Contagiados de empatía

Contagiados de empatía

Por: Susana Cifuentes Gallo

Es claro que la actual pandemia del COVID-19 se ha ganado toda la atención de los colombianos al punto de estar presente al inicio de cada reunión laboral, almuerzo familiar, grupo de WhatsApp, chiste, meme, noticia o decisión política. Y es que no es para menos, esta pandemia ha causado fuertes estragos en el mundo y sí que nos ha cambiado la vida: nos ha llenado de empatía.

Esta coyuntura le ha traído efectos positivos, por encima de los negativos al país, pues por fin nos dimos cuenta de lo mucho que podemos lograr estando unidos como sociedad. Juntos hemos sentido la necesidad de salvar vidas, dándoles único valor, pues cada una importa de manera independiente. Así es como juntos nos hemos convertido en los mejores veedores, voceros y críticos constructivos del país en tiempos de cuarentena. Esta situación nos ha llenado de fuerzas, ideas y argumentos para aplaudir lo que se está haciendo bien, pero también para rechazar contundentemente fenómenos actuales que ya no pueden avanzar más tales como violencia, odio, intimidación, censura a la libertad de expresión, homicidios e indiferencia.

La sociedad colombiana viene ganando empatía con la situación actual de los líderes y lideresas sociales impulsando sentimientos de apoyo a su trabajo, en torno a los derechos humanos y al mejoramiento de las condiciones socioeconómicas de grupos poblaciones vulnerables.

Ganamos al entender la cruda realidad de tener una amenaza constante que pueda acabarnos la vida en cuestión de segundos. Entendimos que las fronteras son invisibles sin importar si somos de la capital, de Cauca, de Magdalena, de Nariño o de Antioquia. De repente vimos que no es justo morir a temprana edad ni perder a un ser amado de un día para el otro. Gracias a esta coyuntura nos pusimos en los zapatos de las tantas familias de defensores y defensoras de derechos humanos que han perdido a sus seres queridos. Sentimos lo que es tener pánico colectivo y lo que representa trabajar en un entorno inseguro, sin condiciones propicias para permanecer en vida.

Reconocimos que no es normal que 555 líderes y lideresas sociales hayan sido asesinados entre 2016 y 2019 en el país, según datos de la Defensoría del Pueblo. Comprobamos que en Colombia sí tenemos la capacidad de recolectar y analizar datos cada día y que si queremos la información puede ser bastante precisa. Por ello, el análisis que presenta Dejusticia sobre los homicidios de líderes sociales es acertado ya que “se ha utilizado la falta de unanimidad entre los datos de cada uno de diversos actores para debilitar el diagnóstico de la problemática. Muchas veces el debate público se desvía hacia lo precisa o imprecisa que es la información […] en vez de concentrarse en las políticas y acciones necesarias para frenar estos homicidios”1.

Caímos en cuenta de la importancia de actores, movimientos y organizaciones como “Defendamos la Paz”, “Verdad Abierta”, “el Programa Somos Defensores”, “la Federación Internacional por los Derechos Humanos (FIDH)”, “DeJusticia”, “Amnistía Internacional”, “Colombia2020 del Espectador”, el “Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (CAJAR)”, “Front Line Defenders”, la “Comisión Colombiana de Juristas (CCJ)”, “La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) y el “Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CPDH)” – entre muchos otros – que alzan la voz, nos informan y nos alertan.

Aprendimos que todas las denuncias desde las regiones no han sido en vano, pues realmente se han tratado de asuntos de vida o muerte. Entendimos que los actores humanitarios en el territorio colombiano son aliados en la mitigación de la pandemia y en la lucha contra los asesinatos de defensores y defensoras de derechos humanos y excombatientes. Rechazamos como sociedad las acciones violentas de grupos armados que ni siquiera han querido parar en épocas de pandemia.

