Región Metropolitana Bogotá- Cundinamarca: Articulación y Dinámicas de Colaboración

Región Metropolitana Bogotá- Cundinamarca: Articulación y Dinámicas de Colaboración

Por: Christian Ladino

La situación actual generada por el virus SARS COV 2, afectó entre muchas otras cosas, el quehacer legislativo y generó en un punto preocupación sobre el trámite de una gran cantidad de proyectos de Ley Ordinaria y de Acto Legislativo que están en curso en el período de sesiones actual (2019-2020), y que, en el caso de los segundos, por su naturaleza y el tiempo en contra, no podrían ser parte de la discusión en sesiones extraordinarias en el Congreso.

Dentro de estos está el Acto Legislativo 23/2019 (Senado) y 182/2019 (Cámara) que busca finalmente establecer el marco jurídico para las dinámicas que recorren el territorio del Distrito Capital y el Departamento de Cundinamarca desde siempre. Para ello, es necesario modificar el artículo 325 de la Constitución y reglamentarlo mediante una Ley Orgánica en la próxima legislatura para ser una realidad en todo sentido. Me refiero a la conformación de la Región Metropolitana Bogotá-Cundinamarca como una autoridad administrativa de régimen especial cuyo fin es la generación de procesos de planificación territorial y la implementación de políticas gubernamentales en una región donde sus recursos naturales y sus comunidades comparten características y problemáticas y se relacionan entre sí.

La Bogotá-Región podría pensarse como la implementación de otro modelo de integración regional que ya existe en Colombia, como lo son las Áreas Metropolitanas (reglamentadas por la ley 1625 de 2013); sin embargo, existen diferencias en el ámbito jurídico y de competencias. Pensar en un área metropolitana como la del Valle de Aburrá, por ejemplo, para Bogotá y Cundinamarca generaría un conflicto de competencias con la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca – CAR (se requeriría la formación de una nueva Corporación para el Área Metropolitana) o con la Gobernación ya que no estaría incluida en dicha figura. Adicionalmente, necesitaría contar con la realización de una consulta popular en el área de interés.

En ese contexto, la conformación de una Región Metropolitana – y no un Área Metropolitana – dirime los conflictos de tipo jurídico y permite la conformación de una figura territorial especial que le permita a las entidades territoriales que la conformarán planificar su desarrollo de manera conjunta, repartiendo las cargas y los beneficios y poniéndole orden a las dinámicas de interdependencia (de todo tipo) que existen en la actualidad.

 

Así las cosas, es importante recalcar que el desarrollo de Bogotá ha ido de la mano de una diversificación de los municipios que están cercanos a ella, transformando la relación entre lo que consideramos el espacio rural y la ciudad. Fenómenos como la expansión urbana (un crecimiento endógeno, donde años atrás municipios como Chía, Zipaquirá o Madrid entre otros se convirtieron en centros de relevo para la población capitalina), la población flotante que en los modelos realizados por (Coscia, M., Neffke, F. & Lora, E.)[1] se estimaba en 400.000 personas durante los días hábiles de la semana en el año 2.015, y el intercambio de bienes y servicios, son factores que generaron hace mucho tiempo una relación de fluidez que sumada a las condiciones ecosistémicas compartidas (biodiversidad, suelos, paisajes, cuencas hidrográficas, etc…) son el argumento claro de la necesidad de la esperada integración regional.

Este concepto de planificación desde la integración regional está ligado a lo que se conoce como enfoque territorial, el cual según (Echeverri,2003) tiene dos objetivos mayores: el primero la cohesión social que es la construcción de sociedades basadas en la equidad, el respeto a la diversidad, la justicia social y la pertinencia; y el segundo: la cohesión territorial, que no es más que el proceso de integración del territorio con base a una distribución y gestión balanceada de sus recursos.

En tal sentido, abordar el enfoque territorial es la oportunidad desde la gestión pública y el poder institucional para generar acciones de cooperación, corresponsabilidad y una verdadera inclusión social y económica de toda la población, que en el caso de la región Bogotá-Cundinamarca serán varios millones los beneficiados con la adopción de una visión sistémica de todos los elementos que la constituyen, una visión clave para su éxito en los años venideros.

