Machismo

Machismo

Por: Sofía Salas

Un hombre asesinó a Daniela. La mató por ser mujer. A Daniela Quiñones la mató ese hombre, pero también la mató el machismo que ha matado a 104 mujeres en lo que lleva la cuarentena y a cinco mujeres en las últimas 48 horas. En los últimos dos días, además de Daniela, fueron asesinadas Yudy Fernanda Pérez, Marinella Flórez, Heidy Soriano y su hija de 4 años por ser mujeres.

Es imposible leer el nombre de Daniela en las noticias sin pensar en la canción de Las Tesis y repetirla en la cabeza, una y otra vez: 

El patriarcado es un juez

que nos juzga por nacer,

y nuestro castigo

es la violencia que ya ves.

Es feminicidio.

Impunidad para mi asesino.

Es la desaparición.

Es la violación. 

Casos como este son particularmente dolorosos porque nos recuerdan a las mujeres que no tenemos derecho a vivir sin miedo, a caminar tranquilas, a volver a nuestra casa después de una noche de fiesta sin preocuparnos. Nos duele también porque es la manifestación más brutal de una sociedad misógina en la que las mujeres estamos en desventaja. Según ONU Mujeres, “el feminicidio se refiere al asesinato de una mujer por el hecho de serlo, el final de un continuum de violencia y la manifestación más brutal de una sociedad patriarcal. (…) El feminicidio hace parte de las múltiples y complejas violencias contra las mujeres, y no puede entenderse sólo como un asesinato individual, sino como la expresión máxima de esa violencia, en la que el sometimiento a los cuerpos de las mujeres y extinción de sus vidas tiene por objetivo mantener la discriminación y la subordinación de todas.”

Según las estadísticas, la probabilidad de que condenen al asesino de Daniela es del 13%. Sin desconocer que la impunidad en Colombia es general y alarmante, el caso de los feminicidios particularmente preocupante. De 20 casos ocurridos en los primeros 45 días del 2020, solo el 50% de los victimarios ha sido capturado y en 2018, solo el 13% de los casos de feminicidio resultó en condena.

A los que ante las denuncias, las quejas, las protestas y las manifestaciones en redes siguen diciendo que exageramos, que nos estamos victimizando, que estamos locas, les pregunto: ¿Es exageración poner el grito en el cielo cuando en los primeros 30 días de cuarentena los hechos en los que la vida de las mujeres está en peligro) han aumentado un 553%? ¿Nos estamos victimizando cuando en el mundo 58 de cada 100 mujeres son asesinadas por sus parejas o familiares? ¿Estamos locas cuando protestamos porque en Colombia cada 36 horas muere una mujer que había denunciado maltrato? 

Acabar con los feminicidios requerirá desmontar la cultura machista. Empecemos por creerle a las mujeres y exigirle a los gobiernos locales y nacional que le den la prioridad que merece. Necesitamos policías, fiscales, jueces y juezas, comisarios y comisarias, sensibilizados y capacitados para investigar y juzgar la violencia contra las mujeres. Debemos fortalecer los mecanismos de denuncia, de tal forma que tengan en cuenta las limitaciones que enfrentan las mujeres para denunciar en diferentes contextos. Es fundamental destinar los recursos económicos y humanos necesarios para prevenir y abordar la violencia contra las mujeres.   

Sin embargo, nada de esto será suficiente si no empezamos por reconocer que la nuestra es una sociedad machista que debe repensarse como una sociedad equitativa con las mujeres, con todas las mujeres. Nombremos el machismo por lo que es; reflexionemos sobre las prácticas, acciones y palabras que asumimos como normales; cuestionemos más a nuestros amigos, colegas, familiares; exijamos que haya más mujeres en el poder defendiendo los derechos de las mujeres. Mientras lo hacemos, pensemos en cómo estamos educando a la próxima generación: antes de enseñarle a las niñas a cuidarse y a tener miedo, enseñemosle a los niños a no ser violentos y a ver a las mujeres como pares.

