Magdalena tiene potencial para liderar el comercio agroalimentario en el Gran Caribe

Magdalena tiene potencial para liderar el comercio agroalimentario en el Gran Caribe

Por: José Pacheco 

Después de la devastación producida por la Segunda Guerra Mundial, el concierto internacional se ha preocupado por diseñar mecanismos tendientes a garantizar y perpetuar en el tiempo la Seguridad Alimentaria, que según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), únicamente “se consigue cuando todas las personas, en todo momento, tienen acceso físico y económico a suficiente alimento, seguro y nutritivo, para satisfacer sus necesidades alimenticias y sus preferencias, con el objeto de llevar una vida activa y sana”.

En concordancia con estos presupuestos, los países del Primer y Tercer Mundo (Colombia incluido) han realizado un gran ejercicio legislativo encaminado al fortalecimiento del sector agrícola (y otros sectores conexos), con el cual han querido generar condiciones que propicien una transformación en la producción. Una transformación en la producción agrícola tendría el doble impacto de contribuir de manera importante a la consecución del objetivo de la Seguridad Alimentaria y de potenciar la industria agrícola como principal motor de las economías. 

No obstante, pese a la contundencia y pertinencia del objetivo anterior, en Colombia la realidad del campo y del campesinado indica que nos encontramos lejos de lograr la anhelada Seguridad Alimentaria y del posicionamiento de la producción agrícola como principal fuente de generación de ingreso. Prueba de ello es la poca participación de este sector en el total del Producto Interno Bruto, que, a diciembre de 2019 según el DANE, se ubicó en el 6,8% y, particularmente en el departamento del Magdalena, esta cifra llegó al 16, 2%.

Colombia debe incluir dentro de la agenda post COVID estrategias para reconducir los esfuerzos en aras de garantizar la Seguridad Alimentaria y la potencialización de la producción agrícola como fuente principal de ingresos. 

Una estrategia puntual para lograr este propósito, consiste en el desarrollo de un Comercio Agroalimentario Regional, el cual, según Oscar Fernández Guillen, Profesor Investigador de la Universidad de Los Andes, consiste en la consolidación de un sólido intercambio interregional de alimentos a través de la disminución  de  barreras comerciales entre países de la Región, con lo cual se facilita el acceso a ellos y se propiciaría una mayor disponibilidad de alimentos a  menores  precios. Este mecanismo puede resultar idóneo no sólo para garantizar el acceso a alimentos sanos y nutritivos, sino que también podría abrir la puerta a nuevas oportunidades de desarrollo económico, laboral e industrial.

En el marco de esta estrategia, el departamento del Magdalena, en particular, gracias a sus suelos aptos para el agro, unido a una disponibilidad “potencial” a importantes extensiones de tierra cultivable, tiene un gran potencial para consolidarse como el exportador número uno de productos agrícolas y agroindustriales a Centro América y el Caribe. 

Según el Instituto Geográfico Agustín Codazzi, el departamento del Magdalena es la cuarta entidad territorial con los mejores y más extensos suelos cultivables: de las 2,3 millones de hectáreas de la extensión total del departamento, cerca de 1,72 millones, es decir, un poco más del 51,4%, son tierras arables con potencial agropecuario. 

Estas condiciones naturales son favorecidas por factores logísticos determinantes para una consolidación del territorio como exportador de productos alimenticios: dos terminales portuarias multipropósito; una vía férrea que actualmente no es utilizada para el transporte de alimentos; un aeropuerto; cuatro zonas francas. 

El problema que hoy enfrenta el departamento es la poca diversidad en la producción agrícola. Al respecto, el IGAC ha calculado que el 65% de los suelos del Magdalena presentan un uso inadecuado, desaprovechando su potencial. La Encuesta Nacional Agropecuaria (2019) realizada por el DANE, evidenció que, del total del terreno arable del Magdalena, el 80.7% está destinado al ganado, la ganadería, o temas relacionados con ellos; solamente el 11.5% tiene uso agrícola; el 5.0% en bosques y el 2.8 restante se destina otros usos. 

El IGAC informó en el año 2016 que el desordenado desarrollo productivo del departamento había rebasado el 51% de suelos capaces de soportar la ganadería y la agricultura, para ocupar zonas que deberían ser dedicarse exclusivamente a la conservación ambiental. 

