
¿Salvamos a avianca o a las pyme/mipymes?
En este programa en vivo contamos con dos invitados de lujo: Mauricio Olivera, director de Econometría Consultores y Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo.

En este programa en vivo contamos con dos invitados de lujo: Mauricio Olivera, director de Econometría Consultores y Luis Fernando Mejía, director de Fedesarrollo.
Durante esta semana, la Agencia Internacional de Energía (IEA por sus siglas en ingles), publicó su tan ansiado Análisis Energético Global para el 2020. Dicho organismo, definió la vigente crisis de salud (COVID-19), como el mayor impacto en los últimos 70 años al sistema energético mundial. Una de sus principales proyecciones, sino la más importante, es que el mundo por fin obtendrá un respiro de aire. IEA estima que las emisiones globales de CO2 –principal gas que ocasiona el calentamiento de la atmosfera por el efecto invernadero- se reducirán en un 8% para el 2020. Para poner en contexto, esto significa una reducción dos veces más grande que la suma de TODAS las reducciones desde la segunda guerra mundial, la organización mencionó.
¿Pero qué significa esto para el mundo energético? La presente pandemia ha arrasado con la demanda de energía en todo el mundo. Por ejemplo, los precios de los futuros del petróleo en Estados Unidos, han entrado en territorio negativo, esto quiere decir que especuladores y operadores financieros han tenido que pagar varios cientos de dólares para que alguien les reciba sus barriles de petróleo -gran momento para tener una alberca en Cushing, Oklahoma. Pero vayamos por partes, esta situación se dio principalmente por los confinamientos que varios países han impuesto a sus ciudadanos y, por ende, el limitado uso de los medios de transportación que usan la gasolina como alimento para su combustión, esto más la suma de una guerra comercial entre super dos potencias (Arabia Saudita vs. Rusia) por una mayor cuota de mercado, así como la falta de espacios de almacenaje de petróleo han generado lo que podríamos llamar una tormenta perfecta.
Pero no solo el mundo del petróleo ha sido impactado por la vigente crisis de salud y económica, también el uso de la electricidad ha sido sustancialmente alterado. Recordemos que hay 3 principales tipos de consumidores de electricidad; la industria, los comercios y las oficinas y nosotros, los consumidores que actualmente tenemos que tomar videoconferencias en nuestras casas- sí, te estoy hablando a ti que lees esto con camisa y sandalias. Si tomamos en cuenta que las principales medidas de aislamiento fueron el tener que dejar de ir a oficinas y a empresas, es lógico que la electricidad viera un shock en su demanda. De acuerdo con datos de 30 países recabados por la IEA, el uso de la electricidad disminuyó en al menos un 20% en países con encierro totales- pareciera que estamos viviendo en un domingo interminable.
También, el uso del carbón está sufriendo estragos, de acuerdo con información del mismo reporte, durante el primer cuarto del 2020, se produjó una reducción del 8%, en comparación con el mismo periodo en el 2019. Esto se debió principalmente, a que países del lejano oriente -China y otros- dejaron de operar sus economías tan dependientes al carbón, al ser de los principales afectados por la pandemia. Dicho contexto, aunado a precios del gas natural en declive y un mayor uso de energías renovables, han hecho que por fin nos estemos despidiendo de tan contaminante elemento.
¡Pero esperen! pausemos un momento y reflexionemos que significa todo este arrojo de números e información. Primero, me gustaría retomar el tema principal de esta opinión. Este año, tendremos una de las mayores disminuciones de gases de invernadero en la historia, eso es de reconocerse, lamentablemente tenemos que ser auto críticos e identificar que sólo una tragedia mundial en donde millones de personas han sufrido incontables pérdidas, ha sido la causante de poder lograr disminuciones que nos acerquen, al menos este año, a la meta de los Acuerdos de Paris.
Segundo, que, derivado de esta coyuntura, las energías renovables han sido la única fuente de energía que incrementó su demanda gracias a una mayor capacidad instalada y a su ventaja de ser despachada antes que otras energías – recordemos que las energías renovables como solar y eólica cuentan con bajos costos operativos. Esto, sumado a que las tecnologías verdes se están convirtiendo en la opción más económica para la realización de nuevos proyectos energéticos como los realizados en Brasil y Chile, nos demuestra que el futuro puede ser alentador. Por último, debemos reconocer que lamentablemente solo una crisis de magnitud global ha logrado reducir considerablemente las emisiones de CO2, por lo que los invito a hacer conciencia y entender que está en nosotros cambiar el rumbo de la historia, no en nuestros políticos y líderes sociales. Usemos menos el auto, trabajemos más de forma remota y por favor, ¡tengamos más juntas en camisa y sandalias!
