Marca personal

Marca personal

Por: Juan Falkonerth

 

En un mundo cada vez más competitivo, exigente y globalizado, se hace necesario que cada persona trabaje y explote en debida forma sus habilidades, no solo con la finalidad de adaptarse a los cambios que trae consigo la vida, sino para lograr conquistar ese mercado de su interés, consolidarse y destacarse en ese ámbito y que mejor momento que este, en el cual, varias personas están pensando en conocerse a sí mismas, adaptarse y/o reinventarse para hacer frente a la coyuntura.

Todos son en sí una marca personal y partiendo de esta premisa, se requiere que las personas sean conscientes de esta realidad, la exploren en su interior, la trabajen y por supuesto, que la exterioricen de forma exitosa, esto implica un largo proceso, pero para recorrer un largo camino siempre es menester dar el primer paso.

Para empezar, se debe tener claro qué es la marca personal, pues bien, este concepto que tiene múltiples definiciones puede entenderse principalmente como la gestión que se hace de un perfil profesional asemejándolo a una marca comercial, así lo define Vilma Núñez, experta en la materia. La gran finalidad es crear una identidad propia y destacar los principales atributos de la persona en sus áreas de experticia.

Puede resultar complejo el término, pero al final del ejercicio lo que se persigue es que cada persona deje una huella y sea recordada por algo específico, logrando sacar ventaja y monetizar la iniciativa. Piénsese, por ejemplo, en una marca comercial reconocida como Coca Cola, la cual todos conocen muy bien, producto del amplio marketing que se le hace a diario, esta no solo es referenciada como una bebida gaseosa o un refresco, sino que trae implícita una cadena de valor asociada a la felicidad; pues bien, este mismo ejercicio se plantea en la construcción de marca personal, ¡que lo conozcan y lo identifiquen por algo!

Existen grandes referentes de marca personal como lo son Oprah Winfrey, quien ha dedicado su vida a los medios de comunicación y es reconocida como una gran presentadora; Steve Jobs, a quien el mundo recuerda como un gran emprendedor y por aportar a la creación de dispositivos electrónicos; Jürgen Klaric, docente investigador experto en neuromarketing y neuro-innovación y; Yesenia Valencia, actriz y empresaria colombiana dedicada a la industria del cine hecho con celulares; todos ellos con ciertos rasgos característicos, tienen claro su enfoque y son fácilmente identificables.

La marca personal es importante porque permite a las personas sacar provecho de sus fortalezas y contrarrestar sus debilidades, estas pueden materializarse en los procesos de reclutamiento laboral y de emprendimiento, en las cuales, lo importante es desmarcarse de la competencia y lograr ser elegido ya sea por el jefe de talento humano, los directivos de la organización o por los clientes de un emprendimiento o de alguna unidad productiva.

Karem Suárez, YouTuber de finanzas personales, señala cinco elementos claves en la construcción de marca personal, a los cuales ella denomina los cinco básicos y que se comparten a continuación: i) realizar una lista de habilidades y fortalezas; ii) especializarse en una sola cosa; iii) buen manejo de redes sociales; iv) cuidar a diario la marca personal y; v) definir objetivos y ponerlos en marcha; herramientas que sin duda alguna, ayudan en el proceso de reconocimiento y de construcción de marca personal.

Por su parte, Joanna Prieto, consultora y coach de marca personal con propósito, indica que en esta construcción es necesario trazar un plan de trabajo, generar contenidos de calidad con cierta regularidad y siempre ser empático con la comunidad que se ha creado; así mismo, indica que no se debe incurrir en malas prácticas tales como el uso inapropiado del lenguaje, ser descortés o no atender los llamados de la comunidad que ahora le sigue y lo más importante, no convertirse en un spam por compartir contenidos que carezcan de fuentes confiables y que no puedan ser verificados.

Todo esto, trae como propósito 3 finalidades claves las cuales son referidas por Sylvia Ramírez, coach de felicidad y marca personal, la primera lograr que lo noten, la segunda que lo recuerden y la tercera, pero no menos importante, que lo prefieran; obteniendo esto se puede llegar a la conclusión de que se ha hecho un trabajo exitoso en la construcción de marca personal.

