Nuestras Masculinidades

Nuestras Masculinidades

Por: Jorge Luis Gil

Muchos aspectos de nuestras vidas se dan por sentados desde que nacemos. En el caso de los hombres, por ejemplo, se asume que debemos procesar nuestras emociones de forma discreta y privada, en otras palabras, minimizarlas. O que debemos asumir ciertos roles en la sociedad como protectores o defensores. Al no analizar crítica e introspectivamente esta situación, aceptamos construir un camino seguro pero ciego sobre el cual echamos a andar nuestras relaciones personales.

Pensar nuestra masculinidad es tocar las fibras más sensibles de nuestro ser social, pues solo con realizar este ejercicio mental ponemos en tela de juicio las estructuras “sólidas y fuertes” que nos brindan los privilegios que ganamos por el simple hecho de ser hombres. Es decir, al preguntarnos qué significa ser hombres ponemos en duda nuestra masculinidad.

El ejercicio crítico, entonces, se convierte en un acto arriesgado en el que nos veremos enfrentados a nuestro propio reflejo, empezando por la pregunta más simple pero también más compleja: ¿Qué es ser un hombre? Al intentar dar respuesta a este cuestionamiento, los prejuicios sobre la masculinidad empiezan a moldear unas características físicas y comportamentales que se asignan al deber ser de un hombre, tales como: un hombre tiene pene, tiene que ser fuerte, tiene que limitar al máximo la emotividad, tiene que ser valiente, tiene que ser heterosexual, tiene que ser el proveedor del hogar y, sobre todo tiene, que ser poderoso, en cualquier ámbito del contexto social. Estas características, en parte, es lo que se conoce como masculinidad hegemónica.

¿Qué pasa si un hombre no cumple con estás condiciones? ¿Deja de ser hombre?  ¿Se convierten en un mal hombre? La respuesta, por supuesto, es no, porque ser hombre es mucho más complejo que una lista de atributos físicos y de comportamiento. Ser hombre es una identidad, que si bien se construye subjetivamente, está ligada a la cultura, la política y la geografía de una sociedad en un tiempo específico. Así que para entender nuestras masculinidades y por ende nuestras hombrías debemos analizar el cómo aprendimos a ser hombres y en qué contexto.

Si bien la masculinidad hegemónica está presente en todos los aspectos de la vida social, hay atributos de la misma que son más evidentes en ciertos contextos sociales, por ejemplo, la figura de proveedor del hogar es mucho más importante y realizable en los sectores rurales que en los sectores urbanos. Si empezamos a reconocer los distintos contextos en los que vivimos, descubrimos que es imposible cumplir con las expectativas de la masculinidad hegemónica: no todos los hombres tienen pene, no todos los hombres son proveedores del hogar, no todos los hombres son heterosexuales y no todos los hombres ejercen poder para dominar a las mujeres.

Pensar nuestra masculinidad no solo tiene que reconocer la diversidad entre nosotros, sino que tiene que romper el molde hegemónico y echar abajo el común denominador machista que nos impide construir una sociedad con justicia social. Por más difícil que sea, el análisis crítico nos servirá como una herramienta para cuestionar la manera en que construimos y aprendemos nuestras masculinidades, así como para reconocer qué tipo de hombre somos y si nuestra masculinidad es tóxica o por el contrario contribuye a la construcción de una sociedad equitativa e igualitaria.

*Miembro Dirección de Género y Equidad

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La nueva estrategia de erradicación de cultivos ilícitos: una amenaza a la implementación de los Acuerdos de Paz

Por: Luis Felipe Ayala

Frente al debate que no parece terminar en cuanto a la forma como se debe abordar el tema de erradicación de cultivos ilícitos, principalmente en los territorios más afectados por el conflicto, el Gobierno Nacional insiste en el uso de la erradicación forzada como complemento al Programa Nacional Integral de Sustitución de cultivos ilícitos (PNIS) y presiona por retomar las aspersiones con glifosato. En contra parte, los campesinos han manifestado reiteradamente su descontento con la implementación del PNIS, el uso de la erradicación forzada y además, su preocupación ante la intención del Gobierno Nacional de volver a utilizar las aspersiones con herbicida, lo cual va en contravía de las sentencias de la Corte Constitucional en cuanto a este tema. Se convierte entonces en un tema preocupante, más aún cuando en plena crisis por la pandemia del COVID 19, se sigue realizando la implementación de PNIS con un fuerte componente en erradicación forzada, arrebatándole el sustento a muchos campesinos a quienes aún no se les cumple lo pactado.

