Sin educación, puede caer el edificio de la inclusión.
Por: José Orlando Morera
*Miembro Dirección de Emprendimiento
Por: José Orlando Morera
*Miembro Dirección de Emprendimiento
Por: Carlos Ramírez
Un artículo publicado en 2018, por el diario El Espectador, mostraba tres grandes retos que el emprendimiento enfrentaba por esos días: falta de capacitación, gente poco comprometida con su empresa y percepción social del emprendimiento como un escampadero, más no como un estilo de vida serio.
Estos resultados encontraron cierto eco en un estudio hecho por la Asociación de Emprendedores de Colombia ASEC, durante ese mismo año. Según el estudio, el 56% de los colombianos percibía a las universidades como fábricas de empleados más no de emprendedores, quienes al incursionar en un nuevo entorno creando su propia empresa, se encontraban desarmados y desinformados ante un ecosistema que jugaba con otras reglas.
Si bien en educación ha habido avances gracias a las plataformas digitales, puede que la sobreoferta de opciones de formación emprendedora no esté apuntando a resolver un problema elemental.
En 2019 casi 2.000 colombianos se acogieron a la ley de insolvencia. De estos, el 81% contaba con ingresos superiores a los cuatro millones de pesos, por lo que se descubrió que el problema no está en la generación de riqueza, sino en su administración. Administración que en algunos casos se ve afectada por la forma como algunos empresarios ven a sus emprendimientos, al considerarlos una especie de caja menor personal, desangrándolos en el proceso.
Pareciera entonces, que no basta con desarrollar habilidades financieras, operativas e incluso sociales con las que se espera que una persona salga adelante con su idea. Quizás tan importante como esto, es ayudarle a ver a nuestro candidato a emprendedor si realmente dimensiona las responsabilidades a las que aspira y si además cuenta con la disposición física y mental para sacar adelante su cometido, ojalá con márgenes de rentabilidad.
Ser emprendedor, después de todo, no es solo intercambiar tarjetas de presentación en una sesión de networking, independiente de la siempre agradable cerveza de WeWork.
El reto involucra un análisis que debe partir desde los motivos de la persona y hacerse, así como en la filosofía, preguntas elementales:
Si las respuestas a lo anterior le dan claridad y decide seguir, lo siguiente sería validar su idea. Adelantarse y formalizarla es cosa fácil, pero si antes no la expone a su mercado para que le dé al menos una señal de cariño expresada en ventas, su proyecto ya legalizado estará navegando en aguas misteriosas.
Es entonces cuando realmente empezará a comprender los retos del emprendedor, el mismo que no necesita un NIT y aparecer como representante legal para graduarse.
El emprendimiento es un estilo de vida donde una persona, en medio de un mundo caótico, crea una especie de burbuja para que sus empleados y acreedores sientan que este es confiable.
La invitación queda servida entonces para alimentar ese proyecto que le trasnocha cuando acaba su jornada de trabajo. Para que este tenga futuro, debe considerar primero su entorno y su carácter como persona frente al reto que supone crear una empresa.
Si al final de esto no se ve emprendiendo, está perfecto. Después de todo, también es válido optar por ser un gran empleado.
FUENTES:
https://forbes.co/2020/06/17/red-forbes/ecosistema-de-emprendimiento-3-0/
https://www.portafolio.co/negocios/empresas/este-ano-1-800-colombianos-se-fueron-a-quiebra-536257
El libro negro del emprendedor, Fernando Trias de Bes
*Miembro Dirección de Emprendimiento
Por: Roxana Méndez González
Las plataformas digitales han pasado a ser fundamentales en nuestro diario vivir, al punto que no podemos concebir actividades tan rutinarias como alimentarnos, hacer compras, desplazarnos y demás, sin usarlas.
Del mismo modo, me atrevo a decir que gran parte de la población siente tranquilidad al pensar que, en una eventual crisis o pérdida de empleo, podrían optar por convertirse en prestadores de servicios de las plataformas, ya que, debido a su flexibilidad y modelo, se configuran como una alternativa de generación de ingresos fácil y segura.
