«Debemos enfocar las ayudas económicas al sector informal» Entrevista a Francisco Córdoba.

Juan Falkonerth, Director de Emprendimiento de AlCentro, realiza esta entrevista a Francisco Córdoba CEO de NaaS Digital Banking. ¿Qué retos ha generado la crisis de los mipymes?

Aumentar tarifas del transporte público

Aumentar tarifas del transporte público

Por: Santiago González

Aumentar el pasaje de Transmilenio y el SITP, es poco sensible con el ciudadano representativo: el ciudadano de a pie.

Empecemos por mencionar algunas cifras de la realidad económica de la ciudad: 1. Bogotá tiene una informalidad laboral según el DANE del 41,8%; 2. Del total del salario mínimo, el rubro de transporte es uno de los que más porcentaje se lleva: entre el 20% y 30%; 3. Alrededor de solo el 20% de bogotanos tiene carro; 4. Tansmilenio reporta perdidas de alrededor de $220.000 millones al año, por tener cerca de 380.000 colados diarios en el sistema que representa el 15,36% de usuarios.

De esta manera, según el estudio presentado en el foro “La evasión en Transmilenio: un reto de ciudad” del total de colados, el 25% lo hace en la troncal de la carrera Décima, 18% en la Caracas, 18% en la NQS y 15% en la calle 26. El Socorro es la estación con más tasa de colados, con más del 57% de evasión. Le siguen Nieves con 40% y Policarpa con 40%. Según la Cámara de Comercio de Bogotá el 85% de los usuarios de Transmilenio y SITP pertenecen a los estratos 2 y 3, y el 88% gana menos de un millón de pesos, lo que podría concordar con las troncales en donde más colados se presentan.

Ahora bien, la administración de Claudia López decidió incrementar el valor del pasaje en $100 teniendo en cuenta tres escenarios posibles: 1. Un aumento general en la tarifa de $100; 2. No hacer ningún aumento; y, 3. Hacer el incremento de $100 en el componente zonal y troncal, pero manteniendo el valor de los transbordos y aumentando la ventaja de tiempo en 15 minutos (pasando así de 95 minutos a 110). De esta manera, la opción utilizada fue la tercera con la que se pretende cubrir los costos en el alza del combustible y la operación del sistema.

Por consiguiente, la razón que daba el Distrito es que con el aumento año tras año del combustible diésel, y con el hueco fiscal actual de $700.000 millones, de no aumentar en $100 el pasaje ese incremento del déficit aumentaría en $100.000 millones.

Entonces, independientemente de que, si los sistemas de transporte deben ser autosostenibles o que se deba o no subsidiar el sistema, la discusión debe ir en pro de cómo conseguir más recursos para la financiación del mismo. En este sentido, se han planteado soluciones: La primera es lo que se denomina el Contamination Tax que básicamente dice que los vehículos que más contaminen deberían pagar más impuestos; La segunda, cobrar por parqueo en vía pública; La tercera, revisar los contratos de los operadores privados; La cuarta, y teniendo como ejemplo a Chile, es apostarle a tecnologías eléctricas. La razón es que en Chile el costo de un bus diésel por 6.000 kilómetros pasó de 2.500 dólares a 700. Con esto, se subsidiaría la tarifa del transporte público permitiendo así, que el ciudadano más humilde destine sus recursos a otro rubro. Son propuestas que deberían ser presentadas nuevamente ante El Concejo de Bogotá.