Lamentamos el hecho de que estar en casa no garantiza la vida pues varias amenazas y muertes han ocurrido en pleno cumplimiento de cuarentena. Así es, según el comunicado del 29 de abril del 2020 “luego de las cinco semanas de emergencia sanitaria, la Defensoría logró documentar al menos 40 ataques contra las comunidades de todo el país, con las que se pretendió intimidar y generar pánico»2.

Finalmente, congeniamos en que el desafío más grande que tenemos actualmente como sociedad es el de mantenernos vivos. Garantizándonos las mismas oportunidades de seguridad y de vida es que logramos realmente cerrar brechas en el país. Si creemos, actuamos y luchamos unidos, no hay nada que nos detenga.

Al fin y al cabo, ya todos nos contagiamos de empatía.

*Miembro de la Dirección de Construcción de Paz

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Mercados e implementos médicos: oportunidad para desarrollar las empresas colombiana

Por: Alfredo Herrera

En estos tiempos donde el presupuesto del Estado se está destinando en proporciones significativas a la compra de alimentos e implementos médicos, se hace urgente recordar la función social que cumple la contratación estatal en el desarrollo del tejido productivo del país, pues son contratos de grandes sumas que le permiten sostenerse y hacer inversiones.

Ante la recesión económica que cada vez se perfila más, es necesario apostarle al máximo a que el dinero que gasta el Estado sea utilizado por las empresas nacionales para crear empleos y realizar inversiones para competir nacional e internacionalmente luego de cesada esta horrible noche.

Para esto será necesario hacer los complementos necesarios al Decreto 440 de 2020, por el cual se indica que las contrataciones se harán por la modalidad de contratación directa, es decir, sin mediar concurso, para estipular que se prefieran empresas que provean productos colombianos, o con cierto porcentaje de valor añadido en Colombia, y que se garantice -y se supervise- la contratación de una cantidad determinada de personal adicional e inversiones a mediano y largo plazo que creen valor, tanto para quien distribuye como quien produce, para que se vuelvan más competitivas.

Será necesario ser creativos en el diseño de esta política, incluyendo la posibilidad de sumar las capacidades de varias mipymes para una sola contratación, pero en todo caso no se deberá perder el norte de que más que un gasto, es una inversión.

Podrá esto costar un excedente, porque les costará mas a las empresas sustituir importaciones (hacer el abono en Colombia sale más caro que importarlo, por ejemplo), contratar personal y realizar inversiones; pero esos excedentes se podrán cruzar con el ahorro en subsidios a las nuevas personas que serían contratadas y a la empresa para su sostenimiento, además de la riqueza que cree la empresa para el país en el periodo postpandemia por las inversiones que se permitió Será también importante a la hora de negociar ese excedente tener en cuenta lo que de costumbre pasa que el Estado paga el costo unitario de los artículos, pero el contratista tiene un beneficio extra por comprarlos al por mayor.

Gran ejemplo se dio con la convocatoria para diseñar mascaras para el sector medico realizado por el Gobierno, la ANDI y el PNUD, en la que fueron seleccionadas solo empresas colombianas. Pero lo esfuerzos deben seguir para todos los demás gastos que se están haciendo, y también a nivel local.

Es ahora o nunca para que el Estado haga esta apuesta por las empresas colombianas. Si no es posible en algunos casos a nivel nacional, que se considere negociarlo a nivel Suramérica. Los grandes gastos que se están por hacer y la necesidad económica que se nos avecina lo ameritan.

Así lo han entendido todos los países desarrollados en su paso a tal categoría, sin excepción alguna, desde que Friedrich List aconsejó a Alemania a principios del siglo XIX basado en la experiencia de Inglaterra y Estados Unidos, que, sin apoyar decididamente con su presupuesto al desarrollo de las empresas nacionales y sin cerciorarse que sea bien invertido por las empresas para hacerse más competitivas, no habrá como competir en el mercado internacional, por ende, de crear prosperidad para sus naciones.

Bueno sería que igual nos quede la lección para siempre.

