su agosto vendiendo tapabocas, que paradójicamente ellos no utilizan…Quería tomarme un tinto delicioso que venden en el marco del parque en un sitio que no tiene más de 3 meses de inaugurado y es de otro amigo, de Luis, un personaje que conozco desde que tenía escasos 6 años cuando la mamá vendía obleas en el parque, y de quien otro día contaré su grandiosa historia. Hoy en día y fruto de su esfuerzo logro lo inimaginable, montar un restaurante, frutería y cafetería de primer nivel en pleno parque de Soacha, el nuevo sitio para las reuniones importantes, donde se le invita a comer helado a la persona a la que uno está conquistando o a tomar tinto servido de una manera muy elegante, en una conversación de amigos hablando de política y cositas varias. Pero me veo que está cerrado y así mismo todos los locales del parque, únicamente abiertos están la droguería y la panadería. En este momento entro en pánico porque días atrás con un amigo conversaba y me preguntaba ¿cuánto había invertido Luis para montar el local de sus sueños en donde trabajaban cerca de 5 mujeres muy seguramente madres cabeza de familia que hoy ven su futuro incierto?

Llego al cajero y veo una fila enorme y empiezo a pensar si hago o no la fila ya que veo personas con tapabocas y otras sin él; por tantas noticias desconfió hasta de sí mi sombra tiene el virus o no, pero no tengo más remedio que hacer la fila de 30 min donde observo pasar a personal de la alcaldía con trajes especiales, quienes van a entregar mercados en la Comuna Cuatro que es uno de los sectores más vulnerables de mi ciudad. Ver esto me da la tranquilidad que al menos 2 mil de las familias vulnerables de Soacha tendrán un mercado, me pregunto hoy en mi municipio y en mi país, ¿Quién no es vulnerable? ¿Será que José, Luis o Hugo tienen que comer hoy?

Esperando en el cajero me veo con Lucho, un amigo que conocí haciendo política y quien trabajaba hasta hace unos meses como portero de un colegio, y que este año estaba a la

espera de la contratación de la alcaldía y por la pandemia, la contratación quedó en veremos y lleva 5 meses sin trabajo, ¿y quién le ayuda a Lucho?, y en ese momento llega Jhonny, que trabajaba en la alcaldía en la administración anterior como contratista y que actualmente también es desempleado y le cuenta a Lucho que hay una ayuda desde las caja de compensación a la que puede acceder, le preguntamos que si él (Jhonny) ya lo hizo pero nos dice que como contratista pagaba salud, pensión y ARL, y que no pagaba caja de compensación, por lo que no puede acceder a ese beneficio.

Con gran tristeza me devuelvo a la casa tratando de no encontrarme con nadie, y no por pensar en que pueda contagiarme de Covid-19 sino porque quiero evitar encontrarme con más historias de esas tan complejas como estas que agobiaron mi ser con un recorrido de solo 90 minutos.

Terminando de escribir este relato, el primero que desde la Dirección Al Centro En Mi Barrio publicamos, me dirijo a todos los que están leyendo este largo texto y traslado mis inquietudes a ustedes, para que desde su conocimiento juntos podamos responderlas:

¿Qué va a pasar con todas estas personas: emprendedores, pequeños empresarios, vendedores de tinto, contratistas de prestación de servicios o desempleados? Quienes sumados representan más del 40% de la población del país. ¿Cuántos Luis, José, Hugo o Jhonnys no conocen cada uno de ustedes? ¿Cómo los podemos ayudar en este momento a subsistir?

He estado pendiente de los decretos con fuerza de ley que ha expedido el Gobierno Nacional, pero hasta ahora veo que ellos con sus condiciones particulares no pueden acceder a las ayudas que hasta ahora se han formulado – ni subsidios, ni créditos ya que muchos no tienen acceso al sector financiero. Claramente una opción puede ser el no hacer nada (ya que como ellos estarán muchísimos colombianos), pero coyunturas como la actual deben motivarnos a sacar lo mejor de nosotros y formular soluciones efectivas para esta la población, pues somos conscientes que en los próximos meses la situación será compleja en todo el mundo y debemos ayudarnos.

*Miembro Dirección Gestión Territorial. 

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Retos educativos en tiempos del COVID-19

Por: Juan Pablo Alvarado

El COVID-19, puso en jaque al sector educativo en sus diferentes niveles; profesores, estudiantes, padres de familia y demás actores, nos hemos tenido que repensar nuestro rol a la luz de la adaptabilidad y el dinamismo que nos presenta el mundo.