Por otro lado, si se revisa el histórico del aumento del pasaje de Transmilenio, el aumento del salario mínimo y la inflación tenemos que:

Año
2000
2001
2002
2003
2004
2005
2006
2007
2008
2009
2010
2011
2012
2013
2014
2015
2016
2017
2018
2019
2020
Salario M
 $ 260.100
 $ 286.000
 $ 309.000
 $ 332.000
 $ 358.000
 $ 381.500
 $ 408.000
 $ 433.700
 $ 461.500
 $ 496.900
 $ 515.000
 $ 535.600
 $ 566.700
 $ 589.500
 $ 616.000
 $ 644.350
 $ 689.455
 $ 737.717
 $ 781.242
 $ 828.116
 $ 877.803
Aumento SM
 –
9,1%
7,4%
6,9%
7,3%
6,2%
6,5%
5,9%
6,0%
7,1%
3,5%
3,8%
5,5%
3,9%
4,3%
4,4%
6,5%
6,5%
5,6%
5,7%
5,7%
Pasaje TM
 $        800
 $        900
 $     1.000
 $     1.100
 $     1.200
 $     1.200
 $     1.300
 $     1.400
 $     1.500
 $     1.600
 $     1.700
 $     1.750
 $     1.700
 $     1.700
 $     1.800
 $     1.800
 $     2.000
 $     2.200
 $     2.300
 $     2.400
 $     2.500
Aumento real Pasaje TM
 –
11,1%
10,0%
9,1%
8,3%
0,0%
7,7%
7,1%
6,7%
6,3%
5,9%
2,9%
-2,9%
0,0%
5,6%
0,0%
10,0%
9,1%
4,3%
4,2%
4,0%
Inflación
8,75%
7,65%
6,99%
6,49%
5,50%
4,85%
4,48%
5,69%
7,67%
2,00%
3,17%
3,73%
2,44%
1,94%
3,66%
6,77%
5,75%
4,09%
3,18%
3,80%
Salario M Real
1,41%
0,45%
0,44%
1,76%
1,31%
2,02%
0,24%
-1,65%
5,12%
0,34%
0,12%
3,05%
1,93%
0,64%
-2,37%
0,79%
2,45%
2,39%
1,86%
Impacto al Usuario
-9,7%
-9,5%
-8,7%
-6,6%
1,3%
-5,7%
-6,9%
-8,3%
-1,1%
-5,5%
-2,7%
6,0%
1,9%
-4,9%
-2,4%
-9,2%
-6,6%
-2,0%
-2,3%

 

Explicación: Se toma la serie desde el año 2000 que es cuando entró en operación Transmilenio, y se toma en cuenta las variables del aumento año tras año en el pasaje de Transmilenio, en el Salario Mínimo, y la inflación. Lo que podemos evidenciar, es que el usuario que utiliza transporte público y en este caso puntual Transmilenio, que a su vez es el que pertenece a los quintiles más pobres de la ciudad, siempre ha tenido un impacto negativo a medida que aumentan los pasajes del sistema. La operación sale de la resta entre la variable “Salario M real” y “aumento real pasaje TM”

Así pues, esto ha significado que, –y teniendo en cuenta lo que se mencionaba sobre en qué estratos viven los usuarios que utilizan TM y viven con un salario mínimo–, las personas más vulnerables son las que se ven afectadas con los incrementos en las tarifas. Por consiguiente, aumentar el precio del pasaje del transporte es irresponsable con el bolsillo del ciudadano representativo: 1. A medida en que aumenta el pasaje en transporte público, se empieza a equiparar con los costos del transporte privado, llevando así al consumidor a preferir optar por una moto, por ejemplo; 2. Como lo mencionaba antes, el transporte público es el transporte de la mayoría. Solo cerca del 20% de bogotanos tienen vehículo, y tarifas altas no incentiva a bajarse del carro; 3. A raíz de esto, se genera una pérdida de competitividad del transporte público frente al privado; 3.1 Mayor consumo de combustibles fósiles; 3.2 Mayor contaminación del aire; 4. Es una medida regresiva si se compara el aumento real del salario mínimo versus el aumento real del pasaje de Transmilenio (ver tabla).

