En tiempos de emergencia deberíamos pensar en el derecho a la vivienda digna en Colombia.

En tiempos de emergencia deberíamos pensar en el derecho a la vivienda digna en Colombia.

Por: Farid Stemberg

Los proyectos de vivienda en Colombia tienen como finalidad llevar a efecto el derecho a una vivienda digna consagrado en la constitución; “todos los colombianos tienen derecho a vivienda digna. El Estado fijará las condiciones necesarias para hacer efectivo este derecho y promoverá planes de vivienda de interés social, sistemas adecuados de financiación a largo plazo y formas asociativas de ejecución de estos programas de vivienda” (Const., 1991, art.86)

Lo anterior significa que el Estado, para amparar este derecho, promueve proyectos de vivienda de interés social (VIS) y viviendas de interés prioritario (VIP), y proyecta una debida ejecución para promover su garantía. Los proyectos de VIP y VIS deben materializarse en condiciones adecuadas, por lo que el mismo artículo lo define como vivienda digna.

Ahora bien, vivienda digna es un concepto dependiente de la cultura y necesidades del habitante y el entorno físico en el que vive cada persona. El Estado debe asegurar asequibilidad y accesibilidad a vivienda para las personas que se encuentren en un estado de indefensión o desventaja. La asequibilidad se refiere a la posibilidad de adquisición y la accesibilidad, a la facilidad de acceso (según definición Real Academia Española).

Hoy por hoy, encontramos que existen en Colombia varios proyectos de vivienda, demostrando un cumplimiento al derecho a vivienda digna. Si bien han sido varios los proyectos, algunos no son de aplaudir porque no se adecúan a las necesidades de los habitantes, presentan fallas estructurales, o no están bien conectados a la infraestructura urbana.

Actualmente nos encontramos en tiempos de emergencia sanitaria a causa de la pandemia por el COVID – 19. “En virtud de la figura que tiene la ley colombiana, vamos a aplicar la declaratoria de emergencia sanitaria, y lo hacemos de la mano con las directrices de la Organización Mundial de Salud (OMS). Hay una declaratoria de pandemia y lo que nos corresponde a nosotros, para tomar medidas cada vez más rápidas, es la declaratoria de una emergencia sanitaria”, afirmó el pasado jueves 12 de marzo el Jefe de Estado al concluir la reunión del Puesto de Mando Unificado (PMU).

De las medidas adoptadas se destaca la del pasado viernes 20 de marzo en la cual el presidente anunció el aislamiento preventivo nacional; iba en principio desde el miércoles 25 de marzo hasta el pasado lunes 13 de abril y fue extendida hasta el próximo domingo 26 de abril. Esto implicando que debemos quedarnos en casa. Es aquí donde observamos que estas medidas de aislamiento solo podrán ser adoptadas por las personas que cuenten con una vivienda ya sea en alquiler o propia y no por aquellas que se encuentran en condición de habitantes de calle.

Se es utópica una medida como esta, cuando contamos con una población como los habitantes de calle y familias con vivienda sin acceso a servicios públicos. Según el último informe del DANE (2017), los habitantes de calle suman en un aproximado de 9.538 de los cuales casi un 10 % oscilan entre 60 años o más. Además, alrededor de 1.7 millones de personas para el 2018 contaban con viviendas, pero no tenían acceso a los servicios públicos básicos domiciliarios (agua, energía y gas) así como lo indicó en ese entonces el ministro Jonathan Malagón, durante el foro Construcción y Política Pública organizado por Camacol. Dicho grupo poblacional no cuenta con un lugar dónde cumplir con las medidas de cuarentena en condiciones dignas.

¿Las medidas de cuarentena adoptadas protegen realmente a todos los colombianos ante el riesgo de contagio? ¿Qué impactos tienen estas medidas de cuarentena en la habitabilidad y sostenimiento de toda la población? ¿Se es necesario la creación de proyectos de asentamientos provisionales como medida de prevención ante situaciones como la que estamos viviendo actualmente?

*Miembro Dirección Vivienda y Territorio

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El nuevo acuerdo de la OPEP+ y la ilusión de un mundo nuevo después del COVID-19

Por: Jaifa Mezher Arango

Después de varios días de negociación, y de varios meses sufriendo por el desplome de los precios del barril de petróleo, el sábado 11 de Abril se firmó la nueva alianza de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) que concluyó con un acuerdo de recortar 9.7 millones de barriles por día empezando en mayo. Pero, ¿Qué significa este acuerdo para el mercado mundial del petróleo?