A manera de conclusión, la marca personal es uno de los activos más importantes que se tienen en la actualidad y que se debe trabajar en debida forma, esto con el propósito de que la imagen que se quiere proyectar sea la que efectivamente vean las demás personas. Ojalá en estos periodos de introspección se comprometan firmemente con esta causa que tiene como único destinatario a todos y cada uno de ustedes y que puede hacer la diferencia entre un “tal vez te recuerdo” a un “por supuesto que sé quien eres”.

 

 

*Director de Emprendimiento

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Acoso callejero y espacio público

Por: Tania Patiño

En una de las pocas ocasiones que he salido a la calle durante la cuarentena, un hombre se me acercó y me dijo unas palabras sobre mi aspecto físico que él consideró apropiadas y que yo percibí como abusivas e impertinentes, además de incómodas. Su mirada intrusa sobre mi cuerpo me asustó. Generalmente sigo sin decir nada, pero en esta ocasión reaccioné y le dije: ¿puede dejar de hacer eso? El hombre hizo cara de intimidación cuando vio que alguien del lugar a donde se dirigía podría percatarse de lo que había hecho. Pocas veces le respondemos a un agresor en la calle, pensé.

En el mundo, entre el 80% y el 100%  de las mujeres han sido acosadas alguna vez en la calle. Al igual que el resto de las colombianas, desde muy joven he padecido y normalizado el acoso callejero en sus múltiples manifestaciones. Aunque ese lenguaje verbal y no verbal violento ejercido contra las mujeres puede parecer una banalidad o un capricho, tiene consecuencias negativas en nuestras vidas, por ejemplo, evitar estar en espacios públicos o sentir altos niveles de miedo en lugares como restaurantes, transporte público, parqueaderos, calles o parques. Como sociedad, tenemos la obligación de revisarlo y transformarlo.

El acoso callejero es una forma de violencia contra las mujeres, que hace parte de un continuum cuya manifestación más extrema es el feminicidio. Que el acoso esté normalizado no significa que no sea violencia. Si no lo nombramos como lo que es, no podremos cambiarlo. El informe “(In)seguras en las ciudades” de la organización Plan Internacional reveló que el acoso sexual es el principal riesgo de seguridad que enfrentan las niñas y las jóvenes en el mundo.

En Colombia, la violencia contra las mujeres está concebida por la Ley 1257 de 2008, como “cualquier acción u omisión, que le cause muerte, daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, económico o patrimonial por su condición de mujer, así́ como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, bien sea que se presente en el ámbito público o en el privado.” El acoso callejero restringe el derecho de las mujeres a vivir libres y seguras y es una forma de violencia de género.

Esta violencia es la manifestación pública de muchas otras violencias ejercidas en ámbitos de la vida más privados; y es también un síntoma de que algo no está bien en nuestra sociedad.

Si los hombres en Colombia maltratan a las mujeres en las calles de todo el país, ¿qué garantías de seguridad tendremos en el ámbito privado?

Cuando un hombre en la calle utiliza sus palabras, sus movimientos corporales o su fuerza para relacionarse de manera violenta con las mujeres, está ejerciendo una amenaza de escalada de violencia y está coaccionando a la mujer a abandonar ese espacio, lo que termina en una cadena sin fin de privación arbitraria de la libertad de las mujeres. Esto impacta sustancialmente nuestra movilidad y, en general, el ejercicio de nuestro derecho al espacio público. Las mujeres sabemos que el riesgo de salir a la calle solas es muy alto, nos cohibimos de estar a ciertas horas en el ámbito público y escogemos la forma en que nos vemos tratando de minimizar con esas medidas la violencia sexual en la calle. Ser mujer es, muchas veces, tener miedo de salir a la calle. Las únicas razones: ser mujeres y estar en un espacio público. No existe ninguna justificación para este tipo de violencia.

Estas acciones y comportamientos nos afectan moral y psicológicamente y, en algunos casos, física, sexual y hasta económicamente si esto, por ejemplo, implica restricciones para la movilidad que afecte el ámbito laboral. Sin desconocer que la inseguridad nos afecta a todos, los hombres no padecen esta violencia particular y no se percatan de este tipo de situaciones para tomar ciertas decisiones en su vida cotidiana, lo que de entrada genera condiciones de desigualdad en libertades y derechos.

Una recomendación para los hombres: si creen que el acoso callejero es un chiste o algo sin importancia, pregúntenle a mujeres cercanas a ustedes cómo se sienten cuando salen, qué significa un piropo en la calle, cómo se sienten después de una situación de acoso en un espacio público y cómo han repercutido esos hechos en sus decisiones. Encontrarán varias respuestas de quienes a ustedes jamás se les ocurriría decirle o hacerle lo que tal vez le han dicho a una desconocida en las calles de Colombia, o lo que tal vez han dejado pasar como un chiste.