El tema es claro, y en el discurso parece sensato, pero no es el caso de Colombia, donde las plataformas han perdido la batalla varias veces frente a una eventual legislación, que les permita facilitarle la vida a la gente y contribuir a la reactivación de la economía. Aunque resulta alentadora la reciente decisión del Tribunal Superior de Bogotá, en el caso de Uber.
Las razones son muchas, pero entre ellas, la que más pesa es que, a pesar de ser un tema de actualidad, el gobierno, y la sociedad en su conjunto, no conocen cómo funcionan las plataformas, como modelo tecnológico y como modelo económico.
Por este motivo, Fedesarrollo, decidió embarcarse en el estudio de las plataformas digitales, y el impacto que tienen estas en el país, los hallazgos son bastante interesantes, quédense conmigo…
Fedesarrollo, reveló en el estudio que las plataformas digitales aportan entre 0,2% y el 0,3% del PIB. Adicional, contribuyen a la formalización y el desarrollo, puesto que el 43% de las firmas aducen que su afiliación a las plataformas los ha llevado a aumentar el uso del internet, el 37% a aceptar medios digitales de pago, 20% a pagar más impuestos, el 14% a llevar registro de contabilidad, 18% a registrarse en la Cámara de Comercio y el 45% de los prestadores de servicios afirman que las plataformas los ha llevado a abrir una cuenta bancaria.
Cifras bastante interesantes, ¿verdad?, pero eso no es todo, en temas de empleabilidad, las plataformas digitales generan alrededor de 200.000 empleos, traen beneficios en torno a la flexibilidad laboral, ofrecen alternativas de generación de ingresos.
También, el 39% de los repartidores afirman que estarían desempleados si no existieran las plataformas digitales, un dato relevante justo después de que el DANE, publicara sus cifras de desempleo, donde reveló que este llego al 21,4%.
Por ese motivo, es importante empezar a avanzar en el marco regulatorio de las APP y atender el llamado del Presidente de Alianza In, David Luna, quien invita a todos los actores de la vida nacional a trabajar articuladamente el tema, advirtiendo que la tecnología avanza más rápido que la legislación.
Este es un tema que ha hecho parte del debate nacional, recientemente el representante a la Cámara por Bogotá, Mauricio Toro, afirmó que el ciudadano debe ser el centro de atención y que tiene derecho a escoger con libertad el modo en que usa la tecnología para suplir sus necesidades, siendo el Estado el responsable de actualizar la normativa para estar en armonía con la innovación.
Además, en un análisis sobre las plataformas digitales en Colombia, Erick Rincón, profesor del Rosario, afirmó que un factor que impide adecuadamente la implementación de la economía colaborativa es: “La falta de articulación de las entidades del Gobierno encargadas de definir una regulación diferencial que reconozca los nuevos modelos de negocios, pero que garantice los derechos de los consumidores y que elimine o modere las asimetrías regulatorias”.
Ya lo anticipaba Alicia Arango, ministra de Interior cuando ocupaba la cartera de trabajo, que en su momento afirmaba: “El mundo no nos va a esperar“ y es totalmente cierto. Sí Colombia no regula y permite que operen las plataformas digitales y aún más en tiempos de crisis, nos vamos a ver envueltos en una crisis económica mucho peor, y no solo eso, también nos quedaremos rezagados como los países retrógrados que le dan la espalda a la tecnología y se quedan sumidos en la desgracia y el atraso.
Por estas razones expuestas, debemos apuntarle a la reactivación económica a través de las nuevas tecnologías y entenderlas como un instrumento de cambio y un pasaporte al futuro, solo así podremos ser un país competitivo y de avanzada.
*Miembro Dirección de Emprendimiento
En los últimos meses nuestros hábitos han cambiado abruptamente, de repente nos levantamos y ya no tenemos que correr para llegar a nuestros lugares de trabajo, ahora nuestro afán es hacia el botón de encendido de nuestro computador e ingresar a reuniones en Microsoft Teams, Zoom, Google Met o Skype. Meses atrás esa historia podía ser contada por pocas personas; según MinTic y Nubelo se pronosticaba en el 2015 que el 50% de la fuerza laboral en el 2020 sería digital.