El Gobierno Nacional ha manifestado su compromiso en el cumplimiento del Punto 4 del Acuerdo de Paz, principalmente con la implementación del PNIS, en el cual se busca ofrecer oportunidades de desarrollo socioeconómico alternativo a través de la erradicación voluntaria; también ha incentivado proyectos de otros productos a través de la presencia institucional del Estado mediante un mecanismo de construcción conjunta y participativa; sin embargo, en los territorios se han evidenciado confrontaciones entre las comunidades campesinas y la fuerza pública que lleva a cabo trabajos de erradicación forzada. Esto en gran parte debido a la falta de armonización entre los programas de erradicación forzada y de sustitución voluntaria. Parece que la estrategia del uso de ambas como complemento, con el objetivo de tener una mayor cantidad de áreas erradicadas, termina siendo contraproducente, especialmente frente al hecho de que se ha realizado erradicación forzada en zonas donde previamente se había acordado la erradicación manual. 

Un componente fundamental en el PNIS es la construcción comunitaria, participativa y concertada para la transformación integral del desarrollo. Sin embargo, es evidente la poca participación que están teniendo las comunidades y los campesinos en el momento que llega la fuerza pública, muchas veces con el ESMAD, a realizar los programas de erradicación forzada en sus territorios por ordenes ejecutivas. Si bien la participación directa de las comunidades afectadas por el conflicto es un principio defendido transversalmente en todo el Acuerdo de Paz, a este acontecimiento de baja participación se le suman varios casos de familias expulsadas del PNIS, 2.097 familias en estado de suspensión y, 2.806 familias que aún no han sido atendidas. Estas familias se encuentran en condiciones altamente vulnerables al ser este el único medio de sustento que tenían, además de por supuesto, presentar una vulneración de sus derechos fundamentales. Adicionalmente, los pocos espacios de interlocución directa entre comunidades y Gobierno Nacional agravan la situación, debido a que estos fueron llenados por varias organizaciones y Juntas de Acción Comunal, que además han tenido varios problemas de transparencia.

Uno de los lugares en los que se han registrado enfrentamientos entre la fuerza pública y los campesinos es la zona del Guayabero ubicado entre el Meta y Caquetá. Varios medios han registrado como estas disputas han generado varios heridos y parecen estar lejos de mostrar voluntad de diálogo con los campesinos que se oponen a los programas de erradicación forzada en la zona. Las Fuerzas Militares señalan, a través de un comunicado de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega, que la población puede estar siendo obligada por las disidencias de las FARC a oponerse a las labores de erradicación en la zona. Dicho comunicado muestra un desconocimiento o un desinterés para entender la situación en la que viven muchos campesinos en el país. La resiembra de coca se esta presentando, entre otros factores, porque esta sigue representando para muchas familias campesinas el principal medio de subsistencia. 

Por otro lado, la insistencia del Gobierno Nacional en retomar las aspersiones de glifosato como estrategia complementaria en la erradicación de cultivos ilícitos, pareciera ser no más que un capricho por revivir las épocas del Plan Colombia que inició con el ex presidente Pastrana y se intensificó durante los dos periodos del ex presidente Uribe. No obstante, es importante recordar que estas protecciones van en contra de la jurisprudencia constituida por la Corte Constitucional mediante fallos de tutela a favor de comunidades étnicas y campesinas afectadas directamente por el uso de aspersiones con glifosato. Al ser concebido como un producto tóxico que afecta directamente a los cultivos lícitos, de pancoger, a la salud, al medio ambiente y en general, al entorno de las comunidades, se debe realizar de manera obligatoria una consulta previa con las comunidades étnicas. 

