La apuesta por el comercio electrónico transfronterizo

La apuesta por el comercio electrónico transfronterizo

Por: María Fernanda Quiñones

Aunque Internet, las tecnologías y los dispositivos móviles se popularizaron hace más de dos décadas, los años más recientes han consolidado su uso e importancia. La era digital, fortalecida por la pandemia del COVID-19, ha permeado todas las actividades del hombre. Ahora más que nunca se habla de teletrabajo, telemedicina, educación virtual y comercio electrónico.

El sector del comercio, como muchos otros, tuvo que ponerse a tono con la transformación digital para ser económicamente viable, responder a las necesidades de los consumidores y aprovechar las oportunidades del eCommerce. Una de ellas: cruzar fronteras. 

El comercio electrónico transfronterizo, también conocido como cross border eCommerce, se refiere a la distribución o comercialización de bienes y servicios por medios electrónicos entre agentes ubicados en distintos países, de acuerdo con la Organización Mundial del Comercio. Aunque no es usualmente explorado como un canal de exportación, tiene gran potencial.   

La notable acogida que el comercio electrónico tuvo en los últimos meses ha cambiado permanentemente el comportamiento de los compradores y de las empresas alrededor del mundo.

Se calcula que en los próximos cinco años la tercera parte del comercio mundial se concentrará en comercio electrónico, según señaló Juliana Villegas, vicepresidente de exportaciones de Procolombia, en el marco del eCommerce Summit 2020 desarrollado por la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico. También se estima que los mercados con las mayores tasas de crecimiento en ventas sean India, España y China. Mercados a los que puede llegarse a través de los modelos de negocio del eCommerce como las tiendas virtuales o los Marketplace globales.

El comercio electrónico representa una herramienta de apoyo a las exportaciones del país, actividad que impulsa el desarrollo económico nacional y la reactivación del sector empresarial en los tiempos apremiantes que vivimos.

En Colombia, el comercio electrónico transfronterizo no ha visto su época de auge. Tan solo el 2% de las empresas colombianas hacen operaciones transfronterizas por medio de canales electrónicos, cifra que refleja una oportunidad de crecimiento de este canal poco convencional de exportación.

Expandir las actividades de comercio electrónico al campo internacional ofrece numerosas ventajas: fortalecimiento de la competitividad de las empresas, diversificación de mercados y adaptación a las preferencias de los usuarios digitales que buscan comodidad y sencillez. 

Cabe mencionar que las empresas que exportan tienen una posibilidad de crecimiento de entre 30% y 45%, de acuerdo con un estudio presentado por Laura Valdivieso, viceministra de Comercio Exterior, en el foro “El papel de las exportaciones no mineras en la reactivación económica de Colombia”. Apostar entonces por la exportación a través de comercio electrónico, sector que ha cobrado gran protagonismo y relevancia, no es desacertado. 

La confianza en el sector del comercio electrónico y el mejoramiento de la infraestructura de las plataformas para comercializar bienes y servicios digitalmente han sido avances significativos. Sin embargo, aún es necesario trabajar en temas de simplificación de trámites, cadena de abastecimiento, logística transfronteriza y tiempos de entrega para impulsar el comercio electrónico transnacional.

La oportunidad de crecimiento de este sector es amplia. Colombia tiene un gran número de productos no minero-energéticos que son de interés para otros países y continentes. Agroquímicos, variedad de alimentos y, por supuesto, flores, hacen parte de la lista.

A través de este canal de exportación poco tradicional es posible llegar a un mercado de más de 1.500 millones de personas a nivel mundial. La invitación es a internacionalizar los productos colombianos aprovechando el impulso del comercio electrónico. Debemos abrir los ojos a mercados más allá de lo regional, a pensar en nuevos países y nuevas posibilidades de crecimiento. 

Para ello, es esencial realizar los esfuerzos en infraestructura, logística, temas tributarios, cambiarios y arancelarios para fortalecer el comercio electrónico transfronterizo en el país.