La inconveniente diversidad en la producción agrícola y la estéril dinámica agroindustrial descrita, debería ser el punto de partida para el planteamiento y desarrollo de una ambiciosa política pública regional y nacional post COVID que permita un mayor aprovechamiento de ese potencial agrícola que tiene el departamento del Magdalena. Y pueda, en virtud del desarrollo de un Comercio Agroalimentario Regional, contribuir para que el país y la región garanticen una Seguridad Alimentaria a sus poblaciones, sino que, al hacerlo, garantice igualmente el incremento de los ingresos de la población y de su calidad de vida.  

 

 

*Miembro Dirección Temática del Magdalena

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Escuelas cerradas, riesgos latentes para niñas y jóvenes

Por: Liliana María Guaca

La conmemoración del día internacional de la mujer en Bogotá, estuvo atravesada por una multitudinaria marcha hacia la plaza de Bolívar de cientos de mujeres con un mensaje claro en contra del patriarcado; un sistema que históricamente ha generado brechas evidentes entre hombres y mujeres, afectando el goce y la realización plena de nuestros derechos.

Detrás de estas jóvenes que marchaban hay una serie de luchas contra el sistema, contra las prácticas machistas que están tan arraigadas en la cultura del país y que tienen un efecto directo en las trayectorias individuales, educativas y profesionales de las mujeres.

Esta lucha empieza en la escuela; el escenario en el que todos y todas encontramos una oportunidad para materializar nuestros sueños. No obstante, a diferencia de los niños, las niñas tienen un mayor riesgo de abandonar la escuela, de ver truncado su proceso de formación, o en no poder tan siquiera, acceder al sistema de educación pública. Durante la pandemia y frente a la situación propia de aislamiento y cierre de las escuelas, la profundización de las brechas de género aumentó significativamente.

Este es el punto de partida para tomar en cuenta varias recomendaciones de organismos como ONUmujeres y algunas ONGs reconocidas, que adelantan programas educativos en regiones donde las dificultades de las niñas para acceder al sistema y permanecer son todo un desafío. Y no solo nos referimos a aquellas categóricas regiones en donde la desigualdad está naturalizada como algunas zonas del Pacífico o la Amazonía, sino también en las zonas rurales y localidades de Bogotá con mayor nivel de vulnerabilidad socio- económica como Sumapaz, Usme o Ciudad Bolívar.

Según un estudio reciente desarrollado por UNESCO, ONU Mujeres y la Fundación Plan, antes de la pandemia las principales causas de deserción escolar de las niñas en la educación regular están asociadas con la violencia basada en género, violencia sexual, brecha digital, embarazo adolescente/ infantil forzado y trabajo del cuidado al interior de la unidad familiar. 

Durante la pandemia el 36% de las niñas y adolescentes que abandonan sus estudios lo hicieron por estas dos 2 últimas causas. Adicionalmente, el estudio deja en evidencia una verdad incómoda: “las niñas que no asisten a la escuela tienen más probabilidades de ser obligadas a casarse o unirse a un hombre.”  

En este escenario, en donde aún el sistema educativo distrital y nacional no regresa presencialmente, se pone en evidencia el riesgo exponencial al que se ven enfrentadas las niñas y jóvenes al no contar con una escuela de puertas abiertas, que representa en muchos casos su único entorno protector y garante de derechos. Claramente, existen menos posibilidades de regreso a la escuela por parte de las niñas, se pueden presentar afectaciones graves a la salud física, mental, sexual y reproductiva y por supuesto, la disminución de su participación y recreación en espacios públicos y privados que son fundamentales para su proceso de empoderamiento.