Tal como se ha expuesto anteriormente, la estrategia que ha venido implementando el Gobierno Nacional en la lucha contra los cultivos ilícitos va en posición contraria a lo pactado en el Acuerdo de Paz, específicamente con el PNIS del Punto 4 del Acuerdo. Como bien se sabe, el gobierno se ha ufanado al mostrar como resultado un cumplimiento del 95% de la erradicación voluntaria según el ultimo informe de la UNODC, pero esta estadística no se compadece con la situación de inconformidad que están viviendo los campesinos. El PNIS además de ser un programa que tiene como objetivo erradicar cultivos ilícitos, también pretende brindarles la oportunidad a familias campesinas de pasar a la legalidad con productos lícitos mediante un enfoque alternativo y no punitivo o de criminalización a los cultivadores. A pesar de esto, la persistencia en usar la erradicación y presionar para reutilizar las aspersiones con glifosato muestra el nuevo enfoque que el gobierno actual le ha dado a la estrategia de erradicación de cultivos ilícitos, completamente opuesta al enfoque de participación directa y de salud publica que se establece en los Acuerdos de Paz.

De esta forma, cabe considerar que los problemas que se han venido presentando con la implementación del PNIS por parte del gobierno no pueden ser ocultados o disimulados con cifras que muestren las áreas erradicadas o sumas de dinero entregado a familias campesinas. La sustitución voluntaria establecida en los Acuerdos de Paz requiere de un mensaje político de respaldo por parte del gobierno nacional, donde se privilegien enfoques alternativos y de salud pública y no un enfoque punitivo o criminal. ¿Por qué la insistencia en perseguir al campesinado, el cual representa el último eslabón en el negocio del narcotráfico? ¿Es realmente efectivo atacar el cultivo de coca con una demanda internacional constante del estupefaciente? 

Es necesario que se reconozca al campesinado como población vulnerable bajo dinámicas de economías ilegales y no como un actor criminal. Mientras no se entienda que el PNIS y en general todo el Acuerdo de Paz requiere presencia estatal en los territorios asistiendo con más bienes y servicios públicos, junto con gobernanza comunitaria, la implementación de los Acuerdos de Paz seguirá en amenaza.

Por último, es importante aclarar que al mencionar la necesidad de ejercer presencia estatal, no se hace referencia a llevar fuerza pública para hacer cumplir los programas de erradicación forzada, sino llevar a estas regiones afectadas por el conflicto mejores condiciones de vida dentro del marco de la legalidad. De esta forma se logra disminuir la probabilidad de resiembra ilícita y reconstruir las comunidades con posibilidades reales de vida digna rural. 

*Miembro Dirección de Construcción de Paz

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Transformación organizacional, retos e impactos después del COVID

Por: Diego Tovar 

Hace menos de un año, soñábamos con acelerar la transformación organizacional y digital en América Latina, y la asociaba en mis presentaciones públicas a la última alocución de Barack Obama como presidente de los Estados Unidos, que llamó como el mayor desafío para la democracia a la desigualdad creada por la globalización. Así, introducía a la audiencia, a nuestros principales retos como sociedad; el reto ético, pasar de la ética representativa en la que nos pasamos la vida victimizándonos en quienes nos representan, a la ética participativa en la que asumimos incondicionalmente la responsabilidad de entender que, la transformación comienza por nosotros mismos, y el reto educativo, en el que sostengo que la cuarta revolución industrial y la transformación empresarial digital como respuesta, constituyen la última oportunidad que tenemos como sociedad, de superar nuestro principal problema: La inequidad.