Aquí me gustaría recordar algo que ya he mencionado antes. El precio del barril del petróleo es puesto por su mercado mundial, por el movimiento de oferta y demanda. Por esto, este mercado puede ser muy volátil y existe muy poco margen de maniobra que pueda protegerlo de esa volatilidad. (Explico un poco más sobre esto en una Nota al final)

Estos precios, que desde comienzos de 2019 venían cayendo como consecuencia de la guerra comercial entre China y Estados Unidos, se vieron afectados aún más por una caída de la demanda de petróleo como consecuencia de los cierres por cuarentena causados por el COVID-19, y se terminaron de ir al piso en marzo gracias a la lucha de poderes entre los dos productores de petróleo más grandes del mundo: Rusia y Arabia Saudita.

Este fue el mix de una tormenta perfecta: había un aumento en la producción de petróleo en un mundo sin demanda. Es decir, el precio, que entre marzo y principios de abril llego a estar por debajo de los $20USD el barril, y que en cualquier otro momento hubieran sido muy atractivos para los compradores, se enfrento a un mundo en donde no había quien comprara petróleo ni si quiera para guardarlo, ya que hasta los puntos de almacenamiento estaban, y aún estan llegando a su limite.

Por eso, este acuerdo al que ha llegado la OPEP es importante porque significa un esfuerzo ampliado y coordinado por reducir la producción de petróleo con el fin de disminuir su oferta y con esto, buscar estabilizar el precio del barril e incluso intentar subirlo. Aquí digo que el esfuerzo es “ampliado” ya que vincula a países que actualmente son miembros de la OPEP, y a otros países como Rusia, Kazajistán o México, que no lo son, hecho por el cual el acuerdo se llama OPEP+. Así mismo, el esfuerzo es “coordinado” ya que es el resultado los acercamientos diplomáticos de Arabia Saudita, líder natural de la OPEP, y del Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump. Esto último es importante porque Estados Unidos no es miembro de la OPEP y los productores de petróleo en este país no son empresas nacionales (como es el caso de los miembros de OPEP), sino que son empresas privadas que se estan viendo gravemente afectadas por el desplome del precio del barril.

Hoy por hoy el efecto de las negociaciones no se ha visto reflejado en el precio del barril. Existe la ilusión de que el efecto se vea desde mayo que comienza a regir el acuerdo, o antes si la OPEP interviene para pedir la interrupción de la producción por el desplome a precio negativo del barril del petróleo. Por esto, de que el acuerdo funcione o no, depende de la voluntad de los países productores y de que cumplan con el corte de la producción acordado. Y ¿qué mayor incentivo para cortar producción que los precios negativos del barril? Mientras los países están en cuarentena, y mientras las economías estén cerradas, no va a haber demanda de petróleo. Y sobre este tema ¿Qué mayor incentivo para cortar la producción que no tener quien te compre?

Para quienes se preguntan cómo funciona este acuerdo, de mayo a junio los países han acordado la reducción de un 23% de la producción, con base en los niveles de producción de 2018 y de julio a diciembre del 2020, un 18% de reducción que significan 7.7 millones de barriles al día. Después de diciembre de este año, se espera una reducción de 5.8 millones de barriles al día hasta Abril del 2022, mientras se recupera la demanda…si es que regresa.

¿Qué lección nos deja esta crisis? Para un país como Colombia en donde diferentes Gobiernos han venido discutiendo sobre la importancia de diversificar la economía y desligar el ingreso nacional de la explotación de hidrocarburos, esta crisis es una oportunidad de empezar a pensar cómo lograr esto. Ahora más que nunca, y hacia futuro, una gran lección es no tener todos los huevos en una misma canasta.

¿Qué podemos esperar a futuro?

  • Un muy lento regreso a la dinámica económica, política y social en la que nos encontrábamos antes de la pandemia, y con esto mucha incertidumbre sobre el uso del petróleo en este nuevo mundo;
  • Nuevas necesidades económicas, que van a exigir una forma alternativa de actuar por parte de la OPEP. Sobretodo, se van a necesitar mecanismos que garanticen el cumplimiento del actual acuerdo alcanzado entre mayo y diciembre del 2020, y que se mantenga este acuerdo una vez se abran los mercados globales;
  • Planteamientos económicos y políticos que podrían incluso ser jalonados por un nuevo gigante en el orden internacional, China; y
  • Finalmente, para las fuentes tradicionales de energía como el petróleo, nuevos mercados no tradicionales que los reciban, o su decadencia.