Finalmente, si bien se ha ido mejorando en nuevas tecnologías para reducir costos y evitar el aumento de colados en el sistema, esto no puede verse como algo económico en el que se tenga como fin, el sostenimiento del sistema. De acuerdo con el ex Concejal Juan Carlos Flórez, Colombia es el segundo país de la región en el que el transporte es más caro teniendo en cuenta la variable del salario mínimo, superado solo por el metro de Sao Paulo. Las fuentes de ingresos deben buscarse, pero creo yo, no del bolsillo de los más vulnerables.

*Miembro Dirección Transporte Público y Asuntos Urbanos

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Aumentar tarifas del transporte público

Contagiados de empatía

Por: Susana Cifuentes Gallo

Es claro que la actual pandemia del COVID-19 se ha ganado toda la atención de los colombianos al punto de estar presente al inicio de cada reunión laboral, almuerzo familiar, grupo de WhatsApp, chiste, meme, noticia o decisión política. Y es que no es para menos, esta pandemia ha causado fuertes estragos en el mundo y sí que nos ha cambiado la vida: nos ha llenado de empatía.

Esta coyuntura le ha traído efectos positivos, por encima de los negativos al país, pues por fin nos dimos cuenta de lo mucho que podemos lograr estando unidos como sociedad. Juntos hemos sentido la necesidad de salvar vidas, dándoles único valor, pues cada una importa de manera independiente. Así es como juntos nos hemos convertido en los mejores veedores, voceros y críticos constructivos del país en tiempos de cuarentena. Esta situación nos ha llenado de fuerzas, ideas y argumentos para aplaudir lo que se está haciendo bien, pero también para rechazar contundentemente fenómenos actuales que ya no pueden avanzar más tales como violencia, odio, intimidación, censura a la libertad de expresión, homicidios e indiferencia.

La sociedad colombiana viene ganando empatía con la situación actual de los líderes y lideresas sociales impulsando sentimientos de apoyo a su trabajo, en torno a los derechos humanos y al mejoramiento de las condiciones socioeconómicas de grupos poblaciones vulnerables.

Ganamos al entender la cruda realidad de tener una amenaza constante que pueda acabarnos la vida en cuestión de segundos. Entendimos que las fronteras son invisibles sin importar si somos de la capital, de Cauca, de Magdalena, de Nariño o de Antioquia. De repente vimos que no es justo morir a temprana edad ni perder a un ser amado de un día para el otro. Gracias a esta coyuntura nos pusimos en los zapatos de las tantas familias de defensores y defensoras de derechos humanos que han perdido a sus seres queridos. Sentimos lo que es tener pánico colectivo y lo que representa trabajar en un entorno inseguro, sin condiciones propicias para permanecer en vida.

Reconocimos que no es normal que 555 líderes y lideresas sociales hayan sido asesinados entre 2016 y 2019 en el país, según datos de la Defensoría del Pueblo. Comprobamos que en Colombia sí tenemos la capacidad de recolectar y analizar datos cada día y que si queremos la información puede ser bastante precisa. Por ello, el análisis que presenta Dejusticia sobre los homicidios de líderes sociales es acertado ya que “se ha utilizado la falta de unanimidad entre los datos de cada uno de diversos actores para debilitar el diagnóstico de la problemática. Muchas veces el debate público se desvía hacia lo precisa o imprecisa que es la información […] en vez de concentrarse en las políticas y acciones necesarias para frenar estos homicidios”1.

Caímos en cuenta de la importancia de actores, movimientos y organizaciones como “Defendamos la Paz”, “Verdad Abierta”, “el Programa Somos Defensores”, “la Federación Internacional por los Derechos Humanos (FIDH)”, “DeJusticia”, “Amnistía Internacional”, “Colombia2020 del Espectador”, el “Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo (CAJAR)”, “Front Line Defenders”, la “Comisión Colombiana de Juristas (CCJ)”, “La Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH) y el “Comité Permanente por la Defensa de los Derechos Humanos (CPDH)” – entre muchos otros – que alzan la voz, nos informan y nos alertan.