 

*Columnista Invitada, dirección de Empresa, Industria y Competitividad

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Arte y cultura en pandemia

Por: Catalina Ceballos

La Pandemia ha sido un gran vacío para el sector de las artes y la cultura, un vacío en el estomago, en algunos casos incluso por hambre, en otros por hacer fuerza y en otros, por la rabia de sentirse invisibles. Eventos culturales cancelados, salas de teatro cerradas, compañías de danza que cierran sus puertas, prácticas culturales comunitarias suspendidas, artistas incapaces de llegar a fin de mes. El impacto del COVID en el sector cultural se está sintiendo en todo el mundo. Este impacto es social, económico y político: afecta el derecho fundamental de acceso a la cultura y los derechos sociales de los artistas y creadores. La pandemia ha revelado el verdadero peso económico de la cultura y del sector creativo, además del valor intrínseco de la cultura como expresión de humanidad para el desarrollo sostenible.

En Colombia estamos sintiendo los peores efectos de la pandemia, con el sector cultural aún cerrado salvo contadas excepciones. La Pandemia en nuestro país exacerba las desigualdades sociales y se entendería que el sector debe ser una prioridad en las políticas públicas. Es el momento de acelerar cambios para capitalizar las expresiones artísticas, las prácticas culturales y las industrias creativas.

Se hace necesario reforzar el sistema de datos empezando por una inversión sustancial en un censo en todo el país que determine quienes son los agentes del sector. No solo aquellos que aportan al PIB, también los que aportan en procesos para sanar el dolor de un conflicto armado, para los que a través de sus cantos cohesionan su identidad como pueblo negros o indígenas, para los que bailan para que sus cuerpos representen la diversidad cultural de una Colombia multiétnica y pluricultural, tal como esta consignado en la constitución. 

Con todo este panorama, en nuestro país, a lo largo del confinamiento, el arte, ha estado floreciendo. Los artistas con su enorme resiliencia y resistencia han aprovechado su creatividad para transmitir pautas de salud y compartir mensajes de esperanza, también se han unido, han surgido un centenar de colectivos, asociaciones, sociedades donde entre todos nos reconocemos con nombres, donde encontramos en el dolor un lugar común, donde sonreímos porque sabemos que nuestra única pauta para vivir son la ética y la estética.

El sector conformado por actores, actrices, bailarines, restauradores, escritores, editores, pintores, fotógrafos, músicos, compositores, intérpretes, directores de artes, camarógrafos, sonidistas, maquilladores, vestuaristas, tramoyistas, ingenieros de sonido, productores, promotores, empresarios, cantaores, bailadores y gestores continuamos comprometidos cultural y artísticamente. La razón de esto es que todos con la pandemia de nuevo rescatamos el aspecto social de la creación, su importantísima labor en la construcción del tejido social. Su capacidad para apoyar procesos participativos y de apoyar en el desarrollo de una sociedad sana. Todo esto sigue siendo posible gracias a todos, a ellos y ellas. Para quienes disfrutamos de las artes podemos decir que estos días nos han permitido compartir información con amigos sobre los libros que hemos leído, las películas que hemos visto, las canciones nuevas que se han lanzado, seguimos alimentando nuestro cerebro y nuestros espíritus con las artes. 

Y por eso a pesar de este momento en que el arte está sufriendo toda la fuerza de los efectos de una crisis sanitaria, económica y social mundial, también han sido tiempos para fortalecer los vínculos entre la creación artística, la sociedad, los procesos participativos, la política y la economía. Las artes y la cultura están demostrando como lo ha expuesto Jon Hawkes en su libro El 4to Pilar para la Sostenibilidad que las artes y la cultura deben hacer parte de una agenda pública para la construcción de sociedades sostenibles.

Este es un tema que sale a flote, ahora de nuevo, precisamente por que la crisis no es solo sanitaria, la crisis que vivimos como especie es una crisis ética, gobernantes dueños del fake news, la crisis climática producto entre otras cosas por un neoliberalismo exacerbado, la necesidad que tenemos como sociedades de incluir dentro de la planeación de las agendas públicas incluir el concepto de cultura más allá de las artes, más bien desde su definición antropológica, es decir tener en cuenta la cultura como un conjunto de valores. Dichos valores hacen parte de una producción social por medio de la cual se transmite identidad, valores, memoria y claro también las artes la tecnología y el uso de la misma, la gastronomía. Es decir se debe hablar de aspectos económicos, sociales, ambientales y CULTURALES.