*Miembro Dirección Participación para la Gobernabilidad

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Tiempos de sol y dar y dad

Por Carlos Orlas

El Covid-19 nos puso a pensar al borde del colapso: civilizatorio, económico, estatal. Y, además, quedó en evidencia la fragilidad biológica de los humanos en un contexto de cambio climático. Ante la vulnerabilidad se nos impone el alejamiento social, que según los expertos implica «reducir el contacto fuera del hogar, en la escuela o en el lugar de trabajo en un 75 %». El neoliberalismo y su lógica del sálvese quien pueda ya nos había impuesto un alejamiento social dado por las fronteras económicas y de movilidad social con que cuenta el mundo. Ahora todo se agudiza y la pandemia del hambre adquiere visos más alarmantes.

Dar es dar

En tiempos difíciles se despliegan dos fuerzas en pugna a través de la historia: la creatividad y la destrucción. O en otros términos: la ayuda mutua y el egoísmo. Esta dicotomía nos pone a tomar postura y la tomamos al servicio del pueblo. Es preciso retomar el sentido de la política en el arte de servir y en momentos como este desplegar nuestra solidaridad sin ruidos, tratando de movilizar esfuerzos y recursos para los que más lo necesitan.

El grito de la madre tierra de que nos hablan los indígenas Nasa, se acompaña con el clamor de los trabajadores informales, los desempleados, los del rebusque y el diario vivir. Los que al decir del poeta Jattin “le arrebatan a la vida un pan amargo y disputado como estos versos míos que le robo a la muerte”. De esos pasajeros sin memoria está hecho el pueblo que en este momento, además de padecer la precariedad económica, padece el confinamiento obligatorio y el sordo llamado de “quédate en casa” de los millones de acomodados (¡…!).

Las cadenas de whatsapp deberían trasladarse a ser cadenas de acción solidaria por el más necesitado, sin publicidad, en silencio, con decencia. Es que ayudar es un acto simple, un deber orgánico, ni siquiera se debe esperar las gracias. No es caridad sino solidaridad lo que se necesita, y la solidaridad también es un acto estético porque es bello no ser, no estar, no aparecer. Y, sobre todo, hacer sentir al otro como un igual, no como un desafortunado merecedor de la misericordia. Cultura pordiosera la que cargamos y de la que nos tenemos que sacudir como de un lastre, mecanismo fácil para lavar la conciencia con limosnitas.

La dicotomía

Ante la propagación, entre otras, de la estupidez masiva, “estupidez pura y dura propagándose a través de nuestros cuerpos” como dijo Juan Cárdenas en El País, queda planteada una dicotomía que nos pone a elegir entre dos actitudes posibles ante el absurdo de estar aquí: “aquella donde podemos prolongar nuestra experiencia de seres mortales o aquella donde ya no somos viables y la vida en el planeta debe continuar

sin nosotros; aquella donde aceptamos que somos animales solidarios, partes minúsculas de una red global de especies, donde nuestros limitados recursos intelectuales y materiales están al servicio de esa solidaridad, o aquella donde estamos solos, en la supuesta cúspide de la naturaleza, enfrascados en la ingrata labor de extinguirnos a nosotros mismos”

(https://elpais.com/sociedad/2020-03-20/estupidez.html).

*Miembro Dirección Construcción de Paz.

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¡Tengamos más juntas en camisa y sandalias!

Por: Mario Rueda

Durante esta semana, la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en ingles), publicó su tan ansiado Análisis Energético Global para el 2020. Dicho organismo, definió la vigente crisis de salud (COVID-19), como el mayor impacto en los últimos 70 años al sistema energético mundial. Una de sus principales proyecciones, sino la más importante, es que el mundo por fin obtendrá un respiro de aire. IEA estima que las emisiones globales de CO2 –principal gas que ocasiona el calentamiento de la atmosfera por el efecto invernadero- se reducirán en un 8% para el 2020. Para poner en contexto, esto significa una reducción dos veces más grande que la suma de TODAS las reducciones desde la segunda guerra mundial, la organización mencionó.

