Liderazgo internacional: los 4 modelos de Xuetong
Por: Carlos Ramírez
Las circunstancias actuales traen consigo la necesidad de liderazgos eficaces, encaminados a inspirar, guiar y enfocar los talentos de las personas para salir de la crisis ocasionada por el COVID-19 y maniobrar con inteligencia ante la inevitable recesión económica.
Sobre líderes se ha escrito mucho a nivel empresarial, pero cuando hablamos de este tema en términos políticos toma caminos más interesantes.
Yan Xuetong en su libro Leadership and the Rise of Great Powers explica una nueva perspectiva a la hora de hablar de las cabezas que rigen el orden mundial. Xuetong identifica cuatro tipos de liderazgo principales: autoridad humanitaria, hegemónico, anemocrático y tiránico.
El liderazgo de autoridad humanitaria, se caracteriza por el respeto hacia los acuerdos y leyes internacionales – por ejemplo, una resolución de la ONU – y sirve por extensión como ejemplo a otras naciones. Uno de los exponentes de esta línea de autoridad es Franklin D. Roosevelt, precisamente uno de las personas que más trabajo y ayudó a cimentar las bases de las Naciones Unidas.
El liderazgo hegemónico se basa igualmente en la confianza, pero su forma de trabajar con las naciones del mundo varía dependiendo si estas son o no sus aliadas. En caso de serlo, este tipo de liderazgo es percibido como benévolo y de gran ayuda. En caso contrario, es despiadado y puede no tener reparos en saltarse los tratados internacionales. Un ejemplo de esto fueron los Estados Unidos y la URSS durante la guerra fría.
Por otro lado, el liderazgo anemocrático se aleja de los anteriores al basarse en la desconfianza. Al igual que el liderazgo hegemónico, juega a dos bandas dependiendo de quienes son o no sus aliados. Su modus operandi no considera las leyes internacionales y suele actuar de manera inconsistente. Dado lo anterior, no suele generar mucha credibilidad, incluso entre sus aliados. El actual gobierno de Donald Trump es considerado por varios estudiosos del tema como un ejemplo de anemocracia.
Finalmente está el liderazgo tiránico, que no solo se apoya en la desconfianza, sino que además es consecuente con esta línea de gobierno independiente de la nación ante la que se presente. A diferencia del anterior, no actúa de forma inconsistente, sino que mantiene su línea dura y amoral con tal de conseguir sus objetivos. El gobierno fascista de Hitler y el gobierno militar de Japón durante la Segunda Guerra Mundial son dos ejemplos de este modelo.
De los cuatro tipos de liderazgo, el primero es el que mejor se adapta a la hora de construir estabilidad a escala global. Al adoptar los valores morales como base, gana credibilidad internacional y suele conseguir apoyo más fácilmente de otras naciones.
Sin embargo, los liderazgos internacionales actuales no son precisamente consecuentes con esta opción, en especial si hablamos de las dos grandes potencias de oriente y occidente.
En los próximos años veremos consolidarse un orden mundial binario, donde China y Estados Unidos se disputarán la hegemonía política, y principalmente, económica. A diferencia de la guerra fría, no existe una diferencia ideológica entre las dos superpotencias. China adoptó el pragmatismo económico y el libre mercado. Estados Unidos, por otro lado, ha renunciado en parte a su liderazgo global con Trump, decididamente nacionalista y de ligeros toques fascistas, contenidos en buena medida por el poder de las redes sociales y la opinión pública.
De seguir esta tendencia, las próximas décadas traerán un movimiento del eje político hacia el este asiático, reconfigurando las reglas del orden mundial y sus alianzas.
Un movimiento interesante que nos invita a reflexionar sobre las transformaciones de los liderazgos modernos. Dos modelos que apuntan a la supremacía económica con dos discursos que parecieran ir en vías opuestas. Occidente renunciando a ser la tierra de los sueños y la libertad, mientras Oriente abraza un mayor grado de amplitud cultural, sin renunciar a su censura tradicional.
Caminos aparentemente distintos que parecieran, al final, unirse en torno al mismo evangelio económico, siendo en el fondo indistinguibles.
*Miembro Dirección de Emprendimiento