 

Es por esto que el gran aprendizaje que nos dejan los diferentes agente del sector de artes y las practicas culturales es su capacidad de sentir compasión por los demás y su capacidad para contar historias, como artistas y líderes culturales han demostrado que son  fundamentales para afrontar los desafíos que enfrenta un país como Colombia que pide a gritos la implementación de un acuerdo de paz, la educación como un derecho para todos y todos, el reconocimiento de los pueblos indígenas y la revalorización de un sector más allá de un poco o nada integradora economía naranja.

La pandemia de COVID-19 que continúa circulando por todo el mundo ha afectado casi todos los aspectos de nuestras vidas, de nuestra cotidianidad, incluida aquella necesidad humana de conectar con la cultura. Si alguna vez hubo un momento en el que necesitamos cultura y creatividad para hacer frente a nuestros desafíos, es ahora.

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Frente Cumbiero lanza su álbum Cera Perdida importantísimo para noches llenas de pandemia y de risas.

Teatro Petra reabre sus puertas en Bogota con la obra Yo, No estoy Loca.

Juanita Delgado y Juan Felipe Rozo dirigen una obra para niños llamada Ramiro y sus Fantasmas.

En el Museo de Arte Miguel Urrutia (MAMU) se estrena la retrospectiva de la maesrta Beatriz Gónzalez.

Alcolirykoz lanza su canción Aranjuez.

Babelgam lanza su tema KYC

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Las artes no tienen pandemia.

 

*Directora de Cultura

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Cuarentena empresarial ¿Hasta cuándo?

Por: Diana Pérez

El 2021 comienza con un enero “negro” para el sector empresarial que en el mes de diciembre venía presentando una leve mejoría a causa del impacto negativo dejado por las cuarentenas, los toques de queda y demás medidas para afrontar el paso de la pandemia en el 2020, año en el que cerraron más de 54.000 empresas solamente en Bogotá y qué de acuerdo con la Cámara de Comercio de esta ciudad, la creación de empresas disminuyó un 12%, siendo ésta, la cifra más alta en los últimos 10 años.

Pese a los malos resultados del 2020, el empuje del empresario y la expectativa del consumidor eran optimistas para el 2021. Según la última encuesta de pulso empresarial realizada por el DANE con el apoyo del Banco Mundial y publicada el pasado 20 de enero, el 39.9% del total de las empresas sostuvo en diciembre de 2020 que, esperaba un aumento de sus ingresos en los próximos tres meses, expectativa que se verá reducida con la llegada de la segunda ola de contagios y con la implementación de medidas restrictivas. Esto implica una mayor crisis a los empresarios que asumieron gastos en contratación de personal y créditos para retomar nuevamente sus actividades, situación que sin duda incrementará las pérdidas a varios sectores de la economía. Nadie preveía medidas tan restrictivas comenzando el año y que a juicio del Director de Fedesarrollo Luis Fernando Mejía, puede generarle a la economía una pérdida de 8 a 12 billones de pesos.

 

El desespero empresarial está llegando al límite con los cierres al comercio y la industria, afectando no sólo el crecimiento de la economía, sino deteniendo la generación de empleo. Recordemos que al cierre del año 2020 la tasa de desempleo se encontraba en el 13.3% y para nadie es un secreto que el sector empresarial y productivo son el motor de la economía que ayuda a la reactivación y la generación de empleo, tal y como se corrobora con las cifras del DANE y la firma Raddar, cuando señalan que el sector privado genera el 95.8% del empleo en Bogotá y más del 80% a nivel nacional respectivamente.

El panorama no es fácil y aunque reconozco que la salud es prioridad, la economía también lo es. Si las medidas restrictivas continúan, la carga en el gasto del gobierno será mayor, ya que deberán generarse más subsidios para la empresa, flexibilizar impuestos y crear programas de salvamento que conllevarían el incremento en la deuda. No queremos un Gobierno paternalista, el empresario perfectamente puede salir adelante, siempre y cuando le permitan desarrollar su actividad con el cumplimiento de las medidas de bioseguridad exigidas por las autoridades. 