Es clave entonces para los gobiernos locales y regionales entender en primer lugar, que la deserción escolar debe tener un enfoque de género, que no se reduce a identificar cuantos niños y niñas abandonan la escuela, sino entender que las causales, los impactos y las acciones de mitigación para frenarlo deben ser diferenciadas. Existen acciones estratégicas que permiten identificar los riesgos de deserción con enfoque de género en la escuela así:

  1. En numero de niños frente al de niñas matriculados, por edad y zona (barreras de acceso).
  2. Recopilación y análisis de datos desagregados por género sobre el comportamiento de la deserción (intraanual- interanual)
  3. Identificar riesgos de abandono asociado a cargas de trabajo doméstico o tareas de cuidado que impidan su asistencia a clase.
  4. Sensibilización del equipo docente sobre la identificación de posibles situaciones de violencia de género, de explotacion y/o abuso a las niñas que conforman su grupo a cargo y reportar frente a las autoridades educativas competentes.
  5. Desarrollo de acciones de articulación interinstitucional con el sector salud para mitigar el aumento de las tasas de embarazo adolescente durante los cierres escolares, que afecten la continuidad de los estudios.
  6. Frente al desarrollo de las clases virtuales la falta de acceso a dispositivos electrónicos o plataformas de aprendizaje, limita de igual forma las oportunidades de acceso al conocimiento, condición que debería tenerse en cuenta en el marco de estrategias gubernamentales de dotación de equipos.
  7. Las instituciones educativas deben garantizar dentro de sus currículos contenidos relacionados con el desarrollo de competencias en las niñas sobre el acceso y manejo de las plataformas virtuales en condiciones de seguridad, a fin de no aumentar aún más el riesgo de ser violentadas también a traves de estos medios.
  8. Desde el  mismo hogar desmantelar los estereotipos de género que hoy evidencian una mayor afectacción de las niñas sobre los niños frente a la deserción escolar.

Sino frenamos éstos condicionantes que determinan el futuro de nuestras niñas y adolescentes en el sistema educativo, estaremos condenados a repetir generación tras generación los círculos de la pobreza, en donde vemos mujeres que tuvieron que abandonar los estudios, como madres cabezas de familia, sin educación y con pocas oportunidades de salir adelante. Según Naciones Unidas se estima que, por cada 3 meses que continúe el confinamiento, habrá 15 millones de casos adicionales de violencia de género. Estamos a tiempo para tomar acción y evitar que estas desigualdades sigan minando el camino.

Es urgente y necesario la vuelta a la aulas, no solamente como el cumplimiento del mandato constitucional de garantizar el derecho fundamental a educacarse, sino poder hacerlo en igualdad de oportunidades. 

 

Que se abran las escuelas!

 

*Miembro Dirección de Educación 

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No más ELN, No más FARC, No más Gobiernos para la Guerra

Por: Jorge Forero, Daniel Albarracín y Carlos Suárez 

“Las comunidades, queremos y exigimos paz, y esperamos que esa paz que ha sido tan ajena, tan esquiva a nosotros, finalmente pueda contribuir para que las generaciones que estamos ahora, las que viene ahora, y las que están por venir, realmente tengan un país tranquilo, con la naturaleza conservada y en armonía como seres humanos”* Luz Mery Panche Chocué, Indígena Nasa de la Amazonía y Directora de Asuntos Indígenas Al Centro. 

En 1964, nacen las FARC y el ELN, las dos insurgencias activas más antiguas de latinoamérica. El contexto convulsionado y polarizado del Frente Nacional, la persecución a las guerrillas liberales y al pueblo conservador que denunciaba Gaitán en su Oración por la Paz, dieron el contexto para que miles de hombres y mujeres tomaran las armas en contra de un Estado, cerrado a la diferencia política. Apenas en 1991, con otro acuerdo de Paz, porque en Colombia, sabemos de esos procesos de negociación y construcción de salidas negociadas al conflicto armado, con la nueva Constitución Política, se enunció un sueño de país progresista y democrático. A 30 años de expedida, sabemos que nuestra Constitución es hermosa en sus letras y principios, pero sigue con muchos vacíos especialmente en la afirmación de los derechos económicos, sociales, políticos, del medio ambiente y los derechos culturales. 

El proceso de Paz que inicia públicamente en 2012, y que finalmente llevo a la firma del Acuerdo de Paz de 2016, es una continuación de las promesas y demandas incumplidas de la Constitución Política. En ese sentido, Colombia es un país pionero al trazarse un Sistema de Justicia, Verdad, Reparación (Punto 5) al ser el primer país que diseña bajo un principio de condicionalidad, donde las víctimas son el eje principal, un diseño de justicia transicional que se compremete a la no repetición del conflicto interno. Además, Colombia se encuentra en un punto clave para la comunidad internacional, pues hemos puesto a prueba un mecanismo idóneo que se compromete a la reparación integral de las victimas y a la puesta en marcha de compromisos ciudadanos para la no repeticion.

