Las técnicas de persuasión, tradicionalmente utilizadas en el marketing, han encontrado su punto máximo gracias a la tecnología y la era digital. Desde que se comenzó a utilizar el Internet como medio de distribución de contenidos publicitario, se han desarrollado estrategias de segmentación más eficaces y eficientes capaces de llegar a audiencias más específicas casi hasta individualizarnos.
Todos los días recibimos toneladas de información, sin embargo, de lo que no somos conscientes es que esta ya pasó por un filtro diseñado para que veamos exactamente lo que deseamos consumir. La hipersegmentación de la que somos objeto dejó de ser una simple herramienta de marketing y se convirtió un instrumento para construir filtros que deciden qué leemos en internet y, en muchas ocasiones, qué pensamos.
La tecnología y el Internet han permitido sofisticar los instrumentos con los que segmentamos. En esta época de algoritmos y Big Data se puede conocer los hábitos de consumo de las personas y construir productos y comunicación para grupos o individuos con intereses específicos.
Esta situación de “marketing hecho a la medida” parece ser el sueño de las compañías que ven en ella la oportunidad de llevar sus productos a esos grupos que realmente están interesados en ellos. No obstante, el panorama es muy distinto cuando estos productos son ideas y estas solo son llevadas a aquellos que las comparten. Esto hace que los temas y las discusiones en torno a ellos quedan encerrados en una burbuja y nunca llegan al debate público.
Para Eli Pariser, autor del libro “The Filter Bubble”, la burbuja de filtros es “ese universo que nos envuelve al realizar nuestras búsquedas, como resultado de la personalización y de los mecanismos de los algoritmos, que seleccionan los resultados según la información previamente proporcionada por el usuario”.
Para el autor esto ocasiona una burbuja cultural e ideológica que nos impide aprender puntos de vista diferentes y nos adoctrina con nuestras propias ideas. Parece irónico que internet, un lugar que usualmente es visto como un espacio diverso y que democratiza la información, termine convirtiéndose en una celda para sus usuarios.
Consumir únicamente aquellas ideas en las que nos sentimos cómodos y que solo nos acercan a quienes se parecen a nosotros puede tener efectos negativos para la sociedad. Los beneficios de la hipersegmentación son cuestionados cuando nos damos cuenta de que esta herramienta puede eliminar la deliberación en la democracia ¿A dónde se va el sentido público de la comunicación cuando es una comunicación hecha a nuestra medida?
Cuando las personas se convierten solo en consumidoras de información, y no en participantes del debate, es cuando algunos grupos comienzan a autoaislarse del resto de la sociedad. Cuando la tecnología nos induce a utilizar tantos filtros, inconscientemente entramos en una burbuja donde quedamos encerrados con nuestros propios pensamientos y prejuicios.
Esta hiperindividualización hace que no se les exija a los usuarios tener un pensamiento social y colectivo. Además, que el intercambio de ideas y la discusión de estas para intentar llegar a un debate se vea reducido a una conversación entre convencidos.
Esto último hace que surja una gran pregunta ¿la tecnología llevará a la democracia a convertirse en un diálogo entre convencidos? A pesar de no tener una respuesta clara, sí se puede afirmar esto solo sucederá si los usuarios lo permiten. La democracia por definición necesita un intercambio de pensamientos por lo que no se puede culpar únicamente a la tecnología.
La hipersegmentación y la burbuja de filtros son amenazas para la democracia solo si los ciudadanos/usuarios no se comprometen con salir de ella y comienzan a buscar información, constatar datos y confrontar sus ideas con diferentes personas.
*Subdirectora de Comunicación Política del Tanque de Pensamiento Al Centro.
La gobernabilidad en un país como el nuestro pasa necesariamente por tres condiciones esenciales. El presidente Duque hoy no tiene gobernabilidad política, no tiene respaldo popular y no fluyen las relaciones internacionales.
Lo que estamos viendo es que no se están dando ninguna de esas condiciones lo que hace muy difícil la conducción de un país con tantos problemas.
Por eso el mandatario de los colombianos debe entender que el malestar social no obedece a un solo tenga o a una reforma específica sino a un conjunto de problemas que generan incertidumbre entre los ciudadanos.