Uno de los aspectos importantes dentro de esta nueva figura de planificación es cómo se trabajará desde los planes de ordenamiento territorial, puesto que estos son los instrumentos técnicos y normativos más importantes dentro de la planificación y gestión a largo plazo; y en la actualidad no existe una cohesión espacial ni temporal enfocada a las dinámicas regionales dentro estos, generando una limitante instrumental. Lo que busca esta nueva figura es una planificación regional que se oriente a buscar consensos entre las entidades territoriales sin que se coarten principios básicos como la autonomía y el establecimiento de mecanismos para el ordenamiento del territorio que establece la ley 388 de 1997. La Gobernación de Cundinamarca en el año 1.999 en su publicación: “Directrices y orientaciones para el ordenamiento del territorio[2]. hablaba de planear y resolver de manera compartida los problemas, de forma coordinada entre las diferentes entidades administrativas, y recalcaba la necesidad de concertar entre el Distrito Capital y los municipios circundantes sus políticas, para establecer usos del suelo compatibilizando el espacio ciudad-región.

Dentro de los retos en el componente de ordenamiento territorial de la Región está el lograr la construcción de centralidades que garanticen la existencia de servicios y equipamientos que no solo estén presentes sino también articulados entre los municipios, garantizando una vocación productiva que cuente con los espacios básicos para desarrollarse. Este componente tiene que ir de la mano de una viabilidad presupuestal para el establecimiento de nodos no solo en Bogotá sino a nivel de provincias, y una voluntad gubernamental para que se cumpla su objetivo, claramente entendiendo las características geográficas y sociales de nuestra región.

En este momento se están llevando tres procesos muy importantes que definirán el rumbo de la política pública en la esperada Bogotá Región y su futura estructura, el primero es la discusión del Acto Legislativo de esta temática que al momento de escribir esta columna tiene seis debates aprobados, afortunadamente, y a esperas de su paso por la cámara alta, en este punto solo faltan dos debates; el proyecto de Acuerdo de Plan de Desarrollo Bogotá 2020-2024 y finalmente el Plan de Desarrollo Departamental de Cundinamarca. Esperemos que se logre llegar a buen puerto y que esto sea una realidad ya que sus objetivos serán el pilar de una generación de confianza y gobernabilidad entre los territorios.

 

[1] Coscia, M., Neffke, F. & Lora, E., 2015. Report on the Poblacion Flotante of Bogota. CENTER FOR INTERNATIONAL DEVELOPMENT. Harvard University.https://growthlab.cid.harvard.edu/publications/report-poblacion-flotante-bogota

[2] Buitrago Bermúdez, Óscar, & Carvajal Sáchez, N. (2011). La dimensión regional en los planes de ordenamiento territorial del área metropolitana de Bogota. Perspectiva Geográfica, 1(11), 21-56. https://doi.org/10.19053/01233769.1692

*Miembro Dirección Gestión de Territorio

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Región Metropolitana Bogotá- Cundinamarca: Articulación y Dinámicas de Colaboración

Crónica de la Contratación Laboral en época de COVID-19

Por: Daniela Daza

Hace menos de dos años comencé a trabajar en una empresa en la que he aprendido a querer lo que hago, al punto que hoy puedo afirmar que trabajo en algo que me apasiona y me hace sentir activa. Soy consultora 360 grados y ayudo a las empresas a escoger los mejores perfiles personales y profesionales para ocupar sus vacantes; una tarea nada fácil pero supremamente importante para el desarrollo del país. Me especializó en todas las posiciones que hacen parte de la cadena de abastecimiento tales como, VP de Operaciones, VP de Logísticas; Direcciones de Proyecto, Planta, Producción, así como de Calidad y Compras, entre otros.

Todo iba muy bien hasta hace tres meses hasta que llegó el famoso COVID-19. Al principio de la pandemia comencé a ver el panorama tornarse gris para todos los procesos activos que estaba manejando en ese momento. Todos en el Head Hunter compartíamos la misma percepción. De 10 posiciones que tenía abiertas, se congelaron 8. Sin embargo, así no lo crean, pudo ser peor, hubo consultores que se quedaron sin nada, sin ninguna plaza laboral que trabajar.