Para generar un cambio que redunde en beneficio de los derechos y libertades de las mujeres debemos todas y todos rechazar el acoso callejero, hacer cada vez más consientes a las mujeres de la importancia de reaccionar con firmeza frente a estos hechos inaceptables. Los hombres además deben trabajar para transformar su masculinidad y relacionarse de forma más saludable con el mundo y en general con mayor respeto por las mujeres y por ellos mismos. Alrededor del mundo hay varias iniciativas como Men Can Stop Rape, the Coaching Boys into Men program y Man Up Campaign. Finalmente, las ciudades deben ser diseñadas con una perspectiva de género, de tal forma que las mujeres podamos gozar de nuestros derechos y ejercer nuestras responsabilidades de forma segura, libre, tranquila y en igualdad de condiciones.

 

 

*Miembro Dirección de Género y Equidad

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La verdad y la justicia, un campo de batalla

Por: Daniel Albarracín

 

«La primera víctima cuando llega la guerra es la verdad», es una frase atribuida al senador Hiran Johnson en 1917 o al dramaturgo griego Esquilo hace 2.500 años. Y en Colombia, dicha frase aplica para tiempos de guerra y parece que también para el post-Acuerdo. En tanto la verdad, y de la mano la justicia –transicional-, la reparación y la no repetición siguen siendo objetivo de quienes les incomoda el actual proceso para la construcción de paz con justicia social.

Para entender esta situación y lo que ha sucedido últimamente, permítanme recorren un poco de historia que nos dé un contexto al respecto, para adentrarnos en las dificultades para la implementación del Punto 5 de Víctima y como tal del Sistema Integral de Verdad, Justicia, Reparación y No Repetición (SIVJRNR) con sus dos instituciones clave como la Justicia Especial para la Paz (JEP), la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad (CEV) y la Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas (UBPD).

Entonces, si bien han existido ciertas prácticas culturales que regulan los conflictos y establecido rutas para su resolución es con las confrontaciones de los siglos XIX y XX, que la comunidad internacional toma una posición al respecto por medio del Derecho Internacional Humanitario (DIH), en prima instancia. Serían las Naciones Unidas, entre otras organizaciones internacionales, la que se encamine a hacer posible la paz, con desarrollo y el goce efectivo de los Derechos Humanos.

Los tribunales de justicia han tomado relevancia desde Nuremberg con el Estatuto de Roma en 1997 y la Corte Penal Internacional (no confundir con la Corte Internacional de Justicia), que promueven la implementación de mecanismos de justicia transicional que eviten la impunidad y procuren por la verdad. Esto mecanismos pueden tener un complemento extrajudicial, como las Comisiones de la Verdad (de Esclarecimiento o Históricas) que aporten al entendimiento de las causas, dinámicas, actores e implicaciones de los diferentes conflictos (como Sudafrica, El Salvador, Brasil, Perú, etc.)[1].

Por otro lado, las experiencias nacionales sobre el entendimiento del conflicto, desde la academia o la institucionalidad, se siguen realizando en medio del conflicto armado y social; por lo cual una u otra aproximación puede tener cierto sesgo. Y es que no es para menos, la disputa por cómo se registra una situación histórica, más un conflicto como el colombiano, implica profundizar en ciertas interpretaciones dejando de lado otras. Esta profundización debe apuntar a resignificar a las víctimas y dar claridades a la sociedad sobre los casos más significativos.

En Colombia, esta disputa se ha profundizado con la implementación del SIVJRNR y el inicio del gobierno Duque en 2018. Con frases como “volver trizas ese maldito papel que llaman el Acuerdo Final…” o “acaso vamos a permanecer contemplativos frente a una institucionalidad ilegítima originada en unos acuerdos ilegítimos…”[2] de figuras de los partidos de Gobierno, o trinos como “Es que la JEP es la “espada de Damocles” de las guerrillas y sus amigotes contra las Fuerzas Militares de Colombia” del actual Director del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH)[3], se evidencia una oposición a instituciones judiciales (JEP) y extrajudiciales (CEV y UBPD) fundamentales para la construcción de Paz.