Aprendimos que todas las denuncias desde las regiones no han sido en vano, pues realmente se han tratado de asuntos de vida o muerte. Entendimos que los actores humanitarios en el territorio colombiano son aliados en la mitigación de la pandemia y en la lucha contra los asesinatos de defensores y defensoras de derechos humanos y excombatientes. Rechazamos como sociedad las acciones violentas de grupos armados que ni siquiera han querido parar en épocas de pandemia.

Lamentamos el hecho de que estar en casa no garantiza la vida pues varias amenazas y muertes han ocurrido en pleno cumplimiento de cuarentena. Así es, según el comunicado del 29 de abril del 2020 “luego de las cinco semanas de emergencia sanitaria, la Defensoría logró documentar al menos 40 ataques contra las comunidades de todo el país, con las que se pretendió intimidar y generar pánico»2.

Finalmente, congeniamos en que el desafío más grande que tenemos actualmente como sociedad es el de mantenernos vivos. Garantizándonos las mismas oportunidades de seguridad y de vida es que logramos realmente cerrar brechas en el país. Si creemos, actuamos y luchamos unidos, no hay nada que nos detenga.

Al fin y al cabo, ya todos nos contagiamos de empatía.

*Miembro de la Dirección de Construcción de Paz

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Aumentar tarifas del transporte público

Mercados e implementos médicos: oportunidad para desarrollar las empresas colombiana

Por: Alfredo Herrera

En estos tiempos donde el presupuesto del Estado se está destinando en proporciones significativas a la compra de alimentos e implementos médicos, se hace urgente recordar la función social que cumple la contratación estatal en el desarrollo del tejido productivo del país, pues son contratos de grandes sumas que le permiten sostenerse y hacer inversiones.

Ante la recesión económica que cada vez se perfila más, es necesario apostarle al máximo a que el dinero que gasta el Estado sea utilizado por las empresas nacionales para crear empleos y realizar inversiones para competir nacional e internacionalmente luego de cesada esta horrible noche.

Para esto será necesario hacer los complementos necesarios al Decreto 440 de 2020, por el cual se indica que las contrataciones se harán por la modalidad de contratación directa, es decir, sin mediar concurso, para estipular que se prefieran empresas que provean productos colombianos, o con cierto porcentaje de valor añadido en Colombia, y que se garantice -y se supervise- la contratación de una cantidad determinada de personal adicional e inversiones a mediano y largo plazo que creen valor, tanto para quien distribuye como quien produce, para que se vuelvan más competitivas.

Será necesario ser creativos en el diseño de esta política, incluyendo la posibilidad de sumar las capacidades de varias mipymes para una sola contratación, pero en todo caso no se deberá perder el norte de que más que un gasto, es una inversión.

Podrá esto costar un excedente, porque les costará mas a las empresas sustituir importaciones (hacer el abono en Colombia sale más caro que importarlo, por ejemplo), contratar personal y realizar inversiones; pero esos excedentes se podrán cruzar con el ahorro en subsidios a las nuevas personas que serían contratadas y a la empresa para su sostenimiento, además de la riqueza que cree la empresa para el país en el periodo postpandemia por las inversiones que se permitió Será también importante a la hora de negociar ese excedente tener en cuenta lo que de costumbre pasa que el Estado paga el costo unitario de los artículos, pero el contratista tiene un beneficio extra por comprarlos al por mayor.

Gran ejemplo se dio con la convocatoria para diseñar mascaras para el sector medico realizado por el Gobierno, la ANDI y el PNUD, en la que fueron seleccionadas solo empresas colombianas. Pero lo esfuerzos deben seguir para todos los demás gastos que se están haciendo, y también a nivel local.

Es ahora o nunca para que el Estado haga esta apuesta por las empresas colombianas. Si no es posible en algunos casos a nivel nacional, que se considere negociarlo a nivel Suramérica. Los grandes gastos que se están por hacer y la necesidad económica que se nos avecina lo ameritan.