Hoy encontramos que ese 50% ha sido superado significativamente, la ACRIP (Federación Colombiana de Gestión Humana) confirmo que el 98% de las empresas habían incorporado prácticas de trabajo en casa, por lo que el concepto de trabajo 3.0 se vuelve una realidad tangible en Colombia. Esto trae beneficios para las empresas como incrementar la productividad y disminuir los costos fijos de operación, dado que se contempla un mayor tiempo disponible del colaborador y una menor inversión en temas de oficinas. También se podría hablar de beneficios para el empleado; una mayor independencia en la gestión del tiempo y un mejoramiento en la calidad de vida. Sin embargo, este último beneficio se ha convertido en una desventaja para muchos de los empleados en Colombia. Es común encontrar que el horario laboral se ha extendido, se puede observar que el nivel de compromiso se mide por la cantidad de tiempo que estás conectado y no por la calidad de tu conexión.
Considero que estamos en un punto de inflexión donde el compromiso lo debemos evaluar por la calidad de nuestra conexión con lo que desarrollamos. La pregunta no es ¿cuánto tiempo te conectas? Sino ¿cuál es la calidad de tu conversación cuando estás conectado?, y cuando me refiero a calidad quiero decir el nivel de interacción que tienes durante la reunión. Esta interacción la podemos interpretar desde los elementos del lenguaje, la emoción y la corporalidad.
Frente al lenguaje podemos indagar sobre el nivel de preguntas que desarrollamos en esas conversaciones, es común vivir conectado en reuniones, pero desconectado en pensamientos.
Frente a la emoción podemos considerar el estado de ánimo antes y después de la reunión, esto lo podemos hacer a través de ejercicios sencillos como generar una autoevaluación usando nuestras manos (indicando bien – regular – bajo).
Frente a la corporalidad es retarnos a tener nuestra cámara ON, simular que estamos en esa reunión activando el mismo fondo para sincronizarnos con el propósito de la reunión.
Calidad y no cantidad, esa es una realidad que debemos incorporar en esta nueva manera de trabajar. La fuerza laboral digital para este año no será del 50%, la tendencia es mucho mayor y debemos adaptarnos rápidamente para asegurar un mejoramiento en nuestra calidad de vida. Los efectos de no tomar acción pueden ser tan peligrosos como sufrir de estrés laboral, en algunos estudios reportan que entre el 20% y 33% de los colombianos lo sufren (Encuesta Nacional de Condiciones de Salud y Trabajo). Estamos en un momento histórico para cambiar nuestra manera de trabajar y obtener un ganar – ganar como sociedad.
*Si deseas evaluar tu nivel de interacción en las conversaciones virtuales puedes usar la siguiente prueba:
Afirmación | Siempre lo hago (4) | Frecuentemente
(3) |
Ocasionalmente (2) | Nunca (1) |
Prendo mi cámara para observar y estar 100% presente con mis compañeros. | ||||
En mis reuniones suelo saludar y despedirme. | ||||
Participo en más de una ocasión a la reunión que estoy citado. | ||||
Utilizo recursos alternativos para dinamizar las reuniones. |
>12: Divulga esa manera de trabajar para que seamos más los conectados con calidad.
5-12: Estas en camino a generar una conversación de calidad y no de cantidad.
<5: Tienes una gran oportunidad para mejorar la calidad de tus conversaciones. Utiliza los consejos de nuestra columna.
*Miembro Dirección de Emprendimiento
Por: Laura Herrera
La mejor manera de gestionar una crisis es evitándola, pero cuando ya se está inmerso en una hay que clausurarla lo más pronto posible, como dice el profesor Riorda, “salir de la crisis cuanto antes y solo si se puede, salir bien”.