*Columnista invitado Dirección Geopolítica del Sector Energético.
Mario Rueda – Mexicano deseoso de cambiar el mundo. Maestrante en Asuntos Globales con especialización en Energía y Medio Ambiente por Universidad de Nueva York
Por: Sebastián Trujillo
Director Asuntos OECD y Economía Internacional
La semana pasada Colombia se convirtió en el 37o miembro de la OECD. Sebastián Trujillo, director de Asuntos OCDE y Economía Internacional explica en esta videocolumna qué implicaciones tendrá esto para el país.
Por: Cristhian Ladino
El barrio Restrepo, en Bogotá, es uno de los más importantes de la localidad numero 15 de Antonio Nariño y uno de los puntos comerciales más movidos de la ciudad. En él confluyen su famosa plaza de mercado (que data de 1969 durante la alcaldía de Virgilio Barco Vargas), una amplia zona bancaria con varias entidades financieras, comercio de diversos tipos como el almacén Only – que tiene tanta acogida en el sector que tiene dos puntos de venta – otras grandes y pequeñas empresas de confecciones, bares, servicios de todo tipo y como no, una zona en la que se encuentra establecido el sector más emblemático en su actividad comercial: la fabricación y venta de calzado.
Circular por esta zona en un día normal supone encontrarse con un comercio activo y dinámico, ventas formales e informales; sin embargo, en esta cuarentena sus calles son otra: locales cerrados, mercancía guardada, pocos visitantes y la promesa de futura normalidad ligada a lo incierto.
El sector del calzado en el Restrepo es la mejor representación de la integración de la mayoría de los eslabones de una cadena de producción, ya que allí se encuentran desde la venta de materias primas hasta la comercialización de productos terminados. Es decir, son muchas familias que en este momento se encuentran sin trabajar por la situación tan compleja que vivimos.
Don Gildardo, por ejemplo, tiene una fábrica de calzado en el famoso sector de la Valvanera: Ha dedicado toda su vida a un oficio transgeneracional con el cual ha sacado adelante a su familia como hicieron con él sus padres. Pero dado al confinamiento obligatorio, en la actualidad vive de los ahorros que tenía para invertir en material; Don Gildardo me cuenta que es una situación compleja ya que no sabe cuánto más aguantará sosteniendo los gastos del hogar y del negocio, puesto que aunque no funcione como antes, éste sigue “pidiendo” el pago de unos gastos fijos que se causan cada mes. Debe pagar el arriendo, las cuentas a sus proveedores y los salarios de sus empleados que más que eso son parte de su familia, pues la mayoría, lo han acompañado desde que inició como emprendedor en este sector. Cuenta que ya trató de buscar un crédito con varias entidades financieras, pero no ha encontrado aquella que le apruebe ese salvavidas para no tener que dejar de pagar sus deudas ya adquiridas.
Para este momento su situación es incierta, ya que a raíz de la medida del gobierno nacional que permitirá que las empresas manufactureras vuelvan a trabajar, para él y muchos pequeños y medianos empresarios se plantean dos escenarios: El primero como harán para comprar las materias primas, algunas de ellas importadas y poder volver a fabricar calzado si no tiene un apalancamiento financiero de ningún tipo; segundo ¿existirá realmente la demanda del producto, tanto de los clientes grandes como pequeños con quienes comerciaba, como para lograr una reactivación económica a corto plazo?
De acuerdo con Acopi (Asociación Colombiana de Micro, Pequeños y Medianos Empresarios) desde el cese de actividades (17 de marzo) por cuenta del coronavirus, las empresas han gastado $15,7 billones en nómina; sin embargo, dado que la caída ventas e ingresos supera el 76 %, advierten no poder continuar con el sostenimiento de sus trabajadores*. Y tal parece que la crisis para estas empresas seguirá por mucho tiempo, ya que las medidas que hasta ahora las cobijan no han sido suficientes y no han llegado a todos los sectores.
Es necesario que se planteen escenarios que vayan más allá de ofrecer créditos convencionales, que se facilite su desembolso y que involucren todas las variables que afectan a estos renglones de la economía
*Miembro Dirección Gestión de Territorios
Por: Julián David Roberto
La coyuntura actual en torno a la crisis generada por el COVID-19, nos lleva a analizar y reflexionar sobre el campo colombiano y sobre sus campesinos, los verdaderos héroes por quienes hoy se abastecen los hogares colombianos. Es por sus manos y dedicación a su trabajo que hoy en medio de la crisis podemos estar tranquilos y ver una luz de esperanza al final del camino.