Descansa en poder, Daniela. Seguiremos gritando fuerte y claro: “la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía.” La culpa es de los hombres violentos, de una justicia que no llega, de una sociedad que irrespeta a las mujeres. ¿Será locura pedir que se respete nuestro derecho a vivir sin miedo, a caminar tranquilas, a no dormir, literalmente, con el enemigo?

*Directora de Género y Equidad

 

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Machismo

Es la hora de democratizar el e-commerce

Por: Daniel Valencia 

La crisis causada por el COVID-19 llevó a muchos empresarios a repensar la forma en que habitualmente hacían sus negocios, lo que convirtió el comercio electrónico en una alternativa para alivianar las pérdidas. Esta reacción no podrá ser meramente coyuntural, por el contrario, este canal está llamado a ser parte fundamental de las estrategias de negocio que desplegarán los comerciantes a partir de ahora con el fin de permanecer en el mercado.

Según informe publicado en abril por la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico[1](CCCE), al inicio de la Pandemia, las cifras no acompañaban al sector que se vio afectado con considerables reducciones en cantidad de transacciones y valores de venta; cuestión que es totalmente comprensible ante la parálisis total de sectores de la economía que tienen un mayor hábito de compras por internet (Ej. tiquetes aéreos y turismo); por otro lado, en el documento denominado E-commerce: evolución de los hábitos del consumidor en tiempos de COVID-19, publicado a inicios de mayo por Mercado Libre[2], se señala un incremento de pedidos en Colombia del 119% y la vinculación 366.095 nuevos usuarios, cifras que marcan una tendencia de cambio en el consumidor colombiano, el cual poco a poco ve en el e-commerce una opción para adquirir productos o servicios, lo cual se ratifica en el Segundo Informe Impacto del COVID-19 sobre el Comercio Electrónico en Colombia de la CCCE[3], que señala la recuperación del sector a niveles de venta y transacciones iguales a los de las semanas previas a la Pandemia.

Por esto, la invitación es a observar la foto completa y a considerar que, si se despliegan estrategias con el propósito de ampliar el mercado electrónico en otros sectores, se aportará a la contención de las consecuencias económicas de la crisis y, cuando se levanten las medidas tendientes a mitigar los efectos del virus, surgirá un mercado mucho más dinámico, con más acceso por parte de la población y listo para enfrentar los retos que impongan tanto el mundo digital, como las dinámicas de comercio que puedan surgir de la pandemia. 

Bajo este contexto, surgen algunas ideas para lograr que el uso de las herramientas tecnológicas para adquirir bienes y servicios se convierta en un hábito de la población, por ejemplo, continuar ampliando la oferta de comercios disponibles en el entorno digital, donde se brinde acceso no solo a páginas web en las que los comerciantes puedan anunciar productos o servicios, sino también a alternativas de pagos, a formación en mercadeo electrónico y a cualquier otra herramienta necesaria para transformar su negocio en línea con la tendencia indicada. Un buen ejemplo de esto son las estrategias anunciadas recientemente por empresas del sector, tales como: yomequedoenminegocio.com, Mercado Shops y Mercatiendas, las cuales, de la mano del incremento de la bancarización[4] y de las constantes innovaciones desplegadas por el Sector Financiero, incluyendo a las Fintech, facilitarán el flujo de las transacciones. 

En relación con los consumidores se debe tomar como un buen punto de partida el acceso a herramientas tecnológicas en Colombia, donde cerca de la mitad de la población cuenta con un teléfono inteligente, dispositivo desde el que se realizan la mitad de las compras por comercio electrónico[5] en nuestro país, así mismo, en aras de contribuir al desarrollo de este sector, se debe buscar el acceso progresivo por parte de la población a estos equipos, mejorar la conectividad en conjunto con las empresas de telefonía celular y lograr que la población cuente con un acceso mínimo a internet móvil para el uso plataformas de comercio electrónico. Así mismo, es imperativo combatir los estigmas que tiene una parte de la población sobre temas puntuales como la seguridad de las transacciones, la protección de los datos personales y la calidad en el servicio, de tal forma que se consolide un mercado electrónico mucho más atractivo para el consumidor medio.