De ahí que, como podrán imaginarse, las últimas semanas han sido las más críticas para la empresa y para la contratación de personal en general, siguiendo la suerte, o mejor, la mala suerte de la economía. Muchos sectores afectados de la industria, entre ellos el petrolero, el automotriz, la construcción o el textil, se contrajeron sustancialmente, contrayéndose en consecuencia la dinámica de su contratación laboral. De hecho, muchas de las empresas que hacen parte de los sectores mencionados decidieron tomar acciones rápidas, entre las cuales estuvieron: otorgamiento de licencias no remuneradas, suspensión de contratos laborales, vacaciones colectivas, reducciones de salario (entre 20%-30%) y, por supuesto, la congelación de la contratación de nuevo personal. Muchas, inclusive, redujeron los puestos de trabajo para poder disminuir la carga salarial y prestacional, y controlar de alguna manera sus costos fijos.

Sectores como el de Alimentos, Agroindustrial, Agroquímicos, Farma, Logístico y Tecnología son los que están moviendo la economía durante la pandemia y, por lo mismo, las contrataciones laborales. Las áreas de tecnología y/o logística están teniendo un rol muy importante dentro de las empresas durante el COVID-19, ya que son precisamente estas áreas las llamadas a materializar la anhelada “adaptación” o “reinvención” que exige la coyuntura actual.

Por otro lado, la pandemia ha hecho que los departamentos de recursos humanos hayan tenido que adecuarse en tiempo récord y hacer de “toderos” en sus organizaciones.  Son ellos los que han gestionado el manejo de la crisis al interior de las empresas. Son ellos, quizá, los que más han demostrado su capacidad de adaptación, comunicación, resiliencia, y confianza para garantizar una comunicación asertiva a toda la empresa y al equipo colaborativo.

Con la reactivación progresiva decretada por el Gobierno y gracias igualmente a la capacidad humana de adaptación, tengo la percepción de que la industria ya empezó, poco a poco, a despertar. Esta reactivación descongelará la necesidad de las empresas de ocupar vacantes, de continuar adelante con los proyectos que por elementales razones se habían puesto en el congelador, y de implementar nuevas estrategias para reestablecer el negocio y proyectarlo post-COVID-19. Por lo anterior, muchas empresas se están preguntando cuál será la magnitud y las características de la demanda de talento humano en la actualidad y hacia futuro, o cuáles serán los roles o funciones que tendrán que contratar en adelante.

La respuesta a esta pregunta se irá construyendo semana a semana según el avance de las circunstancias; sin embargo, les comparto los nombres de los perfiles más contratados post COVID-19: Kams digitales, Director e-comerce, Director mercadeo-nuevo consumidor, Director de Tecnología, Director logística de última milla, Televentas, Director seguridad y salud en el trabajo y los asuntos relacionados con seguridad laboral y bioseguridad.

 

 

*Columnista Invitada Dirección Temática del Magdalena. 

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El entretenimiento, durante y post-pandemia

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¿Cuál será el futuro de los espectáculos después de la pandemia? Webinar junto a Eduardo Olea, presidente de TuBoleta; Catalina Ceballos, nuestra directora de Cultura; Andrés Calderón, miembro de nuestra dirección de Finanzas Públicas. Modera: David Luna

«Panorama y retos en el sector automotor durante la crisis del COVID-19»

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Cadena perpetua al populismo

Por: Juan Manuel Borráez

 

El día 16 de mayo del presente año, la Cámara de Representantes, por 135 votos a favor y 22 en contra, aprobó el proyecto que tiene por objetivo que se establezca la cadena perpetua para violadores de niños y niñas en Colombia. A la iniciativa le quedan dos debates en el Senado para convertirse en una norma de carácter constitucional. Es posible predecir que tendrá la misma suerte que en la Cámara de Representantes.

