Por: Carlos Ramírez
Un artículo publicado en 2018, por el diario El Espectador, mostraba tres grandes retos que el emprendimiento enfrentaba por esos días: falta de capacitación, gente poco comprometida con su empresa y percepción social del emprendimiento como un escampadero, más no como un estilo de vida serio.
Estos resultados encontraron cierto eco en un estudio hecho por la Asociación de Emprendedores de Colombia ASEC, durante ese mismo año. Según el estudio, el 56% de los colombianos percibía a las universidades como fábricas de empleados más no de emprendedores, quienes al incursionar en un nuevo entorno creando su propia empresa, se encontraban desarmados y desinformados ante un ecosistema que jugaba con otras reglas.
Si bien en educación ha habido avances gracias a las plataformas digitales, puede que la sobreoferta de opciones de formación emprendedora no esté apuntando a resolver un problema elemental.
En 2019 casi 2.000 colombianos se acogieron a la ley de insolvencia. De estos, el 81% contaba con ingresos superiores a los cuatro millones de pesos, por lo que se descubrió que el problema no está en la generación de riqueza, sino en su administración. Administración que en algunos casos se ve afectada por la forma como algunos empresarios ven a sus emprendimientos, al considerarlos una especie de caja menor personal, desangrándolos en el proceso.
Pareciera entonces, que no basta con desarrollar habilidades financieras, operativas e incluso sociales con las que se espera que una persona salga adelante con su idea. Quizás tan importante como esto, es ayudarle a ver a nuestro candidato a emprendedor si realmente dimensiona las responsabilidades a las que aspira y si además cuenta con la disposición física y mental para sacar adelante su cometido, ojalá con márgenes de rentabilidad.
Ser emprendedor, después de todo, no es solo intercambiar tarjetas de presentación en una sesión de networking, independiente de la siempre agradable cerveza de WeWork.
El reto involucra un análisis que debe partir desde los motivos de la persona y hacerse, así como en la filosofía, preguntas elementales:
- ¿Emprendo porque veo una oportunidad en el mercado, porque tengo una idea que además ya validé o simplemente emprendo porque me echaron del trabajo y tengo una platica?
- ¿Emprendo sabiendo que, lejos de equilibrar mi vida familiar y profesional, estaré dedicando noches y fines de semana a mi proyecto?
- ¿Emprendo porque tengo socios que realmente me complementan en recursos o conocimiento?
- ¿Tengo claro cómo se van a distribuir las ganancias?
- Si todo sale mal, ¿ya acordé con mis socios como nos vamos a pelear mientras aún somos amigos?
- ¿Comparto una escala de valores similar con mis socios? ¿Tengo claro lo que cada uno espera de la empresa? ¿Sé que no me van a dejar trabajando solo?
- ¿Puedo, más bien, emprender por mi cuenta?
- ¿Conozco suficientemente bien el sector para saber cómo puedo romper las reglas y diferenciarme, o me limitaré simplemente a hacer las cosas bien?
- ¿Soy emprendedor o empresario? ¿Me gusta concebir ideas, hacerlas crecer y quedarme para administrar su crecimiento, o me cansaré y preferiré retirarme para crear un nuevo proyecto?
Si las respuestas a lo anterior le dan claridad y decide seguir, lo siguiente sería validar su idea. Adelantarse y formalizarla es cosa fácil, pero si antes no la expone a su mercado para que le dé al menos una señal de cariño expresada en ventas, su proyecto ya legalizado estará navegando en aguas misteriosas.
Es entonces cuando realmente empezará a comprender los retos del emprendedor, el mismo que no necesita un NIT y aparecer como representante legal para graduarse.
El emprendimiento es un estilo de vida donde una persona, en medio de un mundo caótico, crea una especie de burbuja para que sus empleados y acreedores sientan que este es confiable.
La invitación queda servida entonces para alimentar ese proyecto que le trasnocha cuando acaba su jornada de trabajo. Para que este tenga futuro, debe considerar primero su entorno y su carácter como persona frente al reto que supone crear una empresa.
Si al final de esto no se ve emprendiendo, está perfecto. Después de todo, también es válido optar por ser un gran empleado.
FUENTES:
https://forbes.co/2020/06/17/red-forbes/ecosistema-de-emprendimiento-3-0/
https://www.portafolio.co/negocios/empresas/este-ano-1-800-colombianos-se-fueron-a-quiebra-536257
El libro negro del emprendedor, Fernando Trias de Bes
*Miembro Dirección de Emprendimiento