En lo que respecta al marco regulatorio actual, es importante iniciar la discusión respecto a algunas reformas que generarían un entorno más competitivo y atractivo, un ejemplo son las que acertadamente solicitó la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico al Gobierno Nacional en relación con el tratamiento aduanero de las compras electrónicas realizadas en el exterior[6], así como también es conveniente revisar la posibilidad de generar incentivos fiscales para las ventas a través de plataformas que utilicen la tecnología, como ocurrió hasta 2014 con las operaciones realizadas con tarjetas de crédito y débito y, finalmente, alineados con la agilidad que demanda el consumidor electrónico, se sugiere crear un marco legal especial, que señale unos plazos de respuesta más cortos a los establecidos actualmente en el Estatuto del Consumidor. Estas medidas sin duda encajan con el espíritu del Borrador del Documento CONPES Política Nacional De Comercio Electrónico, presentado el pasado 12 de junio[7], del cual destacamos la visión integral en el planteamiento del diagnostico y las necesidades del e-commerce en Colombia, excelente paso del Gobierno Nacional en ese sentido.

Sin duda, la Pandemia nos obligó a acelerar las medidas de transformación en materia tecnológica y de negocio que estaban planeadas para el largo plazo, ahora el reto para todos los actores del mercado es aprovechar el contexto actual para diseñar un comercio electrónico que no solo amplíe la cantidad de usuarios, sino que se convierta en una herramienta de transformación de los hogares en Colombia, a lo cual espero contribuir con esta nota.

¡Aprovechemos la coyuntura para diseñar un plan de democratización del comercio a través de plataformas digitales!

 

[1] Disponible en: https://www.ccce.org.co/wp-content/uploads/2017/06/Informe-Impacto-Covid.pdf

[2] Disponible en: https://publicidad-mercadolibre.com/assets/reports/covid-2-es.pdf

[3] Disponible en: https://www.mintic.gov.co/portal/604/articles-145322_impacto_covid19_comercio_electronico_colombia_u20200611.pdf

[4] https://www.eltiempo.com/economia/sector-financiero/ecommerce-y-economia-el-comercio-electronico-como-la-nueva-ventana-de-ventas-491108

[5] https://www.larepublica.co/empresas/la-mitad-de-las-compras-por-comercio-electronico-se-realizan-por-medio-del-celular-3009625

[6] https://www.semana.com/economia/articulo/el-comercio-electronico-podria-seguir-creciendo-despues-de-la-pandemia/670161

[7] Disponible en: https://www2.dnp.gov.co/CONPES/Documents/2020-06-12%20Documento%20CONPES%20Comercio%20electr%C3%B3nico_VBorrador.pdf

*Miembro Dirección Empresa, Industria y Competitividad

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El poder de los gremios

Por: Diana Pérez

Decía Steve Jobs que: “Las cosas grandes en los negocios, nunca fueron hechas por una persona. Fueron hechas por un equipo” y esta frase bien puede ajustarse al papel de los gremios, que a lo largo de la historia han venido desarrollando en favor de la empresa como actividad privada, no sólo para mantenerla, sino porque es el motor de desarrollo de la economía, la competitividad y el empleo del país.

En 1872, fue constituida con el nombre de Sociedad de Agricultores Colombianos, la actual Sociedad de Agricultores de Colombia-SAC y transcurridos casi 150 años desde entonces, se han creado otros gremios que han realizado una gestión en pro de la actividad económica que representan. Por mencionar algunos, la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, desde su creación en 1927, ha sido promotor de un sistema adecuado de bienestar social para los productores de café. La Asociación Nacional de Empresarios de Colombia – Andi, desde 1944 participa activamente en la elaboración de estudios y criterios para orientar la política económica e industrial del país, convirtiéndola en uno de los más importantes e influyentes gremios en la actualidad. La Federación Nacional de Comerciantes-Fenalco, creada en 1945, ha buscado el desarrollo del sector del comercio a través de la eficiencia, fortalecimiento y modernización de los empresarios y, la Cámara Colombiana de la Construcción-Camacol, ha representado y articulado la cadena de valor de la Construcción, entre muchos otros, confirmando la importancia de la actividad gremial como interlocutor de los empresarios ante el Gobierno y su labor ante la sociedad.