¿Pero qué significa esto para el mundo energético? La presente pandemia ha arrasado con la demanda de energía en todo el mundo. Por ejemplo, los precios de los futuros del petróleo en Estados Unidos, han entrado en territorio negativo, esto quiere decir que especuladores y operadores financieros han tenido que pagar varios cientos de dólares para que alguien les reciba sus barriles de petróleo -gran momento para tener una alberca en Cushing, Oklahoma. Pero vayamos por partes, esta situación se dio principalmente por los confinamientos que varios países han impuesto a sus ciudadanos y, por ende, el limitado uso de los medios de transportación que usan la gasolina como alimento para su combustión, esto más la suma de una guerra comercial entre super dos potencias (Arabia Saudita vs. Rusia) por una mayor cuota de mercado, así como la falta de espacios de almacenaje de petróleo han generado lo que podríamos llamar una tormenta perfecta.

Pero no solo el mundo del petróleo ha sido impactado por la vigente crisis de salud y económica, también el uso de la electricidad ha sido sustancialmente alterado. Recordemos que hay 3 principales tipos de consumidores de electricidad; la industria, los comercios y las oficinas y nosotros, los consumidores que actualmente tenemos que tomar videoconferencias en nuestras casas- sí, te estoy hablando a ti que lees esto con camisa y sandalias. Si tomamos en cuenta que las principales medidas de aislamiento fueron el tener que dejar de ir a oficinas y a empresas, es lógico que la electricidad viera un shock en su demanda. De acuerdo con datos de 30 países recabados por la IEA, el uso de la electricidad disminuyó en al menos un 20% en países con encierro totales- pareciera que estamos viviendo en un domingo interminable.

También, el uso del carbón está sufriendo estragos, de acuerdo con información del mismo reporte, durante el primer cuarto del 2020, se produjó una reducción del 8%, en comparación con el mismo periodo en el 2019. Esto se debió principalmente, a que países del lejano oriente -China y otros- dejaron de operar sus economías tan dependientes al carbón, al ser de los principales afectados por la pandemia. Dicho contexto, aunado a precios del gas natural en declive y un mayor uso de energías renovables, han hecho que por fin nos estemos despidiendo de tan contaminante elemento.

¡Pero esperen! pausemos un momento y reflexionemos que significa todo este arrojo de números e información. Primero, me gustaría retomar el tema principal de esta opinión. Este año, tendremos una de las mayores disminuciones de gases de invernadero en la historia, eso es de reconocerse, lamentablemente tenemos que ser auto críticos e identificar que sólo una tragedia mundial en donde millones de personas han sufrido incontables pérdidas, ha sido la causante de poder lograr disminuciones que nos acerquen, al menos este año, a la meta de los Acuerdos de Paris.

Segundo, que, derivado de esta coyuntura, las energías renovables han sido la única fuente de energía que incrementó su demanda gracias a una mayor capacidad instalada y a su ventaja de ser despachada antes que otras energías – recordemos que las energías renovables como solar y eólica cuentan con bajos costos operativos. Esto, sumado a que las tecnologías verdes se están convirtiendo en la opción más económica para la realización de nuevos proyectos energéticos como los realizados en Brasil y Chile, nos demuestra que el futuro puede ser alentador. Por último, debemos reconocer que lamentablemente solo una crisis de magnitud global ha logrado reducir considerablemente las emisiones de CO2, por lo que los invito a hacer conciencia y entender que está en nosotros cambiar el rumbo de la historia, no en nuestros políticos y líderes sociales. Usemos menos el auto, trabajemos más de forma remota y por favor, ¡tengamos más juntas en camisa y sandalias!

*Columnista invitado Dirección Geopolítica del Sector Energético.

Mario Rueda – Mexicano deseoso de cambiar el mundo. Maestrante en Asuntos Globales con especialización en Energía y Medio Ambiente por Universidad de Nueva York

 

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¿Cuáles son las implicaciones del ingreso de Colombia a la OECD?