Para resaltar, que este acuerdo de paz es el mejor que ha construido la humanidad que cree en los Estados, dado que los procesos de paz son acumulativos, es decir el último es mejor que el anterior y recoge sus experiencias y análisis. Por eso este Acuerdo en específico tiene enfoque de género, mujer, familia y generación, enfoque con pueblos indígenas, campesinos y afrocolombianos, propuestas concretas de desarrollo de políticas públicas como el Plan Marco de Implementación (2017) e instituciones como la Jurisdicción Especial para la Paz, la Comisión de la Verdad y la Unidad de Busqueda de Personas dadas por Desaparecidas, que están siendo un bálsamo de esperanza para los más de 10 millones de víctimas directas de la guerra iniciada en 1964. Para 1 de cada 10 colombianas/os, aunque víctimas somos todas y todos, aún los despojadores de tierras y quienes accionan los fusiles, que tienen que contribuir con la verdad y la reparación para sanar ellos mismos. 

 A 5 años del proceso de implementación de ese histórico Acuerdo, la sociedad colombiana ha cambiado profundamente. Las elecciones presidenciales y regionales  sirven de testigos para demostrar que existe un nuevo electorado, jóven, soñador y esperanzador. La generación de la paz que esta transformando a Colombia, que incluye desde los niños a los ancianos y mayores, ha salido a las calles a defender el Acuerdo, y más allá del Acuerdo. Han salido a las calles a exigir que trascendamos la larga noche de los 500 años de violencias, entre rupturas, dolores y  desplazamientos , sumado a la destrucción de la naturaleza y los megaproyectos que han significado lo que es la guerra en Colombia desde tiempos coloniales.  

Escuchar ese nuevo electorado,y las voces de las nuevas ciudadanías y sus luchas por las diversidades sexuales, de género, de defensa de la naturaleza y los ríos y los páramos le da sentido a nuestro momento histórico. Claramente le están diciendo al Estado Colombiano, que cumpla con lo acordado para construir paz, que se tiene que modificar y que los gobiernos pro-guerra, no dan más en el país, ni el mundo. Ahí en el vecindario esta también los caso s de Tump y Bolsonaro, claramente impopulares por su corte dictatorial.

Por eso las elecciones de 2022 van a retomar y profundizar la agenda de paz y para nuestra fortuna completaremos 10 años, mambeando y empujado la paz con justicia social y ambiental en Colombia. También claramente en las marchas, centros de pensamiento, en la prensa alternativa y la masiva, en las universidades, ek sector productivo, los obreros y las desempleadas donde esa generación de paz estamos impulsando el fin de la guerra en Colombia, le estamos exigiendo junto con las comunidades en los territorios que no vamos a permitir más guerra, ni más destrucción de la naturaleza, ni más privatización de lo público.

Le decimos con contundencia a los narcotráficantes, a las FARC y sus “disicencias”, al ELN y los que todavía se llaman EPL, al Ejército de Nacional y la Policía, que no vamos a darle un centrímeto más a la narrativa y prácticas de la violencia y la guerra en Colombia. Que su tiempo señores de la guerra ya pasó! Y que Ven-Seremos Paz!, y no una paz que niegue los conflictos, naturales al ser humanos y la naturaleza como díce Estanislao Zuleta, sino que parafraseando al maestro “Somos un pueblo escéptico de la guerra y maduro para el conflicto, somos es un pueblo también maduro para la paz”.  

* COMO VA EL ACUERDO DE PAZ, EL CAPITULO ETNICO Y SU IMPLEMENTACIÓN Informe Luz Mery Panche Chocué Vocera Nacional IEANPE, CENPAZ y CONPI https://m.youtube.com/watch?v=nfvxpE7jUTU 

*Dirección de Construcción de Paz

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A propósito de la próxima reforma tributaria ¿Disminuir la desigualdad o aumentar el recaudo?