 Las voces a favor, han manifestado que este proyecto busca castigar de manera ejemplar a quienes cometan estos delitos en contra de los menores, haciendo énfasis en los muy altos números de reincidencia. De igual manera, han expuesto el argumento de que, eventualmente, una pena de privación de libertad perpetua generaría una suerte de disuación a quien pensara cometer un delito sexual en contra de un menor.

 Pretender que la cadena perpetua solucione el constante irrespeto a los Derechos de los niños, es querer que el Derecho Penal funcione como la máquina de tapar huecos en la incapacidad del Estado de proteger, a quienes, constitucional y legalmente, se debe cuidar de manera prevalente.  

 Es importante manifestar que el problema no se dirige hacia el monto de las penas, hay una muy clara incapacidad institucional para investigar y judicializar las denuncias sobre agresiones a menores. En Colombia, las tasas de esclarecimientos, imputaciones y condenas sobre delitos sexuales, para 2019 fue del 11,88% (El Tiempo – https://bit.ly/2ZmsudP). Es evidente, entonces, que la propuesta de cadena perpetua, no ataca este muy grave problema de raíz, lo cual implica que a pesar de que pueda ser aprobado por el Congreso de la República, estos deleznables actos en contra de menores seguirán sucediendo.

 En el sistema penal colombiano, ya existen penas lo suficientemente altas para castigar a quienes cometen este tipo de actos en contra de los menores, que pueden rondar los sesenta años, lo que a mi juicio es, prácticamente, una cadena perpetua, teniendo en cuenta que además no cuentan con beneficios penales. El endurecimiento de penas, que ya de por si son largas, de ninguna manera tiene un efecto positivo en la reducción del crimen. Lo que sí tiene un impacto, es una pena efectiva.

En ese mismo sentido, el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) en su documento sobre Seguridad Ciudadana en América Latina y el Caribe del año 2018, ha expresado que la supuesta  disuasión del crimen, a través del aumento de penas carece de estudios rigurosos. Adicionalmente, indica que en América Latina la baja resolución de casos (menos de la mitad que en los países desarrollados) acompañado de un muy alto grado de impunidad, hacen que los potenciales criminales no observen la amenaza de encarcelamiento como algo probable (Banco Interamericano de Desarrollo – https://bit.ly/2yb5wuK) .

Por otro lado, diversos tratados internacionales en materia de Derechos Humanos suscritos por Colombia, incluyen la prohibición expresa de penas crueles, inhumanas o degradantes, constituyendo la cadena perpetua una pena inhumana, así como contraria a los principios de Derechos Humanos, de acuerdo con la Comisión de Derecho Internacional de la ONU (Summary Records of the 229th Meeting – UN Doc A / CN. 4 / SER. A / 1992).

 Otro punto que no deja de ser relevante en la discusión es el penitenciario. El costo financiero de mantener a una personas privadas de su libertad de manera vitalicia será difícil de afrontar por el presupuesto estatal.  Sumado a esto, se encuentra las dificultades operativas del INPEC, así como la sobrepoblación carcelaria causante de un hacinamiento de cerca del 53% en las cárceles colombianas.  

 Para concluir, este proyecto de Acto Legislativo es inconveniente, innecesario y contrario al Derecho Internacional y la Constitución Política de Colombia, en el cual se deja expuesta la incapacidad del Estado de tener una política pública integral de protección a los menores.

 Es igualmente lamentable el uso que se le está dando a la tragedia de los niños agredidos sexualmente con fines politiqueros. Parece que con el proyecto de cadena perpetua, se piensa más en los votos del futuro que en los Derechos de los menores y como protegerlos de los agresores sexuales.  

 Es por eso que desde esta tribuna, propongo que como ciudadanos le exijamos a nuestros representantes el diseño de medidas integrales, y a largo plazo, que hagan efectiva la Constitución Política en lo que se refiere a la prevalencia de los Derechos de los menores por sobre los de el resto, no con proyectos facilistas que solo buscan acrecentar sus números de aceptación ciudadana. Es momento para darle cadena perpetua al populismo.

*Miembro Dirección Seguridad y Justicia 

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