NOTA: A mí me gustaría aprovechar esta nota y explicar algo que me ayuda a entender sobre los precios del barril del petróleo y es que hay un mercado físico y hay un mercado financiero del barril. El mercado físico es el que involucra la infraestructura de extracción y el transporte, por ejemplo. El mercado financiero es donde se comercializa la venta del barril a precios spot o a precios futuro. Es decir que se comercializa el petróleo a lo que se podría comprar hoy pagando de contado o a cómo se comercializa pagando por su valor en una segunda fecha, contra entrega del producto. El precio del barril a futuro fue el que cayo a USD$-40.

*Directora de Geopolítica del Sector Energético 

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En tiempos de emergencia deberíamos pensar en el derecho a la vivienda digna en Colombia.

COVID-19 se suma a los grandes retos de la reincorporación exguerrillera.

Todas las poblaciones alrededor del mundo están viviendo la emergencia generada por el Covid-19 y las personas excombatientes de las antiguas FARC-EP no son la excepción. De cara a esta coyuntura, líderes e integrantes de los equipos técnicos de los proyectos productivos de los Espacios Territoriales de Capacitación y Reincorporación (ETCR) de Icononzo en el Tolima, Pondores en la Guajira y Colinas en Guaviare1 consideran que la pandemia pone en riesgo la toma de decisiones colectivas de las cooperativas de los proyectos productivos, así como su comercialización. Para ellos y ellas, la emergencia también puede generar que estas iniciativas pasen a un segundo plano en la agenda de la cooperación internacional, dado que su mirada está girando hacia las necesidades en la atención de la salud.

La continuidad del funcionamiento de estos proyectos productivos es la piedra angular en el proceso de reincorporación económica de esta guerrilla, tal y como quedó establecido en el Acuerdo Final de Paz. Estas iniciativas han pasado diferentes etapas en la superación de barreras de formulación, financiación, acompañamiento técnico e incluso de administración.

Después de enfrentar estos retos y dificultades, en los ETCR se han logrado estructurar proyectos de carácter colectivo como tiendas comunitarias, cultivos de guayabas, sastrerías, crías de ganado vacuno y porcino, así como granjas agrícolas, entre otros. El informe más reciente del Secretario General de Naciones Unidas, António Guterres, destacó la aprobación de 1.255 proyectos productivos individuales y 52 proyectos productivos colectivos, estos últimos benefician a 2.544 exguerrilleros, incluidas 695 mujeres.

A raíz del COVID-19, los ETCR consultados, al igual que la mayoría, han tomado medidas para la seguridad y salud de los habitantes, incluyendo los integrantes de los proyectos productivos, como el distanciamiento social y la prohibición de reuniones con un número mayor a cinco personas. Al mismo tiempo, han adelantado una pedagogía entre sus habitantes frente a la higiene para la prevención de este virus. Respecto a las personas que no habitan los ETCR, han fijado una restricción de su ingreso. En los casos en que sea imprescindible que entren a estos espacios, se ha designado a un equipo de personas para que laven y desinfecten a los no residentes.

“Desde la junta de acción comunal que tenemos en nuestra comunidad, se han tomado medidas como la restricción de entrada de personal externo a la comunidad. Quienes sean miembros de la comunidad y tengan que cumplir tareas agropecuarias pueden entrar con un previo procedimiento de limpieza. Está prohibido el libre esparcimiento por la crisis sanitaria en cantinas, placa polideportiva, parque y demás zonas comunes. Frente al abastecimiento, nos unimos a la orientación del gobierno departamental en que las personas del campo van a San José a mercar únicamente los sábados”.
                                                 -Olga Flórez lideresa exguerrillera en el departamento del Guaviare.

Además del bienestar de los ETCR, lo que más preocupa a los excombatientes líderes e integrantes de los equipos técnicos de los proyectos productivos de los ETCR entrevistados son los retrasos que ha implicado la actual coyuntura en la toma de decisiones colectivas desde las cooperativas para los proyectos productivos, las labores de trabajo colectivo y la comercialización, en tanto eslabones de su cadena de valor han detenido o retrasado sus operaciones.

También, surge la inquietud frente al lugar de los ETCR en la agenda pública. Debido al gran problema de salud pública, se teme que tanto los presupuestos y agendas de Gobierno como de la cooperación internacional se transformen, lo que podría generar grandes retrasos en la reincorporación económica y, por esta vía, en la puesta en marcha del acuerdo de paz.