Por: Dixon Ricardo Carrascal

Hace unas semanas el Gobierno Nacional demostró su intención de presentar al congreso una nueva reforma tributaria, en razón del déficit fiscal que aumenta de manera preocupante. Por lo tanto, es oportuno plantear qué debe perseguir el legislativo en esta nueva reforma: disminuir la desigualdad económica o aumentar el recaudo para tapar el hueco fiscal, en otras palabras, equidad o eficiencia. 

La humanidad ha reflejado la desigualdad económica como un aspecto común denominador en todas las etapas de la historia. Si bien diferentes luchas sociales y políticas han buscado disminuir las brechas económicas; grandes capitales pasaron de manos de monarcas, emperadores, feudales, etc., a empresarios, inversionistas o rentistas de capital; tanto así que solo en América Latina y el Caribe el 20% de la población concentra el 83% de la riqueza (Comisión Económica para América Latina y el Caribe , 2021). 

La crisis de la desigualdad no solo afecta a América Latina, sino a nivel global; preocupación que se ve reflejada en economistas como Thomas Piketty, quien advierte de un sistema sin control en el que la rentabilidad de capital crece constante y en mayor proporción que las economías nacionales, lo cual se traduce en consecuencias catastróficas para la dinámica de la distribución de la riqueza a nivel mundial a largo plazo, indicando la probabilidad de que la desigualdad se profundice a índices del siglo XIX. Por lo tanto, Piketty propone que para evitar esta situación deben fijarse impuestos progresivos y un impuesto mundial sobre la riqueza, a fin de mitigar el problema actual del aumento de la desigualdad. 

La anterior tesis es respaldada por The International Inequalities InstituteIII con sede en​ The London School of Economics and Political Science – LSE. En la investigación publicada en diciembre anterior por el instituto británico, se analizaron los datos de 18 países de la OCDE, que de 1965 a 2015 redujeron significativamente los tributos a los ricos para estimar el efecto causal de estos recortes de impuestos sobre la desigualdad de ingresos, crecimiento económico y desempleo. El estudio concluyó que las reformas importantes que reducen los tributos a los grandes capitales condujeron a una mayor desigualdad de ingresos y no tienen ningún efecto significativo sobre el crecimiento económico y desempleo a largo plazo. Además, no encuentran ningún efecto de las reformas fiscales sobre el PIB real per cápita, toda vez que al analizar el efecto sobre las tasas de desempleo, las estimaciones muestran un patrón ligeramente diferente. Por lo tanto, este estudio respalda la hipótesis de que los efectos de recortes de tributos para los ricos en las tasas de desempleo no son robustos ni alentadores y que, por el contrario, aumentan los índices de desigualdad.

Lastimosamente Colombia no es indiferente a esta situación, de hecho, es uno de los países más desiguales no solo de la región sino del mundo, con un coeficiente Gini que no disminuye significativamente en décadas. Precisamente, en el mes de octubre del año anterior, el expresidente Juan Manuel Santos presentó la publicación “Un mensaje optimista para un mundo en crisis” en la que realiza una recopilación y análisis de datos macroeconómicos nacionales, con el fin de reflejar que las cifras y datos de los últimos treinta años en Colombia son positivos. El exmandatario afirma que se aumentó la cobertura en salud y educación, se incrementó la infraestructura, se fortaleció la economía (disminución considerable de la inflación y de la pobreza extrema) y creció el empleo formal y la inversión extranjera. Sin embargo, de todos los datos analizados el único que no presenta un análisis optimista o alentador es el relacionado con la desigualdad económica y de ingresos. 

Si bien, en los últimos treinta años los gobiernos de turno han presentado un sin número de políticas públicas con miras a disminuir la desigualdad, éstas han sido insuficientes y el panorama es bastante desalentador. ¿Será que estas políticas han sido orientadas a mantener una constante desigualdad? ¿Será que las políticas tributarias no han sido lo suficientemente arriesgadas para lograr disminuir el coeficiente Gini? Si hay algo de lo que no hay duda es que las diversas reformas tributarias que se han llevado a cabo en los últimos años únicamente han buscado abrir un hueco fiscal para tapar otro. 

La futura reforma tributaria llega entonces en el momento oportuno para reformar el sistema tributario por dos motivos: primero, porque hay un déficit fiscal innegable e insostenible; segundo, porque esta crisis económica (Covid-19) profundiza la desigualdad, ya que los capitales se acumulan en el extremo privilegiado como suele ocurrir en tiempos de crisis.