Hoy reconocemos la posición del mandatario de abrir las puertas a una conversación nacional. Muy importante, pero preocupan los matices de lo que se dice.
Es bien distinto conversar que dialogar. Conversación es hablar por hablar. Dialogar es discutir sobre un asunto o sobre un problema con la intención de llegar a un acuerdo o encontrar una solución.
Presidente hay que llamar las cosas como son. Precise que es lo que desea y así poder colocar orden a lo que sigue en el país.
Quiero creer que esos galimatías son una simple forma de llamar una buena intención y que de pronto los asesores le dicen al presidente que dialogar es tener un leguaje similar a los diálogos de paz y por eso es mejor hablar de conversar.
Se abona la intención del jefe de Estado de abrir las puertas al diálogo, posición que no acompaña por los líderes del partido de gobierno -Centro Democrático- que hora tras horas no hacen sino polarizar y crispar los ánimos en las redes sociales.
Sin embargo, el gran interrogante es ¿sobre qué y para qué se va a conversar? la respuesta no es un listado de temas o de actores, sino en qué va a terminar el hablen, hablen y hablen.
Creo que el margen de maniobra del gobierno en los grandes temas de su agenda quedó demasiado limitado pues, antes del 21N y con el fin de frenar el paro, entregó las grandes reformas que se había propuesto.
Dudo mucho en que se pueda sacar una buena reforma tributaria. Ese proyecto que cuenta con escasas cuatro semanas para ser discutida y aprobada en el Congreso puede terminar siendo una colcha de retazos que terminará haciendo mucho daño al fisco en los próximos años y golpeando, aún más, el bolsillo de la clase media para compensar los beneficios tributarios a empresarios con capacidad de lobby en Senado y Cámara.
Las otras reformas claves y necesarias sobre las cuales el gobierno venía trabajando entusiasmado, la pensional y la laboral, dudo mucho que se puedan hacer en esta administración. Antes del paro, el presidente Duque y todos los ministros se encargaron de entregar dichas iniciativas.
Decir que se llevarán a la mesa de concertación las reformas es sinónimo de que nada pasará pues nunca encontrarán un consenso sobre estos temas con los sindicatos y los empresarios.
Ahora, en lo que el gobierno no ha sido claro es en que llevar estas iniciativas a concertación significa que las presentará al Congreso sin importar si hay o no acuerdo.
Si toma la vía de llevarlas al legislativo sin concertación seguro que volverán los paros y protestas. Por esa razón -en mi concepto- reformas como laboral y pensional quedaron sepultadas en esta administración
En medio de este escenario hay que ser claros. Más que conversar o dialogar el presidente tiene que avanzar en pactos y decisiones rápidas que le permitan recuperar en algo de gobernabilidad que le haga más viable su mandato hasta el 7 de agosto de 2022.
Señor presidente Duque, #ConTodoRespeto, hay que pasar de conversar a realizar pactos por el empleo, pactos por la educación, pactos por la salud, pacto por la seguridad, pactos por la paz de Colombia y pactos con la dirigencia política que le permitan recuperar la gobernabilidad.
Menos conversación y más acción.
*Director de Podcast del Tanque de Pensamiento AlCentro.
El primero de enero se posesionan los nuevos mandatarios regionales y su buena gestión será la clave de su éxito. No obstante, hay un aliado olvidado que puede ser la llave para alcanzarlo: generar consensos y esto lo pueden lograr a través de una buena comunicación gubernamental.
La popularidad de los gobernantes no es un dato que se deba subestimar porque compromete automáticamente la aprobación de su gestión. Aquí es donde está el misterio: sin aprobación no hay respaldo y sin respaldo no se facilita la gobernabilidad. Para que una administración pueda tomar decisiones y ejecutarlas, es necesario que tenga gobernabilidad, de lo contrario se encontrará con muchos obstáculos para cumplir con su plan de gobierno.
Vamos a lo práctico: desde el año 2009 ningún alcalde en Bogotá ha logrado una popularidad que al menos alcance el 50%, esto se ve reflejado en las varias revocatorias de mandato que se han puesto en marcha y en las numerosas acciones contra la administración para frenar la ejecución de los proyectos que quedan inconclusos, a medias, o que avanzan a paso lento. Bogotá sufre de un mal ambiente que no le permite generar más desarrollo.