La experiencia que nos dejó el 2020, debió servir para afrontar de mejor manera la llegada del segundo pico de contagio, sin embargo, retrocedimos en el tiempo tomando las mismas medidas que afectaron tanto la economía y que a hoy, pareciera no tener un resultado favorable en la disminución de contagios pero si, en el bolsillo del empresario, y más cuando muchas de esas medidas fueron impuestas de manera apresurada, sin ser concertadas con el sector privado. Debemos evitar más cierres de empresas, más despidos y más crisis económica si queremos lograr un crecimiento del 4.6% según lo proyectado por el Banco de la República para el 2021 y reducir la tasa de desempleo, razón por la cual, es necesario que las autoridades nacionales y locales reconsideren algunas restricciones al sector productivo y comercial que está tratando de sobrevivir, permitir su operación de manera biosegura para recuperar lo perdido en el 2020 y dinamizar la economía en los próximos meses. 

Bien decía Churchill “Algunas personas consideran la empresa privada como un tigre depredador que debe ser fusilado. Otros la ven como una vaca que se puede ordeñar. No muchas personas la ven como un caballo sano, tirando de un carro robusto”.

*Directora Empresa, Industria y Competitividad

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EUU: Menos reality más política

Por: Freddy Osorio

Como observador externo de la política norteamericana, considero que prefiero la política aburrida que la política como espectáculo. En términos de entretenimiento, la presidencia de Trump fue coherente: quería que todos lo viéramos. Y el resto del mundo vimos, con la boca abierta y cara de desconcierto cada vuelta y giro de una situación propia de la televisión y no de la realidad. O de un reality show

La presidencia de Trump empezó con su posesión, como si fuera una actividad que debía ser cubierta por las páginas sociales, no como un trámite administrativo y solemne. Luego siguió con la mentira intrascendente del número de personas que asistieron. Como resultado de este debate, la oficina de prensa dio esa batalla contrafactual, donde terminó acuñando el término “hechos alternativos” (alternative facts). 

Y es precisamente allí donde Trump trató de llevar a la política: a una política regida por la opinión divergente y el entretenimiento. Los hechos y la realidad fueron lanzados por la ventana y remplazados por la opinión. Una opinión fuerte y gritada a cuatro vientos que no resistía que se revisara con lupa.  

Trump mostró la fragilidad de los valores políticos en los regímenes presidenciales. Eso de lo que nos acusaban a los países latinoamericanos: de tener líderes fuertes que pasaban por encima de las reglas y las normas. Hoy, es claro que no es un fenómeno de nuestras repúblicas tropicales. Espero que la academia empiece a hacer estudios y recomendaciones, con relación a todos los regímenes presidenciales, acerca de cómo podemos prevenir que un presidente pueda pasar por encima de la realidad y los hechos.

En Colombia debemos evitar caer en que el ejercicio de la política se vuelva un reality. El presidente Duque debería reflexionar acerca de lo que quiere hacer con su programa Prevención y Acción. Ya pasamos el límite entre comunicar difíciles decisiones en una emergencia y un programa de vanidad o entretenimiento. Hoy, ese programa tiene la misma credibilidad que el número de personas que asistió a la inauguración de Trump. 

Dicho esto, la discusión sobre qué artista debe cantar en la inauguración, como si una posesión presidencial fuera similar al espectáculo del Súper Bowl, no debería hacer parte de la política. El Presidente no es una estrella de rock ni un superhéroe. La política aburrida, la del diseño institucional, de programas y de indicadores para resolver nuestros problemas de inequidad y atraso está muy alejada de ser entretenida. Y eso está bien. 

Espero que la nueva era de política internacional se aleje del espectáculo, de la pirotecnia, de los desfiles y aviones volando, y se aproxime más a la solución de problemas reales, basados en la evidencia. De la política aburrida, pero necesaria.

*Miembro Fundador

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Una nueva apuesta para la educación superior en la ciudad: Los nuevos retos del sistema universitario.

Por: Liliana María Guaca

Las universidades durante la pandemia se enfrentaron al reto de transformar sus procesos académicos y administrativos para lograr mantener no solo la matrícula sino también, poder generar procesos pedagógicos acordes a la nueva realidad. 

De lo anterior, se desprende la discusión sobre la pertinencia de los contenidos de cara a los cambios tecnológicos actuales, en ese sentido, ¿Los estudiantes están preparados para ellos? ¿Estamos formando a nuestros estudiantes en habilidades y capacidades para enfrentar estos desafíos y los que se desprenden de un futuro laboral cada vez más automatizado?

Según una encuesta realizada por WorkUniversity dirigida a 1.257 estudiantes universitarios, 160 tecnólogos y 82 jóvenes en formación, la deserción para el segundo semestre  del 2020 fue entre el 24 % y el 50% a pesar de los alivios en matrícula y diferentes estrategias de retención que han venido desarrollando las diferentes universidades. 

