Feb 2, 2020 | Columnas de Opinión, Economía Digital, Yesika Padilla
Por: Yesika Padilla
@YesikaPadilla
El término “Tecnologías 4.0” hace referencia a las tecnologías que hacen parte de la llamada 4ta Revolución industrial. La primera revolución fue hace mas de 200 años cuando la máquina de vapor sustituyó al trabajo manual y la tracción animal.
Esa tecnología, que ahora nos parece rudimentaria, dio paso a una transformación económica y social muy fuerte, pues permitió la creación de las primeras mega fábricas, que atrajeron a la gente de las poblaciones rurales a los núcleos industriales. La segunda revolución industrial ocurrió al comienzo del siglo XX y se caracterizó por la producción en masa de automóviles y el uso extensivo de la electricidad, que surgió como una forma de aprovechar la energía que se producía en las grandes hidroeléctricas al usarla en los centros de producción.
La tercera revolución industrial vino con el transistor y la capacidad de poder poner muchos transistores en un pequeño espacio, el microprocesador, lo que permitió crear la radio, la televisión y el computador; fue la revolución de la electrónica y es la que nos rige ahora. La cuarta revolución industrial surge con ese nombre por primera vez en la feria industrial de Hannover, Alemania, y fue acuñado por Klaus Schwab, fundador del Foro Económico Mundial. Más tarde, “Dominar la Cuarta Revolución Industrial” fue el tema de la Reunión Anual 2016 del Foro Económico Mundial en Davos-Klosters, Suiza. Las principales tecnologías de esta nueva revolución incluyen la robótica, inteligencia artificial, cadena de bloques o blockchain, nanotecnología, computación cuántica, biotecnología, internet de las cosas, impresión 3D y vehículos autónomos.
Todas estas nuevas tecnologías confluyen en la denominada ‘computación en la nube’, que permite acceder a los datos desde cualquier lugar del mundo e interactúan con los dispositivos móviles al alcance de millones de personas en el mundo. Como ejemplos tenemos mercados donde se puede tener un asistente virtual que ayude con las tareas domésticas y laborales, y, a la vez, ese mismo asistente puede ser su novia(o) virtual, y tener un robot en forma de perro que adquiera su personalidad de acuerdo a su dueño, lo que evidencia que la humanidad ha ido transformando la ficción en parte de su realidad. De otro lado, en el Foro Económico Mundial de 2016 se discute por primera vez la posible desaparición de miles de trabajos por la automatización, dado que las máquinas no sólo sustituirán empleados fabriles, sino que se están volviendo más inteligentes y también podrían reemplazar trabajos administrativos que hasta ahora eran impensables para las máquinas.
Así las cosas, esta revolución altera no solo la forma en la que se transforman las industrias, sino cómo sobreviviremos como personas, por eso se habla de que no es solo una revolución Industrial sino socioeconómica. En el campo de la educación, empezamos a repensar el concepto de profesionalismo, pues el hecho de ir a la universidad y obtener un título ya no va a ser garantía de conseguir un trabajo formal, calificado y bien remunerado. Ya vemos como gigantes de tecnología contratan talento humano empírico sin certificación de instituciones universitarias y que son muy buenos en, por ejemplo, programar. En cuanto a la realidad virtual y aumentada se empieza a tener la necesidad de experimentar cosas que en la vida real no se podría, como ir a conciertos de personas que ya no están con vida, vivenciar una película, o sentir en el mundo real las acciones que realiza en los videojuegos en su mundo virtual.
En síntesis, ya estamos inmersos en la Cuarta Revolución Industrial con todas sus implicaciones, tanto positivas como negativas. En este escenario, Colombia tomó la delantera pues en el 2019 Medellín fue escogida como la sede del primer centro de la Cuarta Revolución Industrial de América Latina. Asimismo, entidades como el SENA ya empezaron a capacitar a miles de estudiantes en Internet de las Cosas aplicada a la industria. Al mismo tiempo, el Gobierno adoptó recientemente la plataforma X-Road, creada por Estonia, para proveer todo tipo de trámites a través de Internet y facilitarle la vida a los ciudadanos.
El reto es y será usar todas estas herramientas tecnológicas emergentes y disruptivas como palancas que nos permitan cerrar las brechas sociales y económicas de Colombia. En otras palabras, que la aplicación y el uso de todas estas herramientas nos beneficien a todos y promuevan la competitividad del País.
*Directora de Economía Digital de Alcentro.
