UNA PETICIÓN DE AÑO NUEVO

Por: Natalia Rivera

Los bogotanos esperamos cuatro años a que la administración de la alcaldesa Claudia López se tomara en serio la recuperación y apropiación del espacio público. No existió liderazgo ni voluntad para devolverle a Bogotá un espacio público digno, seguro y limpio. Es por ello, que esto se convirtió en una deuda por pagar, que se le dejó a la nueva administración.  

La gobernanza responsable del espacio público que logró la administración de Enrique Peñalosa, se acabó, producto de una serie de decisiones descoordinadas y a menudo contradictorias entre entidades de la ‘Bogotá ciudadora’. La falta de una visión unificada ha permitido que intereses particulares prevalecieran sobre el bien común, resultando en la proliferación de construcciones informales y  ocupaciones ilegales que dificultan el acceso y disfrute del espacio público por parte de la ciudadanía.

Más del 42% del espacio público efectivo de la ciudad se encuentra en pésimas  condiciones  y no es solo una cuestión  de infraestructura, sino que es una situación que involucra, uso, pertenencia y garantías de derechos. Basuras, personas en situación de calle, consumo de sustancias e inseguridad (solo por nombrar algunos)  son las situaciones que cada día contribuyen al deterioro de Bogotá y que requieren de acciones integrales con enfoque de derechos humanos. 

Es  Imperativo que  la administración entrante en cabeza del alcalde Carlos Fernando Galan, fortalezca las políticas de preservación y protección de las zonas comunes de la ciudad. A su vez, las alcaldías locales juegan un papel muy importante en la planificación y gestión del espacio público, papel que lamentablemente no han logrado articular ni  ejecutar con rigor. Para no ir muy lejos, Kennedy, Bosa, Santafé, La Candelaria y Chapinero son algunas de las localidades con una deficiente (por no decir nula) gestión y preservación del espacio público. 

Por otro lado, el Departamento Administrativo de la Defensoría del Espacio Público (DADEP), que debería liderar la defensa, inspección, vigilancia, regulación y control del espacio público, se ha convertido en una entidad inocua, que basó su política de recuperación de espacio público en perseguir a propiedades horizontales organizadas y en buscar el aprovechamiento económico del uso de diferentes zonas públicas de la ciudad. Esta entidad  debe ser sometida a una reestructuración profunda y enfocar su misionalidad en la verdadera defensa del espacio, que le pertenece a los bogotanos. 

Culmino advirtiendo sobre el tremendo riesgo que es para los bogotanos no contar con un espacio público seguro, digno, caminable y limpio. Solo a través de un liderazgo comprometido y visionario se podrá transformar el espacio público en un verdadero motor de desarrollo para el turismo, para la cultura y sobre todo, para la convivencia y bienestar de todos. Mi deseo de año nuevo para la nueva administración, que toma el timón el primero de enero, es entendimiento y sobre todo sensatez para liderar las transformaciones que necesita la ciudad.

El elogio de la calle: Las calles y sus aceras, los principales lugares públicos de una ciudad, son sus órganos más vitales ¿Qué es lo primero que nos viene a la mente al pensar en ciudad? Sus calles. Cuando las calles de una ciudad ofrecen interés, la ciudad entera ofrece interés ; cuando presentan un aspecto triste, toda la ciudad parece triste” Jane Jacobs. 

 

«Datos recopilados por Instituto de Desarrollo Urbano (IDU), Inventario de Espacio Publico.(https://geoportal-idu.hub.arcgis.com/maps/17eb09365e0245e6a7d6dfdbdc0474eb/about, 2023).»

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