Por: Jaifa Mezher
@JaifaMezher
Los bienes comunes globales (global commons en inglés) son un término usado por las Naciones Unidas para hablar de unos activos que están por fuera de la jurisdicción nacional. Estos artículos son: los océanos, el espacio ultraterrestre y la Antártica. Estos activos pertenecen a toda la humanidad y están por encima de una única forma de poder político, por esta razón las decisiones que se toman alrededor de ellos, son concertadas en organismos supranacionales mediante herramientas tales como tratados, convenciones y organizaciones que se encargan de protegerlos y atender ciertos asuntos que les conciernen.
Estas herramientas coordinan cómo se usan estos bienes, por quiénes y con qué propósito, sin embargo no son perfectas y no siempre son útiles. El multilateralismo se ve desafiado en lo que respecta a cómo administrar y proteger estos bienes. Aún así, ha funcionado para prevenir guerras relacionadas con el uso o la explotación de estos bienes, e incluso, ha servido para generar espacios de investigación sobre los mismos.
Así las cosas, dos temas que quiero poner sobre la mesa en este artículo de opinión son: (i) la necesidad de actualizar el significado de bienes comunes, (ii) la necesidad que esta actualización incluya otras zonas que necesitan ser protegidas a nivel global, como el Ártico o el Amazonas. ¿Porqué planteo esto ahora? Porque esta semana se reúnen los gobiernos del mundo en la Conferencia de Naciones Unidas sobre Cambio Climático (COP25), la cual se realiza en Madrid-España y este es un llamado a pensar en nuevas formas de crear mecanismos de protección para nuestro planeta.
De acuerdo con la NASA, el aumento de las temperaturas de la tierra es la principal causa del cambio climático. Esta es consecuencia de la emisión de gases de efecto invernadero, ocasionada a su vez por casi que todas las actividades del ser humano como la electrificación, el transporte y la deforestación, que de acuerdo con la Agencia Ambiental de los Estados Unidos, generan el 63% de la emisión de dichos gases. ¿Esto en qué se relaciona con el Ártico o con la Selva Amazónica? En que algunos de los países que están negociando soberanía sobre el Ártico, como Canadá, Estados Unidos o Rusia lo hacen con el fin de obtener acceso a reservas de recursos fósiles que se encuentran en esta zona. Recursos que son después usados en el sector energético y de transporte. Con la Selva Amazónica, esto se relaciona en que una de las principales causas detrás de los incendios del pasado Septiembre, fue la deforestación sin control.
Proteger el Ártico importa porque junto con el Antártico, estos polos de la tierra mantienen su equilibrio sobre el eje en el que la tierra gira alrededor del sol. Así las cosas, el ciclo natural de enfriamiento y calentamiento de los glaciales del Polo Norte y del Polo Sur cumplen una función que se está viendo alterada por el aumento de las temperaturas en el mundo. Las variaciones o las alteraciones de estos ciclos aceleran el cambio climático y por esto cualquier acción, como la excavación del Ártico, puede afectar dicho ciclo y con esto a la humanidad.
La selva Amazónica importa porque es la selva más grande del mundo. Algunos científicos calculan que es el hogar de más de 390 billones de árboles y de más de 16.000 especies, así como de 400 tribus indígenas. El ecosistema que se encuentra en el Amazonas tiene una función de equilibrio en el mundo. Tanto así que se calcula que los árboles del Amazonas producen 20% del oxígeno del mundo, ayudando a mantener la temperatura de la tierra. Aunque los incendios del Amazonas no son inusuales entre agosto y octubre (los meses que son de sequía), lo que es anormal es el aumento de la frecuencia con la que se han estado presentando estos incendios y de la cantidad. ¿Qué debe preocupar? La respuesta que dio el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, al problema de la quema de la selva y el hecho de que la comunidad nacional e internacional culpó su política de deforestación como la principal causante de todo.
Así las cosas, creo que actualizar el significado de bienes comunes globales y abrir la posibilidad de incluir nuevos territorios como el Ártico o el Amazonas puede ser un punto de partida para empezar a pensar en estandarizar la forma de protección de estas zonas del mundo de acuerdo con su importancia. Esto, por supuesto, es algo arriesgado, sí. Sobre todo, porque implica replantear el multilateralismo como se conoce actualmente, así como el tema de soberanía y de supranacionalidad. Sin embargo, creo que el futuro del mundo requiere de mecanismos innovadores para pensar en cómo nos unimos para cooperar en contra del cambio climático.
Antes de concluir, quiero mencionar que no soy una experta en medio ambiente, ni mucho menos. Tengo experiencia en temas de cooperación internacional y soy una curiosa frente al tema de los bienes comunes globales desde que descubrí lo que eran. Muchas dudas surgen alrededor: ¿Qué pasa con la soberanía? ¿Se puede pensar en una nueva forma de cooperación y de multilateralismo? ¿Qué estamos dispuestos a sacrificar como humanidad, por el bien de todos? y ¿Qué estamos dispuestos a proteger? ¿Qué implicaciones tiene no proteger estas zonas ahora?
*Directora de Geopolítica del Sector Energético del Tanque de Pensamiento Al Centro.