En primer lugar, repensar, que el aprendizaje es eminentemente humano, aprendemos en diferentes momentos y lugares, y de manera diferenciada; según las interacciones, edad, intereses y motivaciones. Lo anterior implica, que somos sujetos activos en el proceso y que las metodologías de transmisión (aún empleadas en muchas instituciones) deben ser desechadas. En contraste, aquellas basadas en la autonomía y de carácter colaborativo deben ser privilegiadas, al menos, en el escenario digital, al que por gusto o por obligación nos trajo la pandemia. En ese sentido, la virtualidad nos abre un escenario que va más allá de las instituciones formales y de las formas tradicionales en cómo se da el proceso de aprendizaje- enseñanza; pues sensibiliza sobre las particularidades propias y del otro, acerca de las múltiples necesidades, demandas, habilidades y formas de aprender.

Así mismo nos conecta con el mundo, con un sinfín de estrategias, recursos y materiales que están a la espera ser empleados, especialmente en los escenarios con mayores dificultades, entre ellos, los rurales donde la brecha digital asociada a las dificultades de accesibilidad y uso eficiente de las TIC alcanza el 52.2 %1, lo cual, evidencia una de las asimetrías entre el campo y la ciudad, la conectividad; en adicción coloca sobre la mesa, la deuda de adaptar la virtualidad al contexto, teniendo de presente, los talentos, los saberes ancestrales y recursos que poseen las comunidades campesinas acerca de lo agrícola, lo ecológico y lo sustentable.

Por otra parte, cuestiona a los padres, sobre su responsabilidad en conocer, escuchar, orientar y acompañar a sus hijos en su proceso de aprendizaje, el cual en algunos casos por la cotidianidad pasa a un segundo plano y es relegada a terceros; como los docentes, la cuarentena los ha invitado a reflexionar sobre los retos que tienen las personas a quienes delegan la educación de sus hijos diariamente, no solo con ellos, sino hasta con 30 niños más en circunstancias diversas. De igual manera, ha favorecido el repensar la función docente, en el empleo de estrategias para facilitar ambientes de aprendizaje, en muchos casos, exigiéndoles, no solo el desarrollo de competencias técnicas o disciplinares a profundidad, sino a impulsar su creatividad ante las brechas entre la presencialidad y la virtualidad, empleando nuevas formas de contacto, y activando sus habilidades digitales que hasta hace poco para algunos eran percibidas como nulas.

En conclusión, el COVID-19, sacó a la luz, deudas históricas del sector educación, frente a aspectos de calidad y cobertura, las desigualdades del acceso a la educación y los retos individuales y colectivos de los actores sociales presentes en este escenario; desafíos de los cuales, como ciudadanos, y en especial como jóvenes debemos aprender y asumir, para estar a la altura de la oportunidad que nos invita el entorno contemporáneo.

1 Chagüi, R (5 de junio de 2019) Cerrar la brecha digital en las zonas apartadas del país. El Tiempo. Recuperado de: https://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/ruby-chagui/cerrar-la-brecha-digital-en-las-zonas-apartadas-del-pais-columna-de-ruby-chaguei-371424

*Miembro Dirección Juventudes

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SECCIÓN DE CONTENIDO EN SVOD Y OTT ¿Revivamos nuestra historia o Distrito Salvaje, qué queremos?

Por: Sadi Contreras

El año anterior en el Plan Nacional de Desarrollo (Ley 1955 de 2.019) artículo 154, el Congreso de la República aprobó el siguiente texto:

“Artículo 154: Los servicios bajo demanda (Suscription Video on Demand -SVOD-) que se prestan a través de Internet (Over the Top-OTT-), deberán disponer, para los usuarios en Colombia, de una sección fácilmente accesible para el usuario en la que se incluyan obras audiovisuales de origen nacional. El Gobierno nacional expedirá, dentro de los doce meses siguientes a la expedición de la presente ley, los aspectos necesarios para dar cumplimiento al presente artículo teniendo en cuenta las disposiciones de los tratados internacionales firmados por Colombia.” De esta manera el Gobierno nacional quedó comprometido para desarrollar una regulación que además de novedosa genere un impacto favorable, no solo para los usuarios de servicios SVOD y OTT (Netflix, Amazon, Directv, HBO, etc), sino también para incentivar la industria nacional e internacional a invertir en producciones realizadas en nuestro país.

Aunque suena sencilla la obligación impuesta por esta norma especial al Gobierno, dicha reglamentación debe incluir los intereses de todos los participantes en la cadena audiovisual, productores, realizadores, actores, comercializadores, canales públicos y privados, naturalmente los usuarios colombianos, y al final las empresas que se lucran con la explotación del mercado nacional.