“Consideramos que la actual emergencia sanitaria afectara la implementación de los acuerdos en su conjunto. En materia de recursos, indudablemente la cooperación internacional enfocara sus prioridades y esfuerzos en temas como salud, infraestructura hospitalaria, entre otros, pasando el apoyo de la implementación de los acuerdos y la construcción de paz en Colombia a un segundo o tercer lugar”.
Integrante equipo técnico de proyectos productivos ETCR de Pondores en la Guajira.

Si los ETCR dejan de ser un punto prioritario de la agenda pública, se corre el peligro que se ahonden los retos más titánicos de los proyectos productivos, que no se habían superado antes de la pandemia, siendo el de la propiedad de la tierra y la seguridad los más representativos.

La propiedad de la tierra es un desafío que no se escapa a la problemática del campo en Colombia: una muy deficiente titulación, sumada a la problemática jurídica de un número considerable de predios. Si bien se está en el camino de establecer los ETCR como centros poblados y se ha planteado la iniciativa aún embrionaria de priorizar los predios donde se desarrollan los proyectos productivos en el catastro multipropósito, se evidencia que algunas de estas tierras presentan líos jurídicos e incluso la gran mayoría no son propiedad de las mismas cooperativas.

En cuanto a la seguridad de excombatientes, incluyendo integrantes activos de estos proyectos productivos, el asesinato de más de 190 también causa temores e incertidumbre del desenlace de los proyectos, la reincorporación y el mismo acuerdo de paz, pues sin ser en este caso una verdad de perogrullo, sin vida no hay proyectos, sin proyectos no hay reincorporación y sin reincorporación no existe la paz.

Sin duda, los proyectos productivos han permitido contribuir con la reconciliación y reconstrucción del tejido social de la vida que caracteriza estos territorios, y como parte de la política pública de reincorporación, se busca que estas iniciativas le aporten al desarrollo territorial, que también puede abarcar la formación técnica y complementaria conectada con estos proyectos. Todo esto solo se puede lograr a partir de la vinculación activa de la comunidad campesina en los proyectos, lo que ha sido una premisa de las personas excombatientes desde la formulación y la implementación de las iniciativas productivas.

“Ha sido muy interesante la compenetración con la gente de la región. Especialmente en algunos momentos de la producción agraria, el campesinado ha estado vinculado. El apoyo ha sido muy grande y también el estímulo de la gente de asociarse a procesos cooperativos.”
                  Isabela Sanroque, Excomandante del Bloque Oriental de las FARC-EP.

Para proteger los logros ya alcanzados por los proyectos productivos y evitar que se profundicen los retos que existían previamente a la emergencia por el Covid-19, es imperativo que el Gobierno Nacional y la cooperación internacional, particularmente la segunda misión de verificación de las Naciones Unidas, construyan un nuevo plan que contemple la continuidad de estas iniciativas en medio de esta coyuntura sin precedentes en el país y el mundo.

1 Para el ETCR Jaime Pardo Leal ubicado en la vereda Las Colinas del municipio de San José de Guaviare participó Olga Flórez Cedeño, quien se desempeña como el punto focal de genero de Farc, es Tesorera de una de las cooperativas, responsable técnica del cultivo de guayabas, entre otros cargos que desempeña. Para el ETCR Antonio Nariño ubicado en Icononzo en el departamento del Tolima, participó Isabela Sanroque quien por temas de estudio se ha radicado en Bogotá. Y para el ETCR de Amaury Rodríguez ubicado en Pondores en la Guajira, participó un miembro de su equipo técnico de proyectos productivos. 

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En tiempos de emergencia deberíamos pensar en el derecho a la vivienda digna en Colombia.

Ojo con las cuentas alegres

Por: John Jairo Ocampo 

-¿A cuántas cuotas señor?

Difiérala a lo máximo, las 48 cuotas que permite el banco

-¿Seguro?

Sí no importa. Igual no sabemos qué va a pasar. Si esto se arregla púes miramos como pagamos y si esto sigue mal pues tendremos que esperar que el Gobierno o el banco nos ayude.

Esta conversación entre una cajera y un comprador en un supermercado de Bogotá deja mucha preocupación sobre la forma como el ciudadano está pensando manejar su situación personal o familiar en medio de la crisis

Este es el momento de la prudencia. Además de cuidar la salud es necesario cuidar el bolsillo y saber cómo financiar los gastos hacia un futuro con el horizonte lleno de nubarrones.

No deja de ser preocupante que en la mente del colombiano esté la idea que el Gobierno o los bancos arreglarán todos los problemas. Eso es una forma peligrosa de ver las cosas y podría terminar generando una situación más compleja en el futuro.