El Centro Democrático, con Duque como presidente, ha procurado cumplir con estas banderas de campaña. Lo cual se refleja en que para el 2020, según el portal PACIFISTA[4] la inversión a los diferentes proyectos del Acuerdo es tan solo del 0.8% del PIB, siendo que el compromiso estaba sobre el 10%. Así mismo en el Plan Nacional de Desarrollo (2018-2022), el tema de paz quedo por fuera de las 10 prioridades de inversión. Por otro lado, Alejandro Rodríguez advirtió en 2019 sobre la reducción del presupuesto para la ANT y la ART instituciones fundamentales para el cumplimiento del primer punto[5] de Acuerdo.

En ese sentido, el informe del Instituto Kroc[6] en relación al avance de punto 5 (Víctimas), en el que está la JEP y la CEV, tan solo se han completado el 21% de las disposiciones y el 29% no se han iniciado[7]. Lo cual implica un rezago en el cumplimiento a las víctimas núcleo de los Acuerdos y una apropiación por parte de ciertos sectores políticos para fines electorales.

Pero esta disputa también se da en redes sociales, como Twitter, en dónde según el trabajo de Valeria Cortés (periodista de El Espectador) sobre los bots contra la JEP, “Solo el 5 % de los usuarios produjeron contenido original, el 95 % restante se dedicaron a propagar el mensaje de esta minoría”[8]. Pero la Comisión de la Verdad, también ha sido objeto de calumnias por parte diferentes personalidades, entre ellas el exministro de defensa Juan Carlos Pinzón con acusaciones como que “mayoría de comisionados registran afinidad ideológica o nexos con grupos armados”; sin aportar prueba alguna.

Y ante la solicitud de rectificación por parte de la Comisión, el exministro profundizó en sus ataques a la falta de representatividad, desconociendo el proceso que realizó el comité de escogencia compuesto por designados de la Corte Suprema de Justicia, el secretario general de Naciones Unidas, de las Universidades, del Tribunal Europea de DDHH y el Centro Internacional para la Justicia Transicional[9]. Y no siendo suficiente con las calumnias del exministro, una periodista de la Revista Semana definió la ideología de los comisionados como de izquierda por defender los DDHH[10] (minuto 7:10).

Vale anotar que ante las difamaciones del Exministro y de algunos grupos políticos, se han dado muestras de apoyo y respaldo de víctimas y organizaciones, por destacar una de ella la que hizo la Comisión Interétnica de la Verdad del Pacífico-CIVP, que articula a más de 30 organizaciones étnico-territoriales de pueblos indígenas y afrocolombianos, a favor la JEP y la CEV.

La construcción de paz implica reconocer las causas históricas del conflicto, sus actores y dinámicas, así como el compromiso de los victimarios (institucionales y extra-institucionales

 

[1][1] Se destaca el caso brasileño puesto que al informe de una Comisión no oficial, sobre las violaciones de Derechos Humanos durante la dictadura, que se tituló “Brasil nunca mais” las Fuerzas Militares presentaron su informe Brasil Siempre buscando “justificar su accionar”. (Millan, 2014).

[2] https://www.youtube.com/watch?v=vIRJK2d84-8

[3] https://cuestionpublica.com/trinos-dario-acevedo-director-centro-memoria-historica/

[4] https://pacifista.tv/notas/presupuesto-2020-duque-recursos-paz-implementacion-acuerdo/

[5] http://blogs.eltiempo.com/no-hay-derecho/2019/10/11/una-paz-austera/

[6] Instituto de la Universidad de Notre Dame que hace un segimiento al proceso de implementación del Acuerdo Final

[7] http://peaceaccords.nd.edu/wp-content/uploads/2020/06/200630-Informe-4-final.pdf

[8] https://www.elespectador.com/colombia2020/justicia/jep/hay-una-bodeguita-uribista-contra-la-jep/

[9] https://www.comitedeescogencia.com/#

[10] https://twitter.com/RevistaSemana/status/1283835033422372865

*Miembro Dirección de Contrucción de Paz

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El nuevo chip de la educación

El nuevo chip de la educación

Por: Carlos Ramírez

 

A finales de abril de 2020, Liliana María Guaca, escribía para Al Centro una columna donde presentaba dos claves para el desarrollo en la educación en el país. Primero, educar constantemente a los docentes para que transmitan conocimiento actual a sus alumnos. Segundo, acercar la educación a la población por medio del gobierno y no solo esperar que esta se movilice hacia las enseñanzas.