Hoy en Colombia existe una cuota de pantalla para los canales de televisión abierta radiodifundida que obliga a emitir en horarios específicos un 70% de producción nacional, porcentaje que fue modificado por el Gobierno por el periodo de cuarentena originado con la pandemia del coronavirus, pero que en teoría debe re establecerse al finalizar la cuarentena.

Adicionalmente existe una norma (Ley 680 de 2.001 art. 11), que obliga a que operadores de televisión por suscripción (claro, une, movistar, directv, etc) emitan en sus parrillas de manera gratuita la señal radiodifundida de los canales públicos y privados regionales, locales y nacionales, obligación que se denomina “must-carry”.

El Ministerio de las TIC tiene en la actualidad, para comentarios, el proyecto de Decreto que reglamentaría lo ordenado por el Plan Nacional de Desarrollo con relación a los modelos de negocio SVOD Y OTT y la obligación de emitir contenidos audiovisuales producidos en el país. Ese proyecto en su articulado establece la imposición para “…disponer de una sección prominente y exclusiva para que el usuario visualice las obras audiovisuales de origen nacional que hagan parte del catálogo de dicho servicio…”.

Como se puede observar el Ministerio acopia lo mandado en el Plan de Desarrollo pero no va más allá, permitiendo que a futuro dicha disposición se pueda prestar para una mala interpretación por parte de los operadores de servicios bajo demanda por internet en Colombia. Consideramos importante que se adicionen al Decreto dos características fundamentales para incentivar la industria de producción audiovisual y les permita proyectar inversiones en el país para tal fin:

1- Establecer un número mínimo de producciones que hagan parte de la “sección” que establece el Decreto, con el fin que el operador no de cumplimiento de la norma con la sola exposición de tres o cuatro producciones, y que la industria sepa si vale la pena invertir o no para lograr uno de esos cupos en la “sección” de contenidos nacionales.

2- Así mismo, establecer una temporalidad máxima de realización de esas producciones que harán parte de la mencionada “sección”, con el fin de promover la inversión en nuevas producciones con calidad y adecuadas a un mercado competitivo en el mundo. A sabiendas que en esa “sección” van a enlistarse producciones antiguas por sus bajos costos, es necesario que el Estado garantice un mínimo de emisión de producciones nuevas para que la industria nacional e internacional se asiente en Colombia, justificados en el interés por invertir para participar de ese importante mercado, no solo para el país sino para el mundo.

Esperemos que el Ministerio de las TIC, como sabemos que lo está intentando hacer, abra una ventana de oportunidad a los productores colombianos, actores, realizadores, comercializadores, canales públicos y privados, que con estas especificaciones que planteamos tendrían un nuevo espectro que navegar, y con la alta calidad de creatividad demostrada con piezas reconocidas en el planeta seguro esa “sección” pasaría de ser una obligación para los operadores de SVOD Y OTT a ser un aporte en su modelo de negocio audiovisual, y para los usuarios pasaría de un “Revivamos nuestra historia” a un “Distrito Salvaje” o una “Casa de Papel” local.

*Columnista invitado 

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El mínimo vital de agua potable

Por: Hugo Escobar Fernández de Castro

En mi calidad de profesor de Derecho Constitucional de la Pontificia Universidad Javeriana, quisiera invitar, en esta breve columna, a reflexionar sobre una necesidad básica insatisfecha: el agua potable. Hace 2 años, tuve la oportunidad de escuchar un elocuente debate de mi abuelo, entonces Senador, Hugo Escobar Sierra (1927-2003), oriundo de Plato, Magdalena, quien reclamaba en el Congreso de la República la atención nacional por falta de agua en algunos municipios del Departamento. Principalmente, le consternaban las “inundaciones del Río Magdalena”, con lo cual hacía hincapié en la paradoja que ocurría con aquellos municipios aledaños a la ribera, ubicados en el sur del Departamento (también conocida como la depresión momposina): en temporada de lluvia o invierno se inundaban por completo sin contar con la posibilidad de contener o recolectar una cantidad desbordante de agua, mientras que, en verano, la sequía y escasez imperaban de forma inhumana.

Me parece inverosímil que, transcurridos más de 30 años desde aquella denuncia pública, todo siga igual…

Es así porque nuestra lamentable realidad -macondiana- evidencia que, muchos samarios y magdalenenses, particularmente los más vulnerables, no tienen acceso al agua pese a la inmensidad del mar Caribe y de los caudales de agua provenientes del macizo litoral más alto del mundo -en amenaza ambiental-. Inclusive, en los actuales tiempos de anormalidad que vivimos cuya convivencia y solidaridad social exige lavarnos las manos constantemente para prevenir la pandemia, muchos no cuentan con el líquido vital.