Y es que el impacto de la actividad gremial ha sido, es y será transcendental para la construcción y articulación de políticas públicas sobre temas vitales como: asuntos laborales, educación, medioambiente, lucha contra la corrupción, desarrollo de tecnologías, comercio exterior, y otros tantos, que de no ser por los gremios, las empresas estarían como ruedas sueltas tocando diferentes puertas sin un lineamiento definido. Y no es para menos, pues la sinergia público-privada es un requisito indispensable para lograr los objetivos propuestos para el desarrollo de un país.

En esta situación coyuntural que estamos viviendo, el reto es grande y los gremios han venido implementando medidas de choque para lograr su reactivación. Cuando se esperaba un crecimiento económico del 4.0 %, llegó la crisis generada por la pandemia y la economía comenzó a decrecer. Según cifras de Fedesarrollo, el crecimiento va por el orden de 1.1%, con una tasa de desempleo que supera el 19% y con una expectativa de recuperación económica entre un 2% y un 3,1% prevista para el 2021, generando desconfianza y preocupación en todos los sectores empresariales, quienes a través de los gremios han presentado propuestas encaminadas a detener la inminente caída de la economía. Por ejemplo, Acopi, propuso y obtuvo que el Gobierno expidiera el decreto para el subsidio de nómina de pequeñas y medianas empresas, Cotelco celebró la exención transitoria del IVA para el sector turismo, a su vez, la Andi, Fenalco, Andesco y otros gremios, vienen participando activamente de la mano con Ministerio de Comercio y Ministerio de Salud, en la planeación estratégica para la reapertura gradual de varios sectores de la economía indispensables para comenzar dicha reactivación, quedando demostrado que sin la actividad gremial, el panorama en el manejo de la Covid habría sido diferente.

Ahora que estamos frente a un escenario complejo, se requieren más sinergias público-privadas, pues nada más conveniente para un gobierno que lograr articularse con el sector empresarial y avanzar en una verdadera política de desarrollo. En este sentido, vale la pena mencionar el nacimiento del gremio de las aplicaciones móviles, conocida como Alianza In, que llega para comenzar una valiosa labor de la mano con el sector público y hacer frente a la pandemia a través de la economía colaborativa, la innovación y el uso de las tecnologías de la información, con impacto social y enfocada en la reactivación económica.

Definitivamente, las agremiaciones han mostrado un gran poder de influencia, una visión de construcción de país y, sus propuestas de desarrollo económico, político y social serán indispensables para afrontar los retos que vienen después de la crisis. En tal sentido, debemos seguir incentivando más asociaciones de empresarios y apoyar a los líderes para que continúen asumiendo con responsabilidad y sentido de pertenencia el rol protagónico que les ha sido encomendado con el fin de recuperar la confianza y avanzar como sociedad. En momentos de oportunidad, la frase de Kofi Annan debería ser un lema para todos “Una asociación verdadera entre los gobiernos, el sector privado y la comunidad internacional alberga una gran promesa”.

*Directora Empresa, Industria y Competitividad

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Alejandra

Por: Carolina Flechas

Alejandra Monocuco sintió un dolor fuerte en el pecho. Así comenzó. Alejandra llamó al 123, porque necesitaba ayuda. Los paramédicos la miraron y sin examinarla dijeron que era una sobredosis. “No le den agua, ya le va a pasar” dijeron. Alejandra tenía VIH y cuando el camillero se enteró decidió no trasladarla. Alejandra murió ahí.

La red comunitaria, de la cual hacen parte varias de sus compañeras, quiso comunicarse con las autoridades y diez horas después aún no había respuesta. El CTI llegó tarde. Embalaron el cuerpo y la dejaron ahí.