Posteriormente en junio otras perspectivas llegarían a complementar y ampliar los horizontes entorno a la educación y el mundo digital.

Jairo Gómez, Director de Bienestar Escolar de Al Centro, presentaba en su video-columna los retos a afrontar de cara al regreso presencial de las clases en cientos de colegios privados desde el primero de Agosto, haciendo énfasis en la transformación metodológica de la enseñanza.

Por otro lado, Diego Tovar, presentó varios puntos interesantes sobre las transformaciones empresariales en medio de la pandemia. De las múltiples buenas ideas planteadas, rescato el cambio de la mentalidad victimizadora a la de responsabilidad personal por nuestro propio futuro,  la inequidad como reto primordial que debe superar la civilización y las nubes de Clowdworking, propias de la sociedad 5.0.

Durante el mismo mes, Carlos Avilán, mostró una radiografía reveladora respecto a la situación de conectividad a nivel nacional y global. Para mencionar algunas cifras, cerca de 23.8 millones de colombianos no tienen conexión a internet en el país y aproximadamente 3.700 millones de personas en todo el mundo carecen de acceso a este servicio, que para muchos de nosotros es equiparable en prioridad al agua, la comida o la electricidad.

Ya para Julio, el director de Tecnologías de la Información para Al Centro, Juan José Ramírez, hacía un repaso por las iniciativas del gobierno en términos de cobertura de internet y sus avances, así como el camino pendiente a recorrer para realmente lograr una transformación de impacto por medio de las herramientas digitales.

Todas estas ideas parecen encontrarse en un lugar común y es la necesidad de revolucionar el sistema educativo pensando no solo en cubrir las necesidades esenciales, como enseñar a leer, resolver ecuaciones matemáticas o aprender inglés, sino en ofrecer herramientas para que nuestros ciudadanos compitan, y desde muy jóvenes, a escala global.

Estamos frente a una gran oportunidad para dejar de enseñar cápsulas de conocimiento destinadas exclusivamente a pasar exámenes y subir en los rankings. Es vital evolucionar enseñando ideas contextualizadas que se puedan aplicar, y rápido, en el mundo real dando paso a la experimentación.

Es empezar a premiar los fracasos excelentes y quitarle peso a los éxitos mediocres. Los fallos constantes son la constante del mundo digital y eso lo puede ver cualquiera cuando, frente a su computador, escribe su primera línea de código: hello world.

Ante esto, las universidades tradicionales deben cambiar a velocidades que antes del COVID no hubieran considerado.

Ya no compiten entre sí en las capitales. Compiten con plataformas globales que por una fracción del costo de un semestre universitario enseñan conceptos prácticos y aplicables, que una persona puede dominar en cuestión de semanas. Además te dan certificado.

Colombia es un país tradicionalmente exportador de materias primas. 70% de nuestro PIB depende del petróleo. La industrialización a nivel del primer mundo está lejos de ser el camino más eficaz para hacer de un país pobre pero rico en recursos naturales, un país competitivo.

La respuesta real está en tener ciudadanos educados en herramientas digitales, cuyo mercado abarca el planeta entero ofreciendo soluciones tecnológicas de primer nivel. Un activo, si así se puede considerar, que solo requiere implantar por medio de la educación moderna la semilla que produzca la motivación necesaria para nunca parar de aprender.

Este cambio incluso puede repercutir en la eficiencia del tiempo para los profesores, quienes dejarán de estar de alguna forma presos de las clases sincrónicas, a poder dejar su conocimiento en video y adelantar sus investigaciones y proyectos en paralelo.

Esta no es una columna de indignación, es de esperanza. Esperanza para millones de colombianos en condición de pobreza, que por un costo mínimo y sin incurrir en desplazamientos costosos a las urbes pueden adquirir el conocimiento del mundo y competir a escala global.

Si hay algo bueno que la pandemia produjo en la civilización ha sido acelerar, en todo el mundo, los cambios proyectados en décadas antes de la emergencia.

La diferencia la marcarán entonces las naciones que menos se llenen de excusas y se muevan de forma ágil, pasando de hablar de tendencias, a liderarlas y materializarlas.

 

FUENTES

Guaca, M. (2020) Claves para avanzar en el mejoramiento de la calidad educativa en las regiones.