En una nueva economía, la economía de la abundancia, la posesión de activos perdió todo el sentido y la norma se convirtió en compartir recursos, siendo el más importante la información y en esta economía, tener un propósito de transformación masiva, como el nuestro de cerrar la brecha de equidad en Colombia, se volvió clave para la atracción y retención del talento, aunado a la transformación digital como la respuesta de las empresas a esta revolución digital. Transformación a través de tecnologías digitales para mejorar la experiencia del cliente, los procesos operacionales y los modelos de negocio, siendo estos el QUE de la transformación, pero más importante es el COMO, que tiene que ver con el método para desarrollar capacidades de liderazgo para lo digital. Entonces, entendiendo el comportamiento de nuestros clientes, debemos retar los modelos de negocios y crear nuevos, basados en productos y servicios digitales, pero también debemos transformar nuestras organizaciones y nuestra cultura y no solamente introducir plataformas tecnológicas avanzadas. Necesitamos habilitar la colaboración basada en la innovación y permitirnos soñar, definir e implementar un nuevo propósito organizacional en el que podamos aterrizar la estrategia a partir de la innovación, el diseño y la experimentación, y transformar nuestros negocios creando soluciones relevantes, escalables y costo efectivas.

Emerge entonces el concepto del Keidanren de Japón, la Sociedad 5,0, el de la humanización de la revolución digital que pretende crear una sociedad superinteligente y lo que hemos denominado, los humanos aumentados o Augmented Humans.

Quisiera entonces mirar desde una perspectiva optimista los retos que la pandemia nos ha traído en materia de transformación empresarial.

Iniciemos con la forma en que trabajamos. Como lo mencionó tiempo atrás la brillante y carismática emprendedora, Silvina Moschini, “el trabajo es algo que se hace, no un lugar donde se va”. ¿Y qué podemos decir ahora que todos intentamos trabajar desde nuestras casas en medio de las medidas de confinamiento? Mi primera apuesta es potenciar el talento humano. #BoostTalent. Las empresas deben lograr respuestas rápidas, estratégicas y claras, anticipándose a escenarios inciertos, pues podrán venir rebrotes del Covid-19 y debemos adoptar medidas que mantengan las operaciones, el empleo y que nos permitan salir fortalecidos de la crisis. Los impactos vendrán a nivel empresarial en la experiencia de los empleados, en las cadenas de valor y producto de la globalización que dificulta la reacción apropiada.

 Los retos entonces están relacionados con el alistamiento de la fuerza de trabajo, el alistamiento del liderazgo y el llegar a crear una operación más inteligente con acciones como el re – aprendizaje de habilidades.

Seguramente, la operación remota que muchas empresas desplegaron aceleradamente será parte de la nueva normalidad, pero es imperativo asegurar que se mantenga o mejore la productividad que se tenía antes de la pandemia.

Para hacer un diagnóstico de esta situación, en everis desarrollamos una herramienta que denominamos Pulso, que permite evaluar los habilitadores que la compañía tiene y el nivel de aceptación de los empleados frente al teletrabajo para tomar las medidas y líneas de mitigación apropiadas para asegurar la efectividad. En seguida, se debe preparar la empresa para el regreso a la nueva normalidad, tras el confinamiento y la clave estará en la adopción de una cultura de trabajo digital inteligente.  Más allá de las recomendaciones del gobierno para la apertura inteligente de la economía, creo que es relevante centrarse en la experiencia del empleado, pues debemos recordar que trabajamos con seres humanos y preguntarnos por sus preocupaciones puede marcar la diferencia. Nuestros colaboradores como cualquier persona tienen miedos, ansiedad e incertidumbre, por lo que resulta imprescindible vislumbrar el employee journey para la vuelta a la normalidad, asegurando en nuestro equipo la confianza, seguridad y compromiso.