Finalmente, independientemente del proyecto de reforma fiscal que presente el ejecutivo, el Congreso de la República debe arriesgarse y orientar la reforma hacia un sistema tributario que equilibre la equidad y eficiencia, sin privilegiar a los grandes capitales con exenciones tributarias que no presentan beneficios a largo plazo sobre la economía nacional o quizá reduciendo impuestos regresivos como el IVA, sin olvidar lo esencial y necesario: buscar un sistema progresivo que disminuya la desigualdad.

 

Referencias: 

 

Comisión Económica para América Latina y el Caribe . (2021). Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe. Balance Preliminar de las Economías de América Latina y el Caribe 2020, 163.

Santos, J. M. (2020). Un mensaje optimista para un mundo en crisis . Bogotá : Planeta.

Hope, D., & Limberg, J. (2020). The Economic Consequences of Major Tax Cuts for the Rich. London: LSE.

Piketty, T. (2014). El capital en el siglo XXI. México: Fondo de cultura ecónomica .

 

*Miembro Dirección de Emprendimiento

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Bogotá se raja en igualdad de género

Por: Diego Escallón

El 08 de marzo se conmemoró la lucha histórica de las mujeres por la igualdad de sus derechos. Una lucha que infortunadamente sigue lejos de las expectativas de quienes creemos que merecen posiciones y oportunidades en igualdad de condiciones; sigue creciendo la feminización de la pobreza y las mujeres que viven en Bogotá se incluyen en este fenómeno. 

Esto se evidencia en datos: según la Tasa Global de Participación de 2019 solo el 62,7% de las mujeres de Bogotá está en el mercado laboral activamente a comparación del 75,9% de los hombres, es decir, hay una brecha del 13,2% en acceso al mercado laboral (DANE, 2020). Las mujeres de Bogotá en el 2018 tenían una brecha salarial del 14,2% frente a los hombres, 2% más que la brecha nacional (DANE, 2020), lo que significa que los hombres en las mismas posiciones tienen un mejor salario al de las mujeres. Además, el Índice de Feminidad de la Pobreza de 2018 indicó que por cada 100 hombres hay 120 mujeres en la pobreza en Bogotá (DANE, 2020) y en Bogotá para la tasa de desempleo de noviembre de 2020 fue 14,6% para los hombres y 20,3% para las mujeres, incrementándose un 48% el desempleo de estas últimas (DANE, 2021).  

Hay un dato que marca la diferencia diametral en la desigualdad de las oportunidades: los deberes del cuidado familiar. De acuerdo con los datos de la Gran Encuesta Integrada de Hogares de 2020, hay una correlación entre las mujeres de Bogotá que tuvieron que dejar su trabajo o que dejaron de buscar trabajo y las responsabilidades familiares. Según estos datos, en Bogotá el 42,37% de mujeres que reportaron haber dejado su trabajo lo hicieron por este factor, a diferencia del 5,27% de los hombres, y el 44,52% de las mujeres dejó de buscar trabajo para atender sus deberes de cuidado familiar en comparación al 4,79% de los hombres. Es tan evidente que las mujeres de Bogotá reportaron que en promedio gastan 05:33 horas al día para el trabajo doméstico y cuidados no remunerados, mientras que los hombres solo dedicamos a esto 2:22 horas (Encuesta Nacional de Uso del Tiempo, 2017).

Esto significa que la atención de los deberes familiares sigue marcando una pauta inequitativa en las funciones de los hogares bogotanos, en donde la cultura continúa dándole a la mujer un papel cuidador en sacrificio de su desarrollo profesional o laboral. La igualdad de oportunidades es fundamental para el desarrollo de nuestra sociedad, principalmente, a través de generar autonomía en las mujeres para que perciban ingresos que les permitan superar la pobreza o capacitarse con libertad, acceder al mercado laboral y desarrollarse como personas, sin que los deberes de cuidado familiar sean una barrera para lograr sus sueños. Ser madre, hija o hermana no puede significar el deterioro de proyectos de vida.  