Recuperado de https://www.alcentro.co/claves-para-avanzar-en-el-mejoramiento-de-la-calidad-educativa-en-las-regiones/

Gómez, J. (2020) Volver a clases después de la pandemia. [Archivo de video]. Recuperado de https://www.alcentro.co/volver-a-clases-despues-de-la-pandemia/

Tovar, D. (2020) Transformación organizacional, retos e impactos después del COVID. Recuperado de https://www.alcentro.co/transformacion-organizacional-retos-e-impactos-despues-del-covid/

Avilan, C. (2020) La brecha digital en Colombia como una oportunidad. Recuperado de https://www.alcentro.co/la-brecha-digital-en-colombia-como-una-oportunidad/

Ramírez, J. (2020) Una nueva visión para la transformación digital. Recuperado de https://www.alcentro.co/una-nueva-vision-para-la-transformacion-digital/

*Miembro Dirección Emprendimiento

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Ruralidad, calidad educativa y reclutamiento forzado

Ruralidad, calidad educativa y reclutamiento forzado

Por: Juanita Peñuela Cadavid

La pandemia por la que actualmente está atravesando el mundo ha puesto en evidencia las realidades de inequidad en distintas esferas de la sociedad. Una de ellas ha sido en la educación, especialmente debido a las dificultades de acceso y conectividad de miles de niños, niñas y adolescentes (NNA) que viven en zonas rurales o cascos urbanos periféricos en el territorio colombiano. Sumado a ello, en el país las dificultades para alcanzar a esta población se profundizan debido a las constantes y cambiantes dinámicas del conflicto armado interno que no ha entrado en cuarentena.

Es necesario aclarar que si bien Colombia ha sido testigo de más de un acuerdo de paz[1] el conflicto armado interno permanece en las regiones, con distintas dinámicas y reconfiguración de actores. Como lo expresa el Centro Nacional de Memoria Histórica, en su documento ¡Basta Ya! Memorias de guerra y dignidad, “desentrañar las lógicas de la violencia contra la población civil es desentrañar también lógicas más amplias de la guerra: el control del territorio y el despojo de tierras (…) la victimización de las comunidades ha sido un objetivo en si mismo, pero también ha sido parte de designios criminales más amplios de los actores de la guerra” (pp. 15)

Por lo anterior, las declaraciones de la senadora Sandra Ramírez sobre las cuales afirma que las FARC-EP no reclutaron menores desconocen el contexto del país y no reconocen a las víctimas ni la realidad de los NNA del campo colombiano. Además, sin mencionar que, en su caso, el ingreso a las FARC-EP fue a la edad de 17 años[2]. Según cifras de la Defensoría del Pueblo, un 87,5% de los departamentos del país presentan alertas de riesgo por reclutamiento de menores [3]. Además, el Registro Único de Víctimas reconoció que desde 1985, la cifra de menores reclutados por grupos armados ilegales es de un poco más de ocho mil menores, una realidad alarmante que no da tregua, pues cifras entregadas por la Coalición contra la vinculación de niñas, niños y jóvenes al conflicto armado en Colombia (COALICO) confirman que solo en el 2019 el número de menores reclutados ascendió a los doscientos.

Entonces, ¿por qué hablar de reclutamiento de menores a la luz de la calidad educativa? Mucho se ha hablado respecto al derecho a la educación en Colombia y hoy se habla sobre la necesidad de llegar con dispositivos y conectividad a quienes no tienen acceso a las clases virtuales que en sus instituciones educativas se han venido adelantando por la situación de emergencia sanitaria que se vive en el país. Y aunque resulta necesario llegar a estas regiones con conectividad, este tipo de medidas deben realizarse dentro del contexto y la realidad en la que viven los NNA que se encuentran en situaciones de vulnerabilidad en el país.

Las realidades del campo colombiano y de cascos urbanos pequeños o ubicados en límites periféricos contrastan con las de las grandes urbes. Las primeras se caracterizan por ser espacios profundamente impactados por la desigualdad social fruto de la violencia estructural del país y a su vez por dinámicas del conflicto armado interno como desplazamiento forzado, confinamiento y reclutamiento a menores. Ello, dificulta el acceso a servicios cobijados dentro de los derechos fundamentales como el de la educación. De ahí, que iniciativas como el proyecto de Escuelas Radiofónicas adelantada por la Acción Cultural Popular (ACPO) a finales de la década de los 40 en Boyacá sea tan representativa, pues puso en la opinión pública la precariedad educativa en estas zonas del país.