De las crisis casi nunca se sale bien, la mayoría de las veces representan una pérdida de poder en alguna escala: credibilidad, gobernabilidad, confianza, reputación, entre otras. Las crisis tienden a subestimarse. Las entidades públicas y políticos son propensos a la crisis por sus altos niveles de exposición, todo les será revisado y cuestionado; pero aún sabiendo esto los gobiernos, líderes y equipos estratégicos de comunicación no toman las medidas para reducir o prevenir los riesgos que les puede producir una futura crisis. Parece que no se mapean los riesgos o sencillamente se hacen los de la vista gorda.
Varios casos de crisis mal gestionadas hemos visto últimamente. La crisis del ministro Botero fue crónica de una salida anunciada, dejaron escalar y agudizar a tal punto los hechos que no solo produjo con la renuncia de Guillermo Botero con un gran golpe en su reputación graduándolo como el Ministro que permitió el “bombardeo de niños”, sino que además fue el detonante de las protestas del 21 de Noviembre. Las marchas del #21N también fueron regularmente gestionadas, se convirtieron en un descontento de sombra alargada, una amenaza palpitante que de no ser porque se les atravesó una pandemia, en cualquier momento hubieran podido estallar de nuevo.
Otro caso fue el episodio protagonizado por el Alto Consejero para las Comunicaciones, Hassan Nassar, y la periodista Vicky Dávila. Hassan Nassar no logró clausurar la controversia sobre el avión presidencial y la visita a Panaca, por el contrario, intensificó la conversación alrededor del tema, alargó por unos días más la polémica y adicionalmente, a tan solo dos meses de asumir su cargo, puso en duda su propia capacidad como director de comunicaciones de Presidencia de la República. Los incendios no se apagan con gasolina.
Hoy el Fiscal General de la Nación, Francisco Barbosa, se ve envuelto en una polémica por su visita a San Andrés en plena cuarentena obligatoria. La polémica crece a diario al conocerse más detalles de todos los viajes realizados y por las respuestas del funcionario para justificar sus actuaciones.
El objetivo de la comunicación de crisis es producir certidumbre y eliminar lo más pronto posible el disenso que la genera. El plazo es clave ya que las crisis no deberían durar mucho tiempo. Cuando se está es crisis lo menos aconsejable es salir a desmentirla o negarla porque esto solo producirá nuevos encuadres sobre la situación, ataques y pedidos insistentes de explicaciones ante la incertidumbre. Existen salidas para disminuir la crisis: el pedido de disculpas o una explicación, y estas mismas van acompañadas de acciones para reparar la crisis, como por ejemplo las acciones correctivas o las compensaciones, entre otras, pero nunca acudir a esconder las cosas pues tarde o temprano saldrán a la luz con un efecto negativo de mayor complejidad.
El activo que más está en juego en medio de una crisis es la reputación, por eso es importante mirar con qué “colchón” se cuenta para saber cómo afrontarlas, qué mensaje enviar y cuáles serán los aliados que ayudarán a superarla. Hay un elemento fundamental adicional, en la crisis es importante adoptar una posición sobria, no hay lugar para emocionalidades que aumenten la discusión, como por ejemplo la arrogancia.
La crisis que hoy capotea el fiscal de nuevo nos lleva a esos escenarios de malas gestiones en comunicación. A tan solo seis meses de posesionarse en su cargo ya se le tilda de “fiscal de bolsillo”, ya fue la primera tendencia de conversación en redes sociales con una etiqueta en la que la ciudadanía pedía su renuncia y día tras día revelan más información sobre los viajes que ha realizado como funcionario público con daños reputacionales cada vez más difíciles de reparar y aumentando las posibilidades de que la crisis escale otro nivel.
Reconocer que se está en crisis no es fácil, tampoco saber en qué nivel de la crisis nos encontramos, pero siempre mapear riesgo será una tarea mucho más sencilla, un ejercicio de planificación que nos permitirá estar listos para reaccionar ante un escenario de disenso. Por eso, siempre hagamos tres simples preguntas: ¿Por qué hacemos esto? ¿Con qué riesgo? ¿hay otro modo de hacerlo? El mapeo siempre les ahorrará desgastes.