Las versiones de la Secretaría son confusas. Dicen que algunas compañeras de Alejandra firmaron para que no la trasladaran. Cinco días después declararon que mintieron. Tampoco desinfectaron nada, se fueron así no más.

“Fue un error, quizá estigma” dijo Claudia López en un comunicado, y mediante este reconoció que la actuación de las autoridades fue deficiente.  Afirmó que “se va a encargar de que haya justicia”.  Alejandro Gómez, Secretario de Salud, también reconoció el error. Agregó que “están trabajando para que situaciones así no se repitan”. 

Colombia es un país con estereotipos lacerantes, con prejuicios históricos que cuestan vidas. Alejandra era una mujer trans, trabajadora sexual, víctima del conflicto y portadora de VIH. Alejandra era, sobre todas las cosas, una ciudadana, sujeto de derechos que el Estado tuvo que haber garantizado.

El perdón que llega tarde no va a traer de vuelta a Alejandra, pero la implementación de políticas públicas inclusivas que tengan un enfoque interseccional y que tengan en cuenta a mujeres en contextos vulnerables, sí. Hay un largo camino por delante. Sus voces de resistencia deben ser incluidas en políticas públicas que garanticen inclusión y, sobre todo, respeto por sus derechos.

El reconocimiento no viene de documentos y resoluciones, sino que tiene que verse en las prácticas cotidianas. En las respuestas eficientes del sistema de salud, en la inclusión laboral y garantía de todo el conjunto de derechos civiles, políticos, económicos y culturales; porque detrás de todas las prácticas se esconden relaciones de poder que excluyen y marginalizan a muchas personas. 

Los derechos de las mujeres trans y de las trabajadoras sexuales no son negociables. Se deben garantizar. La antropóloga Colombiana María Ochoa utiliza el concepto de “ciudadanías ingratas” para describir casos como el de Alejandra. Con este se refiere a mujeres transexuales que rechazan el contrato que se les ofrece dentro de un sistema que clasifica binariamente – hombre o mujer – y que luego las expulsa y trata con violencia. Esta falta de reconocimiento del género es sumamente problemático para las miles de mujeres trans que viven en el país. 

Alejandra merece una voz y un nombre. Los medios insisten en referirse a ella como “la travesti que murió”. Alejandra, al igual que miles de mujeres trans, merece que se cuente su historia y que esta no quede en el aire. Alejandra y sus compañeras piden justicia. Desde la Dirección de Género de AlCentro nos unimos a este clamor.

*Miembro de la Dirección de Equidad de Género

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Cinco lecciones del feminismo en tiempos de pandemia.

Por: Carolina Flechas

La pandemia del COVID-19 ha tomado la vida de, al menos, 217 mil personas, con casos en aumento en todos los continentes. En la historia reciente, pocos fenómenos han tenido efectos tan universales. Sin embargo, aunque estamos en el mismo mar, no todos vamos en el mismo bote. La pandemia ha dejado al descubierto muchas de las fallas y desigualdades estructurales de nuestras sociedades. Las barreras y desigualdades que enfrentan las mujeres alrededor del mundo han sido ampliamente debatidas, y desde el feminismo se han propuesto algunas líneas de análisis y de acción, que resultan útiles para pensar posibles salidas de la actual crisis.

Algunos de los problemas estructurales que la crisis ha puesto en evidencia y, en algunos casos exacerbado, son el acceso desigual a los sistemas de salud pública, los bajos presupuestos, la precarización laboral, el reparto desigual en las tareas del hogar, las brechas entre lo urbano y lo rural, y las múltiples formas de violencia.

El aislamiento, el distanciamiento social y el trabajo desde la casa son medidas que, por un lado, son realistas solo para unos pocos y, por el otro, recrudecen dinámicas de desigualdad ya existentes. Como han dicho analistas, organizaciones internacionales, ONGs y activistas, la pandemia ha tenido un efecto desproporcionado sobre las mujeres.