Según la citada encuesta los principales factores de retiro del sistema universitario obedecen a dificultades económicas (62,5%), lo complejo que supone mantener las clases virtuales (20,80%), no contar con suficiente Internet ni medios, como un computador (12,50%) o no tener una práctica universitaria (4,20%). A estos elementos se suma que el 58% de la población desertora, fueron estudiantes de los primeros semestres.

 

Esta cifras ponen de presente, la fragilidad económica en la que se encuentran nuestros estudiantes universitarios. Desertar del sistema para aquel que se encuentra en situación de vulnerabilidad, puede tener un costo mayor que para el que cuenta con el capital, económico, social y cultural para retornar. Lo anterior, debido a factores asociados como ser cabeza de familia,  tener hermanos o adultos mayores a cargo o ser el principal miembro proovedor de la unidad familiar a la que pertenece. 

 

Adicionalmente, la alta deserción en los primeros semestres puede obedecer a otros adicionales, como errada orientación vocacional en la educación media que los lleva a transitar por espacios de formación alejados de sus verdaderos interéses y que terminan en un proyecto de vida que no es consistente con su expectativas, con lo que aprendieron y lo que requiere el mercado laboral. 

 

La deserción observada agrava más la situación si tenemos en cuenta el antecedente de la baja absorción de egresados en las universidades que según cifras del Ministerio de Educación para 2018, evidencia que solo el 48,5 % de los estudiantes de colegios oficiales y privados aparecen en los registros de absorción a la educación superior. Esto quiere decir que de 100 estudiantes que finalizaron grado 11, solo 48 ingresaron a la educación superior el año inmediatamente siguiente a la culminación de sus estudios de bachiller y de esos 48, la mitad desertaron en los primeros semestres.

Desde esa perspectiva, la educación superior tiene 2 grandes desafíos: En primer lugar, definir estrategias de orientación, acceso y  permanencia articuladas entre niveles, que permitan retener a los estudiantes de manera satisfactoria en cada una de sus etapas y asi lograr la culminación de sus estudios; En segundo lugar, presentar una oferta pertinente, que cumpla con los fines misionales de las universidades en términos de la formación integral pero que también se corresponda con las necesidades laborales del mercado y de la sociedad.

El distrito capital con apoyo de la UNESCO, el PNUD y la OIT hoy se están pensando estos desafíos en conjunto con las universidades a través de una propuesta de modelo de acceso, permanencia y graduación de la educación post-media. Allí se  plantea un escenario formativo a traves de las construcción de rutas de aprendizaje diseñadas por los mismos estudiantes, de conformidad  con la oferta que actualmente han venido planteando las universidades que decidieron participar de la estrategia Reto A la U, que se desprende de este modelo y que actualmente es desarrollada por la Secretaría de Educación del Distrito.

Esta innovadora propuesta, busca que tanto las universidad públicas como privadas hagan parte de un gran ecosistema de formación que le permita al estudiante, contar con una oferta diversa y pertinente que no se limite a universidad específica, sino que sea el resultado de las elecciones e interéses del estudiante; un sistema que acompaña la construcción de su proyecto de vida y que como resultado de dicha experiencia, pueda contar al final con los conocimientos, capacidades y habilidades necesarias para insertarse satisfactoriamente en el mercado laboral; desarrollando de conformidad con sus elecciones un proyecto de vida más promisorio.

Lo anterior, supone como sistema educativo en conjunto, un gran compromiso por el desarrollo educativo en la ciudad, a través de:

  1.  El desarrollo de estrategias que permitan mayores oportunidades de acceso, permanencia y de calidad en los aprendizajes entre niveles.
  2. La generación de un camino que le permita a los estudiantes navegar en este escenario a través de créditos, que en palabras mas técnicas representa la construcción y concertación de  rutas de homologación conjuntas entre las universidades que hacen parte del sistema.
  3. Si bien las universidades seguiran siendo generadoras claves del conocimiento cientifico, deben lograr ampliar su mirada sobre lo que hoy representa el mercado y las demandas que este tiene.
  4. La clara necesidad de actualizacion curricular y de innovacion educativa en el que tendran que entrar las universidades, ya que en este modelo no se está hablando solo de conocientos académicos sino tambien de habilidades para el trabajo. 
  5. Los procesos de  acreditación y de mejoramiento institucional serán claves para lograr avanzar en esta dirección y las consecuente alienación que se proyecta entre los diferentes ciclos de formación (universitaria, tecnológica y para el trabajo y desarrollo humano) que toma vida a través de este modelo y que vuelve a traer al estudiante como centro del proceso de formación.
  6. El rol esencial de regulación y el financiamiento que cumplirá la naciente Agencia Distrital para la Educación Superior, la Ciencia y la Tecnología creada en noviembre del 2020 y su relación o vinculación con la Secretaría de Educación Distrital y con otras entidades distritales.