En nuestro propio caso, creamos la Oficina de experiencia del Covid-19 e identificamos nueve ejes de reflexión alrededor de la comunicación, la sensibilización y la formación de los empleados, para tomar ventaja cuando estemos en esta nueva normalidad. La oficina de experiencia trabaja entonces en movilidad, prevención, organización, salud y bienestar, conciliación, retribución, temas administrativos, ética y liderazgo, para tener una visión 360 y salir fortalecidos tras la crisis. En últimas y tal como lo pronunció un colega en everis, “en los momentos de verdad, los hechos son los que marcan la diferencia, pero los sentimientos vividos durante el proceso dejan huella para toda la vida”.

En términos de transformación organizacional, debemos iniciar también con nuevos paradigmas, como la transformación digital de la fuerza de trabajo y la incorporación de nubes de talento. Teletrabajar no solo es hacer las actividades laborales desde la casa, con las herramientas proporcionadas por la empresa. Los empleados deben tener la habilidad de comunicarse, colaborar, planear, gestionar equipos y lograr los resultados de forma remota. Para ello, evidentemente debemos trabajar en la transformación cultural, así como en la colaboración, comunicación, networking, más allá de asegurar el control de los dispositivos y plataformas adecuadas para el teletrabajo y finalmente implementando mecanismos de gobierno y de seguridad que mitiguen los riesgos asociados.

En nuestro “nuevo normal” se impondrán formas de trabajo flexibles, organizadas por proyectos, a destajo, desde cualquier lugar geográfico y por esto surge el concepto de Cloudworking y las nubes de talento. Bienvenidos a la nueva normalidad, la normalidad del internet del valor.

 

*Miembro Dirección de Empresa, Industria y Competitividad

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La brecha digital en Colombia como una oportunidad

Por: Carlos Avilan

 

El internet es la respuesta a muchos retos que se presentan en las escuelas y las universidades que llevan a cabo cursos en línea. Representa la solución para quienes trabajan desde la casa e incluso para el personal de atención médica. Entonces, ¿qué pasa con los millones de personas en Colombia y en el mundo que no tienen acceso a una conexión de internet?

La COVID-19 ha expuesto muchas desigualdades, una de las más marcadas y sorprendentes es la brecha digital. En las noticias vemos diferentes casos; por ejemplo, en el Chocó algunas zonas no tienen conectividad y comparten un computador entre todos los estudiantes.

No obstante, esta desigualdad es global y es tan evidente que asimismo en los países desarrollados el acceso a internet suele ser más bajo de lo que parece. Por ejemplo, en Australia aproximadamente el 13 % de la población no tiene acceso a internet. En Estados Unidos más del 6 % de la población, 21 millones de personas aproximadamente, no tiene conexión de alta velocidad. En indudable que no todas las personas se pueden conectar a la Web ni se protege el derecho de tener internet como servicio esencial.

En algunos casos, el costo para acceder a internet supera lo absurdo. Por ejemplo, en África subsahariana un gigabyte de datos, suficiente para desarrollar una actividad online en un día, cuesta casi un 40 % del salario mensual promedio. Y no solo es un problema de las naciones en desarrollo, en Australia aproximadamente un tercio de los hogares de menos recursos no tienen conexión a internet. Ahora bien, en Colombia hay cerca de 23,8 millones de personas que o no tienen acceso a internet en las zonas apartadas o no cuentan con los recursos económicos suficientes para acceder a este servicio, a pesar de los grandes avances logrados en los últimos años.

Según las cifras de la UNESCO, apenas el 55 % de la población mundial tiene conexión a internet, es decir, solo un poco más de la mitad de la población cuenta con esta posibilidad. En esta misma línea, el 87 % de los países desarrollados está conectado, en comparación con el 47 % de los países en desarrollo y solo el 19 % de los países menos desarrollados.

En total, aproximadamente 3700 millones de personas en el mundo no tienen acceso a internet, no solamente a causa de la falta de conectividad, sino también por los altos costos de los dispositivos tecnológicos, los costos de mercado y la infraestructura. Hay que resaltar que esta desconexión trae desventajas como la falta de difusión de información de todo tipo y la exclusión del aprendizaje online. Se estima que más de 1000 millones de niños en el mundo no recibieron sus clases en esta cuarentena. No genera ningún impacto que los profesores estén impartiendo las clases diarias si muchos de los estudiantes simplemente no pueden participar.