Y aun así, no dejan de surgir interrogantes como ¿por qué los menores están “disponibles” para el reclutamiento? ¿Por qué las cifras que han logrado obtener organismos como COALICO o las llegan a los cientos de niños reclutados en tan solo un año? ¿Cuáles son las condiciones socio-económicas bajo las cuales viven los NNA que terminan enlistados en estos grupos? ¿Podría la educación de calidad contribuir a mitigar el reclutamiento de menores en las regiones rurales y cascos urbanos periféricos de Colombia?

Si bien no se puede desconocer que históricamente las escuelas y su comunidad educativa (especialmente profesores y estudiantes) se han visto afectado por dinámicas propias de la violencia directa como afectaciones físicas y fuego cruzado, generando las condiciones para el desplazamiento forzado y el reclutamiento de menores, no se puede desconocer el potencial que esta tiene como espacio físico y comunitario para la construcción de paz local y el empoderamiento de agentes fundamentales para la misma como lo son los NNA.

Vale la pena analizar casos internacionales como los de Ruanda y Sierra Leona que nos dan indicios sobre como las políticas para el posconflicto le apostaron a calidad educativa (formación docente, estructura curricular y pedagogías contextualizadas) que tuviera en cuenta los contextos locales y los impactos que el conflicto había tenido en cada uno de ellos para contribuir a mitigar las dinámicas violentas. Partieron del reconociendo de la educación como una herramienta de transformación de realidades sociales como la violencia estructural que alimenta los conflictos armados de estos países, así como el colombiano.

Por ejemplo, en Ruanda trabajaron con “4R’s”[4]: redistribución, reconocimiento, reconciliación y representación; cuatro aspectos que le permitieron al Ministerio de Educación diseñar su marco conceptual y teórico para adelantar reformas educativas contextualizadas y tendientes hacia la construcción de paz. Así, la educación rural trascendió del marco curricular académico, no porque este fuera menos importante, sino porque entendieron que debe ir de la mano de una priorización de la agencia del profesorado y los estudiantes, así como de la verdad y la reconciliación como elementos de calidad educativa fundamentales.

Es por esto que las declaraciones de la senadora Ramírez no pueden ser tomadas a la ligera, en especial por las denuncias recientemente realizadas por El Espectador sobre el silencio de los grupos armados ilegales frente al reclutamiento, pese a ser una práctica aún recurrente en el país. Más aún cuando en el artículo 2 del Acuerdo Final para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y duradera se expresa que “los delitos de lesa humanidad (…) la sustracción de menores, el desplazamiento forzado, además del reclutamiento de menores, de conformidad con lo establecido en el Estatuto de Roma” no serán objeto de amnistía o indulto.

Por eso, cuando en el país se habla de mejorar la calidad educativa y se menciona que esta es un derecho de los NNA, no se debe olvidar que este servicio debe estar contextualizado dentro de un marco de posconflicto en medio de un conflicto aún vigente. Se debe entender como una herramienta que tiene el potencial de contribuir a mitigar algunas de las violencias estructurales que llevan a que los NNA terminen en manos de grupos armados ilegales, casi como si no tuvieran otra opción.

 

 

[1] M19 en 1990, en 1991 con el Ejército Popular de Liberación (EPL) y el Movimiento Armado Quintín Lame (MAQL), en 1994 con la Corriente de Renovación Socialista (CRS) y el Frente Francisco Garnica de la Coordinadora Guerrillera, en el 2005 con las Autodefensas Unidas de Colombia y en el 2016 con las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC-EP), entre otros.

[2] Al respecto, es importante aclarar que la Corte Constitucional, mediante el auto 251 de 2008 afirmó que jurídicamente la voluntad del menor para el caso del reclutamiento es inexistente, razón por la cual se define como víctima del delito en mención.

[3] Prevención del reclutamiento de niños, niñas y adolescentes. Análisis de la política pública con enfoque étnico. Defensoría del Pueblo

[4] Para más información ver: https://pdfs.semanticscholar.org/3499/e1cffebaa75e899d465d99a1c087c33bcfea.pdf

*Miembro Dirección de Construcción de Paz

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Desigualdad y exclusión educativa en la Pandemia: ¿Qué tanto se ven afectados los niños y niñas rurales en Colombia?