Para finalizar es importante tener en cuenta que para llevar a feliz término la materializacion de este modelo, el sector productivo tendra que tener un papel más protagónico no solo en lo que tiene que ver con acercar sus necesidades de formación a los currículos, sino tambiénn en plantear articulaciones hacia el empleo más concretas adicionales a una mera práctica profesional.

Sobre este punto, la Ley del primer empleo y la Ley de pasantías son fundamentales Esta ultima liderada por el representante a la Cámara Jose Daniel Lopez y sancionada recientemente por el Presidente de la República,  busca romper el cuello de botella que muchos jovenes tenían al no contar con experiencia laboral certificada para presentarse a convocatoria laborales. 

Lo anterior, le da posibilidades mayores a los jóvenes universitarios que se les sea renocida esta experiencia y que junto con ésta estrategia de formación propuesta por la Secretaría de Educación, se logre un efecto directo y sistemático sobre el mejoramiento del empleo y la empleabilidad, así como de lucha contra la informalidad y la pobreza en la ciudad.

*Miembro Dirección de Educación

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Energía verde, nuestro café del siglo XXI

Por: Juan José Angulo

 

La transición energética llegó para quedarse pero depende de nosotros mismos que produzca resultados óptimos para nuestro país. Este espacio de opinion procura acercar a los colombianos al contexto energético formulando preguntas que nos ayuden a comprender la electricidad en nuestras vidas de una forma tangible. Comencé con un interrogante ambicioso: ¿qué deberíamos saber todos sobre el servicio de electricidad? planteando la necesidad de estar informados sobre (i) la relación entre electricidad y mejor calidad vida; (ii) el funcionamiento del mercado de energía cuyos costos siempre son trasladados a los hogares colombianos; (iii) los cambios a nivel mundial en cuanto a las formas de producir y consumir energía; y (iv) el potencial con que cuenta Colombia para producir energía en contraste con nuestra realidad actual. En la primera columna expuse algunas ideas sobre los tres primeros aspectos, dejando el último para ser abordado en esta oportunidad.

 

Como colombianos nos corresponde saber que nuestro territorio cuenta con aproximadamente nueve recursos diferentes para producir energía eléctrica y que actualmente solo utilizamos dos e importamos uno. El sol, el viento, los residuos orgánicos y vegetales, el calor del subsuelo y las corrientes marinas, son recursos renovables no convencionales para producir electricidad sin emisiones contaminantes, a precios competitivos, y reduciendo nuestra exposición al Fenómeno del Niño. También nos permiten compensar la contaminación de otras actividades. Según los datos oficiales más recientes (XM, 2021), los recursos empleados hoy en Colombia para producir energía se ordenan de la siguiente manera: 80% agua, 11% carbón, 6% gas natural, 2% gasolina u otros combustibles líquidos, y 1% biomasa de bagazo de caña. De los tres más usados, la disponibilidad del agua es amenazada permanentemente por las cada vez más frecuentes épocas de sequía, el carbón es una fuente contaminante, y la incertidumbre de gas natural es tal que desde el año 2016 importamos gas natural licuado (LNG) llegando a representar alrededor del 71% del gas usado por las termoeléctricas que emplean este recurso (Portafolio, 2020). En síntesis, el 86% de la capacidad para producir energía en Colombia hoy depende de recursos cuya disponibilidad es incierta y requiere importación y un 11% emplea una fuente contaminante. La capacidad de generación renovable no convencional actual, ronda el 0,02%.