Feb 1, 2020 | Carlos Avilan, Columnas de Opinión, Tecnologías de la Información
Carlos Avilan
@carlosavilanr
El 2019 fue el peor año, hasta ahora, en términos de emisiones de CO2, según una investigación del Global Carbon Project. Sin embargo, no todo está perdido: existe una tecnología que puede resolver parte de este problema y Colombia debe mirar hacia ella pues es uno de los países más vulnerables del mundo a los efectos de este fenómeno, una situación que se ha visto en el impacto cada vez mayor de las inundaciones y las sequías.
Los científicos predicen un futuro sombrío, de miseria, destrucción y catástrofe. Pero el debate sobre el clima sigue estando muy polarizado. El mundo está demasiado ocupado escogiendo ganadores y perdedores y enfrentando tecnologías entre sí. Estamos perdiendo de vista lo que hay que hacer: resolver nuestro problema de CO2.
Esta tecnología es la captura y almacenamiento de carbono (CAC), la cual evita que las emisiones de CO2 entren en la atmósfera y las almacena bajo tierra, de forma segura, en formaciones geológicas del subsuelo. La CAC puede desempeñar un papel clave en la reducción de las emisiones, así como el logro de los objetivos climáticos globales.
Lamentablemente, el argumento utilizado en contra de la implementación de la CAC es que se trata de una tecnología costosa y que no ha sido probada en la industria de los combustibles fósiles, pues la idea de que no es posible combatir el cambio climático sin la CAC es, para muchos, una verdad incómoda.
El Acuerdo de París sobre el clima, en el cual los países participantes han acordado reducir el calentamiento global muy por debajo de los 2˚C, no podrá alcanzar esta meta sin la implementación de la CAC. Así mismo, The International Energy Agency’s Sustainable Development Scenario (IEA), organización que esboza el camino para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas relacionados con la energía y el Acuerdo de París, pronostica que al menos el 7% de las reducciones de emisiones de CO2 deberán provenir de la CAC.
A pesar de la aceleración de la revolución de la energía verde, se espera que el mundo siga dependiendo de los combustibles fósiles para su demanda de energía primaria en las próximas décadas. Según la IEA, los combustibles fósiles satisfacen el 81% de la demanda de energía primaria actual. Así mismo, prevé que esta cifra descienda al 60%.
La captura y almacenamiento de carbono permitirá una transición para los trabajadores del sector energético. Se construirán nuevas industrias de bajas emisiones de carbono, reorientará la infraestructura existente y mantendrá a las industrias competitivas en un futuro de bajas emisiones de carbono.
A largo plazo, la CAC puede convertirse en la base de una nueva economía energética limpia y sostenible. En Colombia, la expectativa frente a la decisión del Ministerio de Minas de dar tránsito progresivo del país hacia la implementación de nuevas fuentes renovables no convencionales de energía eléctrica, principalmente basadas en el sol y en el viento, es altísima. Por ello, es el momento en que el Ministerio de Ambiente y el de Minas revisen conjuntamente la implementación de la CAC.
*Columnista invitado del Tanque de Pensamiento Al Centro.
Ene 31, 2020 | Columnas de Opinión
Por: Licelis Josefina Ortiz*
@Licelis
El Magdalena es uno de los departamentos más desiguales en cuanto al género. Magdalena y Santa Marta no pueden ser sanos y fuertes sin la erradicación de cualquier forma de violencia contra la mujer.
Cada
día más mujeres nos movilizamos con el firme compromiso de dar frutos en este
flagelo contra la violencia. Tenemos que redoblar esfuerzos para ganar esta
lucha esencial que ofrecerá un mejor futuro a nuestras madres, hermanas e
hijas.
Hoy
reflexionamos sobre algunas acciones a desarrollar en el Magdalena. El Distrito
Turístico Cultural e Histórico de Santa Marta entorno al tema de Igualdad de
género es una de las principales prioridades de lograr para el cuidado y
desarrollo del territorio, la desigualdad de género afecta a las niñas y las
mujeres durante toda su vida.
Todos
conocemos las profundas desigualdades vigentes en nuestros territorios. Una de
esas apunta directamente a las desventajas en que se encuentran las mujeres con
respecto a los hombres. Además de contar con menos educación, menos
oportunidades laborales y de devengar menos, las mujeres tienen menos
participación en las instancias decisorias, incluso en las comunitarias.
Esto
representa una tarea a corregir si pretendemos que las mujeres tengan mayor
injerencia en el cuidado del territorio en el que viven. Son cada vez más las mujeres cabezas de
familias, otro desafío a afrontar.