Las transformaciones sociales para lograr la igualdad de género sólo van a suceder si vemos a las mujeres como iguales y empezamos por transformar nuestros hogares, compartir las labores en igualdad de condiciones y abandonamos la visión machista del hombre proveedor de servicios y la mujer cuidadora. En vez de felicitar y dar regalos a las mujeres por el día internacional de las mujeres, señores: concienticémonos de reconocerlas como iguales. Mientras tanto el Estado debe, con las cifras alarmantes de desempleo y la falta de ingresos propios de las mujeres, concentrar sus esfuerzos en reducir estas desigualdades con apoyo del sector privado. Es tarea de todos. Pasemos del dicho al hecho.

*Director Temático de Bogotá

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La hora del Podcast desde los Territorios

Por: Daniel Moreno Franco

Darle voz a los territorios es uno de los puntos cruciales a la hora de pretender una mayor cohesión social e identidad nacional. Colombia ha estado debatiendo a través de los años, desde la promulgación de la Constitución del 1991, su potencial como una nación de regiones donde se dé reconocimiento a la Multiculturalidad y a la Plurietnicidad. No obstante, no hemos podido escapar a la trampa del centralismo donde la última palabra y los imaginarios nacionales se construyen en las grandes capitales y más aún en Bogotá. 

Es en este sentido, donde los Podcast son una oportunidad para dar mayor potencia, difusión y alcance a las voces del territorio. Un Podcast, se define como un contenido en audio, que puede ser descargable, escuchado en cualquier momento y a demanda del oyente. Puede oírse en diversos dispositivos y en múltiples plataformas como Spotify, Google Podcasts o Ivoox, entre otras. 

Ahora bien, ¿como podemos entonces “cruzar” los aspectos y potencialidades de los Podcasts con las necesidades territoriales? Ahí está la clave, durante años las regiones de Colombia y los municipios más alejados han sido vistas a través de documentalistas, reporteros e investigadores. Algunos desde una óptica independiente ( a destacar el proyecto, “Historias en Kilómetros”: http://historiasenkilometros.com), las radios comunitarias o ya desde los medios tradicionales. No obstante, esto requiere infraestructura e inversiones sustanciales. 

En cambio, para hacer Podcast se necesita un micrófono, un computador con software adecuado (muchos son gratuitos) y una conexión de Internet. En síntesis, permite una democratización de la palabra. Estamos hablando de una apuesta que se distancia de la radio tradicional, que se encuentra en auge y constante crecimiento.

Las cifras son contundentes: según un estudio de Chartable, para el año 2019 en el mundo hubo alrededor de 300.000 Podcasts nuevos, para el 2020 casi 850.000. La audiencia en Colombia creció entre estos dos años: 3,2 veces. Los Podcasts en Español crecieron a una tasa de 7 veces. Y dentro los géneros más escuchados está el de Educación y el de Sociedad /Cultura. Un nicho muy importante que puede ser aprovechado para empezar a oír las  narrativas y propuestas de cada una de nuestras regiones. Y sin contar las historias y hechos que ocurren diariamente en poblaciones alejadas de los centros más desarrollados del país. 

Para el 2021, ya no sólo el reto para el Estado será llevar la conectividad a todos los municipios de Colombia. También se tendrán los desafíos para generar una adecuada adaptación a los programas de Educación Virtual. Y por último, se deberá apuntar a las nuevas formas de comunicación, más simples y contundentes como es la apuesta audiovisual y el formato Podcast. En este último caso, se exige menos esfuerzo presupuestal y a su vez posibilita un gran impacto de difusión y comunicación. 

Ya en Colombia, hay apuestas de llevar las voces del territorio a todos los rincones del país, entre éstas quisiera destacar:  TierraAdentro Podcast, Las Resistentes y Alcentro que también ha incursionado en este tipo de medio para así llegar cada vez a más gente y por supuesto más oídos. Siendo parte del equipo del Podcast DianaUribe.fm he tenido la oportunidad de apoyar episodios donde se requiere un abordaje local y ha sido muy interesante como a través de la tecnología hemos podido crear contenidos y relatos con enfoque territorial, tomar sus perspectivas e historias y llevarlas a todo público en un contexto de restricciones por la pandemia. 

 

*Director de Gestión de Territorios

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