En contraste, son muchas las ventajas que el mundo conectado ha traído a la población. Un estudio asegura que por cada punto porcentual que aumentan los índices de conectividad, el PIB se incrementa entre 1,4 % y 1,9 %, lo que genera oportunidades de empleo, factor que tanto se necesita después de una pandemia.

Trabajar en casa hoy en día es un imperativo. Sin embargo, como muestran las estadísticas, pocas personas tienen la posibilidad de conectarse. Además, sin una velocidad de conexión adecuada, las comunidades no pueden iniciar o administrar un negocio moderno, acceder a la telemedicina, tomar cursos online transformar digitalmente sus actividades agrícolas o investigar para ejecutar proyectos académicos y científicos.

Colombia atraviesa diversas dificultades en el tema, una de ellas es la falta de recursos para instalar infraestructura en los sectores no conectados, y mejorar la ya existente en la prestación de los servicios actuales de internet. No obstante, en los últimos años se ha hecho un trabajo enorme para aumentar la conectividad (esfuerzo que se ha multiplicado en los últimos cuatro años) y aunque esta no sea la más rápida, nuestro país se sitúa en el puesto 131 en velocidad de internet, como lo establece el informe del Instituto británico cable.co.uk. En síntesis, reducir la brecha digital es necesario para superar problemas, generar empleo, aprender, cultivar pasiones y mejorar los salarios en las regiones más apartadas.

Referencias

Graham, A. (2020, 26 de marzo). Schools are moving online, but not all children start out digitally equal. The Conversation. https://theconversation.com/schools-are-moving-online-but-not-all-children-start-out-digitally-equal-134650

Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones. (2019, 19 de mayo). La mitad de Colombia no tiene internet. MinTIC. https://www.mintic.gov.co/portal/inicio/Sala-de-Prensa/MinTIC-en-los-Medios/100837:La-mitad-de-Colombia-no-tiene-internet

Ministerio de Tecnologías de la Información y Comunicaciones. (2020, 21 de enero). La hoja de ruta del MinTIC para el 2020: conectividad y transformación digital. MinTIC. https://mintic.gov.co/portal/inicio/Sala-de-Prensa/Noticias/125603:La-hoja-de-ruta-del-MinTIC-para-el-2020-conectividad-y-transformacion-digital

Reliefweb. (2020, 18 de marzo). Coronavirus school closures mean over ONE BILLION children and youth are now shut out of classrooms. OCHA Services. https://reliefweb.int/report/world/coronavirus-school-closures-mean-over-one-billion-children-and-youth-are-now-shut-out

Unesco. (2019, 23 de septiembre). New report on global broadband access underscores urgent need to reach the half of the world still unconnected. Unesco.  https://en.unesco.org/news/new-report-global-broadband-access-underscores-urgent-need-reach-half-world-still-unconnected

*Dirección de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones

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Balances y realidades

Por: John Jairo Ocampo

Completamos tres meses de aislamiento que comenzó muy severo pero que se ha ido relajando por el afán de reabrir cada semana más sectores, en medio de la indisciplina social, los mensajes contradictorios de los mandatarios y la falta de autoridad.

Mientras el mundo habla de una “nueva” normalidad y va con mucha pausa, en nuestro país predominan las situaciones caóticas, las calles llenas y la gente siempre queriendo hacer la trampa a la norma.

Lo malo de todo esto es que la relajación del aislamiento va de la mano con un aumento de casos de contagios y fallecidos.

En medio de estas incertidumbres se observa, con mucha preocupación, una disparidad entre balances y realidades que enfrentan muchas personas y empresas que no han visto los alivios o ayudas para superar la crisis.

He tenido la oportunidad de hablar prácticamente con todos los dirigentes gremiales; Acopi, Cotelco, Fenalco, Asobares, Anato y gremios de transporte escolar e intermunicipal.  Lo dicho por ellos dista mucho de los balances que presentan el Gobierno y los propios bancos.