Aquí
sin duda se requieren de intervenciones de las instituciones públicas para
ayudar a que estas mujeres, organizadas, cuenten con medios para generar
ingresos y desarrollo. Está probado que las organizaciones, cooperativas, o de
base comunitaria generan efectos muy positivos en los entornos donde operan.
Las
mujeres son cuidadoras y protectoras por naturaleza. Eso se evidencia en el
cuidado de sus familias, sus hogares, sus huertas y el territorio en donde
operan. Sus acciones, cuando son apoyadas, tienen mayores impactos y generan
más confianza.
La
participación de las mujeres se antoja crucial si pretendemos corregir muchos
de los desequilibrios ambientales en zonas como la Sierra Nevada de Santa
Marta. Tenemos que atrevernos a apoyar y vincular a las mujeres en los programas
ambientales de cuidado de los bosques, la fauna, la flora y las cuencas. Estos
espacios de participación y trabajo son también oportunidades para mejorar su
situación laboral y ser más productiva a sus regiones de origen o de residencia.
Por
supuesto que ello requiere de capacitación, organización y recursos para apoyar
sus iniciativas productivas. Ya han dado
ejemplo otras regiones del Caribe en donde hombres y mujeres o las mujeres y
sus organizaciones cuidan del medio ambiente y encuentran oportunidades para
desarrollar proyectos productivos sostenibles y de impacto en el entorno.
*Columnista
invitada al Tanque de Pensamiento Al Centro.
Ene 30, 2020 | Columnas de Opinión, Emprendimiento, Roxana Méndez González
Roxana Méndez González*
@roxanapaganini
Llegó el 2020 y con él muchos avances a nivel tecnológico, cultural, social, entre otros. Nos encontramos en un punto donde ya no es prematuro pensar en la posibilidad de que los robots no solo se encuentren en escenarios donde deban tomar decisiones difíciles, sino también, decisiones éticas.
Déjenme ilustrarlos con un ejemplo, un automóvil llega a su casa a las 8 am para cumplir con la tarea específica de llevarlo a su trabajo. Usted se sube en el asiento trasero del automóvil, deja su maleta al lado y saca su Kindle para continuar con la lectura del libro que lo tenía tan enganchado la noche anterior. Un viaje rutinario, donde nunca se han presentado inconvenientes en el trayecto, inclusive por la hora hay poca congestión, sin embargo, hoy ocurre algo inusual y terrible: son dos niños que cruzan la calle de manera imprudente sin percatarse de la velocidad a la que va el automóvil, con la viva esperanza de alcanzar a pasar… no hay tiempo para frenar, solo hay una opción y es girar a la izquierda, aunque no es lo más viable ya que una moto se aproxima, otro dato, el automóvil no tiene conductor, solo es usted y la máquina.
Ninguno de los resultados es ético, estrictamente hablando, pero en ese orden de ideas, ¿cuál es el menos ético? Este dilema provocado por los niños cruzando de manera imprudente frente al automóvil es una variación contemporánea del dilema del tranvía, un experimento mental en ética ideado por la filósofa británica Philipa Foot, gran estudiosa de la ética aristotélica, contribuyendo al resurgimiento de la ética normativa, que básicamente consiste en la siguiente situación:
Un tranvía avanza sin frenos y está a punto de atropellar a 5 personas que se encuentran sobre la carrilera, usted está a un lado del camino y tiene la opción de activar una palanca que puede salvarles la vida ya que esta hará que automáticamente el tranvía se desvié, pero, matara a una persona que está en el otro carril. Usted solo tiene 10 segundos para tomar la decisión, si no hace nada, mueren 5 personas, si hace algo, muere una ¿usted qué haría?
Este cuestionamiento ha existido durante décadas y aún divide a los filósofos, específicamente a los utilitaristas, los cuales argumentan que es necesario actuar en pro de la felicidad y el bienestar de las mayorías, sin embargo, ya no es un tema meramente humano, estamos hablando de “máquinas éticas”.
Puede que usted piense que estamos lejos de estos escenarios, pero y si fuera así, ¿por qué el Massachusetts Institute of Technology (MIT), inició un proyecto llamado Moral Machine, donde se evidencia claramente como por medio de los datos de crowdsourcing se pueden entrenar a las máquinas de manera efectiva para tomar mejores decisiones éticas en el contexto de los automóviles autónomos?¿por qué la comisión de ética en Alemania sobre la conducción automatizada muestra especial preocupación por dichos casos y recomiendan programar a las máquinas de tal manera que se priorice la vida humana en todo momento?