Por otro lado, hay casos como el del alcalde de Barranquilla y el gobernador del Atlántico en donde la aprobación es mucho mejor y los resultados son otros. En Barranquilla, Alex Char llegó a niveles de aprobación del 95% gracias a una mezcla entre resultados, gestión y comunicación. En el Atlántico ha sido más fácil cumplir con los planes de gobierno, por eso no es resultado del azar que esta región sea la de mayor potencial de crecimiento en el país.
Las redes sociales abrieron un nuevo espacio de comunicación y debate que ha sido permeado por una dinámica de campaña permanente, acompañada de altos niveles de negatividad en la narrativa. Los conflictos que surgen en el mundo digital se trasladaron al mundo real y el resultado de esto ha sido la construcción de ambientes polarizados, muy perjudiciales para gobernar. En las últimas campañas regionales el aumento de estrategias de comunicación negativa creó ambientes tan apocalípticos y brechas tan profundas que el futuro de los próximos gobernantes es incierto, porque los cambios no se dan de la noche a la mañana y los ciudadanos pierden fácilmente la esperanza. Ya hay quienes se están oponiendo a los programas de los futuros mandatarios cuando ni siquiera se han posesionado.
El consenso es la herramienta más olvidada pero más poderosa para gobernar. Generar consensos permite disminuir los bloqueos legislativos, ciudadanos o de opinión para gobernar tranquilamente. Una buena comunicación gubernamental va a permitir generar el máximo consenso posible. Esto no quiere decir que no existan disensos, claro que los habrá, pero serán mas controlables. Por eso los próximos alcaldes y gobernadores, deberán despojarse de la dinámica de campaña permanente, quitarse la camiseta del marketing electoral y ponerse la de la comunicación gubernamental.
Insisto en que hay que confiarle esta tarea a un equipo de expertos. La comunicación política deber ser cada vez más profesionalizada: no es lo mismo hacer comunicación para una marca comercial que para un gobierno, empezando porque lo que está en juego no es el crecimiento de las ventas sino el futuro de los ciudadanos. Tampoco los analistas son expertos en comunicación. Lo importante no debe ser la forma sino el fondo. No existen buenos gobiernos que comuniquen mal, ni malos que lo hagan bien; pero una buena gestión de la comunicación gubernamental, con equipos preparados para poner en marcha estrategias responsables, serias y eficaces, en definitiva, sí puede aportar a la construcción de un mejor ambiente para gobernar.
Una más y me voy: Hay figuras políticas que en su afán de poder se están llevando a la ciudadanía por delante con sus narrativas de odio. A ellos hay que exigirles responsabilidad. Si permitimos que nos dividan nos será mucho más difícil avanzar.
*Directora de Comunicación Política del Tanque de Pensamiento AlCentro.
Finalmente el 24 de noviembre de 2016 se firmó el Acuerdo Final de Paz entre el Estado Colombiano y las FARC-EP. En un evento sobrio en el teatro Colón de Bogotá y sin la apoteósica fiesta que se vivió en Cartagena una semana antes de la pérdida del plebiscito, se escuchó al unísono un grito de “sí se pudo” por parte de víctimas de la guerra, la comunidad internacional y las partes en la mesa.
La pérdida del plebiscito va a ser el hecho político que ha polarizado su implementación especialmente por las voces del Centro Democrático, que ha abanderado su victoria en las elecciones presidenciales del 2018 y su importante bancada en el congreso en la legitimidad de 50.5% que votó NO al acuerdo de paz de la Habana.
Como lo reconoció hace unos días Juan Carlos Vélez, el director de campaña del comité del NO, se buscó que “la gente saliera verraca a votar”, las fakenews y el fracaso de las encuestas fueron protagonistas, así como el miedo, la falta de pedagogía de lo acordado y un bajo nivel de popularidad de Santos, por su política económica y social, finalmente derrotaron la apuesta por el plebiscito por la paz.
En tres años de la firma del acuerdo, son muchos los balances posibles. Desde lo simbólico y el cambio en la perspectiva electoral, las elecciones presidenciales del 2018 volvieron a tener como protagonista el acuerdo de paz.