Desde sus orígenes, el feminismo como corriente teórica y como movimiento social y político, ha estudiado y cuestionado la desigualdad, la violencia y el reparto desigual del trabajo. Sus herramientas analíticas pueden resultar sumamamente útiles para entender y atender la situación que atravesamos mundialmente, diagnosticar los poblemas y pensar en mejores soluciones.

Estos son solo cinco de esos elementos de la teoría feminista que nos dan luces para entender el presente:

  1. La importancia de centrar a aquellos que están en los márgenes (local y global) y centralizar su experiencia: desde los años 60 se escribía, entre otras cosas, sobre condiciones laborales justas, sistemas de salud eficientes y seguros, y derechos civiles y ciudadanos para todos y todas. La distribución desigual de la riqueza, la falta de garantías de Derechos Humanos y las políticas públicas poco inclusivas dejaron a millones de personas fuera del sistema: viviendo por debajo de la línea de pobreza y con poca o ninguna garantía de sus derechos básicos fundamentales. Un ejemplo de esto es el trabajo de los estados para proteger a las víctimas de la trata de personas o la protección de personas que tienen trabajos informales.
  2. La tarea fundamental de re-direccionar la actividad económica: desde finales de la Guerra Fría las feministas comenzaron a hablar sobre la importancia de abandonar la economía de guerra[1], y sobre el vínculo entre la economía extractivista, la degradación medioambiental y la masculinidad, lo que abre puertas para repensar las maneras en que producimos y consumimos. El trabajo precarizado de menores de edad y de mujeres en minería ilegal en Colombia es un ejemplo de este tipo de reflexiones.

Las feministas también han hablado del reparto desigual en las tareas de cuidado como plantea Joana Das Flores Duarte en un artículo para Clacso: la mayoría del personal de salud que está en las primeras filas de acción son mujeres (enfermeras, trabajadoras sociales y todas aquellas que están en el sector de cuidados de niños y niñas, personas vulnerables, personas con discapacidad y personas mayores). A esto se suma el cuidado del hogar que recae casi exclusivamente en las mujeres.

  1. La importancia de los lazos colectivos y de la organización: diversos colectivos de mujeres han resaltado que una de las maneras de generar cambios tangibles es el trabajo colectivo y solidario. Desde hace décadas se han creado redes de contención, grupos de ayuda y colectivos feministas que luchan desde un lugar común para conseguir sus objetivos. Esta manera de generar soluciones puede ser muy útil en el momento en que se necesite pensar en líneas de acción durante esta pandemia. Dos ejemplos claros son las múltiples marchas en favor de la ampliación de derechos civiles y la lucha de colectivos como las Madres de Falsos positivos, en búsqueda de reparación y verdad.
  2. La interseccionalidad, entendida como la superposición de diferentes dimensiones de opresión como género, clase o raza, y la necesidad de abordar las desigualdades desde diferentes orillas: Los movimientos feministas han puesto en evidencia que las desigualdades no se presentan en silos, sino, en muchos casos, se superponen. Los problemas y sus diferentes aristas tienen que pensarse en bloque, porque de otra manera, no se puede llegar a una solución duradera. El racismo latente en Colombia, la centralización que afecta a los territorios, la discriminación y xenofobia, son algunos de los elementos que se pueden pensar desde esta área.
  3. Las violencias basadas en género en la agenda: En Colombia, el 76% de los casos de violencia sexual ocurren dentro de la vivienda. Además de la violencia física se suman la económica, simbólica y patrimonial, que han aumentado durante la cuarentena. Si bien las cifras varían según la fuente, hay registro de 28 mujeres asesinadas (ocho durante la cuarentena) y de casi 700 llamadas a la línea Púrpura en Bogotá. La cuarenta exacerbó y evidenció un problema que nos obliga a pensar en políticas de protección y de garantía de los derechos de todas las mujeres.

[1] Sturgeon, N. (2003). Feminism and Environmentalism in a Time of War. J. Envtl. L. & Litig.18, 209.

*Miembro Dirección de Género y Equidad

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