A partir de estos planteamientos surgen muchas incógnitas como: ¿qué rol tomarían los humanos en torno a la ética imbuida en los robots? ¿será el gobierno quien decida? ¿sus fabricantes? o ¿propiamente el consumidor? Y de ser así, ¿usted podrá entrar a un concesionario y seleccionar la programación ética del automóvil de la misma manera que el color?
Es un tema inquietante que invita a la reflexión, lo animo a que usted me diga si ha reflexionado sobre la robótica en el futuro y los límites éticos de la inteligencia artificial.
*Miembro de número de la dirección de Emprendimiento.
Ene 30, 2020 | Columnas de Opinión, Manuel Eduardo Riaño, Temático Departamento de Cundinamarca
Por: Manuel Eduardo Riaño
La psicología clásica nos ha enseñado que la mejor manera de limitar o estimular un comportamiento dado, es modificando los incentivos que hacen posible que esta conducta se produzca. Son extensos los experimentos de laboratorio con animales y numerosos los experimentos sociales con personas que, desde la rigurosidad científica, respaldan este postulado.
En la disciplina económica y en las ciencias sociales también hemos tenido varios ejemplos conductuales que, materializados a través de políticas públicas, han incentivado o desincentivado comportamientos individuales y colectivos en diferentes sociedades. Incentivos fiscales para promover mayores tasas de empleo o productividad. Incentivos ambientales para usar recursos renovables y energías limpias. Incentivos legales para desestimular comportamientos delictivos.
En muchos casos, estos incentivos traen consigo un fenómeno conocido como riesgo moral que a su vez causa incentivos perversos, es decir comportamientos indeseados que se causan por los efectos del establecimiento de dichos incentivos. En el caso colombiano los incentivos a los objetivos militares en las fuerzas armadas han producido los lamentables casos de “falsos positivos”.
Los incentivos a la erradicación y sustitución de cultivos ilícitos han traído un aumento de estos con el fin de tener los beneficios asociados a pertenecer a los programas. Quienes toman seguros tienden a ser menos cuidadosos con su salud o sus propiedades, minimizando las acciones preventivas ya que saben que los costos monetarios por accidentes serán cubiertos. Juguetes rotos en vísperas de hacer las cartas de Navidad, con el fin de que papá Noel se apiade y traiga ese objeto de deseo tan de moda con los amigos del colegio.
El suceso acontecido con la decisión de SIC en Colombia en contra del funcionamiento de las plataformas digitales de movilidad, sin duda, constituye un incentivo perverso en contra de la competitividad del país y desestimula la creación e implementación de plataformas digitales de diversa índole. En alguna charla a estudiantes universitarios expuse un decálogo sobre mis consejos para emprender. Como la mayoría de estos sumarios, el mío no era ajeno a las experiencias propias, pero sobre todo a las frustraciones y errores vividos.
Por supuesto también lo condimenté con algunos ejemplos tomados de esos listados tan famosos en el ecosistema de emprendimiento. En la charla sugerí que dos de esos consejos tenían que ver con conocer bien al mercado por un lado y en conocer bien a la competencia por el otro. Este fallo de la Superintendencia distorsiona no solamente el mercado, sino que agrega un nuevo elemento a mi charla: conoce bien las instituciones y las autoridades que regulan.
No es un elemento menor. Esta determinación en aparente ejercicio de equidad, fruto igualmente de una acción paquidérmica del Gobierno Colombiano por no regular este tipo de industrias digitales, resulta un incentivo perverso para la competitividad del país y para el despliegue de alternativas digitales e innovadoras a bienes y servicios tradicionales, en mercados no cautivos y con poblaciones diversas.
Como lo exprese ese día y en otros escenarios, conocer el mercado y la competencia implica a grandes rasgos saber con grado alto de exactitud que desean los potenciales clientes, cuales son sus necesidades, qué y cuánto estarían dispuestos a pagar, como son sus preferencias y sus dinámicas de consumo. De manera alterna, conocer a la competencia implica un ejercicio interno y serio del emprendedor por saber y potencializar su factor diferencial, su ventaja competitiva y sus opciones de mejora e innovación frente a los otros.