En esta elección con el senador Gustavo Petro se dio una votación histórica para un candidato de coalición alternativa y de izquierda que fue superada por la fuerza electoral de Iván Duque quien aglutinó a los partidos y la clase política tradicional y del movimiento cristiano con el aval dominante del Centro Democrático y el liderazgo del expresidente Álvaro Uribe.
Aún más significativo que esta elección fueron los casi 12 millones de votos de la consulta anticorrupción (a semanas de la posesión de Duque), que si bien no alcanzó el umbral demostró un cambio de agenda política que permitió el acuerdo tras superar la narrativa de la guerra.
Que hoy Claudia Lopez, vocera de la consulta, sea alcaldesa de Bogotá, así como el triunfo de sectores no tradicionales en las principales alcaldías y varias gobernaciones del país demuestran los cambios de prioridades de las agendas políticas de las mayorías electorales del país, e incluso de los medios generadores de opinión.
Así como el partido de gobierno perdió en estas elecciones el poder regional, perdieron los partidos tradicionales y líderes importantes de los mismos
quienes se presentaron como independientes, otro elemento importante de cambio.
De los 6 puntos de acuerdo, los más lentos en su implementación han sido la Reforma Rural Integral y de la Solución al Problema de Drogas Ilícitas. No puede desconocerse la importancia de apuestas como los Planes de Desarrollo con Enfoque Territorial, PDET, que puso a soñar y participar más de doscientas mil víctimas de la guerra en 170 municipios priorizados para la implementación del acuerdo.
Por su parte, hay que reconocer la importancia que más de cien mil familias se hayan comprometido con el PNIS Plan Nacional Integral de Sustitución de cultivos de uso ilícito, y haya erradicado de manera voluntaria cerca de 40 mil hectáreas de coca, bajo la premisa de una apuesta integral de política social, económica y de acceso a oportunidades de las familias cocaleras.
Que con Santos y Duque en tres años, no se haya respondido a esas expectativas y que la asistencia técnica no haya llegado a los territorios ha generado una crisis de legitimidad y de confianza en el programa por todas las partes. Este punto es fundamental y ¡hay que seguir insistiendo!
El punto de Participación Política, generó posibilidades como las del estatuto de la oposición que ha dado nuevos elementos para la democracia colombiana y la fortalecen. Que desde las elecciones de 2018, las segundas votaciones en las contiendas hayan accedido a sillas en el congreso de la república y en los consejos y asambleas municipales, generan equilibrios en agenda política. Así mismo se han recibido con interés las réplicas de los partidos de oposición a las alocuciones presidenciales que ha permitido proceso de unidad de bancadas que es un elemento clave para la construcción de la democracia representativa.
Del punto de Fin del Conflicto, surge el partido Fuerza Revolucionaria Alternativa del Común. Con 10 sillas de la ex guerrilla en el Congreso de la República se han dado claros escenarios del cambio de las armas a la política. Esto no es nuevo en la historia del país y ex m de insurgencias como la del M19 han sido protagonistas en la historia reciente de la democracia colombiana.
Sin embargo, que ex integrantes de las FARC-EP estén en el congreso y tengan un partido político ha generado posibilidades para que más de diez mil combatientes y más de diez mil armas que fueron parte de la guerra, salieran del conflicto.
Así mismo que recientemente el presidente Iván Duque haya declarado a 391 municipios libres de minas antipersonales derivadas de este punto del acuerdo, es un logro evidente para la seguridad y visión de futuro de miles de colombianos del mundo rural que ha sido afectado por esta tragedia.
Ha avanzado el país con el punto referente al Sistema de Verdad, Justicia, Reparación y Garantías de no Repetición. Trabajo como el de la Comisión de la Verdad han generado escenarios para el encuentro entre víctimas y
victimarios, e ir a las historias de las violencias y los dolores de la guerra con perspectiva reparadora.
Pese a las críticas a la Justicia Especial para la Paz (JEP), entidad en la cual cada vez más actores, no solo los militares, sino del sector privado y de procesos no cerrados como el de la historia del paramilitarismo en el país, se sumen a su amparo es un hecho político novedoso en la historia de los procesos de paz en el país que avanzan hacia una justicia restaurativa basada en la verdad.