Una vez superado el riesgo de un contagio masivo de Covid-19 y que estemos lejos de situaciones como las de Estados Unidos, Italia, o España, la normalidad demorará en aparecer, no estará a la vuelta de la esquina.

Es cierto que esta emergencia sanitaria nos va a llevar a una crisis social y económica de inmensas proporciones. Ya el Fondo Monetario Internacional, FMI, sentenció que el mundo enfrentará un desequilibrio peor que el de la Gran Depresión de 1929.

También es cierto que esta situación nos golpeará a todos, pero lo que no puede pasar es cruzarnos de brazos y esperar que alguien arregle los problemas.

Es necesario que los colombianos entiendan que no habrá fórmulas mágicas, después de que se levante la cuarentena, para superar todos los daños causados.

Pueda que se vea un alivio en la curva de contagios, pero hacia adelante se acentuarán los problemas macro y microeconómicos. Los esfuerzos, sin descuidar la salud, estarán en la reconstrucción de la azotada economía. ¿Cómo recuperar los empleos destruidos? ¿Cómo se recuperarán los bancos del aumento que tendrá la morosidad? ¿Cómo recuperarán su ingreso los trabajadores informales? ¿Los emprendedores cómo recuperarán su dinámica de negocios?

Es una equivocación, para el manejo de las finanzas personales, dejar de pagar las cuotas de los créditos, pedir refinanciación, no pagar los impuestos o no cumplir con las obligaciones cuando no se ha perdido el empleo y se mantiene el ingreso.

Según el estudio, “Vulnerabilidad del empleo a la emergencia de COVID-19 en Colombia”, realizado por la Universidad de los Andes, en el país hay cerca de 12 millones de trabajadores de sectores pocos vulnerables a ser afectados por cuenta de las restricciones que ha conllevado la emergencia por la pandemia.

Estos sectores son el agrícola y ganadero, el comercio al por menor de bienes básicos, empleados públicos, trabajadores del sector de la salud, educación y comunicaciones.

Así las cosas, tenemos que ser conscientes que no todos deben estar sentados esperando a ver cómo me cuelgo de las ayudas o dejo de pagar obligaciones esperando los beneficios que de manera desordenada ha adoptado el Gobierno. En otras palabras, aquí no aplica el dicho de las abuelas “al lado del enfermo come el alentado”.

Si se tiene con qué pagar no es buena opción diferir cuotas de créditos o pagos de tarjetas. Tampoco dejar de pagar los servicios públicos y mucho menos dejar de aportar a la pensión.

Quienes aplacen sus cuotas teniendo la capacidad para pagarlas, incurren en un error, pues eso no significa que se las dejen de cobrar. Seguro que les pasarán la cuenta más adelante y quizás con intereses y condiciones más onerosas

Tampoco es viable jugar con la estabilidad del sistema financiero. Lo que está en los activos de los bancos es el ahorro de millones de colombianos. Es necesario ser cuidadosos y tampoco sentarse a esperar cómo la entidad financiera ayuda, así no lo necesite.

Mientras se pueda, hay que mantener al día sus obligaciones y dejar que las ayudas lleguen primero a los que verdaderamente lo necesitan.

Tampoco deben sentarse a esperar los medianos y grandes empresarios, ni los bancos a que el Gobierno les tienda la mano. Es muy común escuchar a voceros de empresas y entidades financieras pidiendo que sea el Estado el que los ayude por vía de más beneficios tributarios o líneas especiales.

No todos necesitan apoyo. Las micro, pequeña y los emprendedores se están asfixiando por falta de caja y necesitan la mano tendida no solo del Ejecutivo, también de los bancos y de los proveedores. Escuchar a los dueños de grandes empresas pidiendo beneficios da grima y más cuando se revisan los balances que arrojan billonarias utilidades en 2019

Así como el Gobierno tendrá que reorientar gastos y de pronto aplazar grandes proyectos para reorientar los recursos hacía el apoyo de los que más necesitan, las grandes empresas y las entidades financieras deben hacer un esfuerzo y sacrificar parte de la repartición de utilidades para sostener sus nóminas e inyectar el capital necesario para reactivar su empresa, su sector y el país entero. Hay que reinvertir en su capital humano que por años ha multiplicado sus beneficios.

¡La crisis toco a todos, pero no todos deben esperar qué les darán!

#ConTodoRespeto:  La avalancha de anuncios y la poca pedagogía realizada por el Gobierno y los propios medios de comunicación, hace creer que muchos ciudadanos no entienden y por eso la gran mayoría creen que la opción es sentarse a esperar.