En general estos dos factores hacen en el conjunto de los agentes económicos de la sociedad, el mayor porcentaje del grado de competitividad de una economía. Es decir, que el fallo de la Superintendencia sin lugar a dudas golpeó enormemente, como efecto indeseable de su acción, la percepción de competitividad del país y los incentivos positivos de muchas firmas extranjeras de invertir en desarrollos tecnológicos y de muchas firmas locales para atreverse a lanzar servicios digitales alternos.
Todo esto mientras navegamos en un mar de incertidumbre legal en el barco de la economía naranja. La Cámara de Comercio de Bogotá, calcula que solo 3 de cada 10 empresas sobreviven en Colombia después de 5 años y que los tres mayores obstáculos de los emprendedores son la burocracia, las limitaciones financieras y los problemas de competitividad. Si señoras y señores la burocracia y la competitividad.
Al final de la charla expresé, como se ha dicho ya muchas veces, que no existe una fórmula mágica que asegure el éxito emprendedor. No hay claves infalibles que lleven a una conquista inequívoca. Solo consejos desde ópticas individuales que han servido para entornos particulares, para negocios específicos y para mercados puntuales. En otra columna me referiré a este listado con más detalle.
Por ahora tal vez la única recomendación que me atrevería a decir que tiene valor universal, parafraseando la famosa frase Woody Allen, es que no se cual sea la clave de un buen emprendedor, pero la clave de su fracaso es no tener foco. Con el fallo de la SIC, tal vez pueda agregar también a este corolario: estar en países en donde las autoridades regulan el uso del ábaco mientras los emprendedores ya usan chips cuánticos.
*Columnista invitado del Tanque de Pensamiento Alcentro.
Ene 29, 2020 | Columnas de Opinión, Emprendimiento, Lizeth Rozo Silva
Por: Lizeth Rozo*
@liz_ddhh
El ser humano sin distinción de raza, sexo, religión, nacionalidad, posición política o económica está protegido por emblemáticos marcos jurídicos como la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, e importantes instituciones como la Organización de Naciones Unidas, que han surgido a través de la historia como resultado de la necesidad de enmarcar, velar y defender los Derechos Humanos de todos los ciudadanos alrededor del mundo.
No obstante que la misión de estos organismos y estatutos sea la protección y defensa de los Derechos Humanos, no se puede desconocer que estos han sido vulnerados y violentados, a lo largo y ancho del planeta y en diferentes épocas de la historia.
De los eventos que configuran su vulneración han sido víctimas: niños, niñas, adolescentes, hombres y mujeres de todas las edades y estratos socioeconómicos. Al respecto, muchos de los Estados del mundo entero se han pronunciado jurídica y vinculantemente en torno a los Derechos Humanos y en pro justamente de su defensa.
La Declaración Universal de los Derechos Humanos, fue adoptada y proclamada por la Asamblea General en su Resolución 217 A (III), de 10 de diciembre de 1948, señalando en su preámbulo: “Considerando que la libertad, la justicia y la paz en el mundo tienen por base el reconocimiento de la dignidad intrínseca y de los derechos iguales e inalienables de todos los miembros de la familia humana, considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad” (Declaración Universal de los Derechos Humanos, 1948, p. 01).
En Colombia, la Constitución Política de 1991 ha sido denominada por académicos y juristas como la Constitución de los Derechos Humanos y de la oportunidad, garantista de un Estado Social de Derecho y de la preponderancia de los derechos fundamentales. Sin embargo, nuestro país se enmarca entre los constantes vulneradores de derechos hacia la mujer, donde se señala que esto obedece a móviles como el conflicto armado y toda clase de violaciones a los Derechos Humanos y fundamentales.
Colombia se enfrenta a un panorama desolador de altos indicativos de violencia, no solo sexual sino psicológica y económica que ameritan una pronta intervención, de cara a su conocimiento, a las garantías de defensa, de reparación, de no repetición y al restablecimiento de los derechos de las mujeres vulneradas, de alguna u otra forma invisibilizadas.
Es menester generar acciones prácticas que le permitan a las mujeres conocer y reconocer sus derechos de forma que sea este conocimiento específico, e incluso aplaquen la violencia económica, generándoles fuentes de ingresos y estabilidad monetaria, como el emprendimiento.
El conocimiento de los derechos fundamentales enmarcados en nuestra constitución y el emprendimiento, como generador de ingresos, surgen como instrumentos de ayuda al empoderamiento para la defensa y reivindicación de todos y cada uno de sus derechos fundamentales, especialmente de aquellos que les han sido vulnerados, en las mujeres no solo víctimas del conflicto armado, sino de toda índole.
*Miembro de número de la Dirección de Emprendimiento.