De acuerdo con la posición de los sectores más golpeados, los bancos están cerrando las puertas y no han sido los más solidarios en esta crisis. Tampoco han logrado acceder a subsidios como el de nómina o pago de la prima que ha lanzado el Gobierno Nacional.

En las conversaciones que he sostenido con ellos, no dudan en afirmar que la respuesta del sistema financiero a las solicitudes de préstamos con o sin garantía, no se compadece con la realidad que vive el país.

Para los bancos, son sectores de mucho riesgo, son los más golpeados y es imposible acceder a recursos. La situación ha sido muy crítica para miles de empresas que han tenido que cerrar, despedir trabajadores o suspender los contratos.

Sin embargo, según el último informe de Asobancaria, de los $15,7 billones dispuestos por el Gobierno para garantías se han reservado y desembolsado, a corte del 29 de mayo, $10,38 billones, es decir el 66% de los recursos. Se destaca que de la línea de capital de trabajo se ha empleado el 88,22%, nómina el 63,92%, independientes el 73,91% y microfinanzas 1,32% de los recursos.

Pero estas cifras contrastan con lo que se escucha desde los gremios y empresarios. La inmensa mayoría advierte que les están cerrado las puertas del crédito.

En síntesis, lo que podría uno concluir es que estamos acostumbrados a quejarnos demasiado o los bancos se están quedando en apoyar a sus clientes cinco estrellas dejando solos a los que más necesitan y reflejando una falta de solidaridad en el momento que viven las empresas.

También son muchas las quejas ante la imposibilidad de acceder a otros programas como el de subsidio a la nómina. La facturación ha sido cero entre marzo y junio, por lo tanto, es imposible completar el salario o el valor de la prima cuando se trata de un apoyo tan reducido. Por ejemplo, en el caso de un hotel que no ha podido abrir sus puertas y el banco no le presta, le resulta imposible completar el 60% del valor de la nómina.

Es un panorama muy complejo que dista mucho de los balances que se presentan. Por ejemplo, deja mucho que pensar el reporte del Ministerio de Hacienda en el primer pago de subsidio a la nómina, equivalente al 40% del salario mínimo ($351000) en mayo. La meta del gobierno era beneficiar a 5 millones de trabajadores con un gasto de $2 billones por mes.

Sin embargo, las cifras oficiales muestran un resultado inferior. Se beneficiaron 2.5 millones de trabajadores y se destinaron algo más de 850 mil millones de pesos para cubrir el subsidio de mayo. El balance es muy débil y de nuevo contrasta con las realidades.

Según la última encuesta de ACOPI, al 65% de las pymes consultadas no les aprobaron o no les contestaron la solicitud del subsidio a la nómina. Esto demuestra que una cosa es lo que se piensa y otra lo que reflejan los hechos concretos.

Mientras se dan esos contrates entre balances y realidades lo cierto es que en Colombia las cifras de desempleo son más que alarmantes y la recesión parece cada vez más profunda. ¡Amanecerá y veremos!

#ConTodoRespeto: según el último Pulso País de Datexco preocupa el bajo nivel de favorabilidad de los medios de comunicación. Algo debe estar pasando para que los medios están perdiendo espacio ante la opinión que no está satisfecha con lo que se está viendo, escuchando y leyendo. Ojalá no le sigamos cediendo el terreno informativo a las redes sociales.

*Director de Medios de Comunicación y Libertad de Expresión

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Machismo

Por: Sofía Salas

Un hombre asesinó a Daniela. La mató por ser mujer. A Daniela Quiñones la mató ese hombre, pero también la mató el machismo que ha matado a 104 mujeres en lo que lleva la cuarentena y a cinco mujeres en las últimas 48 horas. En los últimos dos días, además de Daniela, fueron asesinadas Yudy Fernanda Pérez, Marinella Flórez, Heidy Soriano y su hija de 4 años por ser mujeres.