Es que lavarse las manos es trascendental para prevenir la enfermedad infecciosa que nos ataca, por cuanto lo más común es que el virus COVID-19 entre al cuerpo a través del contacto de las manos con los ojos, la nariz o la garganta. Además de este relevante uso de tipo preventivo, indiscutiblemente, los individuos requerimos de disponibilidad, calidad y acceso al agua potable para el consumo humano (o la supervivencia), el saneamiento, la preparación de alimentos, la higiene (personal y en casa) y el lavado de ropa.

Sin perjuicio de lo anterior y de la conexidad del agua con otros derechos y libertades, mi tesis defiende la existencia de un núcleo duro o esencial del derecho fundamental cuyo contenido sea la garantía de un mínimo vital de agua potable para todos los seres humanos, es decir, el acceso a una cantidad mínima de agua que nos sea suficiente y apta para el uso (personal y doméstico) y prevenir enfermedades.

El fundamento jurídico de esta opinión se deriva de las obligaciones del Estado colombiano por la adhesión y ratificación del Pacto Internacional de Derechos Económicos Sociales y Culturales, así como de precedentes de la Corte Constitucional que han establecido la continuidad del servicio público de agua para personas especialmente protegidas por la Constitución (por ejemplo, niños, adultos mayores, personas en condición de discapacidad, mujeres cabeza de familia, población desplazada por el conflicto armado, etc.), que por fuerza mayor o necesidad no pueden hacer frente al pago de la factura mensual o se conectan irregularmente al sistema.

Ahora bien, la propuesta que hago en mi obra pretende incluso ir más allá, en el sentido que, progresiva y gradualmente, empezando por las personas más vulnerables, todos podamos acceder a un mínimo vital y gratuito de agua potable (establecido en 50 litros/diarios por persona según la OMS) el cual nos permita, al menos, subsistir como especie humana y prevenir enfermedades infecciosas. Este propósito implica pasar a entender el mínimo vital de agua como un bien común, público y, al menos, sustraerlo del comercio o de los intereses privados.

Aunque hoy, después de más de 30 años, estamos lejos de disfrutar de esta garantía básica de rango constitucional, como ciudadanos/usuarios tenemos derecho de exigirle permanentemente al distrito o municipio y a las empresas de servicios públicos domiciliarios, la adecuada y efectiva distribución y cobertura de agua apta para el consumo humano, bien sea desde tanques de almacenamiento o plantas de tratamiento hasta las acometidas domiciliarias. Para lo anterior, también debe responder de forma concurrente el Departamento y la Nación.

Independientemente de las múltiples causas que ocasionan la vulneración del derecho humano al agua potable en Santa Marta y el Magdalena, no sobra recordar que, en razón del inclemente calor del Magdalena, es inevitable que las personas demanden recursos adicionales de agua. Así, todas las autoridades responsables deben formular y ejecutar mancomunadamente una estrategia o plan de acción que reconozca este derecho humano, siendo especialmente rigurosos en: abarcar todos los aspectos del derecho al agua y las obligaciones correspondientes; definir objetivos claros; fijar metas y plazos para su consecución, políticas adecuadas con base en niveles de referencia e indicadores estándar. En adición, las autoridades ambientales deben aunar esfuerzos en verificar las concesiones por extracciones de agua insostenibles, desvíos a los cauces, reducción de la contaminación de las cuencas hidrográficas y de ecosistemas relacionados con el agua y protección de las reservas de agua, entre otros.

El fenómeno del cambio climático registra graves predicciones para el Magdalena. Se estima por el IDEAM que el incremento en la temperatura en nuestra región, para el periodo 2011-2040, conllevará a una reducción ostensible en las precipitaciones de agua en un -18 %. Con mayor razón como samarios y magdalenenses deberíamos interesarnos en participar en los procesos de decisión que puedan afectar nuestro derecho al agua, como parte de una política, programa o estrategia pública con respecto a este líquido vital. Para ello, podemos acceder a la información sobre el agua: el servicio público y el medio ambiente que esté en posesión de las autoridades públicas o de terceros.

Que esta crisis no nos quiebre la voz para reclamar la vigencia de este derecho fundamental y pedir que se tomen todas las medidas en orden a conservar las principales fuentes de agua en la región, concretamente me refiero a la estricta protección del agua que corre por la Sierra Nevada, el Río Magdalena y el Mar Caribe. ¡Aquí esta la vida del Magdalena!

*Columnista invitado Dirección del Magdalena. 
Hugo es abogado y profesor de Derecho Constitucional de la Pontificia Universidad Javeriana. Máster en Derecho Público y doctorando en Derechos Humanos en la Universidad Carlos III de Madrid (España).

 

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