Que esté en marcha una Unidad de Búsqueda de Personas dadas por Desaparecidas es una esperanza para las víctimas del conflicto armado que siguen esperando respuesta sobre sus seres queridos. La tarea de la reconciliación con acciones concretas para la construcción de paz sigue siendo el desafío generacional de una Colombia herida por la guerra, pero resiliente, alegre y convencida de la apuesta de paz.
Finalmente, en el punto referente a la Implementación y Verificación de lo acordado, hay que resaltar el apoyo al unísono de la comunidad internacional con la agenda política de la implementación de lo acordado. El sistema integral de Naciones Unidas, incluyendo a la Misión del Consejo de Seguridad y de la MAPOEA están en los territorios acompañando los procesos de implementación en especial en lo referente a la reincorporación.
Las misiones diplomáticas y embajadas en el país se suman permanentemente a las iniciativas de paz e instan al Estado Colombiano a la implementación de lo acordado. Que haya instancias que le hacen seguimiento al enfoque de género y étnico de lo acordado ha permitido que políticas importantes para la construcción de paz como el Plan Marco de Implementación incluyan perspectivas étnico territoriales, de género y de mujer, familia y generación. Estas posibilidades de generar agenda política desde la participación de las organizaciones sociales y víctimas de la guerra para la construcción de paz son fundamentales para proyectar el futuro de Colombia.
A tres años de lo acordado, las movilizaciones, el paro y los cacerolazos que iniciaron este 21 de noviembre la agenda de paz sigue siendo protagonista. El rechazo a la muerte de los más de 600 líderes y lideresas sociales, de pueblos indígenas, afros y de campesinos comprometidos con la implementación resuena en las calles.
Las demandas por más y mejor empleo y condiciones de seguridad social en el país han sido escuchadas con más fuerza porque este país sigue derrotando la narrativa de la guerra. Estos cambios son impulsados especialmente por una generación joven crítica y propositiva que sueña a Colombia más allá de los señores de la guerra y condena sus acciones como hechos del pasado.
A tres años de firmado el Acuerdo de Paz, somos y sentimos un país diferente. Rodear la implementación de lo acordado es un punto de partida y un paso de gigante para el porvenir del país. Ahí como generación de paz seguiremos comprometidos, alegres, tercos y soñadores.
*Director de Construcción de Paz del Tanque de Pensamiento AlCentro
La protesta social llegó y llegó para quedarse no sólo en Colombia sino en el mundo entero. Los ejemplos son palpables y lo vemos todos los días en las noticias.
Puede haber muchas razones para protestar o no hacerlo, eso es respetable. Sin embargo, hay que ir más allá de la discusión y trascender de lo coyuntural.
Lo que está pasando de fondo obedece a las transformaciones de las sociedades. En el caso colombiano esa transformación ha sido lenta y desordenada pero las cosas hoy son muy distintas a las de hace 30 años.
Nosotros, los de la era de la naranja -en otras palabras, cincuentones- hemos vivido esos cambios. Por ejemplo, nuestros padres escasamente terminaron el bachillerato y con mucho trabajo y esfuerzo sacaron adelanta familias con 5, 6 o más hijos.
Nuestra generación ya fue de bachilleres, logramos entrar a la universidad -en muchos casos trabajando en el día y estudiando de noche- y con gran esfuerzo logramos avanzar hasta las especializaciones. Trabajamos con pasión, vivimos aferrados a ser empleados y siempre hemos querido ascender en las organizaciones donde laboramos. Hemos sido una generación pasiva y conformista.
Ahora los jóvenes no solo son bachilleres. Terminan el colegio con mínimo uno o dos idiomas, van a la universidad, estudian en el día, tienen vehículo o se mueven por un sistema transporte distinto al de nuestra generación. En nuestra época se hablaba de “racimos humanos”.
La generación actual tiene acceso más fácil a educación básica y bachillerato (gratuita en colegios públicos), más fácil acceso a la universidad, a los servicios básicos, internet, información, tecnología y redes sociales.
Esos jóvenes por lo tanto se comienzan a preocupar por decisiones que consideran una amenaza frente a sus avances. La reducción de la pobreza implica que más familias pasaron a la clase media-vulnerable, es decir, están en un límite de riesgo y están dispuestos a dar las batallas para no retroceder y caer de nuevo en niveles de pobreza.