Es imposible leer el nombre de Daniela en las noticias sin pensar en la canción de Las Tesis y repetirla en la cabeza, una y otra vez: 

El patriarcado es un juez

que nos juzga por nacer,

y nuestro castigo

es la violencia que ya ves.

Es feminicidio.

Impunidad para mi asesino.

Es la desaparición.

Es la violación. 

Casos como este son particularmente dolorosos porque nos recuerdan a las mujeres que no tenemos derecho a vivir sin miedo, a caminar tranquilas, a volver a nuestra casa después de una noche de fiesta sin preocuparnos. Nos duele también porque es la manifestación más brutal de una sociedad misógina en la que las mujeres estamos en desventaja. Según ONU Mujeres, “el feminicidio se refiere al asesinato de una mujer por el hecho de serlo, el final de un continuum de violencia y la manifestación más brutal de una sociedad patriarcal. (…) El feminicidio hace parte de las múltiples y complejas violencias contra las mujeres, y no puede entenderse sólo como un asesinato individual, sino como la expresión máxima de esa violencia, en la que el sometimiento a los cuerpos de las mujeres y extinción de sus vidas tiene por objetivo mantener la discriminación y la subordinación de todas.”

Según las estadísticas, la probabilidad de que condenen al asesino de Daniela es del 13%. Sin desconocer que la impunidad en Colombia es general y alarmante, el caso de los feminicidios particularmente preocupante. De 20 casos ocurridos en los primeros 45 días del 2020, solo el 50% de los victimarios ha sido capturado y en 2018, solo el 13% de los casos de feminicidio resultó en condena.

A los que ante las denuncias, las quejas, las protestas y las manifestaciones en redes siguen diciendo que exageramos, que nos estamos victimizando, que estamos locas, les pregunto: ¿Es exageración poner el grito en el cielo cuando en los primeros 30 días de cuarentena los hechos en los que la vida de las mujeres está en peligro) han aumentado un 553%? ¿Nos estamos victimizando cuando en el mundo 58 de cada 100 mujeres son asesinadas por sus parejas o familiares? ¿Estamos locas cuando protestamos porque en Colombia cada 36 horas muere una mujer que había denunciado maltrato? 

Acabar con los feminicidios requerirá desmontar la cultura machista. Empecemos por creerle a las mujeres y exigirle a los gobiernos locales y nacional que le den la prioridad que merece. Necesitamos policías, fiscales, jueces y juezas, comisarios y comisarias, sensibilizados y capacitados para investigar y juzgar la violencia contra las mujeres. Debemos fortalecer los mecanismos de denuncia, de tal forma que tengan en cuenta las limitaciones que enfrentan las mujeres para denunciar en diferentes contextos. Es fundamental destinar los recursos económicos y humanos necesarios para prevenir y abordar la violencia contra las mujeres.   

Sin embargo, nada de esto será suficiente si no empezamos por reconocer que la nuestra es una sociedad machista que debe repensarse como una sociedad equitativa con las mujeres, con todas las mujeres. Nombremos el machismo por lo que es; reflexionemos sobre las prácticas, acciones y palabras que asumimos como normales; cuestionemos más a nuestros amigos, colegas, familiares; exijamos que haya más mujeres en el poder defendiendo los derechos de las mujeres. Mientras lo hacemos, pensemos en cómo estamos educando a la próxima generación: antes de enseñarle a las niñas a cuidarse y a tener miedo, enseñemosle a los niños a no ser violentos y a ver a las mujeres como pares.

Descansa en poder, Daniela. Seguiremos gritando fuerte y claro: “la culpa no era mía, ni dónde estaba, ni cómo vestía.” La culpa es de los hombres violentos, de una justicia que no llega, de una sociedad que irrespeta a las mujeres. ¿Será locura pedir que se respete nuestro derecho a vivir sin miedo, a caminar tranquilas, a no dormir, literalmente, con el enemigo?

*Directora de Género y Equidad

 

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