(*) Periodista especializado en economía y director de Medios de Comunicación y Opinión Pública. 

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En tiempos de emergencia deberíamos pensar en el derecho a la vivienda digna en Colombia.

Historias de mi barrio

Por: Héctor Jaime Mayorga

Desde “Al Centro En Mi Barrio” queremos presentar una serie de crónicas de la situación que se vive en la escala local de Bogotá durante esta etapa de aislamiento preventivo obligatorio, con el fin de relatar diversos aspectos de las dinámicas que se pueden observar y que en gran medida se vieron paralizadas por los hechos que estamos viviendo, y sobre los cuales tenemos la obligación tomar las medidas necesarias para salvaguardar lo más preciado que tenemos, nuestras vidas.

En esta primera crónica presentamos un recorrido por algunos sectores del municipio de Soacha; tal vez pensando en voz alta, acerca de la situación que estarán pasando todas aquellas familias que viven de la economía informal y cuyas actividades se vieron paralizadas hace un par de semanas.

En Colombia el 47.3%1 de la población ocupada desarrolla una actividad económica informal, es decir que 5.6 millones de personas en nuestro país se levantan cada día a trabajar desarrollando labores que muchas veces están fuera de los esquemas de la economía formal, y a través de las cuales muchos colombianos de acuerdo a sus necesidades se auto emplean o se la “rebuscan” de una u otra forma, teniendo como premisa máxima buscar una fuente de ingreso para poder subsistir.

Son las 6 de la mañana y despierto como todos los días, con una sensación difícil de explicar, hoy es sábado 28 de marzo de 2020 y después de varios días de encierro podré sentir el sol como hace unos días lo sentía…

Hace unos meses, a finales del 2019 llegó una noticia que pasó desapercibida para mí, en una ciudad de China (Wuhan) que hasta ese momento no tenía idea que existía, mencionaban que un total de 27 personas de una zona comercial tenían un tipo de neumonía de causa desconocida – una noticia más que rellenaba el noticiero de medio día – pensé.

Ahora digo: ¿Quién iba a pensar que esta simple noticia nos iba a cambiar la vida así?

90 días después, de la noticia y de 22 de haber llegado el COVID-19 a nuestro país, me encuentro alistándome como si fuera a tener la cita más importante de la vida, como cuando

tienes la cita con esa persona que será el amor de tu vida o la entrevista para el trabajo que tanto anhelas.

Son las 9 a.m. y ya estoy listo, pero según el pico y cedula que viene operando desde hace ya ocho días aquí en Soacha debo esperar hasta la 1 p.m. y solo podré salir hasta las 2:30 p.m., disponiendo de hora y media para hacer todas las diligencias que debo hacer.

Para los que me conocen la puntualidad es algo que no me caracteriza, pero en esta ocasión hago una excepción salgo acatando todas las recomendaciones exigidas: tapabocas, guantes de látex y mi cédula de ciudadanía, normalmente al salir de casa saludo a mis vecinos que están en la puerta o con quienes coincido en mí recorrido por la calle. Sin embargo, hoy parece que estuviera en otra ciudad, no me encuentro con nadie y me pregunto ¿qué estarán haciendo?

La primera tarea es ir al cajero para sacar dinero, para eso debo ir al centro de mi querida Soacha. Para llegar al centro, primero debo caminar y cruzar por varios sitios conocidos de amigos que me ayudan en mi diario vivir y después de tantos días de encierro, espero con ansia encontrarlos. El primero es Raúl (el de la tienda) con su tapabocas apenas lo reconozco por su característica gorra y con un gesto (de esos que sólo sabemos hacer en Colombia) me saluda y me cuenta que el día esta difícil y que más que vender le preocupa la salud de su familia, ya que tiene abierto todo el día y no sabe si el que llega está infectado o no, incluso que algunos lo regañan porque ha cambiado sus habituales saludos y forma de atender.

Siguiendo con mi recorrido encuentro un ambiente desolador por dos razones, la primera veo que todos los negocios están cerrados y además lo que más me preocupa es ver la cantidad de gente que está en las calles, unos buscando claramente abastecer sus alacenas y otros buscan rutas al trabajo, aquel trabajo que por sus características no puede hacerse desde casa.