Por: Sebastián Trujillo
Director Asuntos OECD y Economía Internacional

La semana pasada Colombia se convirtió en el 37o miembro de la OECD. Sebastián Trujillo, director de Asuntos OCDE y Economía Internacional explica en esta videocolumna qué implicaciones tendrá esto para el país.

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El dilema de los comerciantes.

Por: Cristhian Ladino

El barrio Restrepo, en Bogotá, es uno de los más importantes de la localidad numero 15 de Antonio Nariño y uno de los puntos comerciales más movidos de la ciudad. En él confluyen su famosa plaza de mercado (que data de 1969 durante la alcaldía de Virgilio Barco Vargas), una amplia zona bancaria con varias entidades financieras, comercio de diversos tipos como el almacén Only – que tiene tanta acogida en el sector que tiene dos puntos de venta – otras grandes y pequeñas empresas de confecciones, bares, servicios de todo tipo y como no, una zona en la que se encuentra establecido el sector más emblemático en su actividad comercial: la fabricación y venta de calzado.

Circular por esta zona en un día normal supone encontrarse con un comercio activo y dinámico, ventas formales e informales; sin embargo, en esta cuarentena sus calles son otra: locales cerrados, mercancía guardada, pocos visitantes y la promesa de futura normalidad ligada a lo incierto.

El sector del calzado en el Restrepo es la mejor representación de la integración de la mayoría de los eslabones de una cadena de producción, ya que allí se encuentran desde la venta de materias primas hasta la comercialización de productos terminados. Es decir, son muchas familias que en este momento se encuentran sin trabajar por la situación tan compleja que vivimos.

Don Gildardo, por ejemplo, tiene una fábrica de calzado en el famoso sector de la Valvanera: Ha dedicado toda su vida a un oficio transgeneracional con el cual ha sacado adelante a su familia como hicieron con él sus padres. Pero dado al confinamiento obligatorio, en la actualidad vive de los ahorros que tenía para invertir en material; Don Gildardo me cuenta que es una situación compleja ya que no sabe cuánto más aguantará sosteniendo los gastos del hogar y del negocio, puesto que aunque no funcione como antes, éste sigue “pidiendo” el pago de unos gastos fijos que se causan cada mes. Debe pagar el arriendo, las cuentas a sus proveedores y los salarios de sus empleados que más que eso son parte de su familia, pues la mayoría, lo han acompañado desde que inició como emprendedor en este sector. Cuenta que ya trató de buscar un crédito con varias entidades financieras, pero no ha encontrado aquella que le apruebe ese salvavidas para no tener que dejar de pagar sus deudas ya adquiridas.

Para este momento su situación es incierta, ya que a raíz de la medida del gobierno nacional que permitirá que las empresas manufactureras vuelvan a trabajar, para él y muchos pequeños y medianos empresarios se plantean dos escenarios: El primero como harán para comprar las materias primas, algunas de ellas importadas y poder volver a fabricar calzado si no tiene un apalancamiento financiero de ningún tipo; segundo ¿existirá realmente la demanda del producto, tanto de los clientes grandes como pequeños con quienes comerciaba, como para lograr una reactivación económica a corto plazo?

De acuerdo con Acopi (Asociación Colombiana de Micro, Pequeños y Medianos Empresarios) desde el cese de actividades (17 de marzo) por cuenta del coronavirus, las empresas han gastado $15,7 billones en nómina; sin embargo, dado que la caída ventas e ingresos supera el 76 %, advierten no poder continuar con el sostenimiento de sus trabajadores*. Y tal parece que la crisis para estas empresas seguirá por mucho tiempo, ya que las medidas que hasta ahora las cobijan no han sido suficientes y no han llegado a todos los sectores.

Es necesario que se planteen escenarios que vayan más allá de ofrecer créditos convencionales, que se facilite su desembolso y que involucren todas las variables que afectan a estos renglones de la economía

*Miembro Dirección Gestión de Territorios

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