Por esa razón cuando se van lanzando propuestas ligeras, desconectadas del sentimiento público, como reformas pensionales, laborales y tributarias, por parte del gobierno, de los gremios o de los políticos, se genera pánico entre esa sociedad que no quiere retroceder.
Con el nivel de educación de la generación de hoy, hablar de subir impuestos a trabajadores y bajar a los empresarios o pensar -siquiera pensar- en gravar con IVA los productos de la canasta familiar o hablar de reforma pensional que implique mayor cotización o mayor edad, provoca incertidumbre.
Lo jóvenes de hoy, aunque no son tan aferrados a los cargos, están preocupados por el aumento del desempleo y las pocas oportunidades laborales para esta población.
Cuando los jóvenes veían una esperanza de paz y un país que avanzaría sin el palo en la rueda de las FARC-EP atravesado en el desarrollo, hoy se preocupan por los niveles de violencia y confrontación lo que llevaría, entre otras cosas, a que el sector defensa vuelva a llevarse la mayor tajada del presupuesto en el futuro inmediato, por encima de la educación.
Y ni qué hablar de la inseguridad en las ciudades, la corrupción y los abusos de las autoridades. Son muchas las preocupaciones que tienen las nuevas generaciones sobre su futuro y quizá eso motiva la protesta.
Con todos estos elementos, resulta errada la estrategia del gobierno y de su partido, el Centro Democrático, de estigmatizar y desvirtuar las razones que motivan un paro. Si bien no hay proyectos concretos de reformas -como la pensional o laboral-, sí hay intenciones manifestadas por los propios ministros.
Salir con videos y mensajes en redes tratando de mostrar que no hay razones para la protesta es estar muy desconectado del sentimiento público y lo que hacen es calentar los ánimos y provocar una reacción para que la gente salga con rabia a protestar.
No se equivoquen. Muchas veces se recoge de lo que se siembra. Fue el partido de gobierno, Centro Democrático, el que apoyo y promovió los paros y protestas más violentas en la administración anterior.
Los mismos que hace 4 o 5 años justificaban cualquier cosa para apoyar los paros que tanto daño hicieron, hoy son los que no encuentran ninguna razón para la protesta.
En el gobierno del presidente Santos se vivieron jornadas de protesta prolongadas y violentas. Se intentaron muchas fórmulas para contrarrestarlas, entre ellas, desvirtuar las razones del paro. Al final se dieron cuenta que ese no era el camino y s se recurrió a dialogar y concertar soluciones.
El camino -creo yo- no es polarizar más. No es exacerbar los ánimos y descalificar cualquier protesta.
Si hay indicios de vandalismo o infiltraciones son las autoridades y la inteligencia las que deben actuar y garantizar que la jornada de protesta se haga en total tranquilidad. Siempre se rechazará y condenará el vandalismo.
En vez de polarizar el camino debe ser dialogar, buscar un gran acuerdo nacional para avanzar. Pero que sea un propósito no sólo del presidente sino de su partido que con Álvaro Uribe a la cabeza no hace sino incendiar el país por redes sociales.
*Director de Podcast del Tanque de Pensamiento AlCentro.
A propósito de las elecciones del próximo año en Estados Unidos, un tema que ha dado mucho de qué hablar son los comentarios que ha hecho Elizabeth Warren, una de las candidatas del partido demócrata, sobre el fracking en éste país. La Senadora Warren, quien se encuentra hoy por hoy liderando las encuestas electorales, ya ha mencionado en repetidas oportunidades que lo primero que hará en su primer día en la presidencia será hacer una prohibición total del fracking. Este tema, que tiene mucho tanto de largo como de ancho, genera sentimientos encontrados. Por un lado, acerca al país a la discusión sobre mecanismos de protección del cambio climático. Por el otro, aleja a Estados Unidos del posicionamiento que ha alcanzado en el mercado energético internacional.
El fracking es un proceso mediante el cual se taladra al interior de la tierra usando agua y otros químicos para presionar al interior de ciertas formaciones rocosas, buscando liberar hidrocarburos de ciertas rocas. Diferentes razones, como el uso de grandes cantidades de agua y el componente de los químicos usados para este procedimiento, hacen que muchos ambientalistas vean este proceso como contaminante y dañino para la tierra. Sin embargo, para Estados Unidos, el fracking ha significado innovación, crecimiento económico y seguridad energética.