Por: Liliana María Guaca

Frente a la situación de aislamiento social y cierre temporal de las escuelas, se ha definido desde el Gobierno Nacional estrategias de acompañamiento escolar a los niños y niñas desde el hogar, a través de la mediación tecnológica. En las zonas urbanas, estas medidas se han logrado desarrollar debido al acceso a bienes y servicios que garantizan condiciones mínimas para el desarrollo de la actividad académica. No obstante, en las zonas periféricas y rurales donde las oportunidades no son las mismas, que para las familias urbanas de mayores ingresos, la situación es totalmente opuesta.

Es así, que la pandemia ha puesto de relieve la desigualdad entre los estudiantes rurales y urbanos en el sistema educativo. En este caso, la pobreza, la discapacidad, la etnia, y la dispersión geográfica son factores asociados que agudizan la situación y ponen evidencia el alto riesgo de deserción escolar al que se enfrentan hoy las instituciones educativas rurales.

Las dificultades en el acceso a los medios tecnológicos como tablets o computadores, sumado al factor conectividad, se convierten en los principales factores de exclusión, ya que es a través de las plataformas virtuales, que se procura mantener el proceso de escolarización.

Según un estudio de la Universidad Javeriana, el 96% de los municipios del país no desarrollan el proceso escolar de manera virtual porque más del 50% de los estudiantes de grado 11º de las escuelas rurales no tienen computador ni acceso a internet, sumado a que en caso de contar con algunos equipos, estos no son modernos y no permiten desarrollar un proceso educativo de calidad.

Respecto del acceso y la conectividad, el Censo DANE (2018) reveló que solo el 16.2% de las zonas rurales tienen acceso a internet. De los 32 departamentos, 22 tienen menos del 30% de viviendas conectadas y La Guajiara, Chocó, Caquetá y Vaupés, encabezan la lista de los que tienen la más baja conectividad del pais, siendo este último el más bajo con un 4%.

El cuarto informe de Seguimiento de la Educación en el Mundo 2020: Inclusión y educación – Todos, sin excepción de la UNESCO aplicado a 209 países   “Identifica una exacerbación de la exclusión durante la pandemia del COVID-19 y se estima que alrededor del 40% de los países de ingresos bajos y medios- bajos, no han prestado apoyo a los alumnos desfavorecidos durante el cierre temporal de las escuelas”. Con este panorama los desafios de la educación rural en Colombia son titánicos, y se deben plantear escenarios posibles para lograr mantener a estos niños y niñas dentro del sistema educativo y así no perpetuar los circulos intergeneracionales de la pobreza.

En medios nacionales, algunos docentes rurales frente a esta situación han desarrollado alternativas para mantener a sus estudiantes escolarizados, optando por visitar en moto u otro medio alternativo, vereda a vereda para poder llevar el conocimiento a sus estudiantes, hasta familias que frente a la falta de conectividad y medios tecnológicos, han tenido que viajar hasta las cabeceras municipales o capitales de departamento para encontrar las guias de trabajo para sus hijos o un servicio de internet para conectarse con el sistema.

En este escenario tan complejo, se vislumbran algunas alternativas de cómo se puede avanzar en el mejoramiento de las condiciones de prestación del servicio educativo rural. Recientemente se sancionó una ley en el congreso liderada por la Representante a la Cámara por Bogotá, Juanita Goebertus del Partido Verde, que permite la flexibilización del transporte escolar en la ruralidad, en donde no aplica es bus amarillo y con cinturones de seguridad, ya que no existen operadores que presten los servicios o  las condiciones de vias de acceso terrestres son limitadas.

Si bien se abre la posibilidad a los territorios que se reglamenten otro tipo de trasportes alternativos que permitan pensarse un sistema multimodolal que beneficie a los territorios, estos deben garantizar las medidas de seguridad del caso y desde el gobiierno nacional se deben fortalecer el acompañamiento, especialmente a las regiones en su reglamentación con prontitud. Esta ley combate las brechas entre lo urbano y lo rural al proveer a los niños y niñas oportundidades de movilizarse hasta sus escuelas  de manera altenativa y garantizar así el acceso a la educación.

Finalmente, se espera de parte de los gobiernos locales que una vez los estudiantes vuelvan a las aulas, se desarrollen programas de refuerzo, acompañamiento y nivelación, y se definan acciones claras de  seguimiento a la efectiva adquisición y evaluacion de  los aprendizajes en la ruralidad, y que no resulte siendo un proceso que en apariencia garantiza la escolaridad pero que en el fondo, acrecenta las brechas y la exclusion educativa de aquellos que más lo necesitan.

 

*Miembro Dirección de Educación

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