En el supermercado encuentro un aviso gigante con los horarios de atención según el último digito de la cédula, lo que me dice que no puedo comprar cuando yo quiera, justo al lado queda el café internet de José, un viejo amigo, veo con sorpresa que está cerrado y me pregunto ¿qué estará haciendo el viejo José?. Él es ingeniero de sistemas y lleva más de 15 años con su negocio que está ubicado en su propia casa, aunque él no paga arriendo su familia si depende totalmente de los ingresos de José, ¿qué estarán haciendo para sobrevivir en estos días?

Sin parar a detenerme en los pormenores de José sigo mi recorrido hacia el cajero; allí veo a Huguito, el que se atrevió hace unos años – después de quedarse sin su trabajo de repartidor de periódico – a emprender y montar su almacén de pinturas SOPINTURAS. Con su negocio logró comprar apartamento, carro y una moto con la que sigue haciendo los domicilios, pero esta vez de su empresa; afortunadamente le ha ido tan bien que su empresa actualmente tiene dos empleados, los cuales hoy también están en sus casas, ¿y Huguito como pensara pagar el arriendo de su local y el salario de sus empleados? ¿Y cómo sostendrá su familia en estos momentos?

Por fin llego al cajero y veo en la esquina varios extranjeros tratando de hacer su agosto vendiendo tapabocas, que paradójicamente ellos no utilizan…Quería tomarme un tinto delicioso que venden en el marco del parque en un sitio que no tiene más de 3 meses de inaugurado y es de otro amigo, de Luis, un personaje que conozco desde que tenía escasos 6 años cuando la mamá vendía obleas en el parque, y de quien otro día contaré su grandiosa historia. Hoy en día y fruto de su esfuerzo logro lo inimaginable, montar un restaurante, frutería y cafetería de primer nivel en pleno parque de Soacha, el nuevo sitio para las reuniones importantes, donde se le invita a comer helado a la persona a la que uno está conquistando o a tomar tinto servido de una manera muy elegante, en una conversación de amigos hablando de política y cositas varias. Pero me veo que está cerrado y así mismo todos los locales del parque, únicamente abiertos están la droguería y la panadería. En este momento entro en pánico porque días atrás con un amigo conversaba y me preguntaba ¿cuánto había invertido Luis para montar el local de sus sueños en donde trabajaban cerca de 5 mujeres muy seguramente madres cabeza de familia que hoy ven su futuro incierto?

Llego al cajero y veo una fila enorme y empiezo a pensar si hago o no la fila ya que veo personas con tapabocas y otras sin él; por tantas noticias desconfió hasta de sí mi sombra tiene el virus o no, pero no tengo más remedio que hacer la fila de 30 min donde observo pasar a personal de la alcaldía con trajes especiales, quienes van a entregar mercados en la Comuna Cuatro que es uno de los sectores más vulnerables de mi ciudad. Ver esto me da la tranquilidad que al menos 2 mil de las familias vulnerables de Soacha tendrán un mercado, me pregunto hoy en mi municipio y en mi país, ¿Quién no es vulnerable? ¿Será que José, Luis o Hugo tienen que comer hoy?

Esperando en el cajero me veo con Lucho, un amigo que conocí haciendo política y quien trabajaba hasta hace unos meses como portero de un colegio, y que este año estaba a la

espera de la contratación de la alcaldía y por la pandemia, la contratación quedó en veremos y lleva 5 meses sin trabajo, ¿y quién le ayuda a Lucho?, y en ese momento llega Jhonny, que trabajaba en la alcaldía en la administración anterior como contratista y que actualmente también es desempleado y le cuenta a Lucho que hay una ayuda desde las caja de compensación a la que puede acceder, le preguntamos que si él (Jhonny) ya lo hizo pero nos dice que como contratista pagaba salud, pensión y ARL, y que no pagaba caja de compensación, por lo que no puede acceder a ese beneficio.

Con gran tristeza me devuelvo a la casa tratando de no encontrarme con nadie, y no por pensar en que pueda contagiarme de Covid-19 sino porque quiero evitar encontrarme con más historias de esas tan complejas como estas que agobiaron mi ser con un recorrido de solo 90 minutos.

Terminando de escribir este relato, el primero que desde la Dirección Al Centro En Mi Barrio publicamos, me dirijo a todos los que están leyendo este largo texto y traslado mis inquietudes a ustedes, para que desde su conocimiento juntos podamos responderlas:

¿Qué va a pasar con todas estas personas: emprendedores, pequeños empresarios, vendedores de tinto, contratistas de prestación de servicios o desempleados? Quienes sumados representan más del 40% de la población del país. ¿Cuántos Luis, José, Hugo o Jhonnys no conocen cada uno de ustedes? ¿Cómo los podemos ayudar en este momento a subsistir?