Innovación en el sentido de que, desde que comenzó a darse el fenómeno del “shale boom” alrededor de 2008, Estados Unidos ha podido alejarse del uso de carbón para la generación de energía. Más específicamente, el país ha logrado migrar hacia gas natural e incluso, ha podido incorporar energías renovables a su mix energético. Así mismo, el país ha logrado alejarse de su dependencia frente a la importación de petróleo, el cual es utilizado en este país principalmente para el sector transporte.
Para Estados Unidos el fracking también ha significado crecimiento económico. De acuerdo a un estudio realizado por el U.S. Chamber of Commerce’s 21st Century Energy Institute para el 2013 esta técnica había creado alrededor de 1.7 millones de empleos. Teniendo en cuenta que en general, el sector hidrocarburos contribuye a 10.3 millones de empleos en este país y contribuye en un 8% al producto interno bruto nacional de Estados Unidos, es importante preguntar a la Senadora Warren ¿cómo planea reemplazar los trabajos generados por este sector económico? Y ¿cómo va a suplir el impacto que el sector tiene en la economía nacional?
Adicionalmente, gracias en gran medida al boom generado como consecuencia del fracking, Estados Unidos se ha vuelto un exportador de energía. Incluso algunas empresas de este país han entrado a regiones como la de América Latina y el Caribe a hacer negocios. Estas empresas contribuyen con empleo y además están aportando la expansión de gas natural para ser usado en la generacion de energia. Específicamente en América Latina, el gas natural sirve para, de forma económica, generar confianza en la transición entre fuentes hídricas y las energías renovables.
Finalmente, el fracking para Estados Unidos también es sinónimo de seguridad energética. De acuerdo a la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en inglés), seguridad energética es “la capacidad que tiene un país de acceder a fuentes de generación de energía de forma segura e ininterrumpida.” Esta seguridad se ha manifestado:
-A nivel de precios. Por ejemplo, entre 2008 y 2018 se redujo el precio referente de gas natural en el punto de transacción conocido como Henry Hub (HH) pasó de USD$12,69 a USD$2,64.
-A nivel diplomático. Estados Unidos ha cambiado la forma como se relaciona con el resto del mundo, uno de los grandes temas detrás del libro “Windfall” por la escritora Meghan O’Sullivan. Su seguridad energética le ha dado flexibilidad para tomar ciertas decisiones como su reciente salida del Medio Oriente o las sanciones económicas que ha impuesto a Irán desde hace algunos años. Pero también ha dado paso a la creación de nuevas relaciones y un ejemplo de esto se ve precisamente en América Latina y el Caribe, gran mercado del gas natural licuado que proviene de Estados Unidos y que proviene en gran medida del “shale boom.”
-Sobre el mercado internacional de hidrocarburos, la entrada de Estados Unidos como un gran jugador ha traído cierta estabilidad sobre los precios del petróleo. Recordemos que los precios del petróleo se definen en el mercado internacional y dependen mucho de lo que definan la demanda y la oferta. Un ejemplo de la estabilidad a la que me refiero en este punto, se vió hace unos meses con los ataques a la infraestructura petrolera de Arabia Saudita. Aquí el precio del petróleo logró estabilizarse en cuestión de días después de sufrir un incremento inesperado tras el miedo por una posible reducción de 8 billones de barriles de la producción mundial diaria de petróleo que provenía de Arabia Saudita. Esta estabilidad se logró en parte debido al mensaje que Estados Unidos dio sobre su capacidad de reponer dichos barriles gracias a su producción nacional y a sus reservas.
Así las cosas, es importante reconocer lo que significa la propuesta de la Senadora Warren para Estados Unidos. Es importante pensar que su propuesta tiene ramificaciones hacia el resto del mundo. Igualmente, aunque la propuesta nace como un concepto positivo y como una propuesta a favor de la lucha internacional contra el cambio climático, no tiene valor si la Senadora Warren no la acompaña de propuestas complementarias que expliquen a sus votantes y al resto del mundo que va a pasar con la innovación, el crecimiento económico y con la seguridad energética de Estados Unidos con la prohibición del fracking.
*Directora de Geopolítica del Sector Energético del Tanque de Pensamiento AlCentro.