*Directora de Comunicación Política
Como anotaba Calr Von Clausewitz “La guerra es la continuación de la política por otros medios”, frase muy cierta especialmente en Colombia. Pues la imposibilidad de asumir vías democráticas o la frustración de ciertas aspiraciones políticas ha sido, en parte, el justificante para unos y otros de tomar las armas y forzar al cambio institucional. Ya lo hicieron los criollos en la Colonia, los liberales y conservadores en su tiempo, o grupos de campesinos y estudiantes más recientemente.
Y es la participación política uno de los primeros puntos en las negociaciones de paz, no solo en Colombia; pues se reconoce en los alzados en armas un estatus beligerante y un proyecto político. En Angola el acuerdo le permitió a UNITA 70 congresistas, 4 ministros y 2 embajadas. En El Salvador se amplió el número de congresistas favoreciendo la elección del FMLN. En Irlanda el proceso de paz permitió constituir un partido político. Y en Nepal, las negociaciones permitieron realizar un Asamblea Constituyente y el PCN obtuvo mayorías.
En Colombia también se tiene experiencias al respecto, siendo la Unión Patriótica y la AD-M19 los más importantes. La UP, como opción política de las FARC-EP tras los Acuerdos de la Uribe en 1985 logró importantes avances electorales en sus primeras participación a nivel local y al congreso. Sin embargo el accionar paramilitar y la complicidad institucional permitieron llevar a cabo el denominado “Baile Rojo”. Actos por los cuales Colombia esta siendo juzgada en la CIDH. Por su parte la AD-M19 como partido político resultado de los Acuerdos en 1990, permitió su participación en la Asamblea Nacional Constituyente a pesar del asesinato de su candidato presidencial y líder político Carlos Pizarro; trágico desenlace que sufrieron por la época otros candidatos presidenciales de la UP y el Partido Liberal.
Para teóricos como Deonandad, Close y Prevost (2007) y Villagra (2013), la posibilidad de una adaptación exitosa de los grupos guerrilleros en partidos políticos está marcada especialmente por factores externos ajustados de la confrontación, así como de la negociación del fin del conflicto armado, las garantías de seguridad y participación, las dinámicas del sistema político-electoral y la agenda política como tal. Adaptación exitosa lograda en países como Nicaragua, El Salvador o Uruguay.
En ese sentido, el partido de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC), tiene posibilidades de una adaptación exitosa en tanto se pueda superar las raíces del conflicto armado por vías democráticas; es decir, el cumplimiento de los Acuerdos de Paz. El ajuste del sistema político-electoral que facilite su participación (curules preferenciales) y las garantías de seguridad (de sus bases y líderes). La agenda política –ideología- será tema para otra columna.
Sin embargo, el pobre cumplimiento de los Acuerdos como en el tema de los PDET o los PINIS, la falta de reformas políticas como las Circunscripciones Especiales de Paz y, sobretodo, la falta de garantías de seguridad para excombatientes recuerda la historia de la UP y la AD-M19. A la fecha, 7 de Julio, se cuenta con un registro de 215 exmiembros de las FARC-EP asesinados; con casos tan sonados como los de Dimar Torres a manos de miembros de Ejército.
Esta falta de garantías y el incumplimiento de los Acuerdos, han sido argumentos que han justificado la constitución de disidencias, o la retoma de armas, por Iván Márquez, El Paisa, Santrich entre otros. Elementos ampliamente desarrollados, en el libro “La Segunda Márquetalia” del exjefe negociador, ahora en “las montañas de Colombia”.
Si bien la presencia de miembros de la antigua guerrilla en el Congreso puede generar molestia e indignación a muchos, el truncar las posibilidades de asegurar la participación política de la FARC y la apertura democrática que representan implica un mensaje muy negativo. Sobre todo para un país que no termina de superar la combinación de armas y política, ni los factores estructurales que facilitan esta combinación.
El defender la vía electoral democrática de la FARC no es defender su pasado o su línea política, sino apostarle a un sistema plural donde las diferencias políticas no justifican la muerte de nadie, es pretender que por vía del diálogo se puede lograr muchas más cosas a un menor costo. Y sobre todo es la mejor apuesta para la construcción de paz y reconciliación.
*Miembro Dirección de Construcción de Paz