He estado pendiente de los decretos con fuerza de ley que ha expedido el Gobierno Nacional, pero hasta ahora veo que ellos con sus condiciones particulares no pueden acceder a las ayudas que hasta ahora se han formulado – ni subsidios, ni créditos ya que muchos no tienen acceso al sector financiero. Claramente una opción puede ser el no hacer nada (ya que como ellos estarán muchísimos colombianos), pero coyunturas como la actual deben motivarnos a sacar lo mejor de nosotros y formular soluciones efectivas para esta la población, pues somos conscientes que en los próximos meses la situación será compleja en todo el mundo y debemos ayudarnos.

*Miembro Dirección Gestión Territorial. 

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En tiempos de emergencia deberíamos pensar en el derecho a la vivienda digna en Colombia.

Que nadie tenga hambre mientras encontramos la salida

Por: Camila Molinos I.

El hambre, la falta de una vivienda digna, vivir con el diario (cuando alcanza) entre otras características de la pobreza, no llegaron a Colombia con el Covid-19. Lo que sí logró hacer esta pandemia es hacerlas más visibles y despertar en muchos colombianos ganas de ayudar.

Un día, mientras paseaba a mi mascota, pasaron por el parque tres hombres gritando que necesitaban ayuda: tenían hambre y familias que alimentar. Mientras yo intentaba entender lo que gritaban los tres a destiempo y con diferentes palabras, mis vecinos no dudaron un segundo y empezaron a sacar por sus ventanas arroz, lentejas, avena y otros productos. En ese momento se me arrugó el estomago de pensar en cuánta gente estará en estas circunstancias o en peores, y al mismo tiempo se me infló el corazón al ver la velocidad y la generosidad con la que mis vecinos reaccionaron.

Desde ese momento revolotean en mi mente dos preocupaciones que son las que me animan hoy a escribir este artículo. La primera es cómo lograr que todo el que quiera ayudar pueda hacerlo y se sienta conforme con el destino de su contribución. Me explico: no es lo mismo donar directamente al beneficiario, como lo hicieron mis vecinos en el parque, que donar a un intermediario, la voluntad puede desgastarse cuando no se ven los beneficios o cuando se cuestiona el manejo de las donaciones. Este último, creo, es uno de los principales retos a los que se enfrentarán particularmente el Gobierno Nacional y los gobiernos locales durante las próximas semanas, cuando los donantes comiencen a exigir algún tipo de rendición de cuentas.

Mi segunda preocupación está en cómo llevar las ayudas a todos los lugares donde se necesitan y por el tiempo en el que se necesiten. Por un lado, es muy probable que esta situación no se resuelva en cuestión de semanas y que cuando se resuelva, su rezago y consecuencias las sintamos por meses. Por otro lado, es posible que todas las personas que necesiten apoyo no se encuentren registradas o identificadas aún, como también es posible que las ayudas estén concentradas en unas zonas del país y de las ciudades, descuidando áreas rurales que también necesitan atención.

Frente a estas preocupaciones creo que la tecnología puede ser de gran utilidad. Soñando en grande, podría pensarse en diseñar una aplicación para dispositivos móviles que centralice las ofertas, las demandas y los resultados. Esta aplicación podría permitir, en primer lugar, a las fundaciones y organizaciones privadas y a las entidades del Estado registrar la información de cómo se pueden hacer donaciones y para qué fin específico (grupo de población, zona, etc.), y proveer el mecanismo para hacerlo. A las empresas, organizaciones y personas que quieren donar les ayudaría a encontrar el intermediario que se acomode mejor a sus intereses o que les dé más confianza. También podría contar con, por ejemplo, unos mapas que permitan a los encargados (públicos y privados) de entregar las ayudas marcar los lugares que ya fueron atendidos, a los donantes hacerle seguimiento a sus donaciones y a todos registrar lugares donde la ayuda no ha llegado y se necesita.

Confío en que el ingenio será más que suficiente para desarrollar esta aplicación y que las entidades y los particulares tendrán la disciplina para hacer un uso responsable de la misma. No nos puede pasar que nos dejemos morir de hambre entre nosotros, tampoco que el hambre y las necesidades profundicen las dificultades y consecuencias de la crisis que hoy vivimos. Arrancamos bien y rápido siendo solidarios, hagámoslo ahora con miras a ser más eficaces. Si alguien se anima a sacar adelante esta idea, lo invito a que trabajemos juntos para que nadie tenga hambre mientras encontramos la salida.

*Columnista invitada. 

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