Así lo han entendido todos los países desarrollados en su paso a tal categoría, sin excepción alguna, desde que Friedrich List aconsejó a Alemania a principios del siglo XIX basado en la experiencia de Inglaterra y Estados Unidos, que, sin apoyar decididamente con su presupuesto al desarrollo de las empresas nacionales y sin cerciorarse que sea bien invertido por las empresas para hacerse más competitivas, no habrá como competir en el mercado internacional, por ende, de crear prosperidad para sus naciones.

Bueno sería que igual nos quede la lección para siempre.

*Miembro Dirección Participación para la Gobernabilidad

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Tiempos de sol y dar y dad

Por Carlos Orlas

El Covid-19 nos puso a pensar al borde del colapso: civilizatorio, económico, estatal. Y, además, quedó en evidencia la fragilidad biológica de los humanos en un contexto de cambio climático. Ante la vulnerabilidad se nos impone el alejamiento social, que según los expertos implica «reducir el contacto fuera del hogar, en la escuela o en el lugar de trabajo en un 75 %». El neoliberalismo y su lógica del sálvese quien pueda ya nos había impuesto un alejamiento social dado por las fronteras económicas y de movilidad social con que cuenta el mundo. Ahora todo se agudiza y la pandemia del hambre adquiere visos más alarmantes.

Dar es dar

En tiempos difíciles se despliegan dos fuerzas en pugna a través de la historia: la creatividad y la destrucción. O en otros términos: la ayuda mutua y el egoísmo. Esta dicotomía nos pone a tomar postura y la tomamos al servicio del pueblo. Es preciso retomar el sentido de la política en el arte de servir y en momentos como este desplegar nuestra solidaridad sin ruidos, tratando de movilizar esfuerzos y recursos para los que más lo necesitan.

El grito de la madre tierra de que nos hablan los indígenas Nasa, se acompaña con el clamor de los trabajadores informales, los desempleados, los del rebusque y el diario vivir. Los que al decir del poeta Jattin “le arrebatan a la vida un pan amargo y disputado como estos versos míos que le robo a la muerte”. De esos pasajeros sin memoria está hecho el pueblo que en este momento, además de padecer la precariedad económica, padece el confinamiento obligatorio y el sordo llamado de “quédate en casa” de los millones de acomodados (¡…!).

Las cadenas de whatsapp deberían trasladarse a ser cadenas de acción solidaria por el más necesitado, sin publicidad, en silencio, con decencia. Es que ayudar es un acto simple, un deber orgánico, ni siquiera se debe esperar las gracias. No es caridad sino solidaridad lo que se necesita, y la solidaridad también es un acto estético porque es bello no ser, no estar, no aparecer. Y, sobre todo, hacer sentir al otro como un igual, no como un desafortunado merecedor de la misericordia. Cultura pordiosera la que cargamos y de la que nos tenemos que sacudir como de un lastre, mecanismo fácil para lavar la conciencia con limosnitas.

La dicotomía

Ante la propagación, entre otras, de la estupidez masiva, “estupidez pura y dura propagándose a través de nuestros cuerpos” como dijo Juan Cárdenas en El País, queda planteada una dicotomía que nos pone a elegir entre dos actitudes posibles ante el absurdo de estar aquí: “aquella donde podemos prolongar nuestra experiencia de seres mortales o aquella donde ya no somos viables y la vida en el planeta debe continuar

sin nosotros; aquella donde aceptamos que somos animales solidarios, partes minúsculas de una red global de especies, donde nuestros limitados recursos intelectuales y materiales están al servicio de esa solidaridad, o aquella donde estamos solos, en la supuesta cúspide de la naturaleza, enfrascados en la ingrata labor de extinguirnos a nosotros mismos”

(https://elpais.com/sociedad/2020-03-20/estupidez.html).

*Miembro Dirección Construcción de Paz.

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