Por: David Luna
dluna@mit.edu
En estos días leyendo una importante revista me encontré con una caricatura de Aleida del gran Vladdo en la que reflexionaba lo siguiente: “¿Quién pinta la raya de la cual uno no debe pasarse en redes sociales?”. Me quedé pensando que últimamente los líderes creen que su deber es ser estrellas de las redes sociales y no ponerse a trabajar por los ciudadanos, sus únicos jefes. Se les está olvidando la razón por la que llegaron hasta dónde están: la política es el arte de servir a los demás y no la actividad para servirse a uno mismo.
El rififafe es diario. En eso parece que se la pasan varios de los funcionarios o aspirantes a servidores públicos todo el día. Sí, se debe informar, sí es un deber publicar la actividad diaria para que la gente sepa cuál es la gestión que se hace, por supuesto está muy bien usar los canales digitales para interactuar con la gente, pero lo que ya se está pasando de la raya es cómo están difundiendo mensajes de odio y polarización para provocar la indignación ciudadana y así usarlos como si fueran títeres de sus campañas.
Cada día llega con propio HT. Tristemente estamos viendo algunos líderes cayeron en las redes de la vanidad. Del HT a la acción y de la vida digital a la realidad hay un buen salto para dar. ¿Qué estamos haciendo de verdad por cambiar las cosas? Si están ejerciendo cargos en corporaciones públicas, teniendo la oportunidad de presentar iniciativas para cambiar las cosas, ¿Por qué parece que su única gestión son sus opiniones en redes sociales? ¿Cómo será la rendición de cuentas de estos políticos? ¿Cuál es la necesidad de dividirnos y ponernos a pelear entre nosotros? ¿Por qué quieren generar resentimientos y estigmatizar?
Quizá la respuesta más acertada a esos interrogantes es la más dolorosa: Porque lastimosamente no están sirviendo a la gente sino tienen la gente a su servicio, parece que pusieron a la ciudanía en función de una campaña constante para catapultar su imagen política.
La gestión es pobre, los resultados no son tantos y a la hora de proponer no son las salidas más brillantes o diferentes. Hay líderes con quienes establecimos relaciones emocionales pero por más que sintamos profunda admiración por ellos, debemos ser capaces de evaluarlos y exigirles que se pongan a trabajar, que nos representen y que hagan bien las cosas.
La política es para construir no para destruir. Es para servir no para dividir. Es para crecer todos no para llevarnos a orillas diferentes. Aclaro que no son todos, son más los casos para resaltar. En un mundo tan hyperconectado las redes sociales nos traen muchas oportunidades, riesgos y tentaciones. La de los líderes no podemos irnos por el discurso facilista de “divide y reinarás”. Bastante hemos sufrido por años como para que en vez de solucionar los problemas nos dediquemos al discurso barato. Que no se nos olvide que los políticos solo tenemos un jefe: el ciudadano. En otras palabras, menos blablablá y más gestión.
Ahora que tengo su atención: El Profesor Mockus es y seguirá siendo brillante. Es una verraquera ver que nada le impide seguir aportándonos, que nada le detiene compartir su conocimiento. A Él mi admiración. A quienes los critican, es consejo auto reflexión.