La obra de mano campesina es la única que en las actuales dificultades que afrontamos, continúa su labor sin cesar. Es a ellos a quienes en estos momentos agradecemos, analizando y reflexionando en la importancia de su quehacer ya que a pesar de que grandes empresas e industrias estén quietas lo más importante es contar con la comida para poder subsistir. Se siente la necesidad de reconocer su labor, no solo a través de redes sociales quedando en solas palabras bonitas adornadas para enaltecerlos, que quizás ni lleguen a sus verdaderos destinatarios; palabras expresadas muchas veces por grandes mandatarios a quienes apoyaron para llegar donde están. Es hora de retribuir con acciones verdaderas y concretas a través de las cuales se dignifique su trabajo. Es necesario el apoyo en infraestructura para poder procesar sus productos, es necesario facilitar los insumos a menores costos y sobre todo se hace necesaria una Colombia unida, con sentido de pertenencia que apoye al campesino comprando sus productos.
Es así como cabe mencionar y resaltar los esfuerzos realizados por un país que hoy en día va a la vanguardia en temas agrícolas, gracias a sus estrategias de trabajo configuradas en la consecución de calidad en sus productos. Nos referimos a Holanda, país ejemplo que en corto tiempo llegó a posicionarse como potencia mundial agrícola. Según lo expone la base de datos del Instituto Español de Comercio Exterior, Holanda es el mayor exportador de productos agrícolas de Europa al priorizar la producción de calidad por encima de la cantidad y esto lo lograron con una política eficaz y sostenible donde se priorizó la ejecución de recursos dirigidos a la capacitación de los productores a las nuevas tecnologías y no solo eso, también se destinaron recursos a infraestructura en el área rural.
Adicional a esto, para año 2009 Holanda desarrolló la estrategia de utilización de menor cantidad de recursos para mayor productividad, la cual derivó en el año 2011 con el inicio de la estrategia de tecnología aplicada al trabajo del campo por medio de la iniciativa de sillicon valley de la agricultura llamada Food Valley. Esta iniciativa conformada no solo con entes del gobierno sino también con universidades y empresas.
Sin embargo, no estamos en Holanda, estamos en un país que tiene la viabilidad de constituirse al igual que Holanda en potencia mundial agrícola, ya que cuenta con grandes campos fértiles según lo expuesto en la base de datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) donde se señala que Colombia es el cuarto país con tierras disponibles para la producción agrícola, que de ser bien aprovechadas lo llevarían a formar una gran despensa alimentaria mundial en un futuro no muy lejano.
Para lograr lo anterior, se deben generar soluciones efectivas a nuestros campesinos, las cuales los motiven y fortalezcan su labor con programas de asociación campesina, de alternativas económicas que a la vez contribuyan al fortalecimiento del agroturismo, ecoturismo y turismo cultural. Para esto, se deben destinar más recursos hacia el desarrollo de infraestructura tecnológica para nuestros pequeños productores, ya que hoy se destinan 1,79 billones del rubro nacional hacia la agricultura.
Según la Organización de las Naciones Unidas para el año 2100 se proyecta una población de más de 11200 millones de personas, lo cual lleva a plantearse la probabilidad de que llegaría a existir una hambruna generalizada de la cual hoy en 2020, faltando 80 años a la proyección de la ONU, ya vemos escases de agua y alimentos, y adicional a esto, nuestros jóvenes nacidos en el campo día tras día ven poco atractivo proyectar una vida para perpetuar el legado de sus padres, y al contrario buscan lanzar su mirada hacia los centros urbanos donde muy seguramente llegarían a engrosar cinturones de pobreza y dificultad, a raíz de los niveles actuales de desempleo que se presentan en nuestra Nación, dejando el campo para nuestros viejos, que augura una gran disminución de la actividad agropecuaria en los años venideros.
En fin, miles de problemáticas agobian nuestros campos y pueden ser mayores si no se actúa rápido. Se debe estar en la constante búsqueda de soluciones dentro de las cuales, se debe priorizar el motivar a nuestros jóvenes y atraerlos hacia la producción de sus tierras mediante proyectos encaminados al emprendimiento agrícola que cuenten con el apoyo de universidades, empresas y los entes gubernamentales para así, unidos y mediante el trabajo en equipo y trabajo cooperativo llegar a la meta de ser la despensa agrícola del mundo que tanto soñamos.
*Director Temático de Boyacá