 

Fuente: XM 2021

 

Los colombianos también debemos saber que desde el año 2001 el Congreso de la República y los gobiernos de turno han expedido leyes y señales de política pública para incentivar el uso de fuentes no contaminantes, encontrando mayor acogida en solares y eólicos que al 31 de diciembre de 2020 suman aproximadamente 160 MW en operación; y que en el 2019 se realizaron dos subastas para ayudar a viabilizar alrededor de 1.600 MW verdes que deberían comenzar a funcionar el 1 de enero de 2022. En resumen, cuando los proyectos renovables en desarrollo se materialicen, Colombia habrá logrado incrementar su capacidad de energía verde aproximadamente al 13%. Un aumento significativo, a la expectativa de que los proyectos logren su construcción y operación comercial para lo cual se están haciendo todos los esfuerzos posibles. 

 

 

 

Ahora bien, percibir los mejores beneficios de la transición energética requiere analizar la dinámica de este nuevo mercado energético con detalle y tomar decisiones que trasciendan la premura de objetivos de corto plazo y sofismas de distracción. Por ejemplo, la inclusión efectiva y decidida de energía verde en la agenda pública tuvo una estrecha relación con la situación del proyecto Hidroituango. Las Resoluciones 40790 y 40791 del 31 de julio de 2018, mediante las cuales el Ministerio de Minas y Energía aprobó algunas obras que estaban pendiente hace años para transportar energía en la Guajira y definió los detalles de la subasta de renovables, fueron expedidas tres meses después de que se hiciera pública la contingencia del proyecto hidroeléctrico el 28 de abril de 2018, con el objetivo explícito de suplir el faltante de energía de la mega obra. Antes de ello, la aplicación de la Ley 697 de 2001 fue prácticamente nula y la de la Ley 1715 de 2014 tuvo un despegue ralentizado por voces que aun predican como perjudicial incrementar la oferta de energía verde del país. También es muy ilustrativo analizar la estructura de costos y las diferentes posibilides de ingresos que ofrece un proyecto de energía renovable. Las rentas directas que estos proyectos pueden ofrecer a las familias colombianas a título de empleo y adquisición de bienes y servicios, se concentran en la etapa de construcción y previa a esta. Sin embargo, aproximadamente el 70% del costo total está representado en equipos que no se producen en el país; son importados, y, por lo tanto, los recursos que se destinan a su adquisición no se percibirán en Colombia hasta que no participemos de manera directa en este segmento productivo. En la etapa operativa se producen ingresos por venta de energía, ahorros y compensaciones ambientales que son monetizables para inversionistas, y los impuestos, regalías y contribuciones que son ingresos del Estado. Uno de los mayores beneficios de la bonanza cafetera fue generar ingresos directos para millones de familias y uno de los mayores aprendizajes de las industrias extractivas es su impacto en los ingresos fiscales. La energía verde nos ofrece a los colombianos la posibilidad de percibir beneficios en todos los segmentos (como proveedores de bienes y servicios, como inversionistas, a través del Estado y como consumidores) pero de nosotros depende que podamos multiplicar nuestro tejido empresarial, balancear el estatal y sofisticar nuestro consumo. Otro aspecto que debemos analizar en la transición energética es la transferencia de conocimiento. La construcción de proyectos renovables se suele tercerizar mediante contratos conocidos como EPC (Engeneering, Procurement and Construction) cuya naturaleza jurídica no está llamada a transferir conocimiento. Los colombianos necesitamos incrementar nuestro “know-how” y “cacharrear” el estado del arte en materia de renovables para desarrollar ventajas competitivas a partir de los recursos de nuestro territorio, donde una nueva minería colombiana será esencial en el contexto de transición energética. En el país también contamos con los minerales del futuro (ACGGP, 2020).

 

 

 

Desarrollo y medioambiente dejaron de ser palabras separadas para convertirse en el eje de nuestras sociedades modernas; y aunque tensiones permanentes entre estos conceptos parezcan excluirlos mutuamente, nuestra sostenibilidad depende de que la fusión se mantenga. La electricidad es un buen adhesivo entre ambos. En el caso colombiano, al rededor de la energía eléctrica podríamos desarrollar capacidades colectivas que permitan a las familias de Colombia ofrecer productos y servicios a un mundo que demanda energía confiable, eficiente y, sobre todo, sostenible. Iniciemos el nuevo año con la idea de que la energía verde puede ser nuestro café del siglo XXI.

 

 

